El GEA se mueve: ¿Es el fin de una era o la conservación de un exitoso modelo?
Crédito: Fotoilustración de Kimberly Vega
El GEA se mueve: ¿es el fin de una era o la conservación de un exitoso modelo?
Los dos grandes grupos empresariales destacados que le quedan al Grupo Empresarial Antioqueño anunciaron su separación al desinvertir el uno en el otro para enfocarse en sus negocios tras la salida de Grupo Nutresa del GEA. Lo que viene todavía es incierto en el mercado de capitales, pero su impacto social e identitario parece más claro.
Luego de 46 años, el Grupo Empresarial Antioqueño, conocido como el GEA, llega a su fin como se le conoce hasta ahora. Hace unos días, en una asamblea de accionistas del Grupo Argos, uno de los tres grandes eslabones del GEA, se le autorizó a la junta directiva decidir qué hacer con las inversiones que aún tiene este conglomerado dentro de Grupo Sura, otro de los pilares de la triada que funcionó como reloj suizo durante cuatro décadas.
El GEA se quedó cojo luego de la arremetida que iniciaron el banquero Jaime Gilinski y sus socios árabes en noviembre de 2021, con una avalancha de Ofertas Públicas de Adquisición (OPA) para quedarse con Grupo Nutresa, lo cual consiguieron finalmente luego de un caos empresarial que duró casi año y medio.
Ahora, Sura y Argos se preparan para separar sus negocios al salir de las participaciones accionarias cruzadas entre ellas. Para muchos, es el fin del exitoso modelo que fue el GEA por años, para otros es el inicio de un nuevo capítulo que podría fortalecer con nuevas inversiones a ambas empresas. ¿Qué hay detrás del novelón de las OPA, acuerdo e inversiones entre estas empresas?
El origen del GEA
El Grupo Empresarial Antioqueño no es realmente una sociedad constituida, pero nació en 1978. En realidad, es un cruce accionario entre empresas del departamento que compartían la forma de hacer negocios y comenzaron a comprar acciones entre ellas de manera cruzada. El famoso enroque.
Esto permitió consolidar tres grandes grupos empresariales: Grupo Argos, Grupo Sura y Grupo Nutresa, que anteriormente era la Compañía Nacional de Chocolates. Gracias a ese esquema accionario quedaron amparadas bajo el GEA alrededor de 125 compañías de diferentes sectores.
Parte de la gracia de este esquema es que, por tradición, muchas de estas empresas y otras compañías antioqueñas desde sus inicios estaban compuestas por muchos pequeños accionistas. Son empresas de los antioqueños. Por eso, a lo largo de los años han dolido tanto los intentos de compra de inversionistas foráneos y de otras regiones. Por eso mismo, la disolución definitiva del GEA es casi un golpe a la identidad empresarial del departamento.
En los primeros años del GEA, cuando la economía de Colombia era más cerrada y la competencia se limitaba a los empresarios regionales, la estructura les permitió a las empresas crecer y fortalecerse. Invirtieron en sus industrias, llegaron a ser líderes en cada sector y generaron miles de empleos, incluso en tiempos de dificultad económica, gracias a la diversificación de inversiones que les permitió el mismo enroque.
La estructura del GEA
El Sindicato Antioqueño, que después evolucionó en el GEA, construyó una red de protección accionaria de sus empresas similar al antiguo modelo japonés de los keiretsuh, en un proceso que inició con varios intentos de empresarios externos a Antioquia de comprar algunas de sus empresas, como cuando el desaparecido Jaime Michelsen, fundador del quebrado Grupo Grancolombiano, trató de comprar la Nacional de Chocolates en el siglo XX. Para protegerse, cada empresa del sindicato reunió utilidades, vendió activos improductivos y gestionó sus recursos para comprar acciones de las demás empresas que querían proteger.
Hasta 2022, el modelo funcionaba con participaciones directas e indirectas entre las empresas, estrategias conjuntas de negocio y consejos administrativos conjuntos que garantizaban el éxito del GEA, tal como sucedió por algunas décadas con los keiretsu japoneses, que ya son una estructura del pasado.
Sin embargo, en el caso antioqueño esa estructura de participaciones duró más de cuatro décadas, hasta que Gilinski y sus socios árabes entraron a romper el modelo de los empresarios antioqueños en 2022.
El novelón de las OPA
En la noche del 10 de septiembre de 2021 la historia del GEA se partió en dos. La Superintendencia Financiera informó que el Grupo Gilinski y el conglomerado de los Emiratos Árabes Unidos Royal Group, cercano a la familia real de Abu Dabi, habían lanzado una OPA por Nutresa.
El plan era convertirse en el principal accionista de la compañía de alimentos fabricante de marcas como Zenú, Jet, Sello Rojo, Saltín Noel y Doria. Pero esa oferta de adquisición no fue consensuada, sino una OPA ‘hostil’, como se le llama en el argot de los negocios a este tipo de operaciones en que la sociedad adquirida no está de acuerdo con la compra.
