“Andrés Pastrana tiene que explicar cuál fue su acuerdo con los Rodríguez Orejuela”: Habla el hijo de Miguel Rodríguez
8 Julio 2023

“Andrés Pastrana tiene que explicar cuál fue su acuerdo con los Rodríguez Orejuela”: Habla el hijo de Miguel Rodríguez

Crédito: Foto: Instagram @williamrodriguezab.

En entrevista con CAMBIO, William Rodríguez Abadía habla de políticos, dice que se tendrá que defender del libro póstumo de su tío Gilberto Rodríguez Orejuela, próximo a publicarse, y anuncia que demandará a Netflix y a Caracol por una serie que, según él, plagia su libro.

Por: Redacción Cambio

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CAMBIO: William Rodríguez Abadía es el hijo de Miguel Rodríguez Orejuela. Es autor del libro Yo soy el hijo del cartel de Cali, en el que parecen haberse inspirado algunas series de televisión. Por esa razón, está presentando una demanda contra Netflix y otras productoras, incluyendo una colombiana. ¿Cómo es la cosa, señor Rodríguez?

William Rodríguez: Sí, ha sido una lucha de más de casi ocho años tratando de hacer justicia. Mi historia ha sido plagiada por varias personas y varias entidades como Netflix, Caracol y Andrés López, que han hecho una serie que dice reflejar la historia del Cartel de Cali. Han sacado varias anécdotas que yo pongo en mi libro, que solamente están en el libro. Ellos se excusan en que esa es una historia pública. Y bueno, yo de pronto soy un hombre público. Pero hay cosas muy personales que ellos han aprovechado para hacer sus series.

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CAMBIO: Usted habla de plagio y al mismo tiempo de una tergiversación de la historia. ¿Esos no son conceptos excluyentes?

W.R.: No, no. Yo creo que el plagio está muy claro. Yo hice un estudio para los abogados que están defendiendo mi causa y hay más de 30 cosas que coinciden, que son cambiadas por encimita de mi libro. Yo creo que la historia de los Rodríguez no necesita ficcionarse, es casi una aventura. Nuestra vida ha sido eso. Y lo que se ha hecho es un mal producto que no cuenta la realidad. Para que estas historias no se repitan, hay que contar la verdad. Porque esto tiene una subida, pero también tiene una bajada y esa bajada no la muestran. Muestran casi siempre la subida en nueve capítulos y medio y luego, en 30 minutos, cuentan que fueron capturados los Rodríguez. Entonces, en ese aspecto, estas productoras no han realmente aprovechado un tema que es álgido y que merece un trato más serio.

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Portada del libro 'Yo soy el hijo del Cartel de Cali', de William Rodríguez Abadía.

CAMBIO: ¿Qué pretende usted con su estrategia jurídica? ¿Quiere una retribución económica o está buscando una reparación narrativa sobre la historia de su familia?

W.R.: Son las dos al final. Porque han sido perjuicios muy graves en contra principalmente de mi persona. Porque si tú ves Narcos 3, han creado un personaje que se llama David Rodríguez y duraron seis meses publicitando que ese David Rodríguez era William Rodríguez en la historia. Y resulta que este David es un psicópata asesino que a lo único que se dedicaba era a la maldad. Yo he sido un hombre que me equivoqué en la vida porque mi función dentro de esta organización era la corrupción y por eso tuve que pagar con creces mis errores y los acepté. Me entregué voluntariamente, pagué por ellos, pero no puedo permitir que mi imagen, porque todos tenemos una imagen, sea tirada por el piso por fines lucrativos de estas plataformas de entretenimiento. Y bueno, económicamente porque al final todos buscamos en algún momento resarcir esos daños. La única forma en que se puede hacer eso es o que me hagan una serie donde cuenten realmente la verdad de mi historia o que me paguen por el daño que me hicieron.

