El abogado ciego por una bomba que propone que el Estado le gire una pensión a las personas con discapacidad grave

Crédito: Universidad de Antioquia

24 Febrero 2024

El abogado ciego por una bomba que propone que el Estado le gire una pensión a las personas con discapacidad grave

Johan Rodríguez perdió la vista por una bomba del Cartel de Medellín en 1991. Tiene dos pregrados, una maestría y, ahora, un doctorado en derecho. Su tesis la hizo en formato de audio. En entrevista con CAMBIO habló de su historia de vida, su tesis doctoral y de cómo va Colombia en en accesibilidad para personas con discapacidad

Por: Pía Wohlgemuth N.

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Es 1991, el año de las matanzas en Medellín, como lo calificó el diario El Tiempo. Johan Rodríguez, un niño de 8 años, camina a la tienda de su barrio para hacer un mandado cerca del aeropuerto Olaya Herrera, en la comuna Guayabal. De repente suena una explosión tan atronadora que lo tumba al suelo. A continuación, un silencio; luego, la oscuridad. La cara de Johan está repleta de esquirlas, algunas incrustadas en sus ojos. El daño en la vista será irreparable. Desde entonces, quedará ciego de por vida. 

Han pasaron 33 años desde aquella tragedia provocada por el Cartel de Medellín que dejó cientos de muertos y heridos. Su vida siguió, en medio un país en guerra y pocas posibilidades para las personas con discapacidad. Sin embargo, estudió dos pregrados, una maestría, y hace poco terminó su doctorado en derecho, que adelantó en la Universidad de Antioquia. La peculiaridad de su trabajo investigativo no solo es su propuesta -que el Estado le de una pensión a las personas con discapacidades graves-, sino el formato en el que lo entregó. Es la primera audiotesis de la institución y, posiblemente, una de las pocas que se han hecho en Colombia.

En conversación con CAMBIO habló de esto, de cómo cambió su percepción de la realidad desde que perdió la vista y de cómo va el país en accesibilidad para personas como él.

CAMBIO: ¿Cómo sigue la vida después de que pierde la vista? 

JOHAN RODRÍGUEZ: La afectación más grande fue para mis papás más que para mí. Yo no tuve problemas de asimilación. Sí cambiaron muchas cosas; por ejemplo, yo era un fanático de jugar fútbol. Después también jugué pero no era lo mismo. Cambió la forma de desplazarse, de salir a la calle solo, porque ya en esos primeros años de no tener visión ya no salía solo. Aún así, yo entré en 1992 a lo que se llamaba en esa época “colegio especial”, que era para personas ciegas Aprendí a usar el bastón, a usar el braille, el ábaco. Después regresé otra vez a la escuela regular.

CAMBIO: Luego vinieron el pregrado y el posgrado, una vida consagrada a los estudios. ¿Cómo comenzó?

J.R.: Desde que me gradué del colegio, hasta hoy, ya han pasado 22 años. Han cambiado muchas cosas a nivel de tecnología. En la primera experiencia estudiando derecho, el apoyo de las demás personas era gigantesco porque todo me lo tenían que leer y yo tenía que grabar en los casettes.

CAMBIO: ¿En dónde comenzó sus estudios? ¿Cómo estaba la preparación de las universidades en ese momento?

J.R.: Estudié en la Universidad de Medellín mi pregrado en derecho y entonces todo ahí era lectura con voz. Después entré a la Universidad de Antioquia y empecé a estudiar economía, pero no terminé. Acá la biblioteca da un servicio que es para personas ciegas, la sala José Luis Borges, que también prestaba el servicio de lectura para personas ciegas. Allá leían y grababan para nosotros. Con el paso del tiempo, yo estudié filosofía. Ahí comenzaron los cambios. Había escáner para tener una fotocopia y ponerla ahí y que tu lector de pantalla te la leyera; los lectores de pantalla cambiaron todo hasta hoy. Lo que hay ahorita es tremendo, hay aplicaciones desde que puedes tomar la fotico de una página que te ponen al frente y te lee. También, yo podría tomarte una foto y la aplicación me dice cómo eres. El cambio tecnológico ha sido gigantesco y con esto cambió la manera de acceder a la información, que es la mayor barrera que tenemos las personas ciegas al momento de estudiar, para poder leer o para buscar libros, para investigar. Me tocaron todos los cambios, desde los casettes hasta las aplicaciones.

CAMBIO: ¿Por qué quiso estudiar filosofía?

