En busca del candidato perdido: el nuevo dolor de cabeza del Pacto Histórico para las presidenciales de 2026

Crédito: Colprensa

4 Enero 2024 05:01 pm

En busca del candidato perdido: el nuevo dolor de cabeza del Pacto Histórico para las presidenciales de 2026

Con la llegada del 2024 y la promesa del presidente Petro de atajar un nuevo mandatario de “ultraderecha” en 2026, el Pacto Histórico se meterá en una película para encontrar gobernabilidad interna y un heredero que compita por reemplazar al actual mandatario. Sin embargo, primero tendrá que lograr su unificación para no desaparecer.

Por: Andrés Mateo Muñoz

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“Si mañana hubiera elecciones otra vez las ganaría”, dijo el presidente Gustavo Petro meses atrás. Pero ni mañana ni pasado serán las elecciones presidenciales, habrá que esperar hasta 2026, y tampoco podrá presentarse. Al jefe de Estado le tocará ver la secuela de la película llamada “petrismo en elecciones” como espectador y ya no como protagonista. El problema, como en toda franquicia cuando pierde a su estrella, es encontrar un reemplazo para la segunda parte. ¿Un actor secundario? ¿Un extra? ¿Una nueva incorporación? ¿Un actor revelación? Esas preguntas ya rondan al Pacto Histórico en medio de una puja interna, que de vez en cuando se hace visible.

El temor más grande del presidente Petro y su círculo cercano es que en el 2026, como un efecto péndulo, triunfe un mandatario de ultraderecha al estilo Javier Milei, tan o incluso más rocambolesco y autoritario que el economista que lleva las riendas del país del sur. 

“Se rumora que va a venir un gobierno de ultraderecha a borrar todo lo que ha hecho Petro en el Gobierno. ¡Mamola, mamola!”, dijo Petro en diciembre pasado.

El grito de guerra del jefe de Estado adelantó los cálculos para las presidenciales que se harán en dos años. Si bien pueden parecer lejanas, lo cierto es que el camino para partido y movimiento para escoger su candidato es tan complejo y calculado que toma tiempo. 

Incluso, en partidos de derecha ya se empezó a ambientar la carrera presidencial. En el Centro Democrático ya calientan María Fernanda Cabal y Paloma Valencia y están buscando acercar al exgobernador del Meta Juan Guillermo Zuluaga. Y en Cambio Radical, Germán Vargas Lleras lanzó sus primeros anzuelos con una tímida campaña de comunicaciones respondiendo preguntas de niños.

Por los lados de los verdes, parece un hecho la aspiración de Claudia López, quien regresará al ruedo después de adelantar estudios en el exterior. Y en los partidos tradicionales se empiezan a hacer las sumas y restas para presentar candidaturas y adherirse a otra campaña según sea el caso.

Pero lo que parece tener un norte claro en partidos con algo más de disciplina, en el Pacto Histórico es un nuevo dolor de cabeza luego de los resultados agridulces de las regionales de 2023, en las que la taquilla de votos no fue la esperada.

En las elecciones regionales el Pacto Histórico se vio al espejo

Si algo revelaron las elecciones locales del año pasado fue la división interna del Pacto Histórico. Lo que fue un éxito en 2022 alrededor de una lista cerrada y las candidaturas únicas de Gustavo Petro y Francia Márquez, en 2023 fue un caos por las decisiones independientes en avales y coavales de los más de 13 movimientos que hacen parte del Pacto. “Cada uno hizo valer su bolígrafo, sus intereses en sus regiones, el proyecto del Pacto Histórico quedó como de cuarto lugar”, dijo un militante del petrismo. 

Y en efecto, los logos de los diferentes movimientos con personería jurídica se regaron por miles de pancartas llegando a aparecer juntos hasta con los de Cambio Radical y el Partido Conservador. 

Las desconfianzas aumentaron hacia algunas cabezas visibles del Pacto como Roy Barreras, que tiene a su mando a Fuerza de la Paz; Paulino Riascos, con la batuta de la Alianza Democrática Amplia; Martha Peralta del MAIS; Pedro Flórez con la influencia del clan Torres; Alexánder López, voz fuerte del Polo Democrático, y otros cercanos al progresismo como Daniel Quintero y su colectividad Independientes. Todos beneficiados del boom de las personerías juridicas que hay en Colombia desde 2022.

