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Café colombiano: ¿cuáles son las nuevas oportunidades para Colombia en el mundo?
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En el contexto global actual, donde no solo influyen las relaciones diplomáticas sino también el cambio climático, existen muchos retos para el sector cafetero. ¿Cómo afrontarlos?, ¿cuáles son las alternativas?
Por: Julia Londoño Bozzi

El pasado fin de semana, el país estuvo varias horas al borde de un ataque de nervios ante el panorama de que Estados Unidos elevara los impuestos a productos de exportación de origen colombiano, como café, flores y frutas.
Fueron horas amargas, que transcurrieron desde el anuncio de Donald Trump hasta que las medidas fueron levantadas, un día después. Desde entonces, el precio del café ha subido, un ajuste que estaba contemplado por la volatilidad el contexto global.
¿Cuál es el contexto global del café? ¿Qué está en juego para Colombia?
El 28 de diciembre, el diario The New York Times publicó un artículo titulado Why coffee prices are soaring (again), que fue actualizado el pasado 3 de enero, explicando que los efectos del cambio climático (sequías e inundaciones) y un aumento en la demanda global, parecen indicar que el café, sobre todo el de especialidad (café de origen, de alta calidad), seguirá subiendo de precio.
José Martínez, director de la Unidad de Cafés Especiales de la Federación Nacional de Cafeteros (CRAFT), coincide en que la caída reciente de la producción cafetera en Brasil y Vietnam ha afectado al mercado, pero afirma que “la demanda total no ha aumentado. Lo que está ocurriendo en el mundo es que ha disminuido la oferta de café”, al ser Brasil y Vietnam los mayores productores en el mundo (Colombia es el tercero).
Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, cerca del 57 por ciento de la producción del grano en el mundo proviene de la variedad café Arábica (variante de café suave de alta calidad), cuyo principal exportador es Brasil. El segundo es Colombia, “con 12,75 millones de sacos de 60 kg producidos en el año cafetero octubre 2023-septiembre 2024”, según datos presentados por Germán Bahamón, gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, a finales de 2024.

