El reto de abordar como país la ruta de la sostenibilidad

Crédito: Freepik

12 Septiembre 2023 10:09 am

El reto de abordar como país la ruta de la sostenibilidad

Si bien algunos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se complementan entre sí, otros generan contradicciones que aumentan la complejidad de alcanzar las 17 metas globales para un futuro más sostenible que se trazó la Asamblea general de la ONU en 2015.

Por: Contenido especial

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La relación de Colombia con la sostenibilidad se remonta a casi 30 años atrás cuando se habló por primera vez de una política de producción más limpia, a esta le siguieron los programas de residuos peligrosos, producción posconsumo y consumo sostenible. Actualmente el marco de referencia, tanto para el sector público como para las empresas, está en el Conpes de crecimiento verde (3934 de 2018).

Aún así, el país aún tiene mucho por reflexionar alrededor de las acciones que vienen liderando distintos actores en la adopción de prácticas que hagan al país cada vez más sostenible y consciente del valor que implica esta visión responsable de sus actividades. Por esta razón, CAMBIO organizó un foro académico con el apoyo de Claro, Cruz Verde, Enka, Grupo BIOS, Smurfit Kappa, Terrasos, The Nature Conservancy y la Universidad EAN.

El Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) diseñó en 2021 una estrategia para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Colombia, así como unos lineamientos de calidad y unos mecanismos de medición al progreso. De acuerdo con estos últimos, Colombia avanza en más del 70 por ciento con su cumplimiento y en algunos ya se llegó al 100 por ciento.

Sin embargo, Federico Gómez Lara, director general de CAMBIO Colombia, cuestionó el freno que han significado para muchos proyectos las diferencias conceptuales o políticas, los desacuerdos estructurales y los choques entre el gobierno nacional, los gobiernos locales y las empresas. “El cumplimiento de estos objetivos debería depender de la interacción entre los sectores, pero este es un país muy presidencialista. El punto es cómo empoderar al empresariado y a las regiones más allá de las visiones de los gobiernos que cambian”, planteó.

Juan Miguel Gallego, subdirector general de prospectiva y desarrollo nacional del Departamento Nacional de Planeación (DNP), reconoció la necesidad de avanzar en algunos ODS cuyo cumplimiento es crítico, por ejemplo, el tema de inclusión, “porque aún hay territorios desconectados del sistema económico, incluso en las grandes ciudades”, pero también las desigualdades sociales por género u origen étnico.

Respecto a las acciones implementadas, destacó la vinculación entre el empresariado, las comunidades y los mandatarios locales, así como los diálogos regionales vinculantes que buscan acuerdos sobre lo fundamental alrededor del agro y los recursos naturales.

“El Plan Nacional de Desarrollo (PND) cuenta con transformaciones muy fuertes en el territorio basadas en la geografía y apunta a un esquema de inclusión que busca conectar poblaciones para atacar el proceso de exclusiones históricas y darles oportunidades; ahí es donde debemos hacer fuerza”, concluyó Gallego.

Foro sostenibilidad

Dado que esto implica recursos adicionales en sectores como salud (reforma al sistema), educación (gratuidad en educación superior y fortalecimiento de educación técnica) y agricultura (desarrollar nodos agrícolas y facilitar el acceso a créditos), el Presupuesto General de la Nación es visto como un direccionador de las prioridades en ODS que se acordaron entre el DNP y el Ministerio de Hacienda.

En el caso de Bogotá, se ha priorizado la acción climática (transformación del sistema de transporte público), la igualdad de género (con los programas “manzanas de cuidado”, “mujeres que reverdecen” y “más mujeres en el sector transporte”), la educación (programa “Jóvenes a la U”, formación técnica y formación para el trabajo) y la biodiversidad (inventario de emisiones, meta carbono neutro a 2050).

“Colombia tiene que encontrar su identidad en las cosas en las que efectivamente es rico, aunque hace falta una transición planeada y cuidadosa pero la transición inmediata es identificarnos como una potencia en términos de biodiversidad”, señaló Carolina Urrutia, secretaria de Ambiente de Bogotá.

Por cuenta de la pandemia, se retrasó el cumplimiento proyectado de los ODS en la capital, excepto en lo referente a acción por el clima y biodiversidad, especialmente en reducción de emisiones (entre -15  y -20 por ciento) y ampliación de zonas verdes (+10 por ciento). Aun así, Bogotá salió bien librada, respecto al resto del país, de acuerdo con Urrutia, en temas como pobreza multidimensional y acceso a salud.

