Homenaje a Camila Loboguerrero, una vida dedicada al cine y al audiovisual

Camila Loboguerrero.

3 Noviembre 2024 03:11 am

Homenaje a Camila Loboguerrero, una vida dedicada al cine y al audiovisual

Camila Loboguerrero ya cumplió 83 años de vida. Ha sido una pionera del cine colombiano, oficio que ha desempeñado a lo largo de cinco décadas en las que realizó tres largometrajes de ficción, además de innumerables documentales y trabajos para la televisión. Este domingo recibirá en el Teatro Santander de Bucaramanga el premio Macondo de Honor, que le otorga la Academia Colombiana de Cine para honrar su trayectoria como realizadora cinematográfica.

Por: Eduardo Arias

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En la gala de premiación de los Premios Macondo 2024 que se llevan a cabo hoy 3 de noviembre en el Teatro Santander de Bucaramanga, además de las categorías en competencia, también se otorgarán premios especiales como el Premio Macondo a los Oficios del Cine y el Premio Macondo de Honor, que en esta oportunidad reconoce la vida y obra de Camila Loboguerrero, por su trayectoria en el cine y el audiovisual de Colombia, una pionera y visionaria artista entregada a su oficio como directora, guionista y maestra en diversas universidades.

María Camila Loboguerrero Vergara nació en Bogotá en 1941 y es una una de las mujeres precursoras en los oficios del cine en el país. Estudió Bellas Artes en la Universidad de los Andes y durante tres años enseñó allí Historia del Arte. Tres años después obtuvo una beca del gobierno francés y se instaló en París, donde estudió Historia del Arte (en la Sorbona) y realizó una licenciatura en Cinematografía de la Universidad de Vincennes.

En 1971 regresó a Colombia y comenzó su carrera como cineasta. Dirigió los largometrajes de ficción Con su música a otra parte (1982), María Cano (1990) y Nochebuena (2008); los documentales Ala solar (1976) y Llano y contaminación (1973), así como varios cortometrajes y mediometrajes. Incursionó en la televisión con programas para entidades como Colcultura y Unicef. Además dirigió series de ficción como Cartas a Julia, Si nos dejan y Apartamento de solteras.

Sus trabajos han merecido diversos reconocimientos y selecciones en festivales y recibió la Medalla al Mérito Cinematográfico en Proartes, Cali. CAMBIO habló con ella acerca de su trabajo y sus puntos de vista sobre el cine.

CAMBIO: ¿Qué representa para usted el premio Macondo de Honor mirándolo desde el hoy hacia el pasado?

Camila Loboguerrero: Como es la trayectoria de toda una vida, lo que para mí tiene de emocionante es que lo entregan los de mi oficio. No autoridades civiles, ni eclesiásticas, ni militares, sino personas con las que yo he hecho mi trabajo toda la vida. Es un premio que me hace mirar para atrás y me permite hacer un balance de qué fue lo que yo soñé hacer en la vida y qué tanto lo logré a lo largo de estos 50 años de oficio.

CAMBIO: ¿Cómo ve usted esos 50 años de trayectoria? Porque a usted le tocó una época en que hacer cine era muy duro. En Colombia se rodaban uno, dos largometrajes por año. No como ahora que aparecen 40, 50 películas al año.

C.L.: Por una parte me duelen los 20 años que tuve de hueco entre una película y la otra. Fue muy doloroso el cierre de Focine, del apoyo estatal. Fue una década perdida. Pero al ver ese nuevo nacimiento del cine da mucha felicidad porque ha aparecido mucha gente muy talentosa, propuestas novedosas y posibilidades para tanta gente que es muy satisfactorio y que me alegra mucho que he participado mucho a lo largo de todos estos años en todos esos momentos.

CAMBIO: ¿Cómo fue el cambio de pasar de la película a los medios digitales y qué ventajas y desventajas le ve usted a ese cambio tan abrupto de lo que se llama cine?

C. L.: De mi generación a mucha gente le costó mucho trabajo y mucha gente no lo soportó. Yo tuve la ventaja de que cuando se cerró Focine me metí a la televisión. Esa fue una manera de llegar, a este enorme mundo del audiovisual y me fascinó el video, al contrario de muchos colegas.

CAMBIO: ¿Qué le gustó del tan entonces aborrecido?

C. L.: Me encantó la rapidez con que se ve, se trabaja, la riqueza de lenguajes y no me chocó para nada. Me encanta trabajar en video. Es una calidad distinta, es otro lenguaje, evidentemente y los directores trabajamos muy distinto, pero he estado muy contenta con el video y el digital de hoy en día.

CAMBIO: ¿De sus películas cuántas son en cine y cuántas en digital?

C. L.: Las películas han sido en cine evidentemente y casi todo en 35 milímetros. Comencé a hacer video en 1985. Nochebuena, el último largometraje, es la ironía de la vida, lo hice en cine, en formato súper 16. Luego pasó al vídeo, a 4K y después a 6 K, a no sé cuantas kas más y después volvió al cine y se exhibió en 35 milímetros. Ahora evidentemente está en digital. Es un ir y venir para todos los lados. Los documentales siempre los he hecho en video digital y toda la televisión cultural la hice en lo que antes se llamaba U-mátic de tres cuarto pulgadas y después en Betacam. He pasado por todos los formatos.

CAMBIO: ¿Y cuál película o cuáles películas suyas la dejaron muy contenta por el resultado?

