Colombia en la Ruta de la Seda: el Gobierno le pone acelerador a un eventual acuerdo histórico con China antes del viaje de Petro a Pekín

Gustavo Petro y Xi Jing Ping en su primer encuentro oficial en 2023.

Crédito: Mauricio Vélez - Presidencia de la República.

6 Mayo 2025 06:05 pm

Colombia en la Ruta de la Seda: el Gobierno le pone acelerador a un eventual acuerdo histórico con China antes del viaje de Petro a Pekín

El gigante asiático quiere aprovechar la actitud hostil de Estados Unidos y atraer a Colombia a una iniciativa a la que se ha resistido en los últimos diez años. De concretarse, sería uno de los mayores avances en materia comercial y diplomática entre ambos países en toda la historia. ¿De qué se trata?

Por: Andrés Mateo Muñoz

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Con estrictos protocolos de seguridad y un clima primaveral, Pekín se prepara para recibir a varios presidentes latinoamericanos a partir del 14 de mayo, entre ellos al de Colombia, Gustavo Petro. En su segundo viaje a la capital china, el mandatario acudirá a la cita con una doble investidura: jefe de Estado y presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Por ello, se da por sentado un encuentro personal con el presidente Xi Jingping. En esa reunión podría registrarse un gran salto para llegar a un acuerdo histórico entre ambos países: la adhesión de Colombia a la iniciativa de la Ruta de la Seda.

La propuesta ha estado sobre la mesa desde el año 2023, cuando el país manifestó su voluntad de adherirse, pero sin tomar una decisión en concreto. Desde ese entonces y hasta ahora, el cambio en las relaciones con Estados Unidos y la voluntad del gobierno Petro de fortalecer lazos con socios internacionales no tradicionales han acelerado el camino para dar el paso. 

De hecho, el próximo 8 de mayo la canciller Laura Sarabia se reunirá con la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores en una sesión extraordinaria para explicar y poner a consideración el memorando de entendimiento para que Colombia se integre a la Ruta de la Seda. Por ello, se espera que el Gobierno colombiano llegue con una postura más definida y concreta al Foro China-Celac en Pekín.

La citación del Ministerio de Relaciones Exteriores y la inminente adhesión de Colombia a la iniciativa china ha generado reacciones diversas; optimismo por el buen momento de las relaciones entre ambos países e incertidumbre por quienes consideran que aún no son claras las implicaciones para el país de tomar una decisión de semejante magnitud. Así lo expresó el presidente de la Andi, Bruce Mac Master: “¿Cómo afecta la relación con nuestros aliados comerciales que nos compran la mayoría de nuestras exportaciones?”, cuestionó el vocero de los industriales.

Incluso, el anuncio de la sesión produjo una fricción entre el presidente Petro y la canciller Sarabia. El mandatario aseguró en un discurso que 'el jefe de las relaciones diplomáticas es él' y que hablará con Xi Jingping de "tú a tú y no como arrodillados". En el pronunciamiento, Petro ratificó que irá a Pekín a consolidar la intención de Colombia de participar en la iniciativa y será tarea de los próximos gobiernos de materializarla.

La Ruta de la Seda: la megainiciativa comercial de China

Desde 2013, el presidente y secretario general del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, apuntaló la nueva era de las relaciones internacionales de China en la iniciativa Ruta y Franja de la Seda del Siglo XXI. Se trata de una estrategia de cooperación coordinada con varios países del mundo que, hasta la fecha y según datos oficiales, va en 200 documentos de cooperación con 152 países y 32 organizaciones internacionales. La franja se refiere a la ruta terrestre entre Asia y Europa, mientras que la ruta engloba las rutas marítimas con el resto de regiones del mundo.

En resumen, la estrategia tiene cinco ejes: coordinar las políticas de cooperación, garantizar un comercio fluido sin trabas normativas y arancelarias, fortalecer la integración financiera, mejorar la conectividad de personas y potenciar la infraestructura física para los intercambios comerciales. Lo anterior aceitado con inversiones millonarias y directas en los países para impulsar su tránsito hacia economías industrializadas y de servicios que puedan abastecer al monumental mercado chino de 1.400 millones de personas.

Uno de los ejemplos más claros de los alcances de la iniciativa es el gigantesco puerto de Chancay, en Perú, propiedad de la empresa china Cosco Shipping Ports. Su primera fase se inauguró apenas en noviembre del año pasado y una vez terminado será el puerto más grande de Sudamérica. La idea es que Perú, histórico aliado de China, sea el centro logístico para las mercancías que el país asiático vende y compra a esa parte de América Latina. Esto, con el ingrediente adicional de evitar el paso por el Canal de Panamá, hoy apetecido por Estados Unidos para volver a su control.

El Salvador es otro de los países latinoamericanos que se ha sumado a la iniciativa de la Ruta de la Seda. Desde 2019, la administración Bukele ha fortalecido la relación con China, quien ha hecho millonarias inversiones en el país centroamericano como la construcción de la Biblioteca Nacional (una de las más grandes del continente) y el Estadio Nacional. 

