
Una crisis sin precedentes sacude la relación entre Colombia y Estados Unidos. El retiro de embajadores, las restricciones de visas y las acusaciones de complot cruzadas ya impactan el vínculo diplomático más estratégico del país.
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Los miles de millones de dólares en juego por la nueva crisis diplomática con Estados Unidos: exportaciones, inversión y remesas
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La tensión entre los gobiernos de Gustavo Petro y Donald Trump podría pasar de las declaraciones al bolsillo. El deterioro sostenido de la relación bilateral amenaza con golpear exportaciones, inversión, remesas, turismo y hasta la situación migratoria de más de 900.000 colombianos que viven en territorio estadounidense.
Por: Juan David Cano

La crisis diplomática entre Colombia y Estados Unidos, que ya incluye el retiro de embajadores, inminentes restricciones de visas a altos funcionarios y acusaciones de conspiración desde el más alto nivel del Gobierno, amenaza con deteriorar una de las relaciones bilaterales más estratégicas para la economía colombiana. Aunque los canales formales de comercio, inversión y cooperación permanecen abiertos, el nivel de tensión ya representa una señal de alerta para los sectores público y privado del país.
La tensión actual se desató tras la publicación de unos audios por el diario El País, en los que se escucha al excanciller Álvaro Leyva hablar de un supuesto complot para derrocar al presidente Gustavo Petro con ayuda de Estados Unidos. Esto provocó acusaciones directas desde el Gobierno colombiano. En respuesta, el secretario de Estado, Marco Rubio, llamó a consultas al encargado de negocios en Bogotá, John McNamara, por lo que calificó como "declaraciones infundadas". Petro replicó ordenando el regreso del embajador colombiano en Washington, Daniel García-Peña, para informar sobre el estado de la agenda bilateral, pero el impasse escaló: como reveló CAMBIO, el gobierno de Donald Trump inició el retiro de visas a funcionarios de Petro que en el pasado integraron grupos armados.

La sorpresiva medida podría ser apenas el inicio de una serie de sanciones o problemas que podrían resultar en un impacto al bolsillo de empresas y ciudadanos de a pie. Estados Unidos no es un socio más. Es, según las cifras, el principal cliente comercial, el mayor inversionista extranjero, el mayor emisor de remesas y el origen del turismo internacional más representativo en Colombia.
¿Cuánto vale una crisis? Los impactos que Colombia podría sufrir si se rompe su relación con Estados Unidos
En comercio exterior, el vínculo con Estados Unidos representa ya el 31 por ciento de las exportaciones colombianas, con ventas por 4.913 millones de dólares entre enero y abril de este 2025, según el Dane. Más relevante aún es que el 67 por ciento de ese comercio corresponde a bienes no minero-energéticos, que requieren cadenas de valor intensivas en empleo y tecnología.
Una relación comercial que representa un tercio del mercado colombiano y que promueve empleos
No se trata solo de petróleo y carbón; se habla de flores, café, manufacturas, autopartes y productos agrícolas que sostienen miles de empleos en regiones en donde familias de escasos recursos que trabajan para empresas exportadoras podrían ver comprometido su sustento.
Más de 2.000 empresas colombianas dependen hoy de ese mercado. Un deterioro sostenido en la relación pondría en riesgo su competitividad, sobre todo ahora que, desde abril, enfrentan un arancel general del 10 por ciento, impuesto por el propio gobierno de Donald Trump bajo el argumento de proteger su economía ante un déficit comercial récord.

Ese arancel, aunque en teoría tendría un impacto bajo en el 82,7 por ciento de la canasta exportadora, según la Cámara Colombo Americana (AmCham), ya supone una presión directa sobre los márgenes de sectores como confecciones, agroindustria o flores, que históricamente operan con bajos diferenciales de rentabilidad.
Empresas como Sunshine Bouquet o The Elite Flower, que exportaron más de 500 millones de dólares en 2024, podrían ver reducida su capacidad de inversión, ampliación o contratación si el entorno comercial se vuelve más hostil. Más grave aún, el riesgo es que se abran espacios para decisiones más severas, como exclusión del tratado de libre comercio o restricciones fitosanitarias de difícil resolución en un contexto de confrontación política.
Inversión extranjera directa: 1 de cada 3 dólares viene de Estados Unidos
La inversión extranjera directa es otro eje en riesgo. En el primer trimestre de 2025, Estados Unidos representó el 34 por ciento de la inversión recibida por Colombia, con un flujo de 1.080 millones de dólares. Esta inversión está distribuida en más de 15 sectores, incluyendo telecomunicaciones, industria, energía, servicios financieros, comercio y agricultura.

