Dos años de Gustavo Petro: una paz total esquiva, logros sociales, mala ejecución y un acuerdo nacional que sigue en veremos
2 Agosto 2024 09:08 am

Dos años de Gustavo Petro: una paz total esquiva, logros sociales, mala ejecución y un acuerdo nacional que sigue en veremos

Gustavo Petro Urrego, presidente de la República de Colombia.

Crédito: Colprensa

El 7 de agosto de 2022 se inició el primer Gobierno de izquierda en Colombia. ¿Cuál es el balance y qué debe hacer el presidente en los 24 meses que le quedan? Análisis de CAMBIO.

Por: Armando Neira

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La primera orden que dio Gustavo Petro Urrego tras asumir el cargo el 7 de agosto de 2022 en la Plaza de Bolívar de Bogotá fue recibida con entusiasmo por la multitud que estaba ahí: “Como presidente de Colombia le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar. Una orden del mandato popular y de este mandatario”. Durante media hora, la ceremonia de investidura quedó suspendida hasta que llegó un escuadrón de soldados, vestidos con el uniforme de honor que usaba el Ejército de Simón Bolívar, con la espada en una urna de cristal.

Desde entonces han pasado 24 meses. En este tiempo, la emoción que simbolizó aquella escena se ha ido apagando. De hecho, al promediar las encuestas sobre la administración del presidente, se muestra que la desaprobación de su gestión ronda un 60 por ciento mientras que su aprobación no llega al 40 por ciento.

Petro construyó gran parte de su capital político por el coraje que demostró como senador con sus denuncias frente a la corrupción. Durante la campaña negó cualquier afinidad con Nicolás Maduro, consciente de que este es uno de los personajes que más rechazo causa en la sociedad colombiana. Sus opositores siempre han alimentado la tesis de que el destino de ambos países será catastrófico mientras estén bajo un modelo que de manera elemental definen como castrochavista.

Nicolás Maduro insiste en aferrarse al poder

Maduro es un dictador que ha roto la democracia, perseguido, acosado y encarcelado a la oposición, mientras que Petro sigue siendo un demócrata en el ejercicio del poder. Eso sí, cualquier acción u omisión que tome frente a Maduro le va a costar más que a ningún otro gobernante en el planeta. No es fácil tomar un camino. Colombia y Venezuela comparten una frontera de 2.219 kilómetros, donde los grupos armados ilegales se mueven como pez en el agua, alimentándose de la extorsión, la minería ilegal y, principalmente, el narcotráfico. En Caracas están a sus anchas Iván Márquez de la Segunda Marquetalia y Antonio García del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Petro y su búsqueda por la paz

De hecho, Petro puso en marcha su política de ‘Paz Total’ con el objetivo de llevar a que los irregulares silencien sus fusiles y se reincorporen a la vida civil. No ha habido en la historia del país un mandatario con mayor autoridad para invitar a seguir esta ruta. Él, siendo joven, se levantó en armas contra el Estado como militante del Movimiento 19 de Abril (M-19). Fue detenido, torturado y luego se convenció de que el camino de la guerrilla era equivocado y que había que buscar el poder a través de los votos. Tras un paso por la Cámara llegó al Senado, donde fue una de las figuras más relevantes, y de allí a la Presidencia.

Con tan vasta experiencia en todas las orillas, sus críticos le reprochan la ausencia de método para convencer a quienes están en el monte de las bondades de la democracia, y le dicen que en estos dos años lo que hizo fue atomizar el conflicto de tal manera que la violencia se ha agudizado en los territorios mientras que se ha empoderado a nuevos guerreros como Iván Mordisco y Géner García Molina, alias John 40, entre otros.

Iván Cepeda, senador del Pacto Histórico y miembro del equipo negociador con el ELN, escucha con respeto las críticas, pero dice que hay aspectos positivos y pone de ejemplo lo que se ha hecho con este grupo que lleva más de 60 años aferrado a las armas. “Puedo dar fe de que con este Gobierno se ha llegado más lejos con el ELN que con cualquier otro. Hemos suscrito 28 acuerdos, tenemos el cese al fuego más largo en la historia de diálogos de paz y se cerró un punto de la agenda”.

Cepeda da unas cifras del Ministerio de Defensa tan trascendentales como sorprendentemente inadvertidas: en 2021, los miembros de la fuerza pública heridos en combates fueron 1.200. En este año son menos de 200. ¿Puede haber un indicador mejor para una sociedad que salvar tantas vidas, en especial de humildes muchachos que son quienes integran las filas de las Fuerzas Armadas? “En 2021, dice el legislador, hubo 148 muertos de la fuerza pública, este año van 40”.

