Cabildo popular, consulta y movimiento social: los confusos caminos del Gobierno tras derrota en el Senado
15 Mayo 2025 07:05 am

Cabildo popular, consulta y movimiento social: los confusos caminos del Gobierno tras derrota en el Senado

En el Senado se vivieron momentos de confusión y agitación tras la votación de la consulta popular.

Con un nuevo revés en el tablero, el Gobierno del presidente Petro se aferra a tres estrategias: un segundo intento de votación en el Senado, la movilización social y una ambigua convocatoria a cabildos abiertos, que en apariencia resulta un mecanismo poco útil para el Ejecutivo. ¿Hacia dónde apunta la brújula política de la Casa de Nariño?

Por: Andrés Mateo Muñoz

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Las últimas 48 horas en el Congreso de la República han sido tan contradictorias como convulsionadas. Por un lado, la mayoría de las bancadas le dieron el visto bueno a revivir una reforma que sus copartidarios ya habían hundido semanas atrás y, al mismo tiempo, hundieron la convocatoria a la consulta para preguntarle a la ciudadanía por el proyecto. Por otro, el Gobierno intentó aceitar el trámite con otro guiño burocrático al Partido Liberal, pero en el campo de la estrategia fue derrotado. Al final, el laberinto es tan intrincado que tanto oficialismo como oposición se quedaron con una mano llena y la otra vacía.

El rostro más diciente de los giros en la trama del culebrón político de la consulta popular fue el del ministro Armando Benedetti. El exembajador –traído como refuerzo de lujo, pero en escasez goleadora– sonrió cuando la plenaria del Senado le dio vía libre a revivir la reforma laboral, algo pocas veces visto en los últimos 30 años. Sin embargo, el complacido Benedetti se transformó con rapidez en un iracundo funcionario pues, según dice, el secretario del Senado alteró los resultados de la votación sobre la consulta para hacer ganar al No.

La sesión terminó con la bancada del Pacto Histórico buscando respuestas e instrucciones en el ministro del Interior, quien, a su vez, mantuvo informado en tiempo real al presidente Petro. El mandatario, en varios trinos a primera hora del día según el uso horario de Pekín, dejó ver el principal camino que seguirá su administración luego del nuevo fracaso en el Congreso.

Estas son las rutas del oficialismo para salir del embrollo…o meterse más.

Cabildos abiertos: ¿otro globo presidencial?

Las reacciones iniciales del presidente y su partido han sido, mayoritariamente, predecibles. Ya lo habían anticipado en la precampaña a la consulta en la que presionaron al Senado de ‘no darle la espalda al pueblo’ y asumir el costo de una eventual decisión en contra de los trabajadores. De hecho, el llamado a las calles parece tener un nuevo vigor por las denuncias de supuesto fraude y trampa que ha hecho el petrismo.

“Si este Senado hunde la consulta, que sea el pueblo el que se levante y castigue severamente a este Senado”, dijo el representante Alfredo Mondragón, minutos antes del cierre de la votación.

Por su parte, la senadora Martha Peralta aseguró: “Ya tenían todo orquestado (...) la única salida es la movilización en las calles y la huelga”.  Por la misma línea estuvo la reacción del ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, quien habló de un llamado a huelga y anticipó el nuevo recurso discursivo del gabinete. En la visión de los más nostálgicos está reeditar viejas movilizaciones sociales como el paro cívico de 1977 o incluso el hecho fundacional del M-19; las oscuras elecciones de 1970. Hasta aquí más de lo mismo.

Sin embargo, lo novedoso del llamado a las calles está por verse y tiene que ver con la confusa idea del presidente de activar el mecanismo de los cabildos abiertos.

“Ante el fraude evidente y la burla a la constitución de los que dirigen el senado, se tomarán decisiones que se votarán en todos los cabildos populares en todos los municipios”, escribió el jefe de Estado en su cuenta de X.

El cabildo abierto, al igual que la consulta popular, es un mecanismo de participación contemplado en la Constitución de 1991. Se trata de involucrar a la ciudadanía en la discusión de asuntos de interés de las comunidades a través de sesiones públicas de los concejos distritales, municipales y de las Juntas de Acción Comunal.

Para que sean convocados, es necesario que se radique una petición en la secretaría de la respectiva corporación con las firmas de por lo menos el 5 por ciento del censo electoral de cada municipio o ciudad. Un requisito fácil de cumplir.

El problema es que esta forma de participación no tiene los dientes para modificar la Constitución o aprobar una ley. Fue pensada para que los ciudadanos reclamen información sobre asuntos de su comunidad, los discutan con los funcionarios y hagan peticiones a los mandatarios locales. Así lo estipula la Ley 1757 de 2015, que reglamenta las modalidades de participación democrática directa.

"A través del cabildo abierto no se podrán presentar iniciativas de ordenanza, acuerdo o resolución local", dice la norma. En otras palabras, este mecanismo no tiene posibilidad alguna de derivar en una decisión de orden nacional. 

Lo que sí puede lograr este tipo de convocatoria es la organización de comités promotores en cada municipio, que a la larga sirvan de activación temprana de las bases del Pacto Histórico para las próximas elecciones. Algo que también iba a lograr la campaña hacia la consulta popular sin importar el resultado de las votaciones.

A pesar de las dudas legales y prácticas del método cabildo abierto, la idea del presidente es que cada municipio se pronuncie a través de este camino, aunque tampoco es claro a favor de qué; si de la consulta o la reforma. “Recibiré la decisión votada por el pueblo en todos los municipios y me colocaré al frente para cumplirla”, escribió el mandatario.