Otro desafío está relacionado con el avance de los proyectos regionales que no están dentro de la agenda presidencial. “Se trata de tener soporte técnico en lo que ideológicamente tiene sentido para el país, lo que no tiene sentido es creer que no se puede construir entre tecnócratas y políticos, cuando la posibilidad de llegar a esos acuerdos requiere sobre todo de una visión; luego nos sentamos a discutir el cómo”, señaló Urrutia.

Tanto el gobierno nacional como el distrital coincidieron en que es necesario que otros países con mayor desarrollo y responsables de mayores emisiones financien la tecnología de países de ingreso medio, como Colombia, que por su biodiversidad están en capacidad de contribuir a la fórmula.

“Tenemos que proteger los bosques, pero con ayuda y financiamiento verde. Estamos revisando con Hacienda cómo logramos darle dinero a la Orinoquia y la Amazonia para salvar el planeta a través de renta fiscal verde, taxonomía verde y finanzas internacionales verdes”, dijo Gallego.

Producción y consumo responsable, un camino a la circularidad

Uno de los conceptos más aplicados en el contexto de sostenibilidad es el de economía circular, entendida como un modelo de producción y consumo que implica compartir, arrendar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar los materiales y productos existentes durante el mayor tiempo posible; todo lo opuesto al antiguo sistema lineal de producción y consumo que era ineficiente y no capturaba el valor máximo de las cosas.

Carlos Manuel Herrera, vicepresidente de Desarrollo Sostenible de la Andi, recordó que Colombia viene trabajando en el tema desde 1997. “El país tiene una larga trayectoria de políticas e instrumentos; fue el primero en América Latina”, recalcó. Sin embargo, según cifras de la organización, aún 13 millones de toneladas de residuos se quedan en los rellenos sanitarios porque solo el 10 por ciento de la basura se recicla.

“En los últimos años hemos visto mucha evolución en la economía circular, es un tema que empezó a llegar a agendas importantes de tomadores de decisiones. Países como Chile, Colombia y Brasil tienen planes de transición tecnológica y hablan de competitividad, nuestra región empezó a ser más propositiva y vemos avances, pero todavía hay mucho que hacer en reciclaje y gestión de residuos, por ejemplo”, destacó Gustavo Righeto Alves, gerente de Innovación y Comunidades para América Latina de la Fundación Ellen MacArthur.

Empresas como Enka se han sumado a este concepto, de hecho, en febrero de 2023 inauguraron una planta de 40 millones de dólares, que recicla 6 millones de botellas PET al día para la producción de resina. Esta cantidad es el doble de lo que Enka podía reciclar con sus otras plantas y permite que, como país, alcancemos la meta de aprovechar el 50 por ciento de las botellas que se producen, evitando así que 65.000 toneladas de plástico lleguen a la basura.

“La sostenibilidad y la economía circular son nuestros pilares fundamentales en largo plazo. Las inversiones de los últimos años son importantes y han ido a negocios verdes, de manera que el 70 por ciento de lo que producen nuestras plantas es de alto valor agregado, lo que significa equilibrio ambiental, económico y social. Tenemos que ver que la basura es oro y es el centro de nuestro negocio”, aseguró Álvaro Hincapié, presidente de Enka.

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Aquí también destacan casos como el del Grupo BIOS que ha logrado aprovechar los residuos de su actividad (desechos de pollos y excremento de cerdos) e incluso de otras industrias (café, cervecería, galletería) para encontrar otros nichos de negocio, como los de alimento para animales o biogás.

“Nuestro gran reto es tener tecnología de punta y para eso las inversiones deben ser supremamente altas. Para acelerar estas prácticas necesitamos beneficios tributarios. También son retos para nosotros el seguir innovando y el lograr estar sincronizados con la academia y el gobierno”, dijo Hernando José Mesa Jaramillo, gerente corporativo de Ingeniería.

Sin embargo, tal como lo advirtió Juan Camilo Cárdenas, director del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe de la Universidad de los Andes, la economía circular perfecta no puede existir. De hecho, se estima que hay cerca de 14 millones de toneladas métricas de microplásticos en el lecho marino, absorbidas por organismos vegetales y animales e incluso en el tejido y los órganos humanos.

En ello coincide Claudia Vásquez, directora de The Nature Conservancy (TNC) Colombia: “Uno de los grandes problemas es que hemos roto con la misma circularidad de la naturaleza, estamos tan alejados de ella que creemos que tenemos que volver a inventar todo; de hecho, en América Latina hay unas paradojas inadmisibles, somos responsables de producir alimento, pero al mismo tiempo perdemos el 70 por ciento del hábitat natural”.

Los ODS pueden llegar a generar conflictos unos con otros en algún punto, por eso la clave está en tomar conciencia. “Podemos querer el consumo y la producción por lo que representan para la economía, pero, por mucha circularidad que tengamos, siempre van a estar acompañadas de problemas, siempre van a agregar y el planeta es finito”, reflexionó Cárdenas.