C. L.: Uno siempre añora las cosas que no pudo hacer. Uno quisiera hacer una nueva edición o agregarle algo que le faltó, una siempre quiere seguir interviniendo en una obra hasta que toca parar. María Cano es la película que me sigue dando muchas alegrías, 30 o 35 años después por la recepción que tiene entre su público y sobre todo entre las mujeres. Es una cosa muy bonita, cada 8 de marzo hay alguna organización de mujeres que me pide la copia. Por fortuna ahora RTVCPlay la tiene libre y gratis para todo público, para el que la quiera ver. Es una película que nos sigue diciendo cosas a las mujeres. En ese sentido me trae mucha alegría.

CAMBIO: ¿Alguna la pone triste?

C. L.: Nochebuena me trae mucha tristeza porque es una película que a mí me gusta mucho, me siento muy segura con ella, donde más puedo ver cuánto aprendí y cómo manejaba mejor a los actores y la narración. Es una película muy poco vista, muy poco difundida, que la productora Dynamo tiene tan guardadita como si fuera un tesorito, entonces no hay cómo verla. Eso me da mucha tristeza porque es una película que hice para el público grande, no es una película con la pretensión de romper la historia de cine ni nada de eso. Es una película abiertamente comercial y muy entretenida y que a mi juicio ha sido muy mal exhibida.

CAMBIO: ¿A usted le parece bien ver cine en un receptor de televisión en vez de la pantalla de un teatro de cine?

C.L.: Ahora nuestras películas se ven en este cacharrito (señala un teléfono celular), de manera que nos toca de todo. Uno hace cine para que lo vea la gente. El cine no es para que lo vean los tres amigos, sino la gente. Me parece que a ratos ese en un problema que tiene el cine colombiano, que lo hacemos para festivales de afuera y entonces el gran público no conoce el cine colombiano y eso me da mucho dolor, porque el cine se hace para que lo veamos y para que lo veamos los colombianos.

1988

CAMBIO: ¿Qué directores usted admira o le han servido de guía, de referencia, tanto colombianos como de otros países?

C.L.: De mis tiempos de juventud y madurez mi cine siempre fue el de Francia, porque no en balde estudié allá y viví muchos años en París. He ido un millón de veces, cada vez que puedo. Truffaut es mi director favorito, Goddard que es un pretencioso, pero claro, en las épocas de juventud a uno le gusta lo pretencioso, ahora como que me aburre bastante, aunque adoro varias de sus películas. De más atrás, Jean Renoir. La regla de juego me parece que es la gran película en la que pensé mucho al hacer Nochebuena, que está muy inspirada en esos dos mundos de La regla de juego de Renoir. Hoy en día me ha alejado un poquito de Francia, ya no es esa maravilla que fue en otros momentos.

CAMBIO: ¿Y de Italia? Lo pregunto porque usted tiene cierto aire a Lina Wertmüller. Sólo le faltan las gafas blancas.

C. L.: Adoro las películas de Lina Wetrtmüller, procuré ver todas las que pude. Me parece una vieja genial porque tiene tanta gracia, tanto humor, su personalidad también y sus gafitas blancas. La adoro. Me encanta Visconti, no sé cuántas veces me he visto El gatopardo y el baile maravilloso de Burt Lancaster con Claudia Cardinale en ese vals. Uno siempre piensa en Visconti como referencia máxima de la exquisitez. Y uno siempre está mirando las clases sociales y cómo las contó Visconti, porque eso siempre se le aparece a uno en las películas. En Nochebuena volví a mirar Visconti, cómo es que se cuenta. Uno siempre echa para atrás y mira a los clásicos más que a los de hace un cuarto de hora, que los tiene vivos y en la cabeza. Pero cuando se dice estudiar entonces uno se va a los griegos, se va a Platón, se va a Aristóteles.

CAMBIO: ¿Y de directores colombianos cuáles destacaría?

C. L.: Colombiano… a ver… A mí me parece que la persona que tiene más talento visual y creatividad entre los cineastas colombianos es Ciro Guerra. A mí no me gustan sus guiones, me parece que le faltó un hervor, que le que merecería un buen equipo de guionistas. Ahí me parece que patina, pero la realización, el talento para sus encuadres, para sus mundos, para contar esas imágenes es el mayor en Colombia. Todos queremos tanto lo que hace Víctor Gaviria y lo que hizo Carlos Mayolo a nivel de la dirección de actores. Me parece que Mayolo es el gran director de actores junto a Pepe Sánchez. De las nuevas generaciones me encanta lo que hace Iván Gaona, ese indagar en una región y el espíritu de una región y querer trabajar un cine como de un sitio tan poco contado como son estos Santanderes. Me gustan mucho sus películas, su actitud, su filosofía, todo eso lo conozco porque fue alumno mío en la Universidad Nacional. Le sigo la pista, me gusta ver para dónde va y con qué sale.

CAMBIO: Y ya que habla de las nuevas generaciones, ¿cómo ve el cine que ellos hacen además de Gaona?

C. L.: Me duele mucho de esta generación nueva que son flor de un día. Es una cosa que nos está matando y es que son realizadores de una o dos películas y luego diez años de silencio. Es tal la angustia por descubrir lo nuevo que no dejamos ni un ratico para el que acaba de aparecer. Es decir, el nuevo se agota a los tres años porque descubrimos otro aún más nuevo y botamos a todos los nuevos de antier. Hablo de un montón de nuevos cineastas. Veo que ahora entran es a Netflix. Laura Mora que como que empezaba, y uno decía “¡uy, bueno, veamos a ver esta mujer, qué alegría!”. Pero entró a Netflix y entonces ya no son esas historias personales sino unas series como impersonales en que los actores vienen de cualquier parte del mundo y hacen una especie de colombianidad y ya deja de interesarme.

Los XII Premios Macondo se transmitirán en vivo por TNT, Max y Canal TRO a partir de las 6:30 p.m.

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