Un Gobierno que cambió la narrativa

Para Cepeda, como para otros analistas, lo mejor de este Gobierno es haber cambiado la narrativa del conflicto armado, que era como un corcho en un remolino del que no podíamos salir. “Es un valor muy grande lo que significa para una sociedad”, dice el senador, quien insiste que este Gobierno no va a desfallecer en su ideario principal que es la defensa de la vida.

Y hay otro punto de importancia y que también goza de poca atención mediática. “Yo creo que la democracia colombiana se ha fortalecido mucho en estos dos años”, dice el politólogo Héctor Riveros. “Estábamos acostumbrados a un sistema en el que había una especie de colusión entre todos los actores del poder. Con la llegada del presidente Petro se han activado todos los controles del poder, los controles institucionales”.

El Congreso hoy es un órgano que controla al Ejecutivo con más intensidad, no simplemente le sirve de notario, como era en el pasado. Los jueces han seguido haciendo su tarea, las cortes se muestran más activas, los órganos de control se afanan en dar resultados.

“Incluso, dice Riveros, los controles no institucionales, como los medios de comunicación, la opinión pública, hoy están más activos; la oposición se muestra más vigilante”. La llegada de Petro encendió la llama de muchos sectores esenciales para mantener viva la democracia. Se despertó un valor fundamental para la estabilidad de una sociedad democrática como son las instituciones.

Riveros, además, valora el cambio de agenda. Antes esta era de derecha con un peso específico en la seguridad “equivalente a digamos más control estatal, aumento de penas”. Hoy para la sociedad son cruciales las discusiones del medioambiente, del calentamiento global; y otras de a dónde debe dirigirse la inversión pública. El énfasis está puesto a favorecer a los marginados. Se habla más de economía popular, que es una política que va más allá de darles subsidios a grandes productores o incentivos económicos a poderosos empresarios.

La cifra que enorgullece al presidente Petro

“Sacamos 1.600.000 personas de la pobreza monetaria y sacamos 1.120.000 personas de la pobreza extrema. Me siento orgulloso, y ustedes que nos han acompañado deberían sentirse orgullosas y orgullosos, porque es así como se construye la patria y la nación”, les dijo Petro a los congresistas el pasado 20 de julio.

Cepeda dice, por su parte, que hoy en el país hay una conciencia distinta de las alternativas para crecer. Recuerda que si bien sonó bastante llamativo cuando el presidente propuso cambiar el petróleo por aguacates, el tiempo le ha ido dando la razón y hoy sobre la mesa está la necesidad de hacer una reforma agraria, el intercambio de bonos por deuda, una transición energética y de apostarles a sectores como el turismo. “El país ha visto un notable aumento en el turismo, con más de 6 millones de viajeros internacionales en 2023, un incremento del 27,4 por ciento respecto a 2022. Entre enero y mayo de 2024, Colombia ha recibido más de 2,5 millones de visitantes no residentes”, dice un informe de ProColombia.

Es muy loable también que hoy en el Gobierno estén al frente sectores tradicionalmente excluidos: negros, indígenas, jóvenes, de la comunidad LGTBIQ, son hoy actores principales de la toma de decisiones.

Para los expertos es muy positivo que el origen social de las personas que ejercen los cargos públicos sea distinto a lo que había sido en los 200 años anteriores. Es un gran cambio para romper un nocivo clasismo que laceraba a la sociedad. El hecho, por ejemplo, de que Francia Márquez, quien nació en un humilde hogar del martirizado Cauca, que tuvo una infancia y adolescencia llena de obstáculos, víctima de racismo, sea hoy la vicepresidenta de Colombia es un salto adelante para el país.

Con la llegada de la izquierda, ganó la democracia

“La llegada del presidente Petro al poder demuestra la madurez de la democracia colombiana. Era muy importante que el país se diera la oportunidad de tener un gobierno de izquierda. Las narrativas implantadas sobre una élite que solo ha gobernado al país llegan a su fin con un gobierno que se abroga una base popular”, dice la analista María Jimena Escandón.

Para ella también ha sido sano que el país pudiera ambientar la necesidad de realizar reformas estructurales, que, en anteriores gobiernos, habían sido un tabú, por el trasfondo social que representan. La reforma pensional y la reforma laboral eran temas muy difíciles de abordar, esas conversaciones son necesarias, lo importante ahora es que se tramiten en el Congreso de una manera técnica.