Es decir, se trata de capital estratégico que alimenta crecimiento, tecnología, empleo formal y recaudo fiscal. Un enfriamiento de esa inversión podría implicar la suspensión de nuevos proyectos, el repliegue de fondos institucionales o la relocalización de inversiones en países percibidos como más estables políticamente.
Remesas: el salvavidas económico que llega desde Estados Unidos
En el plano social, las cifras también revelan una vulnerabilidad considerable. El 51 por ciento de las remesas que ingresan a Colombia provienen de Estados Unidos. Solo entre enero y marzo de este año, el país recibió 1.599 millones de dólares desde ese destino, con un crecimiento del 14 por ciento frente al mismo periodo de 2024.
Para muchas regiones, estas remesas representan ingresos familiares superiores al salario mínimo y sostienen el consumo local. Cualquier alteración en el estatus migratorio, laboral o legal de la comunidad colombiana en Estados Unidos –cercana a 928.000 personas según las últimas cifras del gobierno de ese país– tendría un efecto inmediato en esas transferencias.
Turismo, servicios y relaciones consulares: las otras víctimas posibles
De los 1,9 millones de turistas extranjeros que visitaron Colombia entre enero y mayo, 473.397 provenían de Estados Unidos. Es decir, uno de cada cuatro. El cierre de vuelos, el endurecimiento de alertas de viaje o una campaña oficial de desincentivo por parte del Departamento de Estado bastarían para afectar hoteles, restaurantes, operadores turísticos y aerolíneas. En varias regiones, como Cartagena o el Eje Cafetero, esta fuente de divisas es central para la economía local.

No menos importante es el papel que Estados Unidos ha desempeñado en la cooperación internacional con Colombia. Durante los últimos 50 años, ha sido el mayor proveedor de asistencia económica en el hemisferio. Programas de lucha contra el narcotráfico, el fortalecimiento de la justicia, la educación, la transición energética y el desarrollo rural han recibido respaldo financiero, técnico y político de Washington. Si bien estos fondos no están condicionados a la diplomacia de corto plazo, un clima hostil puede desacelerar su implementación o generar reticencia legislativa para su aprobación.
Piden al Gobierno colombiano calmar las aguas
Desde el sector privado, las señales son claras. La Asociación Nacional de Empresarios (Andi) y la Cámara de Comercio Americana han expresado preocupación por el deterioro del vínculo bilateral. Consideran que, en un contexto de desaceleración económica, alto déficit fiscal y baja inversión privada, Colombia no puede prescindir de su principal socio. El llamado ha sido a la mesura, la diplomacia profesional y el respeto institucional, incluso en medio de diferencias políticas profundas.
"Hacemos un llamado respetuoso a que la prudencia, la mesura y la diplomacia guíen las acciones del Gobierno de Colombia en el manejo de su relación con Estados Unidos, especialmente en este momento de evidente tensión bilateral. (...) Las preocupaciones o divergencias entre gobiernos deben ser tramitadas por las vías diplomáticas tradicionales, que permiten la gestión constructiva de desacuerdos sin afectar el vínculo entre nuestras naciones", dijo Amcham.
Por su parte, Bruce Mac Master, presidente de la Andi, dijo: "Al Gobierno colombiano, hay que pedirle responsabilidad y seriedad en el manejo de las relaciones internacionales, especialmente en las relaciones con nuestro principal aliado histórico que han sido Estados Unidos. (...) El Gobierno no puede convertir la relación bilateral en una relación ideologizada, politizada, y, sobre todo, no puede mezclar la política interna de los dos países con la relación diplomática".