CAMBIO: Señor Rodríguez hace ya 17 años fueron extraditados a Estados Unidos su padre Miguel Rodríguez Orejuela y su tío Gilberto Rodríguez. Su tío murió hace poco. ¿Cómo recibió usted esa noticia y cómo la recibió su padre?

W.R.: Para nadie es un secreto que, desafortunadamente, la relación entre mi tío y yo se deterioró por las situaciones de mi entrega. Pero de todos modos Gilberto Rodríguez para mí fue como un segundo padre. Yo viví con él desde que tenía 13 años hasta que me casé. Creo que tuve hasta más relación con Gilberto que con mi padre. Para mí esa muerte fue dolorosa así tuviera diferencias con él. Y para mi familia fue devastador. Era como el padre de familia que se moría. Mi papá está totalmente destrozado. Fueron hombres que lucharon muchas batallas juntos por más de 50 años. Para mi padre, Gilberto era como su papá. Entonces fue complicado ese momento.

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Gilberto Rodríguez Orejuela justo antes de su extradición a Estados Unidos (2004). Foto Colprensa.

CAMBIO: ¿Cuándo fue la última vez que usted vio a su papá?

W.R.: Mi padre cumple 80 años el 15 de agosto de este año. Está en Loreto, Filadelfia, en una cárcel de mínima seguridad. La última vez que lo vi fue antes de la pandemia en el hospital de Carolina del Sur cuando tuvo un problema de salud. Desde ahí no lo he podido ver porque el sistema penitenciario con lo del covid cambió los reglamentos de visita y ha sido complejo. Porque como él dice: usted venir ocho horas a visitarme y solamente vernos una hora es complejo. Yo hablo una vez al mes con él. Ha habido muchos acontecimientos en la familia que merecen su atención.

CAMBIO: Con la creación de la Comisión de la Verdad hubo una serie de acercamientos de su padre y de su tío para dar sus versiones. Además estaba sobre la mesa una intención de ambos de pasar los últimos días de sus vidas en Colombia. ¿Para su papá ese panorama sigue existiendo?

W.R.: Pues fuimos muy optimistas cuando el presidente Petro habló de esta nueva justicia de perdón y olvido. Vimos una oportunidad grande para mi padre, que es la única persona que actualmente vive y el eslabón perdido de todo lo que ha sucedido. En su momento lo miramos con mucho recelo pero con mucha esperanza. Mi papá ha sido un hombre íntegro en cuanto a ese aspecto. No cree en la delación, por eso está pagando 30 años de prisión. No le han bajado un día ni se lo piensan bajar. Le quedan cinco años, ojalá resista. El tema se fue diluyendo porque realmente Petro tiene muy buenas ideas. Pero es como cuando uno se monta en un avión y no tiene un plan de vuelo, las cosas se van cayendo por sí solas. Para contar su verdad, mi padre no está dispuesto a hacer nada que no ayude a la familia a evitar la persecución sin cuartel que ha sufrido por más de 30 años.

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Expresidente Pastrana en la Comisión de la Verdad (septiembre, 2021).

CAMBIO: Quisiera hacerle una reflexión: ¿no cree que parte de eso que usted llama persecución se da justamente por no haber contado toda la verdad? Esa verdad de su tío y de su papá es también la de Colombia…

W.R.: Estoy de acuerdo. Creo que de pronto por nuestro silencio hemos sido atropellados totalmente. Pero ese es el pensamiento de William Rodríguez. El pensamiento de Miguel es totalmente diferente. Mi tío estaba dispuesto a hacerlo. Desafortunadamente, murió seis días antes de tener la reunión con esa famosa Comisión de la Verdad. Él iba a hablar y no se pudo saber esa parte. Y tú tienes toda la razón. Yo creo que sería importantísimo para el país. Pero también nos pone a pensar todo lo que pasa. ¿Será que Colombia quiere saber la verdad? Porque cada vez que alguien sale a contar algo, aparecen estos políticos de turno a hacerse las víctimas. Vimos el caso pasado, hace como un mes, de Mancuso que contó su verdad. Y pues las personas que salpicó ahora son unos mártires. Yo tuve también la osadía de hablar de Serpa y de Samper en un momento, en una entrevista que di en otro canal. ¿Y qué pasó? Absolutamente nada. Entonces, de pronto creemos que no se justifica porque no vemos el escenario para que realmente esto tenga un provecho para el país. Mucha gente no está interesada y nosotros tampoco estamos interesados en seguir haciéndole titulares a los medios.