Eso es posible en la medida que el Gobierno priorice los números a las consignas, tal como lo hizo con el manejo del Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC) que es una medida difícil pero necesaria. Es la ratificación de que el dato mata el relato.

“Es bueno haber abierto el debate a la agenda social, a temas sobre la deuda en materia de pobreza y desigualdad”, dice el analista Gabriel Cifuentes.

El también analista político Diego Arias coincide. Para él, las políticas que saquen de la exclusión a vastos sectores llevarán al país hacia adelante.

La mala ejecución

Sin embargo, estas acciones que en concepto de los analistas van en la dirección correcta han sido eclipsadas por otras muy malas, en unos casos, y en otros sencillamente feas. La bajísima ejecución, los pobres avances en materia de paz, el deterioro del orden público, la inestabilidad del gabinete, la polarización inducida, el excesivo uso del retrovisor”, enumera Cifuentes sobre aspectos que ensombrecen su gestión.

Y es que, en cifras, el saldo está en rojo en muchos aspectos. El ‘Informe de ejecución del Presupuesto General de la Nación acumulado a diciembre de 2023’, publicado por el Ministerio de Hacienda, muestra que en inversión se presentó el porcentaje más bajo en una década. “Dos años después: desfile de ministros y viceministros de Educación renunciados. Una Ley de Educación fallida. El liderazgo de la política pública educativa encomendada a unos activistas. Maestros con salud precaria y sin evaluación. Menos mal la educación dizque era prioridad”, afirma el periodista Yamit Palacio.

Un acuerdo nacional que no pasa de las palabras

Arias, por su parte, dice que entre lo malo está su renuncia real a buscar diálogos, acuerdos y concertaciones para tramitar las reformas, aunque en sus discursos anuncie lo contrario. “Fue una buena señal al comienzo del Gobierno llamar al Acuerdo Nacional y configurar un gabinete diverso, pero muy rápido renunció a ese enfoque, y el desenlace favoreció la pugnacidad y la confrontación”.

En esta dinámica, el presidente Petro rompió de un solo golpe sobre la mesa una robusta coalición de Gobierno que le permitió sacar adelante en tiempo récord una reforma tributaria. Al hacerlo mostró que la estabilidad para los ministros era realmente incierta. En sus dos primeros años de Gobierno Petro lleva 37 ministros y 55 viceministros distintos. Esta improvisación hace difícil trazar políticas públicas a largo plazo. “La falta de preparación del gabinete, no contar con ministros de primer nivel genera consecuencias profundas en la implementación de política pública, en la competitividad del país y en el curso natural que debe tener la ejecución”, dice la analista Escandón.

Esto se ha hecho evidente en el sector de la salud en donde el presidente Petro quemó una cantidad enorme de capital político sin que al día de hoy tenga la certeza de una reforma y mientras que la impuesta a los maestros ha provocado más zozobra que soluciones. Sorprende cómo un hombre que luchó tanto para llegar al poder ahora dilapide esta oportunidad. Sus críticos no se extrañan porque, dicen, siempre ha sido caótico y en su desorden se extravían sus buenas ideas.

Fotografía de Pablo Gutiérrez / CAMBIO

“El retraso en las compras de tierra es muy malo”, dice, además, la analista Ocampo, en un punto que para Petro ha sido una obsesión desde joven: la distribución del campo para hacerlo más productivo y no solo vastos paisajes para el placer visual de los terratenientes. El Gobierno ha comprado voluntariamente 186.322 hectáreas de tierra de las 3 millones que se tienen delimitadas para la Reforma Agraria. El propio presidente dice que al paso que van, difícilmente llegarán al medio millón al final del Gobierno.

“Con un esfuerzo podríamos llegar a 500.000 al final del Gobierno, pero con un gran esfuerzo, y eso proyectado nos daría seis periodos de Gobierno, es decir, 24 años, si tuviera el ritmo que queremos ponerle a nosotros”, se lamenta el jefe del Estado de un hecho que es necesario pero que hasta ahora está atrapado en un kafkiano proceso de titulación, incautación y otros términos que confunden y no dan frutos.

