El anuncio de un remezón ministerial conllevará riesgos, pero también la oportunidad de retomar un rumbo efectivo y estratégico en beneficio del país.
En cualquier gobierno, movimientos sustanciales en el gabinete ministerial son eventos de considerable relevancia. Desde el pasado 14 de junio, tras el anuncio del presidente Petro sobre la intención de hacer cambios en varios de sus ministros, diferentes medios de comunicación han registrado, casi a diario, cábalas sobre los nombres de quienes se van y sus posibles reemplazos.
Al momento de escribir esta columna, no se ha anunciado oficialmente ningún cambio. Más allá de las especulaciones, un remezón ministerial es una oportunidad para que el gobierno salga del ciclo de nombramientos basados en favores políticos y lealtades. Pero también un pase de entrada para recorrer un camino de retos y dificultades.
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“Recordemos que, en el primer trimestre de 2023, Gustavo Petro realizó cambios en nueve de los 19 ministerios”.
Los ministerios no solo son posiciones políticas, sino que también requieren habilidades técnicas y competencias específicas. Cada ministro debe comprender en detalle los retos y oportunidades de su cartera. Las cábalas hablan de cambios en 6 a 10 ministerios de 19 existentes, lo que generará una inevitable curva de aprendizaje que entorpecerá la continuidad y eficacia de la gestión pública y, en particular, del programa de gobierno.
Recordemos que, en el primer trimestre de 2023, Petro realizó cambios en nueve ministerios. Este ajuste abrupto, rompiendo la coalición inicial de gobierno con nombramientos basados principalmente en lealtades políticas, resultó en una ralentización perceptible de la maquinaria gubernamental.
La adaptación de los nuevos ministros a sus respectivas áreas fue un proceso lento, caracterizado por la necesidad de entender políticas en curso, proyectos pendientes y la estructura operativa interna de cada ministerio. Este proceso no es inmediato y demanda tiempo y recursos que restan capacidad de acción y respuesta al gobierno.
Ahora, en 2024, ante la posibilidad de que un buen número de ministros sean reemplazados, este ciclo de cambios continuos plantea serios cuestionamientos sobre la estabilidad y la consistencia de las políticas gubernamentales. Al igual que en una empresa privada, donde la rotación frecuente de altos ejecutivos puede llevar a una disrupción significativa en la operación, en la administración pública sucede algo similar, sino mayor.
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“Nombrar ministros con competencias, habilidades y experiencia específicas para cada cartera es indispensable para garantizar una gestión eficiente”.
Los nuevos ministros, al igual que los vicepresidentes de una empresa, deben familiarizarse con sus funciones, establecer relaciones con sus equipos y entender la dinámica de sus respectivas áreas antes de poder actuar eficazmente.
Es fundamental destacar que, además de la frecuencia de los cambios, la calidad de las personas designadas para ocupar estos cargos es esencial. Nombrar ministros con competencias, habilidades y experiencia específicas para cada cartera es indispensable para garantizar una gestión eficiente.
Sin embargo, si los nombramientos se utilizan como moneda para pagar favores políticos, radicalizar la ideología del gobierno, o buscar aplausos, el resultado será un gabinete ineficaz, incapaz de cumplir con sus responsabilidades y propenso a la corrupción y la ineficiencia.
Hoy, los fracasos en el gobierno brillan más que los aciertos: la corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres es la muestra más representativa, propiciada por haber nombrado a las personas inadecuadas para su dirección. Le sigue de cerca la imposibilidad de concretar políticas y programas palpables para reactivar la economía. Y no se queda atrás el creciente protagonismo de los grupos subversivos armados y la sensación del aumento de la inseguridad en el país.
Es esencial para cualquier gobierno la estabilidad en su estructura de mando para garantizar una ejecución eficiente de sus planes y proyectos. Los cambios abruptos y numerosos en el gabinete no son un signo de fortaleza, sino de una administración en constante reajuste, lo cual reduce su capacidad de cumplir con sus objetivos y responder a las necesidades de la ciudadanía.
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“Gobernar no para las próximas elecciones, sino para las próximas generaciones, es el camino para acertar en los cambios”.
El presidente Gustavo Petro, con este anunciado remezón, tiene la responsabilidad y la oportunidad de liberar a su gobierno de tóxicas lealtades políticas y del radicalismo que lo está acorralando en el mundo de la ineficiencia. Debería asegurarse de nombrar a personas con las capacidades necesarias para cumplir las funciones misionales de sus carteras ministeriales y dejarlos actuar. Ese sería un buen paso para materializar el acuerdo nacional que él tanto reclama para el país.
Gobernar no para las próximas elecciones, sino para las próximas generaciones, es el camino para acertar en los cambios. Solo así podrá reclamar como triunfo de su gobierno avances significativos y sostenibles para el país. Si el presidente Petro quiere tener un gobierno efectivo y con capacidad de concretar sus planes, es fundamental que busque mantener estabilidad en sus altos mandos ejecutivos y que las designaciones se realicen con base en méritos y competencias. Los cambios son necesarios, pero deben ser estratégicos y bien meditados, evitando la percepción de una administración errática e ineficiente.
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