MexiCali: el auge de los narcos mexicanos en el Valle del Cauca
Los mexicanos se apoderaron del narcotráfico en la región.
Crédito: Yamith Mariño
Tal como lo vivieron a finales del siglo pasado, durante al apogeo de los Rodríguez Orejuela, los caleños sienten ahora la amenaza latente de los carteles mexicanos, que se han adueñado no solo de los cultivos y los laboratorios de coca, sino que se han ido tomando la ciudad imponiendo una nueva cultura traqueta. En los últimos 18 meses, han sido capturados en Colombia 23 mexicanos.
Hace 20 años, tras la caída de los grandes jefes del narcotráfico del Valle del Cauca, Cali experimentó una especie de alivio social, cuando la narco cultura, que impuso un estilo de vida basado en la extravagancia como sinónimo de éxito, entró en declive.
Para profundizar
No obstante, desde hace un par de años los caleños andan preocupados porque el ambiente, otra vez, “se siente cada día más pesado”, dice una fuente que conoce del tema pero que prefiere mantener su nombre bajo reserva por seguridad. Se trata del resurgimiento del narcotráfico, pero esta vez impulsado directamente por capos mexicanos que se han asentado en la región y ya han hecho su presencia más que evidente.
Para profundizar
El fenómeno no es menor. CAMBIO recorrió la ciudad y habló con fuentes confiables que confirmaron lo que ya muchos admiten, pero pocos se atreven a comentar: el asentamiento de capos mexicanos del narcotráfico en Colombia, con especial énfasis en Cali y sus alrededores. Las fuentes saben de lo que hablan, pero exigen a CAMBIO no revelar sus nombres por temor a sufrir algún tipo de represalia.
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“En Rozo (al norte de Cali) y en Jamundí (al sur de Cali) compraron fincas y están viviendo varios ‘’traquetos’’ mexicanos. En Rozo se aposentaron muchos de la organización Los Zetas; y en Jamundí, los de Jalisco Nueva Generación. A esas fincas o mansiones no entra cualquiera. Son famosas en los estratos más altos por el nivel de exclusividad. Por ejemplo, allá hacen unas mega rumbas en las que solo se entra con invitación. No son fincas que estén a la vista, sino que quedan en medio de la jungla”, dice una de las fuentes.
Las rumbas pueden durar días y, según uno de los asistentes, lo obligan a dejar los celulares en la entrada de las mansiones, para que no haya evidencia de lo que adentro ocurre. Las casas suelen estar rodeadas por varios anillos de seguridad.
Otra fuente dice que, incluso, se volvió una especie de moda hacer parte de los círculos sociales en los que mandan los mexicanos, siempre rodeados de hermosas universitarias y de algunos capos colombianos que trabajan para ellos. Esos círculos sociales permanecen los fines de semana en los sitios más exclusivos de la ciudad con ambiente mexicano, a los que tampoco entra cualquiera.
En las redes sociales las mujeres alardean de los lujos que se dan y de sus constantes viajes a México, como si fuera un estatus al que se ha logrado llegar y al que sus amigas deberían aspirar.
Además de las fotos, que CAMBIO se abstiene de publicar por respeto la intimidad, hay otros dos datos que llaman la atención de las fuentes. El primero es el incremento de viajes entre Cali y México, que ha permitido que, desde marzo de este año, Viva Air, Wingo y Avianca, hayan empezado a ofrecer vuelos directos a ese país con rutas como Cali y Cancún y Cali y Ciudad de México. El segundo, es el encarecimiento de la tierra en los alrededores de Cali. Según una de las fuentes, un metro cuadrado en Rozo, que hace apenas seis años se compraba en 30.000 pesos, ahora cuesta 200.000. “Eso lo que significa es que hay gente que está dispuesta a pagar lo que le pidan”.
La explicación, según quienes han vivido de cerca el fenómeno, es que los mexicanos se están adueñando de los cultivos ilícitos que antes eran de colombianos. Contrario a lo que pasaba en los años ochenta del siglo pasado, cuando los capos mexicanos se limitaban a comprar la droga a los colombianos y solo enviaban a alguien de sus organizaciones a verificar la calidad del producto, ahora los carteles de México prefieren instalar a alguien en Colombia para controlar toda la cadena del narcotráfico.
