
Elecciones en España: la extrema derecha avispada
Se aproximan las elecciones en España.
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De cara a las elecciones en España, la extrema derecha está cerca de lograr las mayorías parlamentarias. ¿Qué le cobran a Pedro Sánchez y al PSOE?
Por: Ramón Jimeno

En el único debate cara a cara entre Pedro Sánchez (PSOE) y el retador Alberto Núñez Feijoo (PP) los dos hablaron al tiempo casi todo el show. Era imposible entender lo que decía uno o el otro. Como muchos analistas anotan, en las campañas de España lo raro es que alguien escuche. Si lo hicieran, el PP estaría lejos de constituir un gobierno de extrema derecha con Vox, un partido neofascista. Pero están cerca de lograr la mayoría parlamentaria que les daría el poder a pesar de que las mayorías españolas son de centro izquierda.
A pesar también de la positiva gestión en lo económico y social del PSOE. Las cifras son incuestionables: España tiene la inflación más baja de Europa; la tasa de desempleo más baja de su historia; se mejoraron las pensiones; se controlaron las tarifas de energía por la guerra en Ucrania; se evitó que las capas bajas y medias pagaran los costos de la pandemia; se apaciguó el movimiento independentista catalán y se asumió un liderazgo incuestionable a nivel europeo e internacional.
¿Qué le cobran entonces a Sánchez y al PSOE?
Lo mismo que cobra la extrema derecha alemanda del AfD con el 20 por ciento del apoyo electoral; lo mismo que cobra la extrema derecha en Finlandia, siete ministerios para dejar gobernar; lo mismo que cobra el Freedom Party de Austria que puede ganar en las elecciones del 2024; lo mismo que cobrará Le Pen en Francia y que cobró Giorgia Meloni del Fratelli d' Italia, entre otros partidos de extrema derecha y neo nazis que avanzan por el mundo: el descontento con el modelo de globalización que dejó excluidos a millones de ciudadanos.
Descontentos, sin sueños, sin oportunidades de ver en los años que les queden mejoras sustanciales en sus calidades de vida, prefieren abrazar las locuras de la extrema derecha. Es su castigo a los políticos que los excluyeron. Si no alcanza para todos, hay que destruir todo. Pero en España las cifras oficiales son muy buenas, entonces el descontento es más difícil de explicar. La amplia clase media se queja de los bajos salarios que ahora no alcanzan para pagar arriendos ni las hipotecas elevadas por las altas tasas de interés, o los alimentos que han subido por el desorden logístico pospandemia y por la guerra en Ucrania. El país está mejor, pero la gente está peor. Alguien tiene que pagar por el deterioro.
Algunos analistas consideran que la lectura rabiosa de tanto ciudadano que abraza al neofascismo se debe a la mala comunicación del gobierno. A la falta de empatía de Sánchez dibujado como un ser superior a la media española. A una campaña electoral improvisada y deficiente; a un PSOE envejecido, sin cuadros jóvenes y a espaldas de los jóvenes; a un debate pobre en narrativas, en temas, y dominado por las monumentales mentiras de Feijoo al que no le hace daño ni su relación con los narcos. Las intervenciones del expresidente Zapatero han jugado el mejor rol, advirtiendo con argumentos contundentes y su nutrida experiencia, los derechos que perderán los españoles si triunfa el PP-Vox. Y lo que perderá la Unión Europea; y lo que perderá América Latina cuando echen para atrás las políticas modernizadoras que hicieron avanzar a la paquidérmica Europa y expandir la economía española a sus antiguas colonias.
La extrema derecha trabaja bajo principios unificados en toda Europa. Calca sus mentiras exitosas en todas las campañas, traza un tablero de juego bajo sus propias reglas semánticas y pone a bailar a sus opositores a su arrítmico son. Un iracundo dirigente de Vox se lanza contra un manifestante que exhibe una bandera gay, y esta es la imagen que domina en los medios y redes durante varios días. Así crece como la espuma la extrema. Reniega de la integración global como la madre de todos los males, de la destrucción de los valores de las familias por otorgarles derechos a las mujeres, a gays y a trans; apela a un nacionalismo en el que no creen ni ellos mismos, y tienen todos los fondos que necesitan para inundar las redes con sus mensajes mentirosos. El domingo se verá hasta dónde llega el neofascismo.
