La transición energética de Petro, a paso de tortuga
1 Marzo 2024

La transición energética de Petro, a paso de tortuga

Colombia habla de la necesidad de avanzar hacia una economía que genere menos emisiones de CO2 y se enfoque en fuentes de energía más limpias. Sin embargo, existe una alta dependencia de los combustibles fósiles y a los proyectos solares, eólicos e incluso de gas natural no se les mete el acelerador.

Por: Laura Lucía Becerra Elejalde

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¿Sabe usted qué es la transición energética? ¿Por qué es importante? o ¿Qué implica descarbonizar la economía? La ‘transición energética’ es una expresión común en las discusiones de política pública, en los discursos del presidente Gustavo Petro y en algunas conversaciones ciudadanas.

Sin embargo, un estudio de 2023 de Transportadora de Gas Internacional (TGI) y el Centro Regional de Estudios de Energía (Cree) encontró que 87 de los ciudadanos encuestados en Colombia no tiene claro qué es transición energética y un 95 por ciento no entiende qué significa carbono neutralidad. 

La transición energética implica modificar las fuentes con las que se genera energía. Requiere cambios en el sistema, en las políticas, y apunta a pasar de una matriz dominada por fuentes de generación de energía a partir de combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón, a fuentes más “limpias” como el gas natural, bajo en emisiones de dióxido de carbono (CO2), la energía eólica, la solar, la biomasa o la nuclear. 

Colombia tiene la meta de reducir en 51 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero al año 2030 y lograr la carbono neutralidad- que no implica no emitir CO2, sino tener la capacidad de compensar esas emisiones internamente - al 2050. Estos son los compromisos que quedaron consignados en la Ley de Acción Climática (la Ley 2169) y que reglamenta los acuerdos a los que llegó el país internacionalmente con el Acuerdo de París.     

La transición energética es una de las banderas del presidente Petro. El mandatario ha puesto sobre la mesa su intención de no firmar más contratos de exploración petrolera y ha urgido avanzar hacia una economía descarbonizada. Pero lo cierto es que Colombia está muy lejos aún de estas metas y los expertos apuntan a que, a 2030, no se cumplirán las expectativas. 

Una economía altamente dependiente del petróleo y el carbón

En Colombia el 84 por ciento de la generación eléctrica proviene de hidroelectricidad, 11 por ciento de gas natural, 4 por ciento del carbón y alrededor de 1 por ciento de energías renovables y combustibles líquidos, según Naturgas, el gremio del gas natural, y XM, el operador del mercado mayorista de energía. Pero la discusión de la transición energética no se limita solo a la electricidad. 

“Hay mucho desconocimiento del sector. Se ha dicho que Colombia tiene una matriz energética limpia, pero esto es una afirmación que conduce a la inacción y desplaza el problema hacia el futuro. Esto es falso, Colombia no tiene una matriz energética limpia sino una matriz muy dependiente de los fósiles. La gente suele confundir matriz eléctrica con matriz energética”, comentó a CAMBIO Adrían Correa Flórez, director de la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), entidad asesora del Ministerio de Minas y Energía en la formulación de políticas para el desarrollo del sector. 

Correa explicó que si se habla de lo eléctrico, la energía proviene, efectivamente, de generadores como los embalses, y, “en ese sentido podemos decir que nuestra matriz eléctrica es mayoritariamente limpia”. Pero en lo energético, que involucra también al sector transporte y los combustibles y procesos industriales, el funcionario asegura que “Colombia depende de los combustibles fósiles, al punto que 76 por ciento de las necesidades energéticas de los colombianos son suplidas con carbón, gas natural y petróleo”. 

Transición energética
El 76 por ciento de las necesidades energéticas de los colombianos según la Upme. Crédito: Freepik

Durante 2023, de hecho, la producción de petróleo aumentó. Se produjeron 777.200 barriles por día (bpd), 3,0 por ciento superior a la producción que se registró en 2022, según la Cámara Colombiana de Petróleo, Gas y Energía (Campetrol). 