CAMBIO: Pero su tío Gilberto Rodríguez Orejuela dejó un libro escrito. Él venía trabajando por años en sus apuntes, que eran confidenciales. Algunos de esos aspectos del libro están en unas conversaciones en las que participó Federico Gómez Lara, director de CAMBIO, y que estuvimos a punto de publicar. No lo hicimos porque sus primos pensaron que no era justo que se conocieran antes del libro. Ellos tenían un punto y les dimos la razón en ese sentido. ¿Qué sabe usted de ese libro?

W.R.: En ese libro hay una ventaja y es que voy a ser un villano. Los villanos somos los que más vendemos, entonces de pronto va a ser más provechoso para mí.

CAMBIO: ¿Su tío se opuso a su entrega porque consideraba que usted iba a ser un soplón?

W.R.: No. Él se opuso a mi entrega porque iba en contra de sus intereses. Entonces eso fue lo que pasó y pues yo acepté mi responsabilidad. Me entregué voluntariamente. Uno tiene que tener la conciencia tranquila y yo por lo menos duermo tranquilo porque no tengo cargos de conciencia. El problema de los Rodríguez lo resolvimos Los Rodríguez. Si él lo cuenta en su libro, pues yo tendré que defenderme.

CAMBIO: Usted dice que sale maltratado en el libro de su tío. ¿Eso es una intuición o una certeza?

W.R.: Es una intuición. Porque desafortunadamente mi tío, un hombre que respeto mucho, que quise demasiado porque fue mi segundo padre, pensaba que tú o estabas con él o estabas contra él. Yo estuve contra él en un momento por tomar la decisión de entregarme, después de esperar cuatro años prófugo con recompensa de 2 millones de dólares por mi cabeza, con 11 hombres de la policía, dos de la DEA y Varela detrás de mí. Después de que yo vi subir a mi padre al avión, tenía que tomar ya una decisión. ¿Qué hacía? ¿Seguir esperando? Porque si yo hubiera querido traicionar a mi familia me entrego a los seis meses. Yo le di a mi padre y a mi tío cuatro años para que ellos solucionaran este problema. Pensar morir en una prisión, como desafortunadamente le tocó a mi tío, es muy triste. Pero uno no negocia arrodillado. Uno negocia de pie. Yo negocié de pie y por eso logré salir de esta pesadilla que fueron estos nueve años, cuatro prófugo y cinco años corriéndole a la justicia y pagando por mis delitos. William es un exdelincuente. Porque soy un hombre que ha querido cambiar mi vida. He aceptado mis errores, pagué por ellos y por eso creo en las segundas oportunidades.

CAMBIO: Usted dice que su entrega iba en contra de los intereses de su tío. ¿A qué intereses se refiere concretamente?

W.R.: Me da pena no contestarle esa pregunta. Yo le doy esa oportunidad de que si él quiere contar su historia de los hechos, que los cuente primero. Luego yo me tendré que defender con las pruebas que tengo de que yo nunca he sido un traidor para mi familia. Siempre fui un soldado leal hasta el final.

CAMBIO: Dice usted que no ha vuelto a cometer ninguna falta ni ningún delito. ¿A qué se dedica? ¿Cómo se gana la vida? ¿Cómo sostiene hoy a su familia?

