“Escribir libros es una mezcla entre diversión y sacrificio”: Sandro Romero Rey
21 Junio 2025 07:06 am

“Escribir libros es una mezcla entre diversión y sacrificio”: Sandro Romero Rey

Sandro Romero Rey.

Crédito: Manuel Valle.

'El miedo a la oscuridad' es una novela ecléctica, escrita en tres períodos muy distantes entre sí, y en la que Sandro Romero Rey se centra en la misteriosa desaparición de un cineasta caleño para evocar los tiempos del Grupo de Cali, también conocido como Caliwood.

Por: Eduardo Arias

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El primer día del último año del segundo milenio desaparece el cineasta caleño Daniel Vasco y nunca vuelve a saberse nada de él ¿O sí? Ocho años después, su hijo empieza a buscar pistas que puedan dar con su paradero o al menos explicar la causa de su desaparición y encuentra unos relatos escritos por su padre que aportan algunos indicios acerca del misterio.

Esta es, a grandes rasgos, la trama de El miedo a la oscuridad, la nueva novela de Sandro Romero Rey, escritor, director, pedagogo y gestor cultural que se publicó el pasado mes de marzo.

Radicado en Bogotá, profesor del doctorado en Estudios Artísticos de la Universidad Distrital, Romero Rey formó parte del llamado 'Grupo de Cali' que, entre 1971 y 1991 forjó una rica obra cinematográfica y literaria. La novela es, en sus palabras, “una mirada entre divertida y amarga de la contra escena de toda una generación”. Tras la aparición de ¿Qué pasó con Seki Sano?, el escritor regresa con sus espectros de la creación, cada vez más diversos e impredecibles. En la actualidad, Sandro Romero Rey es asesor artístico del Centro Nacional de las Artes y del Teatro Colón. CAMBIO habló con él acerca de su nuevo trabajo literario y su relación con Oraciones a una película virgen, su primera novela.

CAMBIO: A juzgar por las fechas al final (Cardinal 1991, Chapinero 2008-2025) esta novela le tomó mucho tiempo. ¿A qué se debe eso y cómo fue el proceso?

Sandro Romero Rey: En realidad, fue un libro escrito con tres impulsos muy distantes en el tiempo. Cuando me fui a vivir a París en 1990, ya tenía una primera versión de lo que sería mi primera novela, Oraciones a una película virgen (en aquel tiempo se llamaba Historia del pánico). En el 91, casi de un solo impulso, escribí una serie de relatos que se titulaba Pelos, celos y desvelos, en el cual quería hacer un libro similar a una obra de teatro de Schnitzler titulada La ronda, de la cual hay una estupenda versión para el cine dirigida por Max Ophüls. Se trataba de una historia cuya estructura se basaba en que A amaba a B, B celaba a A pero, en el segundo relato, B amaba a C y C celaba a B, para luego seguir con que C amaba a D y D celaba a C. Al final, el último de la pieza terminaba amando y celando a A. Un círculo celoso. Escribí el libro, lo terminé, pero se quedó perdido entre mis papeles. Cuando regresé a Colombia publiqué Oraciones a una película virgen y otros libros de distintos géneros como crónicas, un libro de relatos, ensayos, una novela juvenil. Hasta que, muchos años después, me encontré con los originales de Pelos, celos y desvelos. Intenté publicarlos pero, en aquel tiempo, los libros de cuentos no generaban mucho entusiasmo entre los editores. Así que decidí escribir una novela en la que un joven se encontraba los relatos que había escrito su padre desaparecido. Y los cuentos terminaron siendo capítulos de una novela mucho más amplia.

CAMBIO: ¿Cómo fue ese proceso de escribir en paralelo, es decir, intercalar al narrador hijo con el cuentista padre?

