Daniel Samper Ospina
30 Julio 2023 03:07 am

Daniel Samper Ospina

EN LA DETENCIÓN DE NICOLÁS PETRO

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Es verdad que una semana en Circombia equivale a siete años humanos, a tres décadas enteras en la historia de Nueva Zelanda, y lo demuestran las noticias de la que acaba de pasar: Gustavo Bolívar afirma que una persona que hable inglés no le pega una puñalada a nadie; la Procuraduría inhabilita al alcalde de Cartagena; el alcalde de Cartagena emite un ruidito con los cachetes y lanza un insulto; el presidente advierte que no acatará los fallos de la Procuraduría; la procuradora lo acusa de preferir las leyes de afuera, que es su forma  de referirse a los tratados internacionales; el Consejo de Estado tumba la multa a Odebrecht; la Gobernación de Santander compra juegos de parqués a 795 mil pesos; personajes de familias prestantes —porque prestaban plata— resultan salpicados en un escándalo de robo de petróleo: se aliaban con el ELN y hacían cocinados con el crudo, qué paradoja; los congresistas se suben el sueldo —no importa cuándo leas esto—; se reabre la discusión de cuál metro le conviene a Bogotá —no importa cuando leas esto—; Santa Fe pierde un partido fácil en el último minuto —no importa cuándo leas esto—. Y un bronceado y engalanado Armandito Benedetti de barba blanca sube fotos a sus redes sociales en las que asiste al gimnasio y viaja por las playas del mundo, al punto de que uno ya no sabe si se trata del propio Armandito Benedetti o de Gianluca Vacchi.

Cuando los titulares de la semana parecían completos, revienta la noticia más grande del momento: arrestan a Nicolás Petro, a quien acusan de enriquecimiento ilícito y lavado de activos, y a su exesposa, Daysuris Vásquez, la mujer que acusó al hijo sin crianza del presidente, el hijuepetro, para sus enemigos; y los arrestan por haber recibido —presuntamente— dinero de alias el Turco Hilsaca y de alias el Hombre Marlboro: fajos en efectivo que iban para la campaña de su papá, y él, para salvarla de apoyos turbios, supone uno, se inmoló. Y los desvió. He ahí un buen hijo.

La noticia sucede, además, la misma semana en que Daysuris iba a rehacer su vida, así fuera con un congresista (aunque con un sueldo de 43 millones, cualquier congresista resulta un partidazo, sin importar el partido). En efecto, acababa de comprometerse con el representante Juan Manuel Cortés, ni más ni menos de la Liga Anticorrupción, cuota del ingeniero Hernández, rival de segunda vuelta del exsuegro de la dama barranquillera: lo cual significa que en la boda cada uno habría podido rifar su propia liga. 

Qué país. No hay periodista que consiga dar abasto. Todas los noticias son graves, además, pero ninguna es seria. No olvidemos que el origen de este escándalo reventó cuando Nicolás engañó a su exesposa con la protagonista de novela Laura Ojeda, y desde entonces no sabe uno si seguir cada suceso en las secciones judiciales o en las del corazón: “¡Chisme bomba! ¡Apresado Nicolás Petro, Carlitos!”.

Por si faltaran más rarezas, el presidente Petro, generalmente volátil e inflamable en su cuenta de Twitter, actuó con ejemplar serenidad y, a diferencia de Uribe en su momento, en medio del dolor personal ofreció garantías con valerosa estatura institucional, mientras la pareja de nuevos reclusos viajaba de Barranquilla a Bogotá parece que en el mismo avión: porque seguramente el jet privado del fiscal se encontraba en San Andrés, llevando a doña Walfa a una playa o al señor José Manuel Gnecco a una diligencia, y la expareja quizás compartió vuelo en el viaje más tenso del que se tenga memoria: más tenso aun que aquellos trayectos en que el hermano de Duque se le pegaba a los Duque Ruiz sin que encontraran manera de zafarse de él. 

Bienvenidos a otra tragedia familiar. En el inventario de acontecimientos circenses que pueda deparar este episodio, cualquier cosa puede suceder: que, por una confusión, la Fiscalía arreste al otro Nicolás, porque este es el único país del mundo en que el presidente tiene dos hijos que se llaman igual: solo Rodrigo Lara padre quiso someter a su familia a una confusión parecida. Que ante los reclamos del Nicolás inocente, capturen entonces al otro Nicolás y no se deje colocar las esposas aduciendo que ya tiene suficientes. Que, para angustia de los suyos, lo conduzcan a un pabellón de alta seguridad, atiborrado de gente prestante: exalcaldes, exsenadores. Juan Carlos Ortiz, Tomás Jaramillo. Y personajes semejantes. Que reciba la visita de su tío, a quien en la celda lo pica un alacrán. Que Danilo Rueda nombre al alacrán como gestor de paz. Que a los dos meses deba compartir celda con el hijo de Óscar Iván Zuluaga, a quien un juez condena no por sus gestiones como gerente de la campaña presidencial de 2014, sino porque resulta implicado en el robo de petróleo a Ecopetrol: desviaba porciones generosas del viaducto de Caño Limón–Coveñas y las aplicaba como emplastes en la coronilla de su señor padre, luego de constatar que los mechones de los implantes recientes terminaron como la multa de Odebrecht: cayéndose. Que los dos delfines se vuelvan amigos y quemen las horas jugando parqués en uno de los tableros de 795 mil pesos heredado del contratista de la Gobernación de Santander, a quien dejan en libertad por vencimiento de términos. Que, entre tanto, inspirada en su coterránea Aída Merlano, Daysuris consiga una cuerda elástica y gestione una cita odontológica en un consultorio de un piso bajito para que le adelanten un tratamiento si no de conductos, al menos de conductas. Que aparezca en prisión Gianlucca Vacchi. Que Nicolás Petro le venda el parqués y done los 795 mil pesos a la campaña del Hombre Marlboro, increíblemente candidato a la Alcaldía de Maicao. Y que, cuando un juez esté a punto de darles la salida, aprueben la ley anticachos y la pareja deba seguir en la cana. Aunque para canas las de Oscar Iván, que para ese momento volverá a tener pelo gracias a los emplastes de petróleo.

Definitivamente nuestro circo no tiene remedio. No importa cuando leas esto.
 

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