W.R.: Aquí cuando uno tiene desafortunadamente unos antecedentes, es complicado comenzar una nueva vida. Tengo una ventaja: una mujer espectacular que me ha ayudado y que me esperó nueve años. Ella tenía una empresa de traer ropa deportiva de Colombia y la vendíamos. Esa era una parte de nuestros ingresos. Yo he trabajado en construcción. Yo me dedico a buscarle trabajo a los contratistas. Yo no puedo acceder a una licencia, además no sé nada de construcción, sería irresponsable meterme en eso. Pero sí tengo la habilidad de negociar y conseguir estos contratos. Y con eso he sostenido a mi familia, he hecho conferencias, he escrito libros, he ganado dinero con eso. Lo que más gané fue tranquilidad y eso no tiene precio.

CAMBIO: Esa oportunidad de escribir su vida y la de su familia es también lo que lo lleva a presentar una demanda por lo que usted considera un plagio sobre su libro en la serie de Netflix que también tiene como coproductora a Caracol. ¿Dónde presentó esa demanda? ¿Por cuánto dinero es? ¿Cuándo espera usted que se empiece a mover?

W.R.: Yo comencé aquí en los Estados Unidos, buscando un abogado. Lo que pasa es que tú sabes que los abogados aquí son inmanejables en la situación financiera. Tuve uno que me ayudó en la primera etapa hacer unas cartas a Netflix. Pero después de que nos contestaron negándose el abogado me dijo estas palabras: "They´ll bury me in Paperwork". ¿Qué significa eso? Que ellos me van a enterrar en papel. Porque tienen los mejores abogados y van a comenzar a hacer peticiones, peticiones, peticiones. Entonces el tipo me botó el caso. Luego intenté en Colombia, pero soy abogado, conozco y dígame ¿qué juez de la república de Colombia es capaz de sacar un fallo a favor de William Rodríguez en contra de Caracol? Ninguno. No existe. ¿Por qué? Por el miedo, por lo que ha pasado siempre, por el temor a quedar en el ojo del huracán. Entonces pues un hermano mío vivía en Argentina y él estaba dedicado al fútbol, era empresario y conoció una gente en Paraguay. Y esta gente tenía una familiar que era juez. Una juez de la república paraguaya. Ella se retiró y comenzó a ver esta serie, comenzó a leer. Entonces se interesó en la historia, me pidió que le regalara un libro, se lo mandé y ella se dio cuenta de todas las mentiras y todas las cosas que están ahí. Y entonces me dijo “yo lo voy a ayudar”. Me ayudó a elaborar esta demanda en el Paraguay. La demanda ya está presentada, pero desafortunadamente cuando se iba a mover esto, ella tuvo un accidente grave automovilístico, casi muere y apenas se está recuperando. Entonces se ha parado un poco.

CAMBIO: Quisiera aprovechar para preguntarle por un episodio sobre el que escribí como columnista de El Espectador. ¿Recuerda este libro que le muestro aquí?

W.R.: Memorias olvidadas de Andrés Pastrana...

CAMBIO: En ese libro hay un capítulo que el expresidente titula "La prueba reina". Ahí se anexa una carta firmada por Miguel y Gilberto Rodríguez inculpando a Samper y a Serpa por la entrada de los dineros del proceso 8.000. Cuando Pastrana la llevó a la Comisión de la Verdad escribí una columna titulada "Pastrana se pegó un tiro en el pie". Ahí expliqué que la entrega de esa carta, más que inculpar a Serpa y a Samper, dejaba enormes cuestionamientos sobre Pastrana porque su tío Gilberto Rodríguez me había dicho, en una llamada desde la penitenciaría en Estados Unidos, que fueron presionados para escribirla a cambio de su traslado a la cárcel de Palmira. Háblenos de eso, William…

W.R.: Pues tú lo dijiste, yo creo que ahí está contemplada toda la verdad. Ese es el problema de esa Comisión de la Verdad, que yo creo que era la comisión de la mentira. Entonces por eso digo, ¿Para qué hablar de estos temas si es irrisorio que Pastrana después de 13 años salga con esta carta? Él sabe más que nadie por qué él la tiene en su poder y cuál fue el chantaje que él utilizó en contra de los Rodríguez para obtenerla. Y cuál fue el beneficio que los Rodríguez obtuvieron con esa carta. Mi tío se lo aclaró. Y eso es la verdad.