J.R.: Bueno, a mí me han gustado muchas cosas en la vida a nivel académico. Me gustaba la economía, estudié mucho tiempo en ella y aprendí muchas cosas. Cuando yo estaba estudiando derecho, vi una clase que se llamaba filosofía del derecho. Ahí se mezclaba la la filosofía política y el derecho en términos argumentativos del porqué existen las leyes, porqué se crean las constituciones, y yo dije “esto es para mí” y entré a estudiar filosofía, para estudiar filosofía política.

CAMBIO: ¿Siente que esto le ayudó a abrir la mente?

J.R.: Claro. La filosofía es muy infravalorada y cada vez que me preguntan para qué estudié eso yo pienso que, por ejemplo, la gente estudia periodismo para los demás, estudia derecho para los demás. Usted estudia filosofía es para usted mismo.

CAMBIO: Para cualquier persona, hacer un doctorado es un reto enorme. Desde muy niño tuvo que acostumbrarse a retener información y a aprender de una manera distinta al resto. ¿Cómo hizo, tomaba apuntes? 

J.R.: En la época de la universidad, desde el pregrado hasta el doctorado, yo nunca tomé nota. Yo sé braille, pero no lo uso realmente. Yo creo más en prestar atención, en retener, y para eso están los libros realmente. Eso sí, leer todo lo que ponen en las clases.

CAMBIO: ¿Cómo?

J.R.: Hoy por hoy lo escaneo, lo tengo en Word y lo leo con mi lector de pantalla.

CAMBIO: ¿Siente que sus otros sentidos cambiaron o se agudizaron desde que se quedó sin vista?

J.R.: Yo creo más que les he prestado más atención. Quizás el tacto sí, porque uno todo lo toca. En ese orden de ideas, aprende a tocar. La audición, que no es demasiado buena, por la misma explosión del 91. Yo creo que lo más importante es prestar atención, tener la capacidad de concentrarse en las cosas, en los espacios, también recordar olores. Es como utilizar lo que uno tiene en el momento que sea.

CAMBIO: La mayoría de su vida ha transcurrido viendo solo el color negro ante sus ojos, pero ¿sueña en color, recuerda en color?

J.R.: Esa es una pregunta muy compleja y no tanto para mí sino para alguien que tiene visión. Uno sí recuerda los colores, pero no creo que sea como lo hacen ustedes, porque no es la misma sensación. Si usted cierra los ojos en este momento, tiene presencia de luz, entonces la oscuridad que tiene ahí es mucho más clara de la que tengo yo. ¿Por qué? Porque yo no tengo conciencia de la luz, pero yo sí veo negro, aunque no todas las cegueras son negras, hay gente que ve amarillo, etcétera. El asunto de los sueños es una combinación muy extraña, porque yo puedo tener conciencia en el sueño de que soy ciego, pero como tengo recuerdos visuales comparto los recuerdos visuales en la misma sensación de tener conciencia de que no veo. Es difícil de explicar.

CAMBIO: ¿Ha conocido otros abogados ciegos?

J.R.: Muchos, en Medellín, en Colombia y el mundo. La profesión del derecho ha sido muy cercana a las personas ciegas.

CAMBIO: ¿Por qué?

J.R.: Primero, porque son áreas de lectura y escritura. Segundo, porque son áreas muy comunicacionales, de hablar, de discutir, de argumentar y las personas ciegas son muy fuertes en eso. Adicionalmente, quiero decir que si bien la discapacidad en el mundo siempre ha tenido resistencias, reclamaciones, búsqueda de reconocimientos, ninguna otra discapacidad ha hecho en el mundo lo que ha hecho la ceguera. La primera organización del mundo de discapacidad fue de ciegos, en Colombia las primeras leyes específicas para discapacidad fueron para personas ciegas, porque hay muchísimos abogados. No es algo realmente extraño. Con el paso de los años ha venido cambiando, ya las personas ciegas no estudian tanto derecho, ya se ha abierto más, por el mismo apoyo de la tecnología de poder estudiar otras cosas.

CAMBIO: ¿Usted ejerce como abogado?

J.R.: No soy abogado litigante, pero soy profesor de la Universidad de Antioquia y de EAFIT. También trabajo para una ONG que se llama Humanity Inclusion, que hace desminado humanitario y trabaja con víctimas del conflicto y discapacidad. Ahí soy oficial jurídico. También he ejercido como abogado en otras cosas durante mi vida.