“Prevemos que la producción de petróleo se va a mantener y va a aumentar en los próximos años. Mientras se definen las tecnologías que nos permitan hacer una transición energética ordenada, el petróleo está para quedarse, por décadas. Inclusive dentro de la política de este gobierno podemos trabajar con lo que hay y aumentar la producción”, aseguró Frank Pearl, presidente ejecutivo de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP).

En carbón, de acuerdo con la Agencia Nacional de Minería (ANM), en 2023 se produjeron 53,9 millones de toneladas, 5,1 por ciento menos que en 2022 (56,7 millones). Aunque el año pasado los ingresos cayeron por los precios internacionales del mineral, el sector sigue siendo relevante. Además, Colombia es el quinto mayor exportador global de carbón térmico - el que se utiliza para generar calor y energía- y el tercer exportador mundial de coque, un tipo de combustible que se utiliza en los procesos metalúrgicos y proviene de carbón metalúrgico. 

Según Fenalcarbón, el gremio del sector, en Colombia se consumen entre 450.000 y 480.000 toneladas de carbón al mes y aporta 16 por ciento de la energía que se consume en el país. Carlos Cante, presidente ejecutivo del gremio asegura que a medida que la economía crezca, serán más los colombianos que demanden energía, por lo que el país debe avanzar en la incorporación de fuentes renovables, pero sin dejar de lado la confiabilidad en el suministro, es decir, la capacidad para abastecer el servicio de energía eléctrica con el mínimo de interrupciones. 

“Hay que tener más energía renovable, pero la discusión es donde va a estar el respaldo. Los países desarrollados están generando ese respaldo en energía nuclear, Colombia tiene las reservas para garantizar el suministro energético a partir de carbón y no podemos renunciar a garantizar esa fuente de confianza en el suministro hasta que no tengamos una fuente de reemplazo. La energía eólica y la solar estarán mientras haya sol y viento, pero después de las 6:00 pm se necesita un respaldo”, aseguró Cante. 

El impacto económico de la transición energética

Buena parte de los recursos que hoy genera el país provienen aún de combustibles fósiles.

“La transición energética no solo es una transformación de la matriz energética y eléctrica, es una transformación del modelo económico. Necesitamos cambiar la matriz exportadora, hay un gran potencial de inversión extranjera en el mundo y hay que mirar cómo hacemos para quedarnos con parte de esa inversión extranjera en energías limpias, con unos proyectos y una generación que el país puede apalancar y desarrollar para lograr que el país vaya descarbonizando su economía”, aseguró el ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, en declaraciones públicas recientes. 

El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, también ha hablado de la necesidad de construir una nueva oferta exportable, basada especialmente en el sector agrícola, la agroindustria, la reindustrialización del país y el fortalecimiento del turismo para reemplazar los combustibles fósiles. 

“Somos un país con petróleo pero no petrolero, hemos tenido unas loterías, con Caño Limón, Cusiana y Cupiagua, pero lo que se sigue encontrando son pequeños pozos que permiten mantener una tendencia de reservas probadas a unos 6 o 7 años. Nos tenemos que preparar para construir una economía en la cual el petróleo pierda importancia. Lo vamos a seguir sosteniendo durante unos 10 o 15 años, ahí se va a seguir teniendo, esos recursos van a seguir siendo importantes, pero si desde ahora no comenzamos a construir otro proceso, el país se va a quedar sin esos ingresos”, aseguró sobre el tema el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla. 

Petróleo
En 2024 se produjeron 777.200 barriles de petróleo por día. Crédito: Colprensa

¿Qué pasa con las energías limpias?  

El proceso de descarbonizar una matriz energética lleva tiempo y requiere de inversiones. Sin embargo, la incorporación de estas energías limpias está avanzando a paso lento. Mientras tanto, Colombia se está quedando colgado con las metas climáticas y hay varias alertas que señalan que esas metas no se cumplirán en 2023. 

Según estimaciones del Centro Regional de Estudios de Energía (Cree), para cumplir las metas de carbono neutralidad a 2050, al final de esta década la matriz de generación debería ser totalmente carbono neutral. Por ejemplo, se necesitarán al menos 3 millones de vehículos eléctricos. 

