Jorgito 41, un representante de víctimas con sangre de victimario
Jorge Rodrigo Tovar es hijo de Jorge 40, el temible jefe paramilitar. Crédito: Wil Huertas/Revista Cambio
Crédito: Cambio/Wil Huertas
A pesar de todas las advertencias, Jorge Rodrigo Tovar salió electo representante a la Cámara por las víctimas del Cesar, Magdalena y La Guajira. La misma región donde su padre, Jorge 40, sembró el terror.
Han pasado 18 años desde el día en que Iván Roberto Duque, Ramón Isaza y Salvatore Mancuso llegaron al Capitolio Nacional vestidos de corbata y echando discursos políticos. Ese día recibieron las ovaciones de un Congreso que ayudaron a elegir en un 35 por ciento. Desde entonces, es mucha el agua que ha corrido bajo el puente. La mayoría de comandantes paramilitares fueron extraditados y ya están de regreso a Colombia. Los que se quedaron en el país ya pagaron sus condenas y hoy están en las calles. Y al Congreso llegó, elegido popularmente y con credencial de víctima, el hijo de uno de los más sanguinarios jefes de las AUC: Jorge Rodrigo Tovar, conocido como Yoyo, de 31 años, lleva los nombres que su padre, Rodrigo Tovar –Jorge 40– usó tanto en la vida civil como en el paramilitarismo. Una condición que, irónicamente, ilustra muy bien lo que este joven representa.
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"A nombre de la paz y la defensa de las víctimas, y con el apoyo del gobierno Duque, se allanó el regreso al Capitolio del hijo de uno de los jefes paramilitares más temidos de Colombia".
“Jorgito Tovar encarna el viejo anhelo de Jorge 40: un proyecto político soportado en dos patas: una estructura económica, nacida desde la entraña de la élite vallenata; y una estructura militar que ejerciera control territorial y social de las áreas estratégicas de la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía del Perijá y el corredor entre Magdalena y Sucre. El nuevo congresista es el hijo del comandante del Bloque Norte de las AUC, un hombre que sembró mucho dolor en los territorios y que consolidó una macroestructura que cooptó todos los espacios sociales, políticos y económicos. Para las víctimas es lamentable que Jorgito los represente cuando su padre no las ha reparado, no ha dicho la verdad y nunca ha pedido perdón”, afirmó un líder social del Cesar que pidió la reserva de su identidad por el temor que infunde el congresista electo y la sombra de su padre.
La primera vez que el país supo de Jorge Rodrigo Tovar fue en 2016, cuando apareció en un evento de pedagogía del Acuerdo de Paz en Valledupar. Ese día se le vio en un acto de reconciliación con el hermano de Simón Trinidad, Jaime Palmera. Desde entonces, cada aparición del hijo de uno de los jefes paras más sanguinarios estuvo asociada al acuerdo. La siguiente información que se conoció es que trabajaba para la Gobernación del Cesar en la oficina asesora en asuntos de paz. Después, y en medio de fuertes críticas, la ministra Alicia Arango lo nombró coordinador del Grupo de Articulación para la Política Pública de Víctimas del Ministerio del Interior.
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"A través de una compañía intermediaria cobran 238 millones de pesos mensuales por el alquiler de un edificio que sirve de sede a la Unidad de Víctimas. La construcción es llamada con picardía la “Torre 40” y había servido antes como sede de otras entidades públicas como el Icetex".
El nombramiento se dio a pesar del reclamo de quienes sufrieron las acciones violentas de Jorge 40, quien comandó parte de las estructuras paramilitares en Cesar, Magdalena, La Guajira, Atlántico y Santander. Jorge 40 confesó más de 600 crímenes, entre ellos 333 masacres, homicidios selectivos o desplazamientos forzados. Por incumplimientos a las víctimas y al compromiso de aportar verdad plena, en 2008 Rodrigo Tovar fue expulsado de Justicia y Paz y extraditado a Estados Unidos. Allí permaneció preso por 12 años. En 2019 en Valledupar y en todo el Cesar empezó a hablarse de su regreso. Rumor que llegó acompañado de homicidios y atentados.
