
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, está ante una disyuntiva con las elecciones del domingo: el fraude o la derrota
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El dilema de Nicolás Maduro: perder o arrebatar
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El régimen chavista luce descolocado frente al optimismo de la oposición y de los millones de venezolanos que creen que, ahora sí, un cambio es posible.
Por: Rafael Croda

Las imágenes de los multitudinarios mítines de la oposición en Venezuela dan la vuelta al mundo a través de las redes sociales como una muestra del momento político que vive ese país de cara a los comicios presidenciales del próximo domingo, en los cuales el chavismo enfrentará a un adversario muy poderoso: el entusiasmo ciudadano.
Nunca en los 25 años que lleva en el poder, el movimiento político creado por Hugo Chávez y hoy encabezado por el presidente Nicolás Maduro, quien busca su segunda reelección consecutiva en el cargo, se había enfrentado a una emoción popular de esa magnitud, una emoción que le es adversa porque refleja, más que un deseo, una convicción: que el cambio es posible.
Ese entusiasmo se volvió patente el pasado martes, cuando el candidato presidencial de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), Edmundo González Urrutia, y la dirigente opositora María Corina Machado, encabezaron un acto de campaña en Maracaibo que congregó a varios miles de personas en la Avenida 5 de Julio.
La muchedumbre concentrada en una de las avenidas más grandes de Venezuela es una fotografía de las encuestas que tienen muchos años de medir el ánimo ciudadano.
Todas coinciden en que González Urrutia aventaja, en un escenario conservador, por entre 20 y 30 puntos porcentuales a Maduro, quien en 11 años de gestión exhibe resultados deplorables en materia económica y social: el Producto Interno Bruto (PIB) se redujo en 71 por ciento en ese lapso y la población en situación de pobreza se ubicó en 2023 en 82,8 por ciento.
“El chavismo sabe que las cifras no le son favorables, pero está por verse hasta dónde quiere llegar frente a esa realidad”, dice el director del Observatorio Electoral de Venezuela (OEV), Ignacio Ávalos.
Según un estudio presentado por la encuestadora Delphos en un foro de la Asociación Venezolana de Consultores Políticos realizado hace unos días, el 72,1 por ciento de los ciudadanos cree que la gestión del presidente, a quien Hugo Chávez designó como su sucesor antes de morir, en 2013, ha sido mala o pésima.
Además, de acuerdo con el sondeo, el 73 por ciento de los venezolanos considera que es necesario un cambio de gobierno e incluso el 8,2 por ciento de los chavistas descontentos con Maduro votarían por González Urrutia el próximo domingo 28 de julio, día de los comicios.
Ignacio Ávalos sostiene que estos datos los conoce tan bien el gobierno, que sus operadores políticos y el aparato electoral del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha violado en esta contienda leyes y normas electorales a un nivel que no se había visto en el país.
“Este es el proceso electoral más irregular en la historia moderna de Venezuela, lo que es mucho decir en un país donde desde hace muchos años estos procesos han estado llenos de irregularidades”, afirmó Ávalos, quien sostiene que eso es un indicador del desconcierto y la preocupación en el interior del chavismo.
El sociólogo y experto en sistemas electorales afirmó que en estos comicios “no hay ley que no haya sido violada por el chavismo porque todo el proceso ha sido diseñado por el gobierno en función de evitar una derrota”.
Y, aun así, los datos de los sondeos y lo que se observa en las calles de las principales ciudades cuando se presentan González Urrutia y Machado, revelan que “las tretas habituales no han sido suficientes”, aseguró el académico.
Fue insuficiente para el régimen inhabilitar a María Corina Machado para inscribirse como candidata presidencial luego de que la dirigente opositora arrasó en las primarias de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) en octubre pasado. Ella apoyó a González Urrutia para ser ungido como candidato y hace campaña con él. Juntos, llenan plazas.
Tampoco le funcionó a Maduro su habitual estrategia de intentar dispersar el voto opositor. En la boleta electoral --en la que el presidente y candidato aparece 13 veces, 10 de ellas en la primera línea– hay varios candidatos de relleno, piezas del chavismo, que nunca levantaron el vuelo y que, por tanto, según indican las encuestas, fallaron en el propósito de minar la candidatura de González Urrutia.
Otra práctica muy socorrida del régimen que le había funcionado en pasados comicios es la de desincentivar la participación de los electores. Si bien el madurista Consejo Nacional Electoral (CNE) le negó la posibilidad de votar a 4,5 millones de electores que migraron al exterior en estos últimos años, los sondeos indican que el 80 por ciento de los sufragantes que permanecen en Venezuela acudirá a las urnas este domingo.
