El incorregible Gustavo Petro y su “llubia” de errores

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

24 Febrero 2024

El incorregible Gustavo Petro y su “llubia” de errores

Los mensajes en su cuenta de X, el canal de comunicación que más usa, están repletos de fallas ortográficas y gramaticales. Al parecer, a Petro no le importa. ¿Qué tan relevante es que el presidente escriba tan mal?

Por: Germán Izquierdo

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“Cokombia” es lo de menos. El menú de errores idiomáticos de Gustavo Petro es mucho más variado. Hay comas ausentes, comas mal puestas, puntos desparramados aquí y allá sin el mínimo rigor, errores de digitación, de concordancia, y yerros idiomáticos que le provocarían a Rufino José Cuervo un infarto fulminante: “hobrar”, “sansionar”, “cojer”.  Una verdadera“llubia” de errores que no cesa desde hace varios años. Las continuas críticas contra su mala ortografía no han servido. Tozudamente, el incorregible Petro sigue adelante, omitiendo tildes y esquivando comas en su canal preferido para comunicarse: su cuenta de X. 

Más de 7’300.000 personas siguen al presidente Petro. Su cuenta es, sin duda, la más importante del país. Un número indeterminado, mucho mayor,  lee sus trinos e interactúa con sus mensajes. Según el portal La Silla Vacía, en 2023 Petro escribió 2.512 trinos, un promedio de 200 por mes. En ocasiones, como en diciembre, redactó 229 en solo dos semanas. Sobre la afición por trinar de Petro, el consultor digital Mauricio Marín le dijo al mismo medio: “Yo tengo una hipótesis y es que el presidente realmente la adicción que tiene es a X (Twitter). Él empieza a tuitear y se queda un buen tiempo ahí…”.

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Petro ha elegido la comunicación directa con la ciudadanía, sin filtros, reactiva y, ciertamente, descuidada. “Lo importante es que se entienda”, afirman algunos defensores a ultranza del presidente, dispuestos a tragar sapos y de paso también gazapos. Quizás sea cierto que los mensajes que quiere enviar se entienden, ¿pero es acaso mucho pedir, como un ejercicio de respeto por la dignidad de su cargo y el país que representa, que Petro escriba con buena ortografía los mensajes que publica? Al parecer, sí: sí es mucho pedir

Hubo un tiempo, por suerte cada vez más lejano, en que el idioma español fue un arma usada por la clase política colombiana para perpetuar las diferencias sociales entre la élite y el pueblo. Tal como anotó Malcolm Deas en el ensayo Miguel Antonio Caro y amigos: gramática y poder en Colombia, “el dominio del idioma llegó a ser, y lo fue durante mucho tiempo, elemento de poder político. Después de todo, como explicaba Herber Braun en su libro Mataron a Gaitán, la política colombiana estaba erigida sobre un enorme abismo cultural entre los jefes y el pueblo”.

Es bien sabido que en las últimas décadas del siglo XIX y comienzos del XX varios presidentes de Colombia escribieron alguna obra sobre gramática, ortografía, filología, etcétera: Miguel Antonio Caro, Rafael Núñez, Santiago Pérez, José Manuel Marroquín, José Vicente Concha, Marco Fidel Suárez, Miguel Abadía Méndez. Todos conservadores. Hasta su más férreo opositor, el liberal Rafael Uribe Uribe, se contagió de la fiebre por el cuidado del idioma y en sus días de prisión, acaso para matar el aburrimiento, escribió un diccionario de galicismos. 

La gran mayoría de estos políticos-gramáticos pertenecía a la aristocracia colombiana, a excepción de Marco Fidel Suárez, que era hijo de una lavandera y aprendió a leer a través de la ventana de una escuela. Con los años, Suárez se convirtió en un apasionado gramático y un implacable detector de errores. Llevó su afición al extremo de escribir el libro Análisis gramatical de Pax, un volumen de 150 páginas dedicado solo a resaltar los errores de la novela Pax, escrita por el hijo del presidente José Manuel Marroquín, su rival político.

Según Fernando Ávila, profesor y experto en gramática, “hay en Colombia una tradición de presidentes con excelente manejo del idioma, como López Michelsen, que escribió la novela Los elegidos, o Belisario Betancur, cuyo mayor orgullo fue ser miembro de la Academia Colombiana de la Lengua”.  

Alberto Lleras Camargo fue uno de los más sobresalientes en cuanto al manejo del idioma. Periodista, fundador de la revista Semana, Gabriel García Márquez lo definió como “un gran escritor que fue dos veces presidente de la república”.  Los originales de sus discursos, escritos en una máquina Remington, e incluso los que escribió a mano, sobre papeles arrugados, son un ejemplo de claridad y cuidado por el idioma a los que no les falta una tilde ni les sobra una coma. 

