‘La salsa vive’: la historia de la música que nació en Nueva York y vive en Cali
18 Mayo 2025 06:05 am

‘La salsa vive’: la historia de la música que nació en Nueva York y vive en Cali

Llega a Colombia el documental ‘La salsa vive’, de Juan Carvajal, cineasta caleño radicado en Nueva York. El estreno de la película en Colombia será el miércoles 28 de mayo en las salas de Cine Colombia del Centro Comercial Chipichape, en Cali.

Por: Eduardo Arias

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La salsa vive es un largometraje documental que celebra la historia, la pasión, el ritmo y la resistencia de la salsa, una música que trasciende fronteras y generaciones. Desde su nacimiento en los barrios de Nueva York hasta su consagración como emblema cultural en Cali (Colombia), La salsa vive relata cómo este género musical transformó y sigue transformando vidas y se convirtió en un puente entre dos mundos. Su director es Juan Carvajal, un cineasta caleño vive desde hace 15 años en Nueva York.

La película cubre cinco décadas de transformaciones tanto de la salsa como de la ciudad en donde este género musical vibra en escuelas de baile, bares y discotecas, en las orquestas, en los bailarines, en los eventos multitudinarios y en cada esquina de barrio.

En la película aparecen, entre otros, Rubén Blades, Henry Fiol, Willie Rosario, Larry Harlow, Celia Cruz y Ángel Lebrón.
Después de su recorrido por festivales, La salsa vive llega a Colombia el 28 de mayo a las salas de Cine Colombia del Centro Comercial Chipichape. CAMBIO habló con Juan Carvajal acerca del documental.

Juan Carvajal
Juan Carvajal.

CAMBIO: ¿Cómo nació la idea de hacer el documental? ¿Qué lo motivó?

Juan Carvajal: La idea nació de una necesidad personal. Crecí en Cali escuchando salsa a todo volumen en cada esquina, en cada celebración, pero nunca me había detenido a preguntarme de dónde venía esa música que forma parte de nuestro ADN. Ya como programador y cineasta en Nueva York empecé a notar una ausencia: la historia de la salsa brava, la que nació en los barrios latinos de esta ciudad, no estaba del todo contada en imágenes, ni mucho menos conectada con lo que sucede hoy en Cali.

CAMBIO: ¿Y cómo fue ese paso del dicho al hecho?

J. C.: Tuve la fortuna de conocer a Larry Harlow y conversar con él largamente sobre lo que fue la salsa en los años 60 y 70 en Nueva York. De esas charlas surgió la idea de hacer una película que contara esa historia. Desafortunadamente, Larry falleció después de la pandemia, y entonces tomé la decisión de ir a Cali a rodar un teaser. Lo que encontré allá fue extraordinario. Ahí la idea se transformó: ya no se trataba solo de contar una historia del pasado, sino de narrar el vínculo vivo entre dos ciudades unidas por la música.

Salsa

CAMBIO: ¿Qué hallazgos logró la investigación para armar la historia de la salsa en Nueva York?

J. C.: El mayor hallazgo fue entender que la salsa fue mucho más que un ritmo: fue un movimiento cultural, político, migrante. La salsa en Nueva York nació del desarraigo, del dolor de los puertorriqueños, cubanos y latinos que llegaron a la ciudad buscando futuro. En medio de ese caos, la música fue su lenguaje común. Y fue también un acto de resistencia. Descubrimos archivos inéditos, historias personales y algo muy poderoso: muchos de esos músicos están vivos, y con ellos sus memorias, su sabiduría, su legado. Por eso, la película no es solo una mirada al pasado, sino un puente con el presente.

CAMBIO: ¿Aún es posible encontrar en Nueva York ecos de la salsa brava de los 60 y 70?

J. C.: Lo que se vivió en los años 70 ya no existe. Los clubes míticos donde los salseros se presentaban han desaparecido, y la ciudad ha cambiado profundamente. La salsa brava como movimiento cultural y social ya no ocupa el lugar central que tuvo. Sin embargo, aún respira en los latinos y migrantes que la mantienen viva: hay eventos durante el verano, encuentros de melómanos, colombianos que buscan cultivar la música con pasión y nostalgia. Vive también en los bailadores, en quienes siguen sintiendo ese ritmo como parte de su identidad. Pero lo cierto es que esos ecos del pasado son solo eso: ecos. En La salsa vive mostramos esa diferencia entre lo que fue y lo que queda. La memoria sigue ahí, como una herida hermosa, pero lo vivido en el pasado ya no se repite.

