
¿Es posible 'despresidencializar' las relaciones entre Estados Unidos y Colombia?
El presidente Gustavo Petro y la secretaria de Seguridad de Estados Unidos, Kristi Noem.
Crédito: Presidencia - Joel González
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¿Llegó el momento de dejar en manos de los expertos de la Cancillería los canales de comunicación entre Washington y Bogotá para evitar malentendidos como el ocurrido con Kristi Noem, secretaria de Seguridad, que pueden tener consecuencias imprevisibles? Análisis
Por: Armando Neira

Los alcaldes de las principales ciudades del país –Bogotá, Medellín y Cali– están muy molestos con el presidente Gustavo Petro por el diagnóstico que propone para enfrentar a los integrantes del Tren de Aragua. “Ellos no necesitan amor”, dijeron. “No son unos incomprendidos; es una red criminal con presencia en varios países, dedicada a delinquir. Su estructura tiene que ser eliminada, de lo contrario, avanzarán por el país tomándose las regiones”.
Si así interpretan los mandatarios regionales el concepto del presidente sobre la vía para enfrentar a esta organización delictiva, que tuvo su origen en la Venezuela de Nicolás Maduro, ¿cuál será su opinión entonces del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su secretaria de Seguridad, Kristi Noem, quienes en palabras textuales los consideran representantes del mismo demonio y por eso los cazan por todo el país para expulsarlos de inmediato?
Por ejemplos como el anterior, y con dos mandatarios que navegan en aguas ideológicas tan distintas y están profundamente convencidos de tener la razón –mientras consideran que el otro está equivocado y lleva a su país hacia un escenario incierto–, ¿ha llegado la hora de 'despresidencializar' las relaciones entre Estados Unidos y Colombia?
Entre los expertos en Colombia hay consenso: con el mundo pendiente de cada decisión del presidente Trump, no es un buen momento para que Petro lo confronte.
Cruce de versiones
Para la muestra, un botón. Petro afirmó que fue malinterpretado por Noem, quien aseguró que, en la reunión que ambos sostuvieron en Bogotá a finales de marzo, el jefe de Estado le dijo que los integrantes del Tren de Aragua eran sus “amigos”.
“Me preguntó qué pienso del Tren de Aragua y le dije la verdad. Hemos tenido una experiencia en Colombia; no sé si se comporten igual en Venezuela o en Estados Unidos, pero en Colombia son unos jóvenes excluidos por la migración forzada”, aclaró Petro.

Estas declaraciones surgieron después de que Noem concediera una entrevista al canal estadounidense Newsmax, de tendencia conservadora, en la que calificó su escala en Colombia –dentro de una gira que también incluyó El Salvador y México– como “controversial”.
“Comenzó con él criticando a nuestro gobierno durante aproximadamente media hora y hablando de cómo los miembros del Tren de Aragua eran incomprendidos, que realmente eran personas que solo necesitaban más amor y comprensión. Habló de cómo algunos miembros del cártel eran sus amigos”, relató Noem.
Que la reunión de más alto nivel que ha tenido Petro con representantes del gobierno estadounidense –que aún no ha cumplido 100 días en la Casa Blanca– termine de esta manera resulta, por lo menos, inquietante.
¿Por qué se llegó a este punto?
La analista Sandra Borda señala que esto es, en parte, resultado de la desinstitucionalización de la política exterior colombiana. Considera que haber prescindido de elementos fundamentales, como una declaración conjunta al término de la reunión, propicia interpretaciones divergentes sobre el contenido del encuentro.

Adicionalmente, dijo a La W que el Gobierno colombiano no cuenta con una estrategia clara para dialogar con su contraparte estadounidense. Estos encuentros deberían servir para tratar puntos concretos de la agenda, definir las posiciones del Estado colombiano y encontrar intereses comunes. En otras palabras, debido a la relevancia de la relación y los temas tratados, estas reuniones deben ser cuidadosamente planeadas y coordinadas. Por su trascendencia y lo que está en juego, nada debe quedar al azar.
“En lugar de eso, el presidente se dedicó a hacer un análisis muy extenso que, desde mi punto de vista, resulta difícil de traducir, lo que derivó en interpretaciones muy distintas de lo que ocurrió en la reunión”, explicó la internacionalista.
El presidente no es un analista
Como están hoy las cosas en el mundo, esto genera un escenario sumamente desfavorable para los intereses de Colombia, pues convierte el episodio en una disputa de versiones. “Estas no son reuniones para que el presidente actúe como analista, sino como jefe de Estado”, agregó Borda.
Una mirada similar ofreció Ildiko Szegedy Maszak, internacionalista y profesora de la Universidad Javeriana. Ella consideró que el Gobierno demuestra de nuevo su falta de evaluación sobre sus posibilidades geopolíticas. “Colombia pretende hacer propuestas que, en este momento, no tienen receptividad en ninguna parte del mundo. Además, carece del poder para imponer este tipo de iniciativas a otros países”, afirmó.