Al final, el año pasado el Pacto Histórico perdió en plazas clave, no ganó ninguna alcaldía de las grandes capitales y la falta de nuevos liderazgos quedó en evidencia. Para la politóloga y analista Natalia Parra, “en el Pacto Histórico practicamente todos los liderazgos están atrapados en el Congreso, por fuera hay muy pocos o son todavía incipientes”. 

Hasta el momento, en el sonajero de precandidatos presidenciales ya hay varios nombres, pero ninguno cautiva con unanimidad ni a la propia audiencia del petrismo. Dos de ellos son, Daniel Quintero y Gustavo Bolívar, quienes se mantienen en una guerra fría en redes sociales desde 2023. El último cruce fue precisamente por la postulación de otra precandidata: la exministra Carolina Corcho.

“Los votos de Petro para 2026 los debe heredar alguien honesto y capaz que nunca haya traicionado sus ideales. Aunque debe haber consulta, Carolina Corcho es una mujer con muchos más meritos en el petrismo que Quintero, Roy, Caicedo o Claudia si se vuelve a camuflar. Falta mucho”, dijo Bolívar en diciembre pasado.

Aludido directamente, Daniel Quintero le respondió a Bolívar diciendo: “la gente no quiere herederos de nadie. Esto se trata de recuperar a Colombia para la gente (...) No importa alrededor de quien, lo que importa es que pase”, dijo el exalcalde de Medellín. 

Aunque CAMBIO intentó sin exito comunicarse con Quintero, personas cercanas al exmandatario paisa aseguraron que el plan A es mantenerse cerca del Pacto Histórico para que presente su nombre en el mecanismo que se haga para elegir candidato presidencial, que por ahora lo más seguro es que sea una consulta popular.

Pero más allá de la rencilla con Quintero, el mensaje de Bolívar es una buena fotografía de la preocupación de una parte del Pacto Histórico, quizás la más cercana al programa del presidente Petro. El temor latente es que un candidato foráneo o de la facción más moderada gane el pulso y se quede con la candidatura presidencial. “Queremos un presidenciable de la entraña, de tradición progresista. Imagínese a Roy como nuestra ficha. Fatal”, le dijo a CAMBIO una congresista del Pacto que prefirió no ser citada.

Por otro lado y en un tono más conciliador, el representante a la Cámara Heráclito Landínez aseguró que “el candidato del Pacto Histórico para 2026 deberá escogerse de manera democrática, puede ser con una consulta popular”, y añadió dos nombres más a la lista: los congresistas David Racero y María José Pizarro, de la entera confianza del presidente y su corte. Sin embargo, una aspiración presidencial implicaría de cualquiera de los dos practicamente los obligaría a dejar su curul en el Congreso, un lujo que el Gobierno no estaría dispuesto a darse.

Racero, por su parte, explicó que este “no es el momento para pensar en candidatos presidenciales”, pues el objetivo es que el 2024 sea el año de consolidación del gobierno Petro aprovechando que no es año electoral.

“Ya no estamos en época electoral, que por supuesto media cualquier tipo de discusión, la vicia o la ensucia. Así que en este año, al no ser electoral, no estamos hablando de candidatos presidenciales, no es el tema que estamos tocando, no es el momento. Por ahora es: ¿Cómo cerramos filas para impulsar el gobierno del cambio?”, explicó el representante.

Partido único o coalición: esa es la cuestión

Pero antes que escoger su candidato o tan siquiera hacer el casting de precandidatos, el Pacto Histórico tendrá que resolver un asunto del que depende su propia supervivencia. Fusionarse bajo una misma personería jurídica o mantenerse como una coalición donde confluyan más de una decena.

Hasta el momento, el seguir como están parece lo menos conveniente no solo por los encontronazos entre líderes sino por el “coco” de la doble militancia que ya le ha cobrado la curul a varios congresistas como Alexander López, Roy Barreras y César Pachón. Tener tantas personerías jurídicas en una misma coalición es como caminar en una cuerda floja en la que hasta una foto o una publicación en redes sociales puede costar el puesto.