CAMBIO: ¿El entonces presidente Andrés Pastrana y el ministro de Justicia de la época, el doctor Rómulo González, tomaron decisiones para favorecer las condiciones de reclusión de los Rodríguez Orejuela a cambio de esa carta?

W.R.: Eso es. Eso lo dijo mi tío Gilberto en el comunicado que emitió contando la verdad de esos hechos. Pastrana logró un acuerdo que hizo con ellos para obtener esa carta y a cambio, como dice mi tío Gilberto, ellos fueron trasladados a Palmira. Con la DEA totalmente en desacuerdo con que los hermanos fueran llevados a Palmira.

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Miguel Rodríguez Orejuela (2004). Foto Colprensa.

CAMBIO: ¿Qué significaba para Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela estar recluidos en Palmira en comparación con seguir en Bogotá?

W.R.: Pues eran más fáciles las visitas. Es que era traumático para la familia viajar todos los fines de semana. Un día los hombres, un día las mujeres. Las mujeres con sus maridos porque tenían que viajar mis hermanas, tenía que viajar mi esposa. Entonces era complejo. Económicamente también era más viable. Tú sabes cuánto nos gastábamos en esos momentos en tiquetes aéreos, estadías. Entonces yo creo que era para facilitar un poco la vida de la familia. No como lo pueden afirmar que era para hacer actividades ilícitas, no. Actividades ilícitas las podían hacer desde La Picota, donde fuera, porque ellos al final tenían el control de esos entes penitenciarios hasta que llegó Uribe.

CAMBIO: Gilberto decía "uno como provinciano quiere estar en su tierra y tener a la mujer cerquita". Pero resulta cuando menos paradójico que Andrés Pastrana, cuya vida política se ha dedicado a criticar a Samper y a los Rodríguez, esté señalado ahora de tener relaciones con ellos...

W.R.: Pues yo creo que eso lo tiene que contar el doctor Pastrana. Cuáles fueron sus relaciones. Y pues él estuvo en la Comisión de la Verdad, debió contar la verdad, ¿no? ¿Porque para qué existió esta comisión? Si era para contar las cosas oscuras que han pasado en nuestro país, entonces yo creo que es una explicación que él le debe a Colombia y es él quien la tiene que dar. Yo conozco la historia, pero pues volvemos a lo mismo. ¿Para qué contar la historia? No me interesa. Yo siempre he creído que Samper le hizo mucho daño a Colombia, pero Pastrana también le hizo demasiado. Porque siempre se la jugó como la víctima de esto. En la política oscura de este país no ha habido víctimas, sino cómplices.

CAMBIO: De todas maneras Andrés Pastrana, como candidato, fue la persona que permitió que el país y el mundo conocieran los narcocasettes. Eso se lo tendrá que reconocer la historia. Hay una parte de los narcocasetes que no se ha investigado cabalmente, que tiene que ver con las menciones que existen en una conversación entre su padre, Miguel Rodríguez Orejuela, y Alberto Giraldo, en donde dicen que además hay aportes a la campaña de Andrés Pastrana y mencionan dos nombres: Hernán Beltz Peralta y Álvaro Pava Camelo. ¿Usted qué sabe de esa financiación?

W.R.: Lo único que tú tienes que pensar es de qué casa era Alberto Giraldo, cuáles eran sus fines políticos. Él era conservador. Conservador, amigo de la casa Pastrana. Entonces con eso te respondo la pregunta.

CAMBIO: Pero pues está muy críptico señor, conteste claramente.

