Catatumbo: entre la barbarie paramilitar de Mancuso y la del ELN de Antonio García
22 Enero 2025 06:01 am

Catatumbo: entre la barbarie paramilitar de Mancuso y la del ELN de Antonio García

Salvatore Mancuso y Antonio García.

Crédito: Colprensa

¿Por qué en Colombia se presentan fenómenos de violencia contra la población civil, ejecutados por actores armados ilegales que, en teoría, se presentan como diametralmente opuestos a sus oponentes? Análisis.

Por: Armando Neira

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“La masacre perpetrada por el ELN, con fuerzas trasladadas desde Arauca al Catatumbo, calca el accionar de los grupos paramilitares cuando, dirigidos por Mancuso, llegaron a la zona: masacres de campesinos civiles en estado de indefensión. Crímenes de guerra por doquier, que son crímenes contra la humanidad”, afirmó el presidente Gustavo Petro.

Para el mandatario, el Ejército de Liberación Nacional se dio un tiro en el pie con las acciones cometidas en los últimos días. “Creo que ese ELN está muerto. Murió también entre los campesinos del Catatumbo; lo asesinó el actual ELN mafioso”, sentenció.

¿Por qué el jefe de Estado equiparó las acciones de los hombres dirigidos por Antonio García, quien tiene refugio en Venezuela, con las del Bloque Catatumbo, que tuvo como líderes a Salvatore Mancuso, seguido de Jorge Iván Laverde Zapata, ‘El Iguano’, y a Alberto Pérez Betancur, ‘El Monstruo del Catatumbo’?

Las acciones del ELN que han causado estupor han llenado de argumentos al presidente Petro. Veamos: hoy, según las autoridades locales y la Defensoría del Pueblo, el ELN ha dejado en menos de una semana un centenar de muertos y provocado el desplazamiento forzado de unas 20.000 personas. Cientos de habitantes han huido hacia Venezuela, aterrados ante la posibilidad de ser literalmente cazados por la guerrilla que, en algún momento de su historia, tuvo en sus filas al padre Camilo Torres Restrepo. ¿Qué diría hoy el sacerdote?

Masacres, desmembramientos, homicidios

“Las violencias ejercidas por el Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en 1999, contra las comunidades, se caracterizaron por masacres, desmembramientos, homicidios selectivos, desapariciones forzadas, violencia sexual basada en género, torturas, mutilaciones y retenciones ilegales”, señala en su informe final la Comisión de la Verdad.

ELN

“El temor generalizado por estos hechos forzó el éxodo transfronterizo y el exilio hacia Venezuela en 1999 y 2000 de comunidades campesinas, en muchos casos conformadas por mujeres y jóvenes con un bajo nivel de escolaridad y con menores de edad a cargo”, agrega el documento.

A medida que se conocen más detalles de lo que hoy se está sufriendo allí, aumentan las voces de indignación. “Estamos en presencia de una catástrofe humanitaria”, sentencia el senador Humberto de la Calle.

El guerrillero que no entendió la historia

Es por eso que Carlos Medina, analista del conflicto, considera que “Antonio García pasará a la historia como el comandante del ELN que no supo entender el momento histórico que atravesaba el país y le apostó a la guerra cuando las puertas de la paz estaban abiertas de par en par. Prosiguió con una guerra inútil, escondiendo su ineptitud política”.

Es inevitable pensar que el ELN de hoy se está mirando en el espejo de lo que fueron los 'paras'. Durante la embestida paramilitar, Mancuso ordenó, con lista en mano, entrar a las casas y asesinar a sus víctimas sin piedad. En esta ocasión, según cifras de Indepaz, siete firmantes de la paz fueron sacados de sus casas y masacrados a sangre fría por el ELN.

ELN

Para Medina, “no es revolucionaria una organización que desplaza poblaciones, asesina firmantes de paz y convierte el territorio y a las comunidades en blanco de sus acciones. La decisión militar más importante de una organización armada rebelde es construir la paz sin armas y con legitimidad”.

Pero ¿acaso no hay diferencias entre el paramilitarismo que bañó en sangre al Catatumbo en los años noventa y el ELN de hoy? Gerson Arias, investigador de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), señala una crucial: “la incursión paramilitar fue realizada con el apoyo de integrantes de la Fuerza Pública y de la clase política de la región, mientras que el ELN, históricamente, ha sido antiestatal y combate a las Fuerzas Militares”.