El más sonado fue el asesinato del reconocido pediatra vallenato, Alberto el 'Tico’ Aroca Saad. Abaleado sin motivo conocido en la madrugada del 20 de agosto de 2019 por un desmovilizado del Bloque Norte de la AUC llamado Jaider Hernán Acuña Barrios, quien fue condenado a 54 años de prisión. El sicario jamás reveló la identidad de quien le pagó. Sin embargo, como suele ocurrir en Valledupar, fueron más los rumores que la información. Se dijo que este crimen fue la notificación de que Jorge 40 regresaría a la capital del Cesar a cobrar viejas deudas.
La campaña de Jorgito
Como si el nombramiento del hijo de Jorge 40 en la dirección de víctimas del Ministerio del Interior no hubiera sido suficientemente polémico, la percepción que hay en la región es que Jorge Rodrigo Tovar era el candidato del gobierno de Duque para obtener –y algunos dicen usurpar– la curul de las víctimas. Víctor Hugo Mosquera, director territorial de la Unidad de Víctimas ha sido acusado reiteradamente de parcialidad a favor de Jorge Rodrigo Tovar.
Muchos testimonios lo señalan como promotor de esa candidatura, justamente en los actos de entrega de ayudas del Gobierno nacional. “Reunieron gente en todos los corregimientos de Valledupar y los indemnizaron, a mí me buscaron para decirme que iba a ser indemnizada y sugerían que era parte de la reparación de Jorge 40 por los crímenes cometidos. Así de sencillo, hicieron campaña con las indemnizaciones y con las víctimas del departamento, incluso, fue a través de la entidad que le ubicaron al compañero de fórmula. Quién sabe cómo convencieron a una víctima de su papá, a quien le mataron al compañero y a un hijo para que apareciera en el mismo tarjetón que el Yoyo”, puntualiza una antigua víctima del paramilitarismo.
Aunque los señalamientos han sido expuestos en medios de comunicación nacionales, tanto el presidente, Iván Duque, como el ministro del Interior, Daniel Palacios, han guardado elocuente silencio.
Además, la mamá del candidato, Ana Carolina Vélez, y su abuela, Rosario Salgado, es decir esposa y suegra de Jorge 40, son beneficiarias de un millonario contrato con el Gobierno. A través de una compañía intermediaria cobran 238 millones de pesos mensuales por el alquiler de un edificio que sirve de sede a la Unidad de Víctimas. La construcción es llamada con picardía la “Torre 40” y había servido antes como sede de otras entidades públicas como el Icetex. En ese hecho se excusa el director Mosquera, pero a muchos les llama la atención que una propiedad vinculada a Jorge 40 sirva como cuartel general de la entidad que auxilia a las víctimas. “Es como poner un restaurante vegetariano en Fedegán”, comentó un curioso observador.
Otra representativa víctima de las acciones de Jorge 40 es Imelda Daza, una dirigente de la UP que tuvo que exiliarse por varias décadas por amenazas contra su vida. “No me siento representada por él y espero que la comisión electoral se cuestione esa credencial. No es víctima quien se autodefine como tal. Tiene que haber unas condiciones mínimas. No son víctimas del conflicto quienes tienen relación con grupos armados, y en este caso lo han puesto en cargos públicos para ambientar su condición de víctima. Él dice que es víctima porque le mataron el tío (se refiere a Sergio Tovar Pupo), pero para mi eso no es suficiente, porque fue un ajuste de cuentas entre grupos delincuenciales y lo mataron por la relación que tenía con Jorge 40. Estoy segura de que ninguna de las 320.000 víctimas del Cesar se siente representada por el hijo de un victimario”, afirmó la dirigente de izquierda.
Como sea, Jorge Rodrigo Tovar ganó la elección con 17.457 votos, la votación más alta que haya tenido un representante a la Cámara por la circunscripción especial de víctimas. Tovar se impuso sobradamente en ocho de los 13 municipios. Tres días antes de la elección, 20 candidatos que competían con él decidieron renunciar por falta de garantías. Jorge Rodrigo Tovar fue señalado de comprar votos, desarrollar una campaña ostentosa, de contar con apoyo indebido desde la Unidad de Víctimas del Cesar e incluso de recibir apoyo de los grupos paramilitares que aún hacen presencia en los territorios donde el joven Tovar hizo campaña.