Acción y lucha contra el cambio climático

Es innegable la vulnerabilidad que tiene Colombia frente al cambio climático, precisamente por su riqueza natural. Uno de los ecosistemas que más se ha insistido en proteger es el de los bosques, dadas las altas cifras de deforestación y la degradación que trae consigo este fenómeno, que hacen contraste con el potencial de los árboles en la mitigación del calentamiento global y otros problemas asociados.

“Incluso el Plan Nacional de Desarrollo plantea la necesidad de una transformación hacia un manejo forestal sostenible, pero está por desarrollarse porque aún no tenemos institucionalidad con capacidad y ese cambio no se da de la noche a la mañana”, argumentó Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible.

Más allá de la necesidad de tener un inventario nacional forestal detallado que ayude en la priorización y focalización de áreas para desarrollar, según Botero, hay un vacío enorme que no se ha resuelto: “Cómo involucrar a los gobiernos locales en esa política para el cambio porque las autonomías no necesariamente permiten una sinergia. El cuello de botella más importante es la imposibilidad institucional en coordinación y mirada de país”, dijo.

Una de las empresas que ha liderado la reforestación comercial es Smurfit Kappa, con 79 años de historia y más de 53 años de trabajo con comunidades para potencializar la conservación y el fomento forestal con especies de rápido crecimiento que se siembran en las fincas para que la gente pueda abastecerse de madera y leña sin recurrir al bosque natural.

“Somos un país de vocación forestal con el 53 por ciento de su territorio con bosques naturales (52 millones de hectáreas). Reestablecer áreas que han sido degradadas no es fácil, siempre faltará tiempo y recursos. Los sistemas forestales pueden llegar a ser los sumideros del 30 por ciento de los gases efecto invernadero, pero necesitamos una política de Estado y presencia en las regiones”, señaló Ricardo Gómez, jefe de desarrollo social de la división forestal de Smurfit Kappa Colombia.

Sin embargo, tan importantes como los bosques son los océanos y mares. Sandra Bessudo, fundadora y directora de la Fundación Malpelo y Otros Ecosistemas Marinos, manifestó su preocupación por la destrucción bajo el agua, la cual no es tan visible como en la tierra. Y, en línea con Botero, llamó al gobierno a revisar las políticas públicas y trabajar con las comunidades en educación, concientización, vigilancia y entrega de incentivos por protección.

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“Somos el cuarto país del mundo con más recurso hídrico, pero hemos contaminado el agua potable con la minería ilegal. Tenemos que ser coherentes y conscientes, nos estamos dando un tiro en el pie porque si no cuidamos no habrá futuro. Tampoco es viable la forma en que estamos extrayendo recursos permanentemente de los mares, muchas prácticas de pesca acaban con ellos. Debe haber cambios, pero necesitamos actuar ya”, insistió Bessudo.

Uno de los mecanismos para incentivar las buenas prácticas es el pago por servicios ambientales, se trata del más reciente, de hecho. De acuerdo con el Ministerio de Ambiente, consiste en una retribución en dinero o especie a quienes demuestren que llevaron a cabo acciones de preservación y restauración en áreas y ecosistemas estratégicos.

Este esquema es similar al de pago por resultados que persigue la empresa especializada en la estructuración y operación de inversiones ambientales, Terrasos, a través de las estrategias de compensación que implementan para otras organizaciones. De hecho, en 30 años, Terrasos se ha dedicado a diseñar y probar modelos de negocio que facilitan la inversión privada en conservación de la biodiversidad.

De acuerdo con Mariana Sarmiento, presidente de Terrasos, todos tenemos unos impactos sobre los ecosistemas de los cuales dependemos, la clave está en generar modelos de negocio para afrontar esas realidades y asegurar la conservación, trayendo recursos de distintas fuentes, que tengan impacto y no se desperdicien. Por eso han venido innovando en conceptos como bancos de hábitat, esquemas de tóquenes y créditos de biodiversidad para empresas que quieren y deben hacer estas inversiones.

“Hemos venido fomentando el entendimiento de esos instrumentos financieros. La pregunta que siempre nos hacemos es en qué debemos innovar para que el producto que generamos tenga mayor alcance regional y mayor apetito por parte del sector privado. Nuestras economías dependen de la naturaleza y hay unos riesgos que se pueden materializar si no tomamos acciones”, reflexionó Sarmiento.

Empresas sostenibles

Uno de los desafíos de las empresas en Colombia es enfrentar los desafíos actuales y venideros en cambio climático al tiempo que contribuyen al crecimiento, cuyas proyecciones se ubican en 1,2 por ciento según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) por cuenta de una desaceleración económica en toda la región.