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“Hay dos cosas que cambiaron y de las cuales poco se habla. La primera: si un colombiano quiere droga, se la tiene que comprar a uno de los capos mexicanos, que son los dueños no solo de los cultivos ilícitos sino de las tierras en las que se cultiva. Es decir, ahora los capos caleños son en realidad mandos medios que le compran la droga o trabajan para los carteles mexicanos, que operan desde Colombia y permanecen, sobre todo, en Cali y sus alrededores. La segunda: para encontrar cultivos ilícitos en esta región, no hay que irse hasta el Cauca o Nariño. Con solo ir al corregimiento de Villa Hermosa, en la zona rural de Jamundí, a quince minutos de Cali, se puede conseguir coca y marihuana hidropónica”, advierte otra de las fuentes.
CAMBIO pudo confirmar al respecto que la Fiscalía adelanta una poderosa investigación motivada por la compra de tierras a través de testaferros –en Cali y en sus alrededores– por parte de narcotraficantes mexicanos.
Alianza con las disidencias
Fuentes de Inteligencia le confirmaron a CAMBIO que la Unidad Especial de Investigación Interagencial (SIU) ha establecido el vínculo entre organizaciones mexicanas como Jalisco Nueva Generación y Cartel de Juárez y las disidencias de las FARC, principalmente el Frente Oliver Sinisterra y el Bloque Occidental Alfonso Cano, que tienen principal injerencia criminal en Nariño.
Asimismo, la SIU tiene información de que los narcotraficantes mexicanos estarían adquiriendo propiedades de gran avalúo comercial en Ecuador, principalmente en la ciudad de Esmeraldas, para acceder fácilmente a la nacionalidad ecuatoriana y, después, entrar a territorio colombiano con el propósito de negociar los precios y verificar la calidad de los cargamentos de clorhidrato de cocaína, los cuales serían enviados a México y finalmente a los Estados Unidos.
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“Ecuador se ha convertido en un punto estratégico para estas organizaciones criminales, pues ese país no cuenta con un tratado de extradición vigente con el gobierno de los Estados Unidos”.
Según la Policía, los grandes capos mexicanos buscan adueñarse del negocio del narcotráfico desde el inicio de la cadena de producción. Para esto, muchos de ellos se desplazan hacia Colombia, especialmente a las zonas donde se concentran los cultivos ilícitos. Sin embargo –sostienen– no han podido comprobar que los carteles mexicanos sean ya propietarios de las siembras.
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“Se han identificado miembros de los carteles Sinaloa y Jalisco Nueva Generación en alianzas con el Clan del Golfo en la zona de Chocó y Urabá. De igual manera, en el Cauca, Valle del Cauca y Nariño se han sellado acuerdos con las disidencias”, dicen las fuentes de Inteligencia.
Según investigaciones de la Policía y de la Fiscalía, el principal medio de pago de los carteles mexicanos es el efectivo, pero también las modernas armas, con las que los grupos ilegales colombianos se están dotando.
Entre el 25 de diciembre de 2020 y el 28 de junio de este año, fueron detenidos 23 mexicanos en Colombia, entre ellos Brian Donaciono Olguín, alias Pitt, capturado con fines de extradición en abril, en el barrio Ciudad Jardín, en el sur de Cali, como presunto integrante del Cartel de Sinaloa y quien, al parecer, tenía vínculos con las disidencias de FARC. Según la investigación, tendría negocios de narcotráfico con esos grupos residuales.
Pero los narcos mexicanos vienen por más, según fuentes extraoficiales, la influencia de los narcos mexicanos no se limitará al Valle del Cauca. Están comprando tierras en Caquetá, Vichada y Meta, no toda destinada a los cultivos ilícitos. La estrategia consiste en incursionar en la ganadería para lavar activos.
*Si usted quiere aportar a la investigación, escriba a unidadinvestigativa@cambiocolombia.com