Precisamente fue Alberto Lleras quien, con sarcasmo, definió esa costumbre colombiana de elegir presidentes poetas y gramáticos: “A la Presidencia —dijo— se llega por una escalera de alejandrinos pareados”.  

Redes sociales entre lo escrito y lo hablado

Las redes sociales supusieron la irrupción de una forma de comunicarse más fluida, sin filtros, mediada por reacciones rápidas y discusiones que van y vienen. Un mensaje de X es más importante por lo que comunica y no tanto por cómo se comunica. ¿Es válido entonces equiparar la escritura de una columna de opinión, un discurso o un texto académico, con un trino?

Para Libertad Garzón Hurtado, doctora en letras de la UNAM (Universidad Autónoma de México) y profesora asociada del departamento de lenguas de la Universidad Javeriana, en las redes sociales las normas de escritura se relativizan: “ni para un presidente, ni un estudiante, ni una persona de a pie es tan relevante preocuparse por la gramática y la ortografía. Digamos que es un medio en el que se flexibiliza mucho la norma. No podemos aplicar el mismo rigor gramatical a un texto escrito en un Twitter (X) que a un texto académico, ¿no?”.

Libertad esboza una interesante teoría,  la de que las redes sociales se apartan cada vez más del contexto de la comunicación escrita. “La palabra escrita es retener las palabras en lugar de soltarlas, como sería al hablar. Aguantarlas un poquito, ponerlas a prueba, revisarlas, colocar las palabras de manera que logren decir lo que quiero decir siguiendo las normas gramaticales”.

Para la profesora, cuando el presidente Petro comete faltas ortográficas, en realidad no piensa que está en un medio de escritura sino en “un contexto de oralidad, como están todos los jóvenes y quienes usamos las redes hoy en día. Lo que yo pienso es que el presidente escribe como si hablara”. 

Libertad cita un brillante ensayo de la filósofa española María Zambrano titulado Por qué se escribe.  El texto, de 1934, desarrolla la idea de que “lo inmediato, lo que brota de nuestra espontaneidad, es algo de lo que íntegramente no nos hacemos responsables, porque no brota de la totalidad íntegra de nuestra persona; es una reacción siempre urgente, apremiante”. Por el contrario, en el acto de escribir, dice Zamora, “se retienen las palabras, se hacen propias, sujetas a ritmo, selladas por el dominio humano de quien así las maneja”.

Como Libertad, el analista político Yann Basset opina que las redes sociales no son equiparables a otros medios escritos: “En Twitter se suele escribir a la carrera, sin mucho cuidado. Por eso todos hemos mandado trinos con errores ortográficos, añorando luego la posibilidad de corregirlos”.

Afán sin claridad 

Los yerros idiomáticos del presidente, por graves que sean, parecen ser un problema menor al analizar el verdadero inconveniente de su deficiente escritura: la falta de claridad.  Gustavo Petro, al igual que un periodista, es un informador de asuntos de interés público. Como anota Libertad, “si Petro está descuidando tanto la escritura, también está descuidando lo que dice. Si lo que está diciendo es importante, es relevante para la ciudadanía que lo eligió, tendría que tratar con más cuidado la escritura. De todos los errores que puede estar cometiendo, el de la claridad puede ser el más grave”.

Basset, por su parte, opina que esa falta de claridad le ha traído graves problemas: “A estas alturas todos tomamos los trinos del presidente con cierta distancia, porque uno siente que son cosas que hace instintivamente, sin pensarlo mucho. Luego corrige, pero ya se ha equivocado”.
En términos de comunicación, el gobierno de Petro sí ha constituido un cambio: ¿un buen cambio? Para Basset, su apuesta por escoger la red de X para comunicarse le ha traído a Petro problemas de credibilidad: manda informaciones no verificadas, responde a cuentas falsas, se contradice con mensajes emitidos por sus propios ministros. “Es cierto que las ruedas de prensa son formatos acartonados, pero permiten controlar los mensajes y no meterse en problemas —explica Basset—. No por nada las comunicaciones de todas las presidencias del mundo suelen ser manejadas por profesionales y no directamente por el propio presidente”.

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El presidente Petro ha escogido seguir adelante: no presta atención a la claridad de su mensajes, no revisa la confiabilidad de las fuentes de cuanto comparte o replica y omite las normas gramaticales.  Por eso, es difícil encontrar un mensaje que no tenga al menos un error, por pequeño que sea. 

Lo cierto es que el alcance de sus palabras trasciende las simpatías políticas. Petro ocupa el puesto público más importante del país, el mismo que le exige medir el alcance de sus mensajes, que le llegan a todos los colombianos: a quienes también representa cuanto escribe.  Le vendría bien, antes de trinar, pensar de manera más pausada y menos reactiva, que releyera sus trinos antes de publicarlos, que, como escribió García Márquez sobre Lleras Camargo, sea más de los que “escriben primero dentro de la cabeza y después ponen lo pensado en el papel, cuando ya no hay más remedio”.

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