Gilinski y los árabes ofrecieron 38 por ciento más de lo que valían las acciones en el mercado en ese momento. Pero ni Argos ni Sura quisieron ceder. Con ello empezó una guerra accionaria. El banquero lanzó otras OPA, cuatro por Nutresa, tres por Sura y una por Argos, y logró quedarse con 31 por ciento de las acciones de Nutresa y 38 por ciento de las acciones de Sura.
La pelea no solo fue por acciones; también llegó a los estrados judiciales. Gilinski se enfrentó al GEA, había desestabilizado el modelo, y por eso en mayo de 2022 ambas partes se sentaron a negociar y lograron un acuerdo: otro intercambio de acciones. El banquero prometió salir de Sura para quedarse solo con Nutresa.
Así mismo, Nutresa comenzó a sacar sus participaciones de Argos y Sura, y con ello comenzó a desmantelarse el modelo que fue protagonista en el desarrollo social e industrial de Antioquia.
El impacto de esta operación fue tal, que a inicios de este año el gobierno se sentó con Jaime Gilinski y su hijo, Gabriel Gilinski; con Jorge Mario Velásquez, presidente del Grupo Argos; Gonzalo Pérez, presidente del Grupo Sura, y Carlos Ignacio Gallego, presidente del Grupo Nutresa, y emitió un decreto para facilitar el intercambio de las acciones en nuevos procesos como estos y para dar término a este.
En abril de 2024 se lanzó una última OPA que le permitió a Gilinski y sus socios adquirir casi el 100 por ciento de las acciones de Nutresa finalmente.
Un nuevo esquema
Durante los años dorados del enroque, los inversionistas que compraban acciones en una y otra empresa terminaban teniendo inversiones en el sector constructor, de alimentos y financiero, pero hoy el mercado es más sofisticado, los inversionistas internacionales optan por inversiones especializadas, y muchos de ellos diversifican su riesgo acorde a sus preferencias.
“Puede que esta no sea la estructura más atractiva para un inversionista hoy”, dijo una fuente cercana al GEA, quien aseguró que eliminar las participaciones recíprocas hace que las compañías se vuelvan más atractivas para estos inversionistas porque hay más claridad de en qué está invirtiendo cada empresa.
El presidente de Grupo Argos, Jorge Mario Velásquez, publicó un mensaje a propósito de la decisión de ambas empresas de salir de las acciones de la otra y aseguró que la nueva estructura “podría habilitar avenidas de crecimiento de dos compañías más simples”, focalizadas en sus negocios y con un rol más preponderante en el contexto global.
“Consideramos que la simplificación de la estructura accionaria podría convertirse en el principal hito en materia de revelación y transferencia de valor a todos los accionistas de Grupo Argos y estaría en línea con el apetito de los inversionistas globales y la tendencia de los mercados, conservando simultáneamente la esencia de la filosofía empresarial, el impacto positivo sobre los demás grupos relacionados y revelando valor para sus accionistas”, aseguró Velásquez.
¿Qué viene?
Por ahora no se sabe cómo se hará la eliminación de esas participaciones. Las juntas directivas de Grupo Argos y Grupo Sura autorizaron a los representantes de las compañías para eliminar las participaciones cruzadas en las empresas pero no se conoce cómo se eliminarán esas participaciones ni en cuánto tiempo se hará. El objetivo es claro; el cómo, no tanto.
Lo que sí es claro es que no sucederá algo como en el caso de Grupo Nutresa. Es decir, no entrará un agente externo a hacerse con una buena porción de las acciones de Grupo Sura o de Grupo Argos. Por lo que han dejado ver hasta el momento las comunicaciones de ambos conglomerados, las señales están dadas hacia un intercambio de acciones que, en caso de requerir pago de dinero en efectivo, podría financiarse con deuda.
Javier Mejía, PhD en Economía experto en la historia de la élite antioqueña le dijo a CAMBIO que este anuncio solo significará “un cambio en la estructura patrimonial de Sura y Argos, pero a corto plazo no se prevén mayores cambios ni impactos sobre la relación del GEA con Antioquia, es decir, no hay incertidumbre sobre los aportes que las empresas del grupo hacen a actividades sociales del departamento”.
Pero a largo plazo, sí es posible que estas empresas pierdan parte de su identidad local, al recibir nuevas inversiones pero también al avanzar en sus estrategias corporativas. Por ejemplo, Grupo Argos ya es el mayor inversionista colombiano en Estados Unidos pues posee una serie de empresas de la industria cementera en ese país, lo que permite intuir que se expandirá en ese mercado.
Los mismos Grupo Sura y Grupo Argos saben, y han manifestado, que los inversionistas del mercado de capitales y empresarial moderno prefieren invertir en empresas cuyos intereses patrimoniales están enfocados en el propósito de su negocio, en actividades de su mismo mercado, lo que significa que este nuevo capítulo del GEA también le abrirá la puerta a más pequeños y diversos inversionistas.