Incluso, la ambigüedad del llamado a los cabildos les abre la puerta a las especulaciones sobre los alcances de la propuesta. En el Pacto Histórico hay posturas variadas: desde el ya célebre “levántate Colombia” de Alfredo Saade (quien una vez más pidió cerrar el Congreso), pasando por la idea de revivir la reelección, y llegando hasta posturas más ‘oficiales’ como la de la senadora María José Pizarro.

“Nos declaramos en movilización social (...) las centrales obreras tienen que salir porque estamos hablando de su futuro”, dijo la congresista.

Los trinos que ha escrito el presidente Petro y su alocución improvisada desde Pekín dejan ver que su posición es la de ‘aceptar’ lo que decida el pueblo. El problema para el mandatario y su partido es conseguir una movilización masiva y duradera. A la fecha, las marchas convocadas por el Gobierno han sido exitosas en los grupos que tradicionalmente lo han respaldado, pero débiles en sectores más independientes como el estudiantil o distantes como el de los transportadores. No ha habido nada que se le acerque al estallido social de 2021, que el petrismo ha tratado de reivindicar como uno de sus hitos políticos.

‘Fraude, fraude’

Paralelo a la confusa estrategia de los cabildos abiertos, está el camino de repetir la votación de la consulta. Aquí hay varias rutas. La primera –que confirmó el presidente y deja en segundo plano a las demás– es presentar el llamado a la consulta una vez más. 

"De nuevo ejerceré mi derecho constitucional y legal a presentar la consulta popular al Senado para que se garantice una votación limpia", escribió el jefe de Estado.

En ese escenario se repetirá el proceso, aunque con más ojos encima y probablemente con un método de votación que garantice la transparencia y no depender de un papel con números hechos a mano.

La segunda posibilidad es más compleja y depende del trámite legal de la apelación del resultado que interpuso la senadora María José Pizarro. A pesar de que la apelación debía discutirse antes del levantamiento de la sesión esto no sucedió. El argumento de la congresista es que todavía procede pues alcanzó a manifestar su derecho a presentar el recurso mientras el debate seguía abierto.

El equipo jurídico de Pizarro y sus colegas de bancada están analizando cómo proceder, no solo respecto a la apelación sino también al senador Efraín Cepeda y el secretario del Senado, Diego González. Según el petrismo, ambos acudieron a artimañas para truncar los resultados.

Por ejemplo, hubo controversia por el voto del senador Édgar Díaz Contreras de Cambio Radical. El congresista votó manualmente y de forma apresurada, y el secretario González entendió en primer lugar que Díaz había dado su respaldo a la consulta. Sin embargo, una vez cerrada la votación, Díaz aclaró que su intención era votar que no, como era natural al estar en un partido opositor. La confusión despertó la ira del ministro Benedetti, quien llamó “malandrines” a Cepeda y González e incluso anunció una eventual denuncia en la Fiscalía. El presidente Petro fue más allá y habló de la necesidad de una investigación de la Corte Suprema a la conducta de Cepeda.

Sin embargo, si la decisión es presentar la proposición de la consulta otra vez, los recursos legales a los que pueda acudir el Pacto Histórico quedan en segundo plano.

Además, debe existir un espacio a la autocrítica por la forma en que se escaparon los pocos votos que pudieron hacer la diferencia a favor del Gobierno: los tres cristianos, el de Peralta, el de la senadora Angélica Lozano y el del senador indígena Richard Fuelantala.

La factura del hundimiento para el Congreso: revivir la laboral

A pesar de dejar desarmada la consulta y campaña electoral tempranera del petrismo para 2026, el Senado asumió el costo de revivir la reforma laboral al avalar la apelación. Esto implica que el proyecto tendrá que debatirse nuevamente. Lo anterior abre la oportunidad de hacer nuevas modificaciones al texto, pero esta vez con la presión de las movilizaciones venideras, los eventuales cabildos y el año electoral a la vuelta de la esquina.

Al fin de cuentas, el mensaje enviado fue que los senadores de la Comisión Séptima se equivocaron al hundir el proyecto y por lo tanto se debe aprobar algo, con cambios, pero algo en concreto. No tendría sentido revivir un proyecto para que se hunda otra vez. Lo anterior, claro, en el papel.

Además, la resurrección de la laboral abre un nuevo pulso con el presidente del Congreso. El senador Efraín Cepeda decidió enviar el proyecto a la Comisión Cuarta, una de las más distantes del Gobierno y responsable de duros golpes como el fallido trámite del Presupuesto General para este año y de la reforma tributaria. Sin embargo, en esa célula también está la senadora Angélica Lozano, quien defendió con vehemencia la opción de revivir la reforma laboral y llegar a un consenso sin tener que recurrir a la consulta.

Pero más allá de las visiones optimistas de un acuerdo nacional alrededor del proyecto, lo cierto es que el escenario es muy complejo para la reforma resucitada. En primer lugar, el discurso confrontacional del presidente Petro contra el Congreso está lejos de terminar y será complejo para Armando Benedetti concertar con quienes llamó malandrines y cómplices de un fraude. Y segundo, el articulado debe aprobarse por tarde el próximo 20 de junio o se archivará, lo que deja los tiempos tan apretados que no se ve en dónde cabrán los debates y audiencias públicas que se avecinan.

Es tan oscuro este escenario para el Gobierno, que el Pacto Histórico y el gabinete no creen que valga la pena dedicar sus esfuerzos a sacar adelante la reforma en su segunda vida. "Eso fue una marrullería. Por tiempos es imposible", dijo el senador verde León Freddy Muñoz.

Por ello, lo más posible es que el proyecto que se apruebe estará más a la medida de los independientes y la oposición que del Pacto Histórico.

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