Hasta ahora, Colombia ha sorteado los temas de cambio climático con mejor suerte que Brasil, en donde, en estados como Río Grande do Sul, las inundaciones causaron grandes estragos. Cualquier error o amenaza es más difícil de enmendar cuando la recolección se hace en extensiones muy grandes de tierra. En Colombia, la recolección sigue siendo un proceso artesanal.
“Contrario a otros países, si hablamos de café, a Colombia el Fenómeno del Niño no solo no le ha causado daño, sino que le ha servido por sus condiciones geográficas”, dice Gustavo Villota, cofundador de Café San Alberto, marca de café de especialidad que acaba de inaugurar su Templo del Café” cerca de la zona rosa bogotana. “Si el mundo sigue calentándose así –dice–, el que va a quedar acá es solo el café de montaña”.
No obstante, además de la crisis diplomática entre Estados Unidos y Colombia, hay otros retos que enfrenta la industria.
Para Luis Vélez, fundador de Amor Perfecto, arriesgar la relación con el país del norte, que ofrece un mercado que pesa más del 30 por ciento de las ventas, es muy complejo porque habría que redirigir más de 1.300 millones de pesos de las exportaciones que se hacen hoy a esa nación. “Es un mercado al que se accede en los tres días que tarda en llegar un barco desde el puerto de Cartagena a un puerto en La Florida”, dice. Además, señala que tomaría años fortalecer las relaciones comerciales con otros mercados interesantes, como China.
Por otra parte, para Andrés Grazt, director de Operaciones de Café Devoción –una compañía que centra su negocio en el B2B y su propuesta de valor única es la frescura del café–, ese no es un tema álgido, porque Devoción transporta por aire sus cargas de café: “Somos los únicos que lo llevamos en avión, por lo que logramos ofrecer una taza de café que apenas hace diez días estaba en la planta, en el campo”, explica.
Como Brasil y Vietnam abastecen cerca del 60 por ciento de la demanda global de café, Grazt cree que la oferta no va a aumentar y, por eso, la productividad no se va a estabilizar pronto. Para él, los principales retos a los cuales se enfrenta la industria local son la complejidad geográfica, las dificultades de acceso y vías, la inseguridad y que no parece haber relevo generacional en el campo. “Este es un país donde algunos somos empresarios que se volvieron caficultores y otros son caficultores que se han vuelto empresarios”, aduce.
Las oportunidades
Para José Martínez, la consciencia de que no estamos exentos de una crisis generada por el cambio climático ha acelerado la investigación científica del sector cafetero en el país, y le ha permitido avanzar para enfrentar enfermedades y otras amenazas.
Menciona también la oportunidad que hay tras el desarrollo de subproductos del café como energizantes, cold brew y lates fríos, empacados y listos para consumir, con los cuales puede llegarse a generaciones de menor edad. Grazt coincide y revela, por ejemplo, que su área de innovaciones tiene listo un lanzamiento importante de Café Devoción, que ya tiene una patente lista.
Para Villota, el café de especialidad tiene un techo enorme de consumo interno. “Los cafés de alta gama, especializados, suman si mucho el 5 por ciento de las ventas dentro de Colombia –dice–, “pero los colombianos nos pusimos al día en nuestro conocimiento y cultura cafetera a toda velocidad”.
Estados Unidos, al ser el mayor importador de granos de café del mundo y un productor de muy poco café, querrá garantizar abastecerse para suplir su demanda del producto, particularmente de la variedad arábica, en un momento en el que los inventarios se agotan.
Para Vélez, la oportunidad está por la vía de la industrialización e integración del país en la cadena de valor, para dejar de ser exportadores de materia prima: “Como tostador, creo que Colombia tiene un gran futuro, sobre todo en coyunturas como esta, para convertirse en el mayor productor y exportador de café tostado en origen. No podemos seguir permitiendo en el mundo que, entre los diez mayores exportadores de café, en dólares, aparezcan cinco países donde no existe una sola mata de café”.
Finalmente, hay un cambio cultural relevante en el consumo global que resulta atractivo para los países productores de café de alta calidad: el gusto creciente de nuevas generaciones por el café de especialidad.
Grazt menciona que los millennials y las generaciones siguientes, como centennials y, eventualmente, la generación Alfa, apalancan el crecimiento del consumo del café de especialidad en el mundo. “Con ese cambio generacional se moriría el liderazgo del café comercial (de menor calidad) en Colombia”, plantea. Esto, por supuesto, asumiendo que esos nuevos clientes tuvieran la capacidad adquisitiva para pagar un producto que se siente cada vez más como un bien de lujo. Hoy, más del 70 por ciento de sus ventas corresponden al café que venden en sus 'puntos destino': las tiendas exclusivas en Nueva York.

Como parte de este cambio, recientemente se han documentado dinámicas llamativas como las Coffee Parties, fiestas en donde el consumo de café reemplaza el de alcohol. Para Villota, hoy hay una generación que considera trendy tomar café como antes podía ser beber una bebida alcohólica. “Invitar a tomarse un café es una forma de socialización con un nuevo estatus”, dice. Es el café como nueva moneda social.
En un comunicado de prensa del pasado 27 de enero, William Murray, presidente de la Asociación Nacional del Café (NCA por sus siglas en inglés), y Germán Bahamón, recordaron los beneficios del comercio de café entre Colombia y Estados Unidos, y lo que está en juego frente a una tensión de la naturaleza de la que vivimos en días pasados. “Los productores colombianos son los segundos mayores proveedores de café sin tostar (café verde) a los Estados Unidos”, mencionan. Y continúan: “El café es transportado, almacenado, tostado, preparado y vendido en todos los estados y territorios de Estados Unidos, generando 2,2 millones de empleos y 343.000 millones de dólares en actividad económica cada año”. El contexto cafetero global presenta grandes oportunidades productivas, culturales y de innovación, y eso es lo que está en riesgo para la industria local con la tensión bilateral.