W.R.: Pero volvemos a lo mismo. Tú tienes en tus manos la verdad que es la que tienen que decir los los protagonistas. Tú pregúntame del 95 para adelante donde yo fui protagonista y puedo dar fe de las cosas que se hicieron y las cosas que hice. Pero esas son cosas que oí de mi padre y mi tío. Y pues cuando uno oye cosas de personas pero no las ha vivido pues es irresponsable porque puede terminar como un simple bochinche, como un simple cuento.

CAMBIO: O sea, de la financiación de esa campaña usted tiene una versión de oídas de su padre y de su tío y de algunas otras personas…

W.R.: Sí porque en esa época yo era un abogado que litigaba dentro de mi empresa, que tenía y manejaba las empresas familiares de mi padre. Y mi padre me llama a filas, para que la gente entienda, yo comencé a ayudar a mi padre como a finales del 94 y ya asumí la defensa jurídica y política del Cartel de Cali a partir agosto del 95. Entonces de ahí soy un hombre que pues conoce parte de esa historia, que me la guardo. Quise contar una parte, pero fui tildado de mentiroso, de resentido, de canalla. Y pues no valió la pena porque al final es crearle más enemigos a mi familia.

CAMBIO: ¿Cómo funcionaba el América de Cali? ¿Es cierto, por ejemplo, que ustedes compraban jugadores, no para ponerlos a jugar, sino para pararlos de tal manera que no pudieran desarrollar su carrera en otro equipo y así no tener contendores en el campo?

W.R.: Lo que pasa es que siempre que tú eres el mejor en algo, hay enemigos que quieren enlodar lo que tú hiciste. Porque desafortunadamente todo lo que los Rodríguez hicimos en la historia de Colombia es oscuro. Y bueno, mucha parte sí es oscura, pero hay otra parte que no. El fútbol fue una pasión de mi padre, que comenzó en el 79. Mi padre manejó el equipo hasta el año 94. Él hasta cuando estaba prófugo manejaba el equipo en cuanto a las contrataciones, en cuanto a hablar con ellos, cuadrar los sueldos. Y después del 94 pues yo fui la persona que me dediqué a esa parte. A poder coger el avión fallando, como siempre me tocó. Tienen la osadía de decir que nosotros lavamos dinero por ahí, nosotros invertíamos. Mi papá se gastaba 3 millones de dólares al año en el América de Cali en esa época. Mi padre lo que hizo fue ayudar a desarrollar el fútbol. Trajo jugadores que se los prestaba a los demás equipos. Eso nunca nos lo van a reconocer. Siempre nos inventarán cuentos como el que te contaron a ti de que parábamos los jugadores, que lavábamos dinero, que en las tulas de los balones iban los dólares. Son fábulas inventadas con mala intención.

CAMBIO: Las personas que pertenecieron a las estructuras del emporio del narcotráfico de su familia cuentan que su papá y su tío insistían mucho en separar los negocios legales de los que operaban en la ilegalidad. ¿Usted sintió eso?

W.R.: Ellos siempre nos mantuvieron alejados de actividades ilegales. Yo me vine a dar cuenta que mi tío Gilberto y mi padre estaban involucrados en actividades ilícitas en el 84, cuando cae mi tío preso en España. Ellos siempre fueron muy cuidadosos. Nosotros nunca vimos gente armada. Ellos andaban con un solo chofer y siempre nos tenían aislados de esto. Nuestra obligación era estudiar si queríamos beneficios dentro de esta familia. Nosotros nunca vimos meter la plata a las empresas. Nuestra función no era el narcotráfico, nuestra función no era el sicariato. Pero luego vinieron las persecuciones en contra de la familia y con obvia razón nuestros bienes iban a ser perseguidos. Tuvimos que pagar por tener estas propiedades a nuestro nombre.

CAMBIO: ¿En algún momento los ingresos por negocios legales de los Rodríguez Orejuela llegaron a ser tan productivos como el mismo narcotráfico?

