
A la Selección: ¡Gracias!
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Sería un pecado olvidarse de esta temporada apasionante que nos dio la Selección Colombia en la Copa América 2024.

La vida no termina aquí, escribió Andrés Escobar, días antes de que lo mataran, después del Mundial de Estados Unidos en 1994. Dijo, también, como una súplica, que no siguiéramos la tentación de mandarlo todo al carajo, olvidando así todo lo lindo. Para honrarlo, deberíamos hacerle caso. Aceptar la frustración, la tristeza, el dolor, la amargura, pasar saliva... y seguir.
Porque no solo la vida no termina aquí, sino que todos estos días fueron hermosos, para muchos, los mejores en años. Otra vez, por la pelota, la ilusión, el baile, la fe, otra vez el orgullo de ponerse la amarilla.
¿Vieron a estos jugadores? ¿Vieron a Lerma exigir hasta la última fibra, salir arrastrado, sin una gota de oxígeno? ¿Vieron como salió de la cancha Jhon Arias, viendo borroso del cansancio? ¿Vieron el milagro que son Davinson Sánchez, Camilo Vargas, Cuesta, Mojica?
Y el esfuerzo de Borré cada vez que entró; ese último balón en el que Mateus dejó el linaje; el hambre con el que entraron Carrascal y Juanfer; y Lorenzo, con su séquito, sufriendo como los más colombianos. ¿Cómo no seguir si todavía tenemos a James?
¿Cómo no seguir si a este equipo lo aplauden, valoran y respetan en todas partes? Es un pecado olvidarse, tan fácil, de esta temporada apasionante. Corresponde, y deja dormir, decirles gracias. Decirnos gracias. Lo volvimos a hacer. Nos levantamos. Nada termina aquí. Ahora somos más fuertes.