Y en el apartado de lo malo están los casos de corrupción y su discurso de división del país entre los “ricos” y los “pobres”, entre buenos, él y sus seguidores, y los demás, “blanquitos”, “ricos”, “esclavistas”, “fascistas”. “El presidente no está haciendo bien las cosas. Y no me refiero solo a la ejecución o a su mala gestión, sino a la forma como trata a los contradictores, a la descalificación insultante, bien sea de políticos o en el caso de ustedes los periodistas, los representantes de los medios de comunicación. Me parece que es un desacierto total. Todo eso me da una profunda desilusión”, dice el representante por Antioquia Daniel Carvalho Mejía, del Partido Coalición Centro Esperanza.

“La ideología sectaria, basada en la división y exclusión. Una narrativa que pretende a partir de menospreciar una parte de la población no puede construir bienestar porque está fundamentada en la revancha y no en el progreso, ni siquiera, de los grupos marginados que reclama representar”, agrega Escandón.

“El presidente de la república debe simbolizar la unidad nacional y es el principal responsable de que estos objetivos se cumplan. Por ello rechazamos” unas declaraciones que él ha dado y que son consideradas “ofensivas y que ponen en peligro a los afiliados”, dijo en una ocasión el Consejo Gremial Nacional. “Es incomprensible que el presidente de la república hable de buscar acuerdos nacionales y al mismo tiempo estigmatice a los empresarios”, aseguran en una afirmación que refleja la manera en que desde Palacio miran al empresariado. Hace apenas unas horas dijo que las ganancias de un sector causarían envidia al narcotraficante Pablo Escobar.

¿Entró dinero ilegal a la campaña?

Entre lo feo, dice Cifuentes, sin lugar a dudas están los escándalos de corrupción en los diferentes frentes. "Los cuestionamientos a la financiación de su campaña", subraya este analista como un hecho fatal. Ese día que el presidente pidió traer la espada de Bolívar y tras la entrada a la Casa de Nariño se tomó la foto de la nueva familia presidencial. Allí estaba Day Vásquez con su esposo Nicolás Petro, hijo del presidente. Hoy él está acusado de recibir plata con el argumento de que iba para la campaña y que finalmente se apropió de gente del bajo mundo y de cuestionados caciques regionales. Ella es su denunciante. “Yo no lo crie”, dijo en una sorprendente defensa el presidente Petro.

Petro pidió perdón por Olmedo López

“Además del entramado de corrupción al más alto nivel alrededor de la UNGRD, pero según muchos, también presente en otros lugares del Gobierno, hay que sumarle la permanencia de viejas prácticas políticas clientelistas para ganar apoyos políticos. Eso genera dudas y franca decepción en la opinión y entre quienes votaron por un cambio real en la forma de hacer política y ejercer el poder”, dice Arias. Los nombres de María Isabel Urrutia, Olmedo López, Sneyder Pinilla, Xavier Vendrell, un catalán nacionalizado a las carreras, y hasta Juan Fernando Petro, hermano del presidente, le han dado al Gobierno unas manchas imposibles de limpiar totalmente.

“Los escandalosos casos de corrupción que se han visto a lo largo de estos dos años, sobre recursos públicos destinados a población en necesidad, son una demostración de la urgente necesidad que tiene el país de trabajar en la cultura de legalidad porque trasciende la ideología y nos condena al fracaso como sociedad”, asegura Escandón.

El senador Humberto de la Calle, que conoce a Petro desde años atrás, dijo: “Si uno lo juzga por los resultados, era más eficaz el Petro senador. Claro está, en el sentido de que su tarea era fundamentalmente llevar un mensaje y destapar. Eficaz porque lo logró. Como presidente tiene mayor caja de resonancia. Es claro que él lucha por un papel incluso en la comunidad internacional. Pero si miramos el Gobierno como administración, ha sido más testimonial que ejecutor. Más demoledor que constructor. Claro que el cambio requiere demolición, pero no para dejar un vacío o solo un registro literario”.

En campaña Petro sedujo con su verbo y las posibilidades de cambio a un país que le entregó la Presidencia. Hoy los colombianos ven, según las encuestas, que el cambio no fue el esperado o que al menos no ha llegado y que no quieren más palabras sino acciones concretas.

“Petro requiere menos populismo y más pragmatismo”, publica desde Londres el prestigioso semanario The Economist.

A partir de ahora, el presidente Petro no solo enfrenta estos desafíos, sino que el sol ahora cae sobre sus espaldas y está en juego no solo su mandato sino su proyecto político porque en el escenario no se vislumbra aún un líder que tenga el peso para tomar la posta este 7 de agosto de 2026 cuando termina su mandato.

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