W.R.: Pues mira, la gente no cree. Mi padre y mi tío vivieron de esas empresas desde el año 97 hasta que los extraditaron. La gente no lo cree porque desafortunadamente terminamos condenados por narcotráfico por actividades después del 97. Pero yo aquí no me voy a poner a decir que era mentira o verdad. Fuimos condenados. Pagamos, aceptamos. Pero realmente nosotros vivimos de nuestra gestión, de nuestra empresa, hasta ellos vivieron de eso, de todo ese engranaje empresarial que habían construido durante más de 30 años. Y en este momento La Rebaja está entre las 20 empresas más importantes de Colombia. Es una empresa sólida totalmente, a la que le sacábamos casi 4 millones de dólares al año para pagar nuestra seguridad y para vivir. A mí me preguntaban aquí los americanos ¿dónde está la caleta? Y yo les dije no, la caleta era esa: La Rebaja. Nos la quitaron.

CAMBIO: Ya hablamos de lo que dejó escrito su tío. Pero hay muchas verdades que también tiene su papá. Por ejemplo, usted ha dicho que él es el único hombre que conoce la verdad de la muerte de Pablo Escobar. ¿Su papá no está escribiendo nada?

W.R.: No, mi papá no. Yo hablé con él de ese tema. Le dije “padre, ¿cuándo vas a dejar algo escrito?”. Me dijo “no, que mi hermano lo haga. Conocíamos lo mismo. Lo que diga mi hermano es la verdad. Y a mí no me interesa realmente”. Entonces yo creo que mi papá morirá con sus memorias. Tuvo la intención cuando hablamos de esa famosa justicia de paz, como que era algo muy interesante para poder lograr algo, más que todo para la familia. Él no quiere nada para él, no le interesa. Yo creo que ya pagamos suficiente. La gran mayoría ha ido preso, hay unos con órdenes de captura, hay unas personas que realmente no merecen esto ya. Es que han pasado más de 40 años. La primera investigación en contra de nosotros comenzó en el 90. ¿Y en qué año estamos?

CAMBIO: Usted habla de la situación de una familia, pero también es la situación de guerra de varias organizaciones muy poderosas del crimen: El Cartel de Cali y el Cartel de Medellín. Ya está más que probado que el Cartel de Cali participó en la eliminación de Pablo Escobar. ¿Cómo fue el acuerdo para que los Rodríguez terminaran protegiendo a la familia de quien había sido su principal enemigo?

W.R.: Yo creo que mi papá y mi tío tuvieron una gran ventaja dentro de esa guerra. Cuando murió Pablo ellos decidieron que la guerra había terminado con la muerte de Pablo. Desafortunadamente, las otras fracciones de personas que se unieron a esa cruzada en contra de Pablo no pensaban igual. Mi padre los protegió, y eso es conocido, porque el mismo Juan Pablo lo ha dicho públicamente. Yo hablo con él, tenemos una relación. Juan Pablo sabe que él está vivo porque mi papá no permitió que lo asesinaran Los Pepes. Y el acuerdo era muy claro. Llegó un momento en que mi padre les dijo que él no los podía seguir protegiendo y que se fueran al exterior. Y yo creo que esa familia tomó la mejor decisión de irse. Y se habla de que nosotros nos quedamos con cosas de ellos. Nunca. Yo creo que los bienes de guerra fueron repartidos entre Los Pepes. Nosotros no necesitábamos de nada de los Escobar.

CAMBIO: ¿La familia Escobar pudo salir de Colombia gracias a los Rodríguez Orejuela?

W.R.: Sí, claro. Y eso no lo digo yo, lo dice Juan Pablo. Él está vivo por mi padre. Mi padre no permitió que los tocaran y les dio un consejo. Y Juan Pablo dice que es el mejor consejo que ha recibido. Irse de Colombia y comenzar una nueva vida en el exterior, porque hubiera sido imposible ya protegerlo. Ya digamos Los Pepes, que era la parte de fracción de los paramilitares, estaban cogiendo todos los días más poder. Iba a ser muy complejo permitir que esta familia viviera acá y que Juan Pablo no fuera asesinado. Porque desafortunadamente, yo entiendo, era un muchacho 14 años, en un momento de dolor dijo unas palabras después de la muerte del padre de él y yo creo que eso marcó su destino. No se la hubieran perdonado porque así es que piensan esas personas que están en esas organizaciones. No dejar personas que puedan en un momento atentar contra ellos.