El exministro de Minas y director del Cree, Tomás González, ha explicado que se necesita aumentar la capacidad de generación de energía eléctrica entre cuatro y cinco veces, lo que requiere no solo fuentes de bajas emisiones sino también infraestructura. González sostuvo en un evento de la Asociación de Empresarios de Colombia (Andi) que se debe “asegurar el gas natural como un energético de transición”, pues según estimaciones del Cree, a 2040 se necesitará el doble de gas que se consume hoy, “y esa energía puede usarse para reducir emisiones mientras se desarrollan otras tecnologías”. Sin embargo, asegura González, hay mensajes “ambivalentes” sobre este energético, pues el presidente Petro ha hablado de no seguir explorando. 

El gas natural es de origen fósil, pero se viene usando hace varios años como el combustible de la transición energética porque emite menos emisiones. El año pasado la producción de gas natural llegó a 1.059 millones de pies cúbicos (mpcd), una disminución del 1,4 por ciento respecto a 2022, según Campetrol. 

Se calcula que las reservas probadas de gas que tiene el país en este momento alcanzan para 7,2 años, pero en los últimos dos años se han hecho 11 descubrimientos de gas natural en áreas continentales y costa afuera, con especial potencial en el mar Caribe, en una serie de contratos que operan en asociación Ecopetrol, Shell y Petrobras.  

“Eso no quiere decir que en siete años nos vamos a quedar sin gas, sino que empiezan a haber déficits o brechas frente a la oferta y la demanda. Y si no agregamos nuevas reservas de manera paulatina se irán acabando”, explicó en entrevista con CAMBIO Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgas. 

Según Murgas, tan solo con la participación de Ecopetrol en esos contratos costa afuera se tiene 25 veces más reservas de las que tenemos actualmente. “Por ello necesitamos un plan integral de seguridad energética que priorice y agilice las inversiones para desarrollar ese potencial que tenemos con el ánimo de agregar reservas y alargar la autosuficiencia por más décadas. Necesitamos tener una articulación institucional, que todas las entidades que tienen que dar permisos y autorizaciones trabajen de la mano y se dé todo en los tiempos que necesitamos”, dijo.

Los proyectos eólicos son otra historia. Se ha identificado que las condiciones de viento en el norte del país, especialmente en La Guajira, son óptimas para el desarrollo de grandes turbinas, pero este tipo de energías están prácticamente frenadas. En la actualidad los dos proyectos más avanzados son de Isagen: Guajira 1 y Wesp, que en conjunto suman 27 MW de energía, pero llevan casi dos años en fase de pruebas. 

Esta semana Celsia, la empresa de energía del Grupo Argos, anunció que estudia vender dos proyectos eólicos en La Guajira: Acacia y Camelias. La compañía argumentó que los proyectos tienen retrasos por las dificultades con las comunidades y por demoras en obtener licencias ambientales. Se esperaba que entraran en operación en enero de 2022.

A pesar de las dificultades, hace poco se realizó una subasta de energía que adjudicó para el periodo 2027-2028 33 nuevas plantas o proyectos de energía que permitirán que ingresen al sistema 4.489 megavatios (MW) de energía, de la cual el 99 por ciento proviene de energía solar

Sin embargo, el tiempo de entrada de los proyectos solares no es el ideal para las inversiones que implican. La Asociación de Energías Renovables, SER Colombia, alertó recientemente que los permisos, licencias y papeleos están tardando casi el doble del tiempo de lo que deberían. Según el gremio, hay 22 proyectos que están por iniciar su operación, 13 en pruebas técnicas y otros 44 pendientes de iniciar su operación por trámites en diferentes entidades.

“Estos proyectos son importantes porque la energía solar puede ser más competitiva en precios, y en la medida en que el sistema pueda tener energéticos más baratos, el precio de la energía en bolsa puede bajar”, comentó Alexandra Hernández, presidente ejecutiva del gremio. 

Según Hernández, cada demora en permisos y trámites en entidades como las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) y otras entidades termina en un nuevo trámite ante la Upme, encargada de aprobar los cambios en las fechas de puesta en operación. Según SER Colombia, construir un proyecto solar puede tardar alrededor de nueve meses, pero los trámites toman alrededor de tres años. 

