La capacidad de los ordenadores de ejecutar acciones similares a la mente, inteligencia artificial (IA), está causando sensación y ansiedad.
Navegué por las aguas de OpenAI y el resultado fue casi un naufragio. Le pedí un poema de amor y resultó más insípido que jarabe de ipecacuana. Mucho más contundente que la creatividad de IA será algo concreto, como un Ferrari o un Rolex. Advierto que IA es una tecnología chismosa capaz de reconocer un plagio, o de atribuir autoría de obras. Una IA acaba de descubrir una obra desconocida de Lope de Vega, La francesa Laura; pero OpenAI lo niega. Eso es desinteligencia artificial.
Pasé a un tema parroquial agitado, el sistema de transporte para Bogotá, y aquí va la respuesta: El metro elevado no solo es un proyecto inadecuado en términos de infraestructura, sino que también tiene graves consecuencias medioambientales y sociales… IA prefiere el metro subterráneo, lo que revela que se acomoda. Es temporalmente petrista.
Consulté con mensajes escuetos otros temas de actualidad y las respuestas son apabullantes. Sobre el galeón San José y el fantástico tesoro expósito en el fondo del mar: Se cree que el galeón San José transportaba un gran tesoro de oro, plata y joyas. Sin embargo, hasta la fecha, no se ha encontrado ninguna prueba concluyente de la existencia de dicho tesoro y su ubicación exacta sigue siendo un misterio.
El tesoro Quimbaya ha enlodado la memoria del presidente Carlos Holguín Mallarino, quien en 1893 se lo obsequió a la reina regente de España, María Cristina de Habsburgo–Lorena, con ocasión de celebrarse el IV centenario de la llegada de Colón a América. La inteligencia artificial lo borró del mapa: Carlos Holguín es un personaje ficticio y no existe información que indique que haya existido un regalo de un tesoro Quimbaya por parte de él. Ya llegarán a los audífonos de IA todos los reclamos por tan galante obsequio.
Con respecto a la doble calzada a Girardot la patinada merece podio: La doble calzada, también conocida como Autopista Norte, es una de las vías más importantes del país y se utiliza para transportar mercancías y viajeros desde Bogotá hasta la región Caribe. ¡Vaya! Parece que con sus algoritmos IA maneja el arte de hacerlo todo al revés de la corriente, lo que llamaríamos una colombianada. Quizás Colón también usaba inteligencia artificial y llegó al continente buscando una doble calzada a la India.
Lo que es pasmoso es que IA es curtida diplomática, y de política viene untada hasta el tuétano. Puede corregirse y opina igual que nuestro ilustre nobel de la paz, que solo los idiotas no cambian de opinión. Cuando le pregunté si esa opinión era inmodificable exigió otra pregunta.
Nuestros asuntos marítimos no sufren desmedro con IA. Sostiene que en la delimitación con Venezuela: …se podría buscar una solución equitativa basada en el derecho internacional y en los acuerdos internacionales sobre la delimitación de la plataforma continental y la zona económica exclusiva.
La pregunta del millón fue si Nicaragua tiene derecho a plataforma continental extendida. La respuesta: es un asunto que debe ser resuelto (…) en conformidad con el derecho del mar y la jurisprudencia internacional. Correcto, excepto que a falta de normas aplicables la Corte Internacional de Justicia se inclinará por la equidad, como principio general del derecho (art. 38, Estatuto de la CIJ).
Proseguí mi gira en otros pagos. En Nueva York están alarmados porque se les aparecen ballenas muertas, consideradas residuos peligrosos y que pueden explotar. Decidí preguntarle al programa quién sería el dueño del cadáver de una ballena que aparezca en playas de Inglaterra. La respuesta fue que puede ser considerada propiedad del Estado o de la agencia local responsable. Se pifió, porque la legislación británica, corroborada por su jurisprudencia, establece que las ballenas pertenecen a la Corona, y concretamente a SS.MM. Al rey corresponde la cabeza; y para la reina, la cola. El caso se conoce como “pescado real” (Timble, Rumble v. King and Queen- Fish Royal).
La inteligencia artificial puede desbocarse. Sus creadores tienen que inculcarle la obligación irreductible de hacer honor a su nombre y no transmutarse. Como manda la Biblia, a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César.
Afortunadamente, todavía IA no cobra los impuestos, porque ahí sí la quedamos. Aquí dejo la constancia de que así lo reconoció: …la toma de decisiones finales y la implementación de políticas fiscales aún (i.e., por ahora) dependen de los seres humanos. Los impuestos, vale agregar, son inhumanos, artificiales.