Además, se debe recordar que, para la conformación de listas al Congreso, Asamblea o concejos, haya coaliciones de partidos que, sumados, representen máximo el 15 por ciento de los votos obtenidos en la última elección de la corporación a la que aspiran. Fue así como el Pacto Histórico pudo surgir en 2022 y presentar una lista única porque en ni el Polo Democrático, ni el Mais ni la Unión Patriótica superaban sumados ese umbral del 15 por ciento. Para 2026, esa regla pondría en problemas al petrismo para las elecciones al Congreso porque se tendrían en cuenta los resultados de 2022. Lo anterior obligaría al Pacto a unificarse o simplemente disolverse y desaparecer formalmente. Así lo dejó claro la senadora María José Pizarro, quien lidera la propuesta de unificación:

“Debemos tener absoluta claridad que en 2026 es imposible jurídicamente confluir nuevamente en una Coalición”, aseguró Pizarro.

La idea ya viene rondando en el petrismo desde hace un año. En julio de 2022 el exsenador Gustavo Bolívar también advirtió de un apocalipsis del Pacto si la unión no se da:

“Ante el rotundo fracaso en la entrega de avales por parte del Pacto Histórico y sus partidos, o se unifican las personerías jurídicas en una sola y se definen mecanismos democráticos para escoger candidatos, o desaparecemos”, trinó el excandidato a la Alcaldía de Bogotá.

La idea ha tenido eco en el Pacto Histórico, prácticamente no hay nadie que abiertamente se oponga a la propuesta de partido único. El libreto parece coherente y necesario pero en la práctica el hilo se empieza a enredar.

“Esa es una discusión que estamos viendo cada vez más en las bases (...) ¿Dificultades? Un poco el infantilismo que a veces tienen líderes de izquierda que piensan más en mantener sus feudos en sus partidos pequeños”, apuntó el representante David Racero.

Otro líder del petrismo que prefirió el anonimato señaló que la unificación “facilitaría el diálogo con el Gobierno, con otros partidos y hasta el tema de la financiación. Pero la realidad es que a todos los egos que hay aquí les tocaría ceder su poder”.

Por su parte, el representante Landínez opinó que “lo que le queda al Pacto Histórico es transformarse en un partido único, que lo contempla la ley, es decir, agruparse bajo una sola personería jurídica, ya sea la de un partido ya existente o la de uno nuevo. Pero dentro la coalición e incluso dentro de cada partido hay diferentes tendencias y se tienen que unificar”

La receta uruguaya es la que más seduce a los idealistas del Pacto Histórico que pugnan por la unificación. El Frente Amplio, una coalición gigantesca de partidos de centroizquierda, es el afiche en la pared de varios políticos del Pacto, es el querer ser y hasta han asistido a las convenciones de ese partido para ver cómo es el maní, pero al enfrentar la realidad criolla las expectativas bajan.

“Unidos pero no tanto” parece ser entonces el mantra de varios jefes dentro del petrismo que se aferran a las personerías jurídicas de sus partidos para mantenerse vigentes y poderosos, para no quedarse por fuera del club de los 35 partidos políticos que tiene hoy Colombia. 

¿La luz al final del Pacto es una reforma política?

Una de las primeras reformas que se le enredó al Gobierno fue la reforma política en marzo de 2023, cuando se hundió estruendosamente en la Comisión Primera del Senado. Varios micos condenaron el proyecto que buscaba, entre otras cosas abrir la puerta para que el Pacto Histórico y cualquier otra coalición pudiera ampliar su capacidad. 

Justamente, la norma que amenaza al Pacto con desaparecer pretendía cambiarse pensando en el 2026. La reforma buscaba subir el umbral al 30 por ciento y hasta se propuso eliminarlo. También se impulsó la oportunidad por una única vez que los congresistas pudieran cambiar de partido. Y aunque estas propuestas se hundieron con la reforma, el Gobierno prepara un nuevo intento que aterrizaría en el Congreso en el segundo semestre de este año según conoció CAMBIO.

Aunque hasta ahora se estaría trabajando en un borrador del nuevo proyecto, el objetivo es recoger varias de las ideas que tenía el proyecto antiguo. Eso sí, en esta ocasión se buscarían consensos previos con los partidos incluso de la oposición, que se podrían ver beneficiados con la reforma. Incluso, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras se autoinvitó a ser parte de una eventual subcomisión para construir el texto, como pasó con la reforma a la justicia.

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