S. R. R.: En realidad, los relatos del padre ya estaban escritos en su totalidad. Lo que escribí en Colombia fue la historia de la desaparición del cineasta Daniel Vasco, inspirado en la desaparición del cinéfilo Jaime Vásquez, padre de tres grandes amigas del mundo audiovisual, a quienes en Cali conocíamos como “las Vásquez”. A ellas les dediqué la segunda edición del libro, cuando ya su padre se dio por perdido. El miedo a la oscuridad fue creciendo y se fue convirtiendo en un proyecto adictivo. Disfruté mucho tejiendo sus distintas líneas. Salió una primera edición en 2008, la cual he revisado y reescrito para su versión definitiva del 2025, que acaba de publicar Seix Barral.

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CAMBIO: En la novela aparecen diversas maneras de abordar el relato. Desde textos muy cercanos a la crónica y reportaje hasta relatos del padre y, sobre todo, ese estilo más… digamos… experimental de los dos capítulos finales. ¿A qué se debe esa diversidad, ese eclecticismo?

S. R. R.: Para mí, escribir libros es una mezcla entre diversión y sacrificio. Creo que le debo mucho, para bien y para mal, a Guillermo Cabrera Infante cuyas obras eran, a todas luces, una fiesta verbal. He intentado plagiarlo por todos los medios, pero ni nací en Cuba ni morí en Londres. Así que he debido inventarme mis propias estrategias para que el roce sea un goce. La estrategia de los dos capítulos finales de El miedo a la oscuridad tiene que ver con la fusión de los dos relatos. Me gusta mucho la idea de una novela que termina escribiéndose a sí misma en la medida en que corren las páginas. Así fue mi libro Anfiteatro (consolación de la pornografía) y, el más reciente, ¿Qué pasó con Seki Sano? En el caso de El miedo a la oscuridad, los cuentos de Daniel Vasco terminan convirtiéndose en premoniciones de su historia, hasta el punto de que sus escritos son, en realidad, la pista para develar el misterio de su desaparición.

CAMBIO: Esa dirección y esa fecha (Cardinal Lemoine, 1991), darían a entender que al menos parte de la novela es contemporánea de Oraciones a una película virgen. ¿Es eso así y, de serlo, qué tan cercanas o lejanas son ambas novelas?

S. R. R.: Los relatos de Daniel Vasco los escribí un poco antes de escribir la segunda versión de Oraciones a una película virgen. Así que, para bien o para mal, un libro es la continuación del otro. Por lo general, los libros escritos en América Latina, al menos los que más me han entusiasmado, son ejercicios de nostalgia. Se refieren a tiempos lejanos. Yo quería escribir sobre el presente. Contar historias en caliente. Ahora, castigo de Dios, son libros pretéritos, sobre fiestas o aventuras de amor y muerte vividas en épocas cada vez más lejanas. Pero por fortuna me da la impresión de que aquella distancia, en lugar de perjudicarlos, les ha ayudado a las dos novelas.

CAMBIO: El cine y el mundo audiovisual están muy presentes tanto en Oraciones… como en El miedo… Sin embargo, la primera es muy festiva (al menos así la recuerdo) y esta parece ser mucho más reflexiva y desencantada. ¿Podría decirse que El miedo... es una mirada de aquellos tiempos de Caliwood con una perspectiva que en cierto modo desmitifica o pone en su sitio esa idea del Grupo de Cali?

S. R. R.: En términos figurados, Oraciones a una película virgen está escrita en la mitad de una fiesta, mientras que El miedo a la oscuridad da cuenta del día siguiente, con los ceniceros llenos de colillas, las botellas rotas y el triunfo mortal de la resaca. De todas formas, yo no quiero ni “desmitificar” ni “poner en su sitio” lo que viví en Cali durante los años 80 porque fueron, a todas luces, tiempos muy felices. Y, como se ha demostrado, fueron trincheras culturales muy importantes para la contracultura colombiana. Ha pasado mucho tiempo, buena parte de mis grandes amigos han muerto y con los demás nos vemos muy poco. Pero estos libros pretenden dar cuenta de una época mucho más significativa de lo que todos creíamos. Escribir sobre “los tiempos aquellos de la filmación” se convierte en un ejercicio de resistencia donde el arte y la creación deberían salir triunfantes.

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