Correa, el director de la Upme, asegura que parte del problema está en el alto volumen de estos proyectos que se están presentando, y por ello “varias entidades no han podido responder con la celeridad que quisieran”, lo cual requiere modernizar las entidades y acelerar los trámites en la práctica, algo en lo que, según Correa, el Gobierno ya está trabajando. 

“Nos falta meterle el acelerador a la transición energética. Por eso los mensajes y la urgencia del presidente por decir que necesitamos acelerar la transición. Al día de hoy nuestra matriz sigue siendo dependiente de petróleo, carbón y gas natural. Al ritmo que vamos no estamos cumpliendo con los compromisos internacionales de descarbonización, que son compromisos que no firmó Petro, no firmó Duque, sino Santos”, aseguró. 

Según el funcionario, esta tarea es conjunta entre el gobierno, el sector privado y cooperación internacional, porque “necesitamos recursos que permitan acelerar los procesos de descarbonización de otras economías que durante todo el siglo 20 se beneficiaron de economías muy carbonizadas”. 

Páneles solares
De la última subasta, el 99 por ciento de la energía adjudicada es de fuentes solares. Crédito: Colprensa

¿Cómo combatir el cambio climático?

Algunas voces han propuesto aprovechar los recursos de los hidrocarburos para llevar a cabo la transición energética. “Para hacer una transición energética, que se debe hacer, debemos aproximarnos al carbón y seguir produciendo; y, con esa riqueza, generar la transición energética. Eso no se genera con una conversación, sino con recursos”, ha sugerido Juan Camilo Nariño, presidente de la Asociación Colombiana de Minería (ACM). 

El exministro de Hacienda y expresidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, también va por esta vía. “Está bien hacer cosas en electricidad, en energía eólica, solar o hidrógeno verde, pero hoy esas actividades no son tan rentables como el petróleo. En 10 años seguramente no lo van a ser y en 20 años tampoco. Hay que mantenerse en el petróleo, que es lo más rentable que hoy hace Ecopetrol, y con eso ir desarrollando otras energías mucho menos rentables, de las cuales conocemos menos, y cuyos proyectos son de menor tamaño”, mencionó Echeverry en una entrevista con CAMBIO

Pero el gobierno Petro tiene otra idea para conseguir recursos y acelerar la transición energética: cambiar acciones de acción climática por deuda. La lógica es simple, los altos niveles de deuda que asumen los países les impiden invertir en acción climática, pero si se destinan recursos internacionales para cuidar la Amazonía, el pulmón del mundo, Colombia podría reducir su deuda a cambio de ejecutarlos. Esa propuesta la ha llevado Petro a instancias internacionales como la Asamblea de las Naciones Unidas, la cumbre de París sobre finanzas climáticas, la COP 28, y las reuniones con el presidente de Estados Unidos y el Foro Económico Mundial. 

Según Petro, se necesitan alrededor de 2.500 millones de dólares al año para reforestar y atender la Amazonía, una medida que podría ayudar a compensar las emisiones de CO2 que tiene Colombia. La propuesta ha sido bien vista y hoy tiene el apoyo de Kenia y Francia, y aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene experiencia en operaciones similares con países como Barbados, Bélice y Ecuador para el cuidado de los océanos, aún no hay seguridad de que esta estrategia se pueda implementar en el corto plazo. 

Acelerar la transición energética es una necesidad de Colombia, la pregunta es: ¿cómo?

¿Cómo hacerlo más rápido y agilizar los trámites? ¿Cómo lograr más certidumbre en las inversiones e impulsar más proyectos? ¿Cómo facilitar la coordinación entre el sector público, que regula y establece las políticas, y los privados, que ponen la plata para desarrollar los proyectos?  

En fin: ¿cómo hacer para financiar este proceso y al mismo tiempo garantizar la energía necesaria para suplir las demandas en Colombia y al mismo tiempo cumplir las ambiciosas metas climáticas para las que nos quedan solo seis años? La transición energética pareciera ir a media marcha y estamos contrarreloj. 

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