
Auscultador de prensa, colector de chismes, oidor de radio, escuchador de pódcast, espía de las redes y eterno maratonista de internet, no hay vaina que ignore Don Luis de la Vaina, ni vaina que no comente. Compruébenlo.
Líder revolucionario
del alcázar o Alcocer,
con las mieles del poder
se nos vuelve reaccionario.
Lo muestra retardatario
su diplomacia sesgada,
su labia disimulada
en pro de Daniel Ortega.
Política ambigua y ciega
la del sagaz camarada.
¿Acuerdo entre los llamados
Primera línea y Esmad?
Bella cosa. La amistad
nos hará civilizados.
Agentes uniformados
con atuendo glamoroso,
traje alegre y muy vistoso,
las tanquetas reformadas
como ambulancias y usadas
para vivir bien sabroso.
Tengo esta proposición:
intercambiemos palabras
a ver si nos descalabran
en la manifestación.
Llamemos al Escuadrón
Primera línea y a esta,
a manera de respuesta,
Escuadrón antidisturbios
para barrios y suburbios,
¡Y que comience la fiesta!
¿Ultimátum del Gobierno
a los que invaden las tierras?
¿Habrase visto? ¿Más guerras?
Pues que se vayan al cuerno,
y si no al cuerno, al infierno.
Cuánto lo hemos deplorado.
¡Ni uno más asesinado!
Que alguno no tan lambón
nos dé alguna explicación:
¡estamos petrificados!
A muchas ideologías
les llega su Gorbachov.
Hoy preside el triste show
de su sepelio. Hace días
este líder de valía,
estadista de alma estoica
y voluntad más que heroica,
ha muerto odiado y querido.
No quedan en el olvido
su glásnost y perestroika.
Don Luis de la Vaina