Según la docente, si se tratara de una potencia geopolítica, tal vez podría plantear este tipo de ideas. “Pero, mientras no lo sea, es un error gravísimo, especialmente cuando su principal socio comercial y de seguridad –Estados Unidos– tiene un Gobierno sin ninguna apertura a estas propuestas”.
En este contexto, los mensajes de Colombia hacia Estados Unidos deben ser claros y, en lo posible, breves. Al margen de la veracidad en los argumentos del presidente Petro, sus explicaciones son extensas y ambiguas, lo que da lugar a múltiples interpretaciones.
Los expertos coinciden en que, dadas las actuales circunstancias, estas propuestas pueden percibirse incluso como provocaciones. Con cualquier gobierno esto sería problemático, pero con el deTrump es absolutamente desaconsejable. Incluso países más influyentes que Colombia han sufrido represalias por provocaciones menores. En este entorno, hablar de sentimientos subjetivos como el amor no es un argumento apropiado.
La solución está en casa
Eduardo Pastrana, analista político e internacional, sugirió que la solución está dentro del mismo Gobierno: “La comunicación debe manejarse entre pares: el Departamento de Estado y la Cancillería, las embajadas, y no exclusivamente desde la Presidencia”.

Pastrana destacó que Colombia cuenta con funcionarios altamente capacitados en el Ministerio de Relaciones Exteriores para desenvolverse en contextos tan complejos como el actual. Mencionó, además, al embajador Daniel García-Peña como una figura sensata y formada, capaz de transmitir adecuadamente los mensajes diplomáticos.
Agregó que se deben aprender las lecciones del pasado. La política exterior requiere prudencia, y el presidente debe ejercerla. “Es urgente restringir o controlar su incontinencia verbal”, afirmó.
Este ha sido uno de los principales problemas desde el inicio de esta administración. Muchos expertos en relaciones internacionales lo han señalado repetidamente. El presidente actúa como una rueda suelta en materia de política exterior: no consulta ni se articula con la Cancillería ni con las instituciones responsables. Emite declaraciones improvisadas, sin coordinación. Mientras eso continúe, el problema persistirá.
Petro como Uribe
Petro no es el primero. Con Álvaro Uribe también se observó una presidencialización total en el manejo de las relaciones. “Es indispensable 'despresidencializar' la política exterior y permitir que los canales diplomáticos tradicionales –como la Cancillería, los viceministros y los expertos– asuman ese rol”, dijo Pastrana.
En ese sentido, el único presidente reciente que ha delegado con responsabilidad los asuntos internacionales ha sido Juan Manuel Santos, con la canciller María Ángela Holguín, aseguraron los estudiosos.
Enrique Prieto Ríos, también internacionalista, recordó que las relaciones diplomáticas –bilaterales o multilaterales– están regidas por una regla implícita fundamental: la confidencialidad. Esta evita que terceros con agendas políticas interfieran o afecten las relaciones entre países.
La reunión con Noem se celebró en el marco de la cooperación bilateral en seguridad, por lo que los temas tratados pertenecen al ámbito de la seguridad nacional y deben ser abordados únicamente por un grupo restringido. No deben hacerse públicos. De ahí la importancia de una declaración conjunta, reiteró él. No era una reunión de cortesía sino de una evaluación con uno de los temas que le dieron la abrumadora mayoría a Trump: la seguridad nacional.
El arma de la descertificación
Se dice que el tiempo sana las heridas, pero si la comunicación no se canaliza entre pares institucionales, esta situación, que está en un cruce de versiones, podría escalar y acarrear consecuencias como la descertificación por parte de Estados Unidos, un riesgo latente que seguramente será usado por figuras como Trump y Marco Rubio, actual secretario de Estado.
La analista Borda insistió en la necesidad de generar una estrategia clara para las conversaciones con Estados Unidos. “Debido a los cambios internos que está experimentando ese país, la interacción se ha vuelto cada vez más difícil y desafiante”, afirmó.
¿Llegó Petro a la reunión con la suficiente información de quién iba a tener al frente? Es comprensible que el Gobierno de Petro busque demostrar a la oposición que mantiene interlocución con Estados Unidos, a pesar de las diferencias ideológicas. De ahí su interés en estos encuentros, en los que se valora la simbología: la fotografía, la publicación en redes, el mensaje de cordialidad, añadió Borda.
Eso está bien como punto de partida. Pero si se va a asumir el riesgo de sostener estas conversaciones, es fundamental llegar bien preparado. La relación con Estados Unidos no puede manejarse de forma superficial, solo buscando la imagen o la anécdota.
Si se continúa gestionando esta relación bilateral con base en impulsos personales o la inspiración intelectual del presidente, se seguirán cometiendo errores. Y, con el tipo de gobierno que hoy existe en Estados Unidos, esos errores pueden salir muy costosos.