CAMBIO: Usted sigue hablando con Juan Pablo Escobar ¿De qué temas hablan?

W.R.: Nosotros comenzamos una relación por accidente. Yo publiqué mi libro en Colombia y él estaba publicando un libro y el editor pensó que era una buena idea hacer una entrevista con Julio Sánchez, que la hicimos. Y ahí comenzamos a hablar. A mí realmente me parece que la vida de ese muchacho es muy compleja. Uno tener que vivir con todos los pecados que Pablo cargó encima no debe ser fácil. Y yo creo que el muchacho manejó un discurso coherente de paz y yo creo que ha sido un hombre que ha hecho cosas importantes, como sentarse con las víctimas. Yo creo que eso es admirable en él. Comenzamos a hablar, intercambiar y entender que al final yo nunca le hice nada malo a él, ni él me hizo a mí nunca nada malo. ¿Por qué nos teníamos que odiar? ¿Por qué? ¿Porque era el hijo de Pablo Escobar y yo el hijo de Miguel? De pronto él podía tener hasta un poco más de resentimiento, pero comenzamos a tener esta relación y creemos que ese mensaje que podemos dar los dos es un mensaje muy poderoso de que sí es posible reconciliarse, sí es posible perdonar y sí es posible seguir para adelante. Y lo quisimos hacer. Antes de la pandemia había una fundación que nos quería llevar a hacer un documental para vernos en la frontera, porque él no puede entrar, y yo no puedo salir por cuestiones migratorias. En la frontera hay como un espacio que se abre donde los familiares se pueden ver con personas que están acá.

CAMBIO: La reja de los abrazos…

W.R.: Ahí pensábamos nosotros darnos la mano, darnos un abrazo. Pero la pandemia mató ese proyecto y no lo pudimos hacer. Me parece un proyecto bonito, interesante. Y realmente yo no tengo nada en contra de Sebastián. Lo admiro, lo respeto y tengo una relación con él. De pronto hay gente que no lo entiende, pero a mí no me interesa. Me parece un buen ser humano y hemos tenido un buen clic y eso es importante y creemos que nuestro mensaje es un mensaje muy poderoso y potente.

CAMBIO: Usted tiene con Juan Pablo Escobar la identidad de haber vivido una situación que de golpe solo ustedes dos entienden...

W.R.: Es que si tú analizas el año 89 y 90 fueron muy difíciles para el país y nosotros estábamos en medio de eso. Nosotros éramos víctimas de eso porque no estábamos involucrados en esa guerra y hemos podido padecer. Hubo rumores de que Pablo me iba a secuestrar. A mí me sacaron de Colombia, estuve en Miami un tiempo y me imagino que este muchacho también sintió el horror de esa guerra. A cuatro o cinco cuadras de mi casa estallaron dos bombas ahí en Ciudad Jardín. Entonces nos acostamos pero no sabíamos si nos levantábamos. Ir a la universidad era un problema, seguridad por todos lados. Yo con mi primo que manejaba unos almacenes que teníamos como el éxito que se llamaban Maxi Tiendas, yo alcancé a ir con él a un atentado que hizo La Quica en Cali y vi a cinco personas destrozadas. El horror de esa guerra, para mí inútil, una guerra estúpida por egos de estas personas. Y al final se autodestruyeron. Porque mi papá ayudó a destruir a Pablo y cuando mi papá logra ese objetivo, al final también fue destruido por las autoridades americanas. Entonces yo creo que fue una guerra sin ningún fin que beneficiara a nadie, simplemente el ego de estos hombres.

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