CAMBIO: Hablemos de su tesis doctoral…

J.R.: Se divide en dos cosas. Una, la tesis como tal, el contenido, que es una propuesta de tener una pensión no contributiva para personas con discapacidad, que llevado a las palabras sencillas es que las personas con discapacidad puedan llegar a tener un ingreso mensual. Usted podrá pensar que es un subsidio, pero no, porque los subsidios son voluntarios del Estado. El Estado puede quitarlos o ponerlos cuando él quiera y no depende de que las personas tengan derechos o no. Esto que propongo es más cercano a tener un derecho, como una pensión, cumpliendo unos requisitos. Es decir, que si uno cumple ciertos requisitos, puede tener esa pensión como un derecho. Eso es desde el punto de vista estricto legal: proponer un proyecto de ley para que eso pueda ser así. El cómo llegar a eso es la parte más importante, y ahí se mezcla mucho la filosofía, la ética, la moral, el derecho mismo en sus fundamentos de por qué el Estado debiera darle una pensión a las personas con discapacidad. Por asuntos, por ejemplo, de equidad, porque las personas con discapacidad en el mundo son, en su inmensa mayoría, pobres. O pensar que el Estado no solamente está para cohesionar, para brindar seguridad física, sino para también brindar otro tipo de seguridad, como la alimentaria, como la salud, como la rehabilitación, todos esos procesos. Entonces, gran parte de la tesis es esa explicación filosófica, ética, que se demuestra en términos del derecho de por qué tener una pensión no contributiva y para quién.

CAMBIO: El otro aspecto clave de su tesis es el formato en audio…

J.R.: Esa es la segunda parte de la tesis, que es la estructura de cómo se hizo. En términos generales, de contenido, no es diferente a una tesis escrita, también se cita, se dice el autor, etc. En términos de metodología y de investigación, es lo mismo a una tesis normal. La construcción de los audios fue crear unos guiones de cuándo y cómo se va a decir cada cosa, qué autor se va a usar. En ese sentido, es un proceso como si fuera de escritura. En este caso, es con la voz. 

CAMBIO: ¿Cuál es para usted el mayor aporte de su trabajo de doctorado?

J.R.: Dos cosas. Una, poder pensar la academia y su evaluación de formas distintas a lo tradicional. La academia ha sido muy estática y exigente en que todo tiene que ser escrito. La tesis busca cambiar ese paradigma epistemológico de evaluación. El reglamento de doctorado que se propuso no solo permite hacer audiotesis, sino videoseñas también, para personas sordas, también permite pictogramas para personas con discapacidades cognitivas. La otra parte es poner sobre la mesa esa necesidad de muchas personas con discapacidad de recibir ese ingreso. Si bien los ingresos no lo son todo, sí son una parte muy importante para el desarrollo de las personas con discapacidad, en especial para discapacidades severas. Hay personas que nunca van a poder acceder a un empleo por su discapacidad y ellas van a necesitar un apoyo económico. ¿El Estado para qué está? Yo creo que para darle dignidad a las personas y eso hace que una propuesta como esta tenga que estar presente.

CAMBIO: ¿Cuánto tiempo tomó el doctorado?

J.R.: El doctorado dura cinco años, pero por la pandemia nos demoramos un año más para el diploma. Desde el primer día se empieza a hacer la tesis, después de que se termina de ver los dos primeros dos años de clase ya se dedica exclusivamente a la construcción de la tesis. Mira que es un proceso de años.

CAMBIO: Lleva más de diez años estudiando, ¿quiere seguir?

J.R.: Yo no creo que vaya a dejar de estudiar, porque mira que tengo casi tres pregrados, una maestría, un doctorado y me gusta. En este momento no lo estoy pensando, quiero descansar un poquito, pero seguramente en un futuro no muy lejano podría estudiar algo más.

CAMBIO: ¿Cómo estamos en materia de accesibilidad para personas con discapacidad?

J.R.: Lejos, bastante lejos, pero mucho menos lejos que antes. 

CAMBIO: ¿Qué cosas lo hacen pensar en eso a diario?

J.R.: En términos de movilidad, de infraestructura, de las calles, es muy complejo. Yo me muevo en taxi, en metro, en lo que haya. La mayor dificultad del desplazamiento para una persona ciega no está en la infraestructura, está en la gente. Es decir, que te dejen un carro y una moto montada en la acera. Una ciudad como Medellín ha hecho un esfuerzo muy grande en tener líneas táctiles en los andenes, en que el sistema público de transporte sea accesible y demás, pero vaya a otra parte del país y hay una diferencia. Incluso en Bogotá…

CAMBIO: ¿Está mejor Medellín que Bogotá?

J.R.: En accesibilidad, Medellín está lejísimos y eso que Bogotá puede ser un punto intermedio a otras ciudades, piense en Cali, Popayán, que son muy diferentes. Quisiera decir algo más, creo que no debemos preocuparnos tantos por el lenguaje de inclusión o de identidad, sino preocupémonos por tomar medidas efectivas por las personas que lo necesitan. 

 

 

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