Aunque El Salvador no representa nada para la economía china en cuanto a importación y exportación de productos, su atractiva posición geográfica y flexibilidad arancelaria lo han puesto como uno de los consentidos de Xi Jing Ping en Centroamérica. El país asiático planea invertir en un puerto monumental con salida al Océano Pacífico.

Sin embargo, el caso de El Salvador también es ilustrativo en cuanto a los cuestionamientos hacia la participación de los países, por lo menos los latinoamericanos, en la iniciativa comercial. Para poder entrar a la Ruta de la Seda, el pequeño país de Centroamérica tuvo que romper relaciones diplomáticas con Taiwán y apoyar el concepto de ‘China unida’. Esto puso de manifiesto el trasfondo político de la cooperación y las millonarias inversiones que ha hecho China en la región. Lo anterior sin contar la creciente dependencia hacia la superpotencia, una lección que parecía aprendida con los errores históricos en el relacionamiento con Estados Unidos.

Al respecto, la investigadora Zhang Zieyu, del Instituto de Estudios Internacionales de China opina que “no es cierto que la iniciativa esté creando una crisis de deuda en los países que están en la estrategia de cooperación [...] lo que busca China es un futuro compartido y prosperidad para todos los países del mundo”.

Sin embargo, más allá de la visión optimista de China, lo cierto es que el acercamiento a la Ruta de la Seda no cae bien en Washington, que ya ha demostrado la capacidad que tiene para presionar a las naciones latinoamericanas. 

Por ejemplo, en febrero pasado Panamá canceló la renovación de su acuerdo de inclusión en la iniciativa por presiones de Estados Unidos. La administración Trump quiere contrarrestar cualquier influencia china sobre el dueño del corredor marítimo más importante del mundo. Por ello, el primer viaje internacional del secretario de Estado, Marco Rubio, fue a Panamá.

“¿Eso qué ha traído para Panamá en todos estos años? ¿Cuáles son las grandes cosas? ¿Esa ‘Belt and Road Initiative’ qué le ha traído al país?”, dijo el presidente panameño José Raúl Molino cuando anunció la decisión.

Aun más diciente que la salida de Panamá, es que países como México, Brasil y Colombia (tres de los seis socios comerciales más importantes de China en Latinoamérica) todavía no se han integrado formalmente a la Ruta de la Seda. Todos se han tardado por hacer equilibrismo entre la superpotencia del norte y la de oriente.

Sin embargo, así como en el caso de Petro, se espera que Lula Da Silva avance en las negociaciones en su encuentro con Xi Jingping la próxima semana en Pekín y la adhesión se formalice en julio, cuando el mandatario chino visite Brasil para la cumbre de los Brics en Río de Janeiro.

¿Cuál es la importancia comercial de China para Colombia?

De los 33 países de América Latina y el Caribe, los principales socios de China son seis: México, Brasil, Argentina, Chile, Perú y Colombia. El 86 por ciento del comercio de ese país con la región se concentra en estas naciones que proveen productos como carne, flores, minerales y productos agrícolas. 

En el caso colombiano, las relaciones comerciales se han consolidado poco a poco y hoy China es nuestro segundo aliado comercial después de Estados Unidos. El año pasado, la inversión extranjera directa de China en Colombia alcanzó los 150 millones de dólares y hoy hay cerca de un centenar de empresas chinas instaladas en Colombia. 

Además, en 2024 Colombia importó 15.936 millones de dólares en productos chinos, el 24,9 por ciento del total de las importaciones, y exportó 2.377 millones de dólares a ese país, el 4,8 por ciento del saldo de las exportaciones.

Desde el año pasado, el gobierno de Colombia está en acercamientos con China para lograr ese tratado.

En octubre del año pasado, el entonces canciller, Luis Gilberto Murillo, viajó a China y puso sobre la mesa la intención de Colombia de entrar a La Franja y a La Ruta, y poco tiempo después también viajó a China el exministro de Comercio, Luis Carlos Reyes.  

En una entrevista con CAMBIO a finales de 2024, Reyes aseguró que el gobierno de Gustavo Petro considera a La Franja y La Ruta como una muy buena oportunidad para el país y que esperaban firmar en 2025 el memorando de ingreso. 

“Estamos conversando aún con el gobierno chino los detalles y qué puede implicar, pero nos estamos moviendo hacia la firma de este entendimiento”, dijo Reyes en su momento.

Aunque todavía no hay confirmación de que el memorándum de ingreso de Colombia a la Ruta de la Seda se firmará en Pekín la próxima semana, lo que sí es seguro es que antes de terminar el actual gobierno se tomará esa decisión. Lo que le preocupa a los chinos es que un eventual cambio de administración afecte el acuerdo logrado por presión de Estados Unidos, tal y como pasó en Panamá.

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