Relevo

CAMBIO: ¿De qué manera Cali tomó el relevo?

J. C.: Cali no solo tomó el relevo: lo reinventó. Mientras en Nueva York el movimiento fue decayendo por múltiples razones, en Cali la salsa encontró un hogar apasionado, multicolor, resiliente. Lo hermoso es que no se trató solo de escucharla: en Cali se baila, se vive, se enseña, se hereda. Hay escuelas de baile, orquestas juveniles, clubes de coleccionistas… Es una ciudad que tomó un legado y lo volvió suyo, imprimiéndole identidad propia. La salsa vive muestra cómo esa herencia sigue latiendo en los barrios, a veces como salvación, a veces como orgullo, pero siempre como cultura viva.

CAMBIO: ¿La salsa aún sigue siendo dominante en Cali? ¿Cómo ha resistido los sucesivos embates del merengue, el vallenato, la música urbana y la misma salsa-balada?

J. C.: La salsa tal vez ya no sea dominante en términos comerciales, pero sigue siendo central en la identidad caleña. Ha resistido porque no depende de modas. Porque cuando un niño en Siloé aprende a tocar conga, o una joven bailarina dedica su vida a la técnica del estilo caleño, lo que hacen no es seguir una tendencia: están preservando una tradición. La salsa, en Cali, sigue siendo un acto de resistencia. Y en un mundo donde todo es rápido y y desechable, eso es revolucionario. Por eso, aunque otros géneros vengan y vayan, la salsa sigue ahí: viva, fuerte, y nuestra.

CAMBIO: ¿De qué manera logró convocar testimonios de personajes tan relevantes?

J. C.: La verdad, siento que ha sido la providencia la que me ha llevado por caminos generosos. A lo largo de este proceso, me crucé con personas fundamentales para la historia de la salsa, y el proyecto tocó algo en ellos.

CAMBIO: Háblenos de ellos. ¿Cómo se estableció el vínculo?

J. C.: Con el maestro Rubén Blades hubo una conexión muy especial. Ya veníamos trabajando en otro proyecto juntos, y eso generó una relación de confianza y fraternidad. Él no solo me dio su testimonio para la película, sino que además nos permitió usar su música. Su apoyo ha sido total durante todo el rodaje, y le estaré eternamente agradecido.

Rubén Blades.
Rubén Blades.

CAMBIO: ¿Cuáles otros le dejaron una impronta?

J.C.: Con Henry Fiol fue igual de orgánico. Desde el primer momento me abrió las puertas de su casa y de su historia. A raíz de la película nos hemos vuelto muy buenos amigos, y me emociona mucho decir que cuando vio La salsa vive en Nueva York, se conmovió profundamente. El resultado lo sorprendió, y para mí eso ya es un premio. Y bueno… tener en la película al maestro Willie Rosario, a Ángel Lebrón y al gran ‘Dandy’ Rodríguez, que tristemente ya nos dejó, ha sido simplemente inolvidable. Este documental es también un homenaje a ellos, a su legado y a todo lo que representan para nuestra música.

CAMBIO: ¿Qué puede esperar el público del documental?

J. C.: La salsa vive es una experiencia profundamente emocional y musical. No es solo una lección de historia: es una carta de amor a Cali y a su gente. Parafraseando la letra de Las calles, de Rubén Blades —canción que generosamente hace parte de la película—, esta obra está dedicada a “todas las esquinitas bonitas y benditas que nunca se fueron”, a esos rincones que sobreviven a pesar de las adversidades. A Cali va esta película. Es mi eterno agradecimiento a una ciudad que amo y que me formó, a una cultura que late en cada golpe de tambor, en cada paso de baile, en cada voz que resiste. Es un viaje entre Nueva York y Cali, entre lo que fuimos y lo que aún podemos ser. La salsa, como lo muestra el documental, no es solo ritmo: es identidad, resistencia y memoria.

Instagram: @lasalsavivedoc

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