Una de las personas que lo acusa sin temor y poniendo la cara es Claudia Vásquez, quien también fue candidata a la misma circunscripción. “Para nosotros es una afrenta la candidatura de este señor. En el territorio hubo una victoria del paramilitarismo, cuyas estructuras en esta región no se desmovilizaron y, al contrario, se han fortalecido. Jorge 40 no ha contado la verdad, no ha reparado a las víctimas, pero sí logró poner a su hijo de congresista”, explica esta dirigente del Magdalena, integrante del colectivo Hijas e hijos.
Para ella, la candidatura de Jorge Rodrigo Tovar buscaba renovar discursivamente el paramilitarismo. “Esa llegada a la coordinación de víctimas del Ministerio del Interior hizo parte del plan para prepararlo para que llegara a la representación política. Los grupos armados están llegando a las partes altas con el discurso de: queremos la reconciliación y quien se oponga tendrá plomo. La gente nos advirtió que no nos podían recibir, que su vida corría riesgo, que no querían problemas, porque tenían orientación de votar por el hijo del patrón”, agrega esta joven.
Una estructura con ramas
Cambio consultó a dirigentes sociales de diversos municipios de Cesar y Magdalena, que coinciden en definir la candidatura de Jorge Rodrigo Tovar como la muestra de la reactivación del Bloque Norte de las AUC. Muchos de los hombres de confianza de Jorge 40 se han venido posicionando en diversos espacios de poder. Algunos como comandantes de las denominadas Autodefensas Gaitanistas, que empezaron a hacer presencia en la Sierra Nevada desde octubre, según la Defensoría del Pueblo. Es el caso de 5/7, de 6-11 o 115, un excapitán del Ejército a quien también llaman el Guajiro. Todos estos fueron mandos medios de Jorge 40 y han regresado a sus antiguas zonas de influencia.
“Fue una estrategia que se trazó por el sector político y la élite del Cesar que negoció el silencio de Jorge 40 a cambio de la elección de su hijo en el Congreso. Es clara la coincidencia entre el ambiente electoral y el resurgimiento de estas estructuras paramilitares que tienen el mismo modus operandi de Jorge 40. Por ejemplo, el 7 de diciembre convocaron a la comunidad de La Honda, en Pueblo Bello, para que presenciaran el asesinato de un muchacho”, detalló el dirigente popular.
Además de los asesinatos selectivos y ejemplarizantes, la disputa territorial terminó. Los Libertadores de la Sierra (Pachencas) se retiraron y el espacio fue copado por las AGC. “Llegaron imponiendo orden y control social, hacen pequeñas reuniones, imponen toques de queda, dirimen conflictos. Hay cobros de impuestos por vigilancia y seguridad”, denunció otro poblador, quien agregó que desde octubre “empezó la matazón de líderes”.
Otro elemento que entra en escena es el posicionamiento en las comunidades de líderes afines al proyecto paramilitar. Esto ocurrió en la comunidad kankuamo de Atanquez, ubicada en un corregimiento de Valledupar. Allí fue elegido en noviembre pasado como Cabildo Menor, Giovanni Ustariz, quien fue jefe de finanzas de Jorge 40 y se desmovilizó en 2005. Ustaris respondía al alias de Alfredo o el Indio y fue capturado en abril de 2011 por concierto para delinquir y homicidio. “Giovanny estuvo perdido del territorio kankuamo por mucho tiempo. No tiene raíces indígenas pero aquí está fundado. En tiempos de Jorge 40 era el encargado de cobrar extorsiones e impuestos a ganaderos y comerciantes. Por la pandemia llegó como un salvador, a dar mercados, a ayudar a la gente y eso le dio un lugar en la comunidad”, confirmó una fuente de la comunidad.
No parece coincidencia que la llegada de Jorge Rodrigo Tovar al Congreso ocurra al tiempo que se reactiva el accionar paramilitar en las que fueron zonas de influencia de su padre. A nombre de la paz y la defensa de las víctimas, y con el apoyo del gobierno Duque, se allanó el regreso al Capitolio del hijo de uno de los jefes paramilitares más temidos de Colombia.