Dago García habló sobre ‘La pena máxima 2’ en tiempos del VAR
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El 25 de diciembre se estrenará en todo el país ‘La pena máxima 2’, una comedia que mira el fútbol desde la óptica de los hinchas más fanáticos. Desde 2001, los tiempos de ‘La pena máxima’, muchas cosas han cambiado, entre ellas la aparición del VAR. Pero la pasión de los hinchas sigue siendo la misma.
Por: Eduardo Arias
En los últimos 25 años, el mundo ha cambiado mucho, pero la pasión por el fútbol es, en la práctica, la misma. Es por eso que, casi dos décadas y media después, Dago García decidió escribir y producir una segunda versión de su muy exitosa La pena máxima, película que en 2001 fue un gran éxito de taquilla. La dirección está a cargo de Mauricio Cruz Fortunato y los protagonistas son Santiago Alarcón y Biassini Segura, a quienes Viña Machado, Martín Karpán, Laura Taylor y Sergio Herrera acompañan. También participan Bernardo García y Álvaro Bayona.
Esta segunda entrega de La pena máxima gira en torno al partido que podría llevar a Colombia al campeonato mundial. Abelardo y Raúl, dos hermanos, están listos para alentar a la selección desde la tribuna. Pero la Fifa decide aplazar el encuentro y la nueva fecha coincide con el día del matrimonio de Laura, hija de Abelardo, quien además se casará con la estrella del equipo colombiano.
Con la esperanza de poder cumplir todos sus compromisos, Abelardo apuesta a que su yerno marcará en el partido un hat-trick (anotar tres goles). ¿Podrán los dos hermanos que 'matrimonio no mate partido' ni viceversa? CAMBIO habló con Darío Armando 'Dago' García, especialista en lanzar películas muy exitosas los 25 de diciembre.
CAMBIO: ¿Cuál fue el motivo de realizar esta segunda parte después de 23 años de La pena máxima y de la versión mexicana de 2018 que dirigió Rodrigo Triana?
Dago García: La idea de hacer una nueva versión de La pena máxima la tenía rondando en la cabeza desde hacía un buen tiempo, pero estaba buscando un momento en el cual el fervor y el sentimiento por la Selección Colombia volviera a los niveles que tuvimos cuando se hizo esa primera versión. Creo que lo que ha estado sucediendo alrededor de este equipo en la eliminatoria y en la Copa América ha creado el ambiente propicio para volver a plantear esta historia de hinchas alrededor del combinado patrio.
CAMBIO: ¿Cuáles retos enfrentaron para traer a 2024 una idea original de 2001? Dicho de otra manera, ¿los códigos del humor han cambiado en estas casi tres décadas?
D.G.: No estoy seguro de que los códigos del humor se afecten tanto por la evolución de la cultura o de la historia como sí sucede en otros géneros. El humor tiene una característica bastante particular que hace que incluso hoy sigamos divirtiéndonos con películas viejas, con comedias viejas, con Moliere, con las comedias de Shakespeare. Sí hubo un reto en el planteamiento de la película, pero tiene que ver más con el desarrollo tecnológico. En la primera versión de La pena máxima todo giraba alrededor de la imposibilidad de los personajes de enterarse del resultado de un partido de fútbol. Dependían de un radio transistor. Hoy, con la interconectividad, con los teléfonos inteligentes, eso resultaría absolutamente inverosímil. También está el tema de la compra de boletas. Esas largas filas para adquirir el ticket son cosa del pasado. En la actualidad las boletas se adquieren por internet. Entonces, aquí el reto era encontrar una anécdota que conservara el espíritu de la primera pena máxima, pero que se enmarcara dentro de esa nueva realidad de la interconectividad y de la revolución digital.
CAMBIO: ¿Cuál es, a grandes rasgos, su disección, por llamarlo de alguna manera, del hincha de fútbol?
D.G.: Para mí el hincha de fútbol es, tanto para bien como para mal, la encarnación de lo irracional. Es bastante curioso que haya gente, y me incluyo, que sufra, que goce, que por momentos haga depender su vida de algo tan abstracto y tan simbólico como un juego de fútbol y como un equipo de fútbol. No creo que la vida práctica y cotidiana de los individuos, en su practicidad, se modifique mucho por pertenecer a un equipo o pertenecer a otro o porque mi equipo gane o porque mi equipo pierda. Pero sí siento que hay algo adentro que reconcilia al hincha con esa otra dimensión no necesariamente racional del ser humano. Creo que venimos de una sociedad donde el elemento racional, desde la modernidad, fue como el deber ser y el parámetro por seguir. Y esa otra dimensión irracional, un poco animal, nunca se ha dejado opacar, nunca se ha dejado aplastar del todo y surge en rituales como la fiesta, el arte y en la adherencia a un equipo de fútbol. Entonces, esa irracionalidad me parece que es el rasgo fundamental del hincha, lo digo tanto para bien como para mal.
CAMBIO: ¿Podría decirse que la manera como se comportan los hinchas de futbol, para bien y para mal, de alguna manera son un reflejo de la sociedad?
D.G.: Es evidente que el fútbol, como manifestación cultural, contiene algo de la sociedad en la cual se gesta. A mí me parece curioso cómo, a veces, los equipos nacionales de fútbol reflejan su cultura. El fútbol brasileño es vistoso, alegre, y a veces pone por encima la pirotecnia que la estrategia. Y cómo el fútbol alemán es excesivamente racional, así como el inglés es de pundonor. El fútbol argentino refleja mucho también su cultura. Por supuesto, los hinchas acompañan ese tipo de perfil. Y creo que además de reflejar una sociedad, el hincha de fútbol también refleja lo que en la actualidad está sucediendo dentro del ser humano y en los diferentes momentos en que se ha manifestado. Como decía anteriormente, es el reflejo de esa lucha interna que todos tenemos entre razón y sentimiento, entre irracionalidad y razón. Creo que refleja el momento concreto que el hincha está viviendo en un instante particular de la vida.
CAMBIO: Desde hace muchas décadas, los estrenos del 25 de diciembre en las salas de cine son como un ritual. ¿Eso se ha mantenido o se ha visto afectado o mermado por la aparición de las plataformas y nuevas posibilidades de consumo del material audiovisual?
D.G.: El cine, a diferencia de la televisión en todas sus manifestaciones, continúa siendo un evento. Cuando se va a un teatro se rompe con la cotidianidad, se entra a un lugar artificial diseñado exclusivamente para ver cine. En la televisión ocurre todo lo contrario. Se ve en la casa y en un electrodoméstico que es el televisor. Por lo tanto, esa condición de evento diferencia al cine de otras formas del audiovisual y, a juzgar por las cifras que hemos tenido nosotros, por ejemplo, con El paseo del año pasado, creo que sigue siendo un plan familiar de vacaciones de épocas de Navidad. Esa naturaleza de evento y esa concordancia que tienen estas cintas en este tono de comedia con el espíritu de los diciembres, que también cambian el mood de la gente. Esperamos que el 25 de diciembre siga siendo una fecha para ir a ver cine colombiano. Hasta el momento lo ha sido y no creo que haya razones para pensar que vaya a dejar de serlo.