Así lo advirtió Jaime Andrés Reyes, director de Estudios Socio Humanísticos Culturales y Éticos de la Universidad EAN, al tiempo que consideró el hecho de que en Colombia las personas suelen ver a las empresas grandes como enemigos de la sostenibilidad por su valor económico, “pero es a través de esos miles de productos que las empresas generan un pequeño cambio de sostenibilidad que tiene un gran impacto en los consumidores”, dijo.

En ese sentido es posible citar grandes esfuerzos, como el de Alquería que priorizó el tema de economía circular y se trazó la meta de recoger 100 por ciento del plástico que pone en el mercado para llegar a ser una compañía de plástico neutro que no contribuya al problema.

“Las empresas necesitamos sostenibilidad económica para sobrevivir, pero no estamos diseñadas para eso por naturaleza”, sentenció Adriana Velásquez, directora de Sostenibilidad y Sociedad de Alquería al recordar que la compañía colombiana productora de alimentos derivados de la leche nació en 1959 con el afán del médico Jorge Cavelier por pasteurizar la leche.

Alquería hace parte de una nueva categoría conocida como “empresas B”, que hace referencia a las compañías que además de la rentabilidad económica buscan resolver problemas sociales y ambientales, lo que se conoce como el triple impacto. “Nuestro eslogan no es ser la mejor empresa del mundo, sino ser una mejor empresa para el mundo, tratando de dar pasos para cambiar realidades”, dijo Velásquez.

En la misma línea está Cruz Verde, que le viene apostando a la economía circular y a la farmacovigilancia comunitaria, por mencionar algunos de sus frentes. Desde 2015, cuando la empresa fue comprada por Coca-Cola FEMSA, la embotelladora más grande del mundo, se adhirió además a la filosofía de crear valor compartido y agregado, social y económico.

Foro sostenibilidad

“Servir en salud es causar el mayor bienestar posible y el menor malestar posible. La industria de medicamentos es de las más contaminantes del planeta. La sostenibilidad es un tema que no necesariamente implica hacer grandes cosas, pero las estamos haciendo porque es un deber empresarial”, enfatizó Claudia Sterling, vicepresidente de Asuntos Corporativos y Comunicaciones de Cruz Verde Colombia.

Fue así que formalizó a la población habitante de calle de su entorno y los apoyó en la creación de una empresa que hoy por hoy hace logística inversa entre las bodegas y las 800 droguerías del país: distribuye medicamentos y recoge material reciclado y mermas. Pero además se unió con la comunidad para vigilar que las personas tomen el medicamento correctamente y reporten lo que este les produce.

Del mismo modo, para el Grupo ISA la estrategia general de la organización es la sostenibilidad, “creemos que es parte del negocio y somos responsables en abordarla no solo desde el punto de vista de nuestro sector sino como una forma de actuar para ir mucho más allá de nuestros compromisos”, resumió Juliana Suso Jaramillo, vicepresidente de relaciones institucionales.

ISA es hoy por hoy el transportador de energía más grande de América Latina con 60.000 kilómetros de líneas que pasan por miles de ecosistemas y cruzan miles de poblaciones. “Eso nos obliga a tener una mirada muy cercana y muy certera. Cada acción que hacemos debe garantizar que la empresa perdure en el tiempo y no tengamos pasivos sociales que nos lleven a una contención de riesgos. Somos responsables de abordarlo no solo desde el punto de vista de nuestros impactos (ya alcanzamos carbononeutralidad) sino yendo mucho más allá de los compromisos”, destacó Suso.

En otros casos, ha sido un camino de transformación, como el de General Motors, que, aunque duró 100 años construyendo vehículos automotores de combustión y especializándose en ello, le apuesta desde hace tres años a la producción de automóviles eléctricos y tiene la meta de dejar de fabricar los primeros ejemplares del todo en 2035.

“El cambio climático y las emisiones son una realidad. En Colombia eso está generando un ecosistema con las empresas de energía y startups que han participado en la creación de un nuevo negocio, se trata de un nuevo paradigma de cambio sustancial en la industria”, celebró Santiago Ángel Urdinola, director de relaciones de gobierno, comunicaciones y responsabilidad corporativa de General Motors para Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

También recordó que en el pasado su aporte a la sostenibilidad se concentraba en los procesos de innovación que habían implementado en las plantas, “hoy en día estamos más enfocados en la parte del cliente, cómo desde la sostenibilidad abordamos que el cliente cambie sus hábitos de consumo y vaya a vehículos más amigables con el ambiente”.
 

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