Una guerrilla que vive allí

Un diagnóstico que comparte Néstor Rosanía, periodista y experto en conflictos armados de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Para él, hay tres diferencias principales: Colaboración estatal: el paramilitarismo contó con apoyo logístico y operativo de las Fuerzas Militares, mientras que el ELN siempre ha combatido al Estado. Objetivo de las estrategias: los paramilitares buscaban sembrar terror en la población civil para ganar territorio, mientras que el ELN combina ataques a la población con acciones contra sus enemigos armados. Finalidad política: los paramilitares tenían como objetivo final cooptar al Estado, mientras que el ELN persigue desestabilizarlo y crear vacíos de poder.

“Además, Mancuso entró en una típica operación militar, con columnas y compañías. Hoy, el ELN, que tiene una larga trayectoria en la región, lo que hace es defender su posición frente a su competidor regional, el Frente 33, con quien además tenía un acuerdo. Nada de lo cual disminuye las atrocidades del ELN”, asegura este experto.

ELN

En esta misma línea, Luis Trejos, docente de la Universidad del Norte, añade que el Bloque Catatumbo de las AUC actuó como una fuerza de ocupación que buscaba controlar los cultivos de coca y consolidar un corredor estratégico entre Panamá y Venezuela.

Arias suma otros elementos al análisis y subraya que los paramilitares no tenían raíces en la región, ya que llegaron desde el sur de Córdoba, atravesando el Cesar, mientras que el ELN lleva décadas asentado en el Catatumbo.

¿Qué tiene que ver Nicolás Maduro?

Aunque también es cierto que, en esta ocasión, recibieron la ayuda de tropas movilizadas desde Arauca y posiblemente desde Venezuela. De ahí que otros analistas se cuestionen qué tiene que ver en todo este horror el dictador Nicolás Maduro.

Hay consenso en que el Catatumbo es una región olvidada por la mano de Dios. “La debilidad institucional de los municipios periféricos, donde el monopolio de la violencia no ha sido ejercido por el Estado durante décadas, es una de las razones que perpetúan la violencia”, dice Trejos.

Eso explica que los grupos armados han encontrado en la violencia un medio eficaz para alcanzar objetivos políticos, económicos y sociales.

Ahora bien, en términos de repertorios de violencia, dice Arias, los paramilitares usaron masacres, asesinatos selectivos, desaparición forzada, violencia sexual y otros métodos enmarcados en la sevicia.

Con lo que sabemos hoy, el ELN, a una menor escala, está haciendo uso de masacres, asesinatos selectivos y desapariciones, lo que le recuerda a las comunidades esas épocas oscuras del paramilitarismo. “Esto es un serio problema para el ELN, tanto en términos de su proyecto político-militar, como en los de la opinión pública nacional e internacional”, dice el analista que también trabaja en la Fundación Acordemos.

La cuestión es: ¿por qué en Colombia se presentan fenómenos de violencia de esta naturaleza con actores en teoría tan distintos? Arias asegura que no es un asunto exclusivo del país. Y argumenta: en gran parte de estos conflictos híbridos, donde el interés económico y el control social son parte esencial del mantenimiento de los grupos armados y, donde hay grupos criminales queriendo 'vestirse' de 'políticos', el ejercicio de la violencia se caracteriza por la idea de garantizar el control de las comunidades a través de hechos 'ejemplarizantes': el miedo y el castigo a la colaboración con los otros grupos.

El llamado de la Mesa por la Verdad

Esto se hace más notorio, como en el caso de Catatumbo, cuando lo que está en juego es un modelo de cooptación social, enormes recursos financieros y la frontera como elemento estratégico.

Paramilitares

En este escenario, la Mesa por la Verdad y el proceso de Trabajo en Red entre Aliados del Legado de la Comisión de la Verdad considera fundamental que el ELN, y cualquier otro actor armado, muestre su voluntad de paz mediante el cese de todos los ataques contra la población civil. Para este ente, es crucial que las violencias “no se reciclen”, que es lo que hoy la gente ve a través de la televisión.

¿Entonces? Casi ninguno tiene ese discurso de la toma del poder como lo tenían las Farc en su momento. Lo que hoy se disputan son portafolios de economías ilegales. La cocaína sigue siendo el negocio más importante, pero no es el único, y lo que hacen estos grupos es pelearse por corredores de movilidad, pasos y todo el portafolio, no por el poder político.

Esto marca la diferencia con las décadas de los 80 y 90, cuando las organizaciones tenían un discurso político de toma del poder. Ese ideario ya se esfumó, considera el presidente Petro. Y por eso, pone en un mismo nivel a Mancuso y a Antonio García.

 

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