El director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón, señaló que este domingo el mundo será testigo “de una revolución social por un cambio democrático” en la que participarán “al menos las tres cuartas partes de los venezolanos”.
Para Alarcón, “todos los caminos conducen, inevitablemente, a la derrota del gobierno en las urnas y al triunfo de los demócratas.
El control, insuficiente
Los chavistas lucen irritados. Diosdado Cabello, el número dos del régimen, ha dicho que la oposición “manipula al mundo mostrando encuestas (que le dan una amplia ventaja a González Urrutia), pero hasta los gringos saben que el ganador será Nicolás Maduro”.
El mismo Maduro fustigó la semana anterior a los medios internacionales por divulgar esas encuestas y los llamó “sicarios de la mentira”.
Para Ignacio Ávalos, profesor e investigador de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el entusiasmo, el optimismo y la amplia participación ciudadana que se advirtió en los mítines opositores indican que, a diferencia de otras elecciones, la mayoría de ciudadanos cree que, “ahora sí, la victoria es posible”.
Y es que, desde hace muchos años, en Venezuela hay un malestar generalizado por el desabastecimiento de alimentos y medicinas, la corrupción chavista, la hiperinflación y la crisis económica, que se profundizó aún más por las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea al país en 2019, tras las irregularidades de los comicios en los que Maduro se hizo reelegir.
En las cuestionadas elecciones presidenciales de 2018, la abstención fue del 54,63 por ciento, una cifra nunca vista en el país. Según los resultados oficiales, Maduro ganó esos comicios con 6,2 millones de votos, el 67,84 por ciento del total, mientras que el opositor Henri Falcón obtuvo 1,9 millones de sufragios, el 20,9 por ciento.
El director de la encuestadora Delphos, Félix Seijas, dijo que si bien el 80,6 por ciento de votantes está dispuesto a acudir a las urnas este domingo, solo el 48,5 por ciento tiene una probabilidad alta de presentarse a votar, lo que equivale a unos 8,2 millones de electores.
En ese escenario, Delphos prevé que González Urrutia tendría 4,l9 millones de votos, siempre y cuando lo respalden los chavistas inconformes, mientras que 2,9 millones serían para Maduro.
Pero si el chavismo crítico decide no respaldar a la oposición, González Urrutia tendría 4,4 millones de votos y Maduro se mantendría en 2,9 millones.
“En estos dos escenarios la oposición tiene una gran ventaja, de 25 puntos porcentuales en el primer caso, y de 20 puntos en el segundo, lo que parece una diferencia muy difícil de acortar para Maduro”, señaló Seijas.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) reportó 21,3 millones de votantes inscritos para estos comicios, pero según el analista de datos Eugenio Martínez, si se descuentan los migrantes que no podrán sufragar, el padrón se reduce a 16,8 millones de electores activos.
El chavismo, señaló Martínez, ha hecho lo posible por afectar el flujo de electores a las urnas, pero este esfuerzo “parece insuficiente para cerrar la brecha tan amplia entre Maduro y González Urrutia”.
De acuerdo con Seijas, un licenciado en estadísticas y doctor en análisis de datos complejos de la Universidad de Southampton, en Reino Unido, esa brecha es lo que está llevando a Maduro a tratar de infundir temor entre la población.
Hace unos días advirtió que, si no resulta reelecto el próximo domingo, Venezuela podría enfrentar un “baño de sangre” y una “guerra civil fratricida”.
Al mismo tiempo, el gobierno ha desatado una persecución contra la oposición, la cual incluye vandalismo de los paramilitares “colectivos” chavistas contra actos de campaña de González Urrutia, presuntos actos de sabotaje contra María Corina Machado (su vehículo amaneció hace unos días con la manguera de los frenos cortada) y decenas de detenciones.
Según el Foro Penal Venezolano, solo en el transcurso de este mes han sido detenidos 77 dirigentes y activistas relacionados con la campaña de González Urrutia y Machado.
De acuerdo con el director de esa ONG, Alfredo Romero, es “muy preocupante el aumento de la represión a unas horas de las elecciones”.
Los analistas consultados coincidieron en señalar que el panorama es tan crítico para el chavismo, que no debe descartarse una medida desesperada de última hora, como inhabilitar como candidato a González Urrutia por cualquier razón.
Benigno Alarcón consideró que Maduro está en un dilema: “Reconocer los resultados o imponer un fraude por la fuerza, lo que podría originar un conflicto en escalada”.
Para el abogado, especialista en seguridad y maestro en políticas públicas de la Universidad de Maryland, todo dependerá de lo que Maduro y la cúpula chavista evalúen sobre qué escenario tendría un costo mayor para ellos: la salida del poder, o aferrarse al mismo.
Tomado de la Revista Proceso de México
