Las difíciles aspiraciones de Belém do Pará para frenar la deforestación de la Amazonía

Hoy inició la Cumbre de Presidentes Amazónicos en Belém do Pará. El evento, que se extenderá hasta mañana, reunió a los presidentes de Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que, por una otitis, no pudo viajar al evento, y que, en su lugar, asistiría su vicepresidenta, Delcy Rodríguez.

La cumbre es precedida por el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, quien además ha traído a su antigua Ministra de Ambiente, Marina Silva, la mujer que, durante la primera presidencia de Lula redujo la deforestación del Amazonas en cincuenta por ciento. Entre todos, tendrán que definir qué acciones tomarán para cumplir con las metas planteadas por la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA). 

Los problemas ya son conocidos: deforestación sin freno, expansión de la frontera extractivista, desplazamiento de los pueblos indígenas y minería ilegal. Sin embargo, esta vez las acciones no pueden retrasarse, pues la deforestación del Amazonas está llegando a un punto de no retorno, momento en el cual el pulmón del mundo sufriría de enfisema.

¿Cuáles son las metas de la OTCA?

La OTCA nació en los años 70 para enfrentar los problemas del Amazonas, que son los mismos que se siguen atacando hoy. La gran diferencia es que el deterioro, en los últimos años, ha sido desbordado. Si se llega al punto de no retorno, el Amazonas dejaría de ser uno de los principales reguladores de la temperatura global.

En el panorama local, tanto Brasil como Colombia han conseguido decrecer las cifras de deforestación. En el caso de Brasil, el país alcanzó graves cifras de deforestación durante la presidencia del expresidente Jair Bolsonaro. Según el Instituto Brasileño de Investigaciones especiales, el expresidente, quien negaba el cambio climático y atacaba abiertamente a los líderes medioambientales del Amazonas, propició la deforestación de 34.018 kilómetros cuadrados de selva.

Según el mismo instituto, durante la nueva administración de Lula Da Silva, la deforestación ha descendido más del 33 por ciento.

Colombia, por su parte, también ha logrado reducir en cerca del 30 por ciento. Sin embargo, el país aún debe atender con urgencia la expansión de la frontera agrícola extractivista que se come a la selva amazónica . 

Son Bolivia y Venezuela los dos países que continúan presentando cifras muy preocupantes. En el caso de Bolivia, la deforestación sigue aumentando peligrosamente: más de 250 kilómetros cuadrados solo en 2023, lo cual ha causado el desplazamiento de varias comunidades indígenas y campesinas que eran la única defensa de la selva amazónica en este país. A la vez, en la extracción de minerales ha aumentado el uso de mercurio, lo cual ha contaminado los ríos y estos, a su vez, contaminan otras fuentes hídricas en otros países.

Venezuela, por su parte, perdió casi un millón de hectáreas entre 2020 y 2022. Las denuncias han aumentado por la creciente explotación maderera que se ha desplegado en el Amazonas sin que exista mayor contención. A esto se suman graves denuncias por violaciones a los derechos humanos sobre las personas que buscan frenar la deforestación, además de una expansión de los grupos armados ilegales en la zona. Un caso similar ocurre en Ecuador: dos países que, hasta la fecha, no parecen tener políticas claras sobre la resolución de este problema. 

El resultado de esta Cumbre será presentado también en septiembre ante la Conferencia de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP28), donde los países del mundo discutirán, una vez más, cuáles serán las acciones concretas con las que frenarán el avance de este fenómeno que, en varias de sus métricas está alcanzando niveles que no podrán ser recuperados.