Por qué es mala idea emitir dinero
22 Julio 2022

Por qué es mala idea emitir dinero

Crédito: Yamith Mariño

Hace dos años se hablaba de la capacidad de los más poderosos del mundo de emitir moneda sin consecuencias. Hoy el panorama muestra que no fue tan cierto.

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

En 2020, cuando los confinamientos por la pandemia de coronavirus vaciaron los bolsillos de millones de hogares en el mundo entero, las grandes economías salieron “al rescate” con una serie de medidas que les permitieran a sus habitantes sobrevivir y consumir.

Como las tasas de interés ya estaban en ceros desde la crisis anterior, el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) empezaron a comprar títulos de deuda de empresas y otros productos del mercado de valores para que el dinero siguiera fluyendo por el sistema financiero y no se frenaran sus economías. 

Pero el gobierno de Estados Unidos, además de inyectarles dinero a los mercados, tomó la idea de Japón de entregar dinero a sus habitantes para comprar víveres o pagar los servicios públicos, y empezó a enviar cheques a las casas. El llamado "bono de estímulo" llegó incluso cuando las medidas de confinamiento en los Estados ya habían sido levantadas y era claro que la economía empezaba a recuperarse. 

Las primeras compras de las familias, como era de esperarse, fueron principalmente de alimentos, artículos de aseo y otros bienes básicos para el hogar. Pero con el regreso de la movilidad a las calles, y la vuelta al trabajo, los bonos empezaron a ser usados en compras de bienes como vehículos, televisores, muebles y hasta el arreglo del carro que ya estaba en la casa.

Llegó la factura

Este exceso de liquidez en el mundo, con el tiempo, empezó a pasar factura. Primero, los valores de activos como acciones, inmuebles y los mismos commodities como el petróleo o el gas empezaron a subir de precio porque había más recursos disponibles para comprarlos. 

Más adelante, los hogares empezaron a ver cómo bienes durables como los electrodomésticos, vehículos y hasta los muebles empezaron a subir de precio porque los insumos y bienes terminados que lograban superar los problemas de la cadena logística y llegar a puerto eran escasos y se vendían al mejor postor; pero como mucha gente tenía más dinero, podía comprar.

Con el tiempo, estos costos se trasladaron también a productos mucho más cotidianos, los alimentos, y entonces se dieron cuenta de que la inflación sí estaba subiendo, y que afectaba a todo el mundo –en especial, a los pobres, porque tienen más limitaciones para decidir qué comprar– y que había que hacer algo.

Como si no fuera suficiente, la guerra entre Rusia y Ucrania también tuvo sus consecuencias sobre los precios en el mundo durante los primeros meses. Hoy, precios como el del trigo y otros commodities han empezado a normalizarse, pero la inflación sigue subiendo.

La propuesta de Petro

En Colombia pudo haber sucedido algo parecido. Siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, el entonces candidato Gustavo Petro propuso que el Banco de la República emitiera dinero directamente para que el Gobierno lo distribuyera a las familias más afectadas; pero la experiencia de inflaciones superiores al 30 por ciento vividas hasta la penúltima década del siglo pasado llevó a la junta directiva del Banco de la República a desestimar la idea. 

En cambio, el Banco habilitó otros tipos de compras de títulos en su Tesorería y la reducción del encaje bancario para que los bancos comerciales tuvieran más recursos que ofrecer a los colombianos. Así, a pesar de la inflación que vive el país, esta habría podido ser peor si, además, se hubiera emitido moneda para repartirla entre los más necesitados.

“Todavía hay dudas sobre la persistencia de la inflación. Hay mucha gente que ve indicios de que las expectativas de inflación de largo plazo están reduciéndose, otros ven lo contrario. Eso es difícil de saber, y, de todas formas, la política contractiva iniciada por la FED desde hace unos meses debería eventualmente generar presiones deflacionarias”, dijo Javier Mejía, PhD en economía y profesor de la Universidad de Stanford.

La duda ahora es qué tan rápido deben subirse las tasas de interés y reducirse las compras e inyecciones de recursos en los mercados que han anunciado la FED y el Banco Central Europeo. Los expertos parecen coincidir en que debe ser más estricta que lo que se esperaba hace tres o seis meses. Ambos bancos centrales parecen coincidir, por ahora, por lo menos con sus recientes subidas de tasas.

Mientras suceden estos correctivos, se ha reducido el grupo de impulsores de la teoría monetaria moderna (MMT), que aboga por emitir dinero más allá de la capacidad productiva de un país para estimular la economía. 

“Las presiones en la deuda de países en desarrollo como Sri Lanka y Argentina lo han hecho evidente y todo esto tiene que ver con que el contexto de hiperliquidez en el que estábamos, que permitía niveles extraordinarios de endeudamiento, ha desaparecido porque esa liquidez generó inflación, que es lo que toda la gente razonable pronosticaba que iba a pasar, y que terminó pasando”, concluyó Mejía.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí