¿Se producen las adicciones por falta de afecto, como lo sugirió Petro?

Durante la cumbre sobre drogas, celebrada la semana pasada en Cali, los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y México, Manuel López Obrador, mostraron su voluntad para crear una política diferencial alrededor de la producción, distribución y consumo de drogas ilegales. 

“La política de guerra contra las drogas ha demostrado ser un fracaso. La dinámica de la política llamada guerra contra las drogas (...) ha hecho víctimas a todas las sociedades latinoamericanas de sus consecuencias”, dijo Petro. 

El presidente añadió que el amor era el antídoto contra la adicción: "La droga reemplaza la falta de afecto y la soledad".

¿Puede el amor evitar la adicción? 

Petro ha insinuado en otras oportunidades que contra las adicciones lo único que funciona es transformar la sociedad. 

“Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, de armas, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, más afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y de las nuevas esclavitudes. ¿Quieren menos drogas? Piensen en menos ganancias y en más amores”, aseguró el mandatario durante su intervención en la Asamblea de Naciones Unidas en septiembre del año pasado.

“Decir que los trastornos por consumo de sustancias son asociados a carencias afectivas es reduccionista”, aseguró Gabriel Oviedo, director del departamento de psiquiatría de la Universidad Javeriana. 

De acuerdo con Oviedo, es un avance no culpabilizar a las personas que padecen adicciones. Sin embargo, no se puede reducir la adicción a los afectos pues los componentes que la desencadenan son muchos: genéticos, ambientales, procesos de automedicación, e, incluso, de falta de acceso a condiciones básicas de bienestar para la vida. 

Catalina Gil, consultora independiente en temas de políticas de drogas, seguridad y género, dice que Petro "continúa promoviendo la idea de que toda persona que consume una sustancia psicoactiva lo hace por falta de cariño, de amor, o por estar perdida en el mundo y eso no es así”.

Para Gil, ese discurso impide comprender que la adicción a sustancias psicoactivas tiene múltiples causas, y concluyó que, "de cierta forma, con esos discursos se legitima que la sociedad (incluyendo el personal médico) sienta cierto desprecio y vergüenza por aquellas personas con consumo problemático”.