Daniel Coronell
16 Abril 2023

Daniel Coronell

SOLIDARIDAD DE MACHOS

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Esta es la historia de un alto fiscal a quien le gusta justificar delincuentes. Es también la historia de una justicia machista que casi siempre es sorda e insensible ante las víctimas de acoso sexual. Es la triste historia de revictimización que sufren las mujeres que terminan siendo humilladas en los procesos, tratadas como si ellas hubieran hecho algo para merecer lo que les sucede y obligadas a repetir, hasta las lágrimas, las infamias de las que fueron objeto. 


Sin embargo, es también una historia con un final no feliz, pero al menos justo: el acosador sexual que había sido absuelto en primera instancia por un juez, absuelto en segunda instancia por un tribunal superior, justificado por un fiscal delegado ante la Corte Suprema de Justicia, terminó condenado este viernes por la Sala Penal del más alto tribunal de Colombia. Tristemente esta es la primera vez en la historia que la Corte Suprema condena a un acosador sexual. La justicia tiende a ampararlos.

Al menos dos mujeres fueron víctimas del abogado Marlon Farick Rincón Aljuri, secretario general de la Electrificadora de Santander, quien las acosaba sexualmente y las manoseaba.

Sus dolorosos testimonios señalan que prevalido de su poder usaba lenguaje sexualmente explícito y les hacía cosas como esta: “Estoy enviando el fax, él se voltea y me toca la cola tres veces así. Y yo le digo ¿qué pasa doctor? ¿qué pasa? Entonces me dijo: no, no mija, lo que pasa es que el pantalón lo tenía muy sucio y eso queda mal que usted ande por ahí con el pantalón tan sucio por toda la empresa”.

Otro subalterno –hombre– presenció el abuso y la actitud del jefe acosador mientras lo cometía: “Ella empieza a enviar el fax y Marlon se voltea y empieza a hacerme gestos: que el culo de S***, que el culo de S***, que el culo de S***, yo me quedo mirándolo y me hacía gestos con la boca: que el culo, que el culo. En ese momento le cogió la cola y se la sacudió. Entonces ella se alteró muchísimo porque estaba de espalda y le dijo: ‘no doctor, ¿qué le pasa? no lo puedo aceptar, ¿qué es esto?’ y salió llorando de la oficina. Entonces él inmediatamente me voltea a mirar y me hace, o sea que es una loca. Yo no dije absolutamente nada porque él tenía la posibilidad de despedirnos”. 

Otra de sus víctimas narra el vulgar constreñimiento al que diariamente era sometida: “Me decía, usted está buena, tiene buenas tetas, buen culo, usted puede conseguir lo que quiera, usted puede conseguir un ascenso, usted puede conseguir lo que quiera ¿por qué no lo hace?, venga, baje y haga lo que tiene que hacer (…) una mamadita”.

Ella misma tuvo que soportar los actos de exhibicionismo del jefecito: “Me mostró todos los testículos y tenía el miembro pues erecto (…) y que le echara la crema, diciéndome nuevamente que le practicara sexo oral”.

El segundo al mando en la electrificadora les indicaba claramente a sus subordinadas cuál era el camino para tener una carrera exitosa, señalando las partes íntimas de ellas les decía: “Con eso tiene un datafono, ¿por qué no lo utiliza?, usted no es, sino que llegue por delante y por detrás, se voltean y lo pasan y listo ¿cuál es el problema?”.  

La empresa hizo la vista gorda frente a los reiterados atropellos. Cuando una de las víctimas acudió al comité de convivencia, la solución consistió en trasladarla a otra dependencia. Como si el problema fuera ella y no el victimario. Los mecanismos disciplinarios internos no tenían ningún sentido porque la última instancia era el propio acosador Rincón Aljuri.

El máximo directivo de la empresa, Carlos Alberto Gómez, tampoco les prestó atención a los abusos de su segundo como lo relata una de las mujeres: “Lo único que me dijo fue, una vez que yo estuve llorando, que yo estaba haciendo un show mediático”. Es más, una demanda por acoso laboral terminó en conciliación porque el gerente de la empresa dijo que Rincón había reconocido unos errores y había prometido cambiar. 

Cuando ellas acudieron a la justicia se sintieron revictimizadas. Tuvieron que repetir, una y otra vez, las humillaciones y abusos ante hombres fiscales, ante jueces hombres y ante hombres magistrados de tribunal: “Que si yo me metía el dedo, me da pena con todas las personas que están aquí de verdad, me da hasta pena repetir esto, que cada cuánto yo me masturbaba, que cada cuánto me metía el dedo”.

Después de tres años, desde la presentación de las denuncias, el acosador Rincón Aljuri fue absuelto por el Juzgado Doce Penal del Circuito de Bucaramanga que no encontró razón para reprochar su conducta.

Pasaron otros dos años de revictimizaciones, de humillación y exposición de la intimidad de las víctimas, y la Sala Penal del Tribunal Superior de Bucaramanga absolvió nuevamente al jefe.

Cuando el caso llegó a la Corte Suprema en casación, los magistrados encontraron que los testimonios de las mujeres habían sido cercenados y tergiversados en el Tribunal para favorecer al acosador.

Quizás la posición más abyecta e indignante en todo el proceso fue la de Javier Cárdenas Pérez, fiscal tercero delegado ante la Corte Suprema de Justicia. No tuvo problema en conceptuar que cuando el acosador Rincón Aljuri tocaba los glúteos de su subalterna no lo hacía con un propósito libidinoso sino con “animus iocandi”, con el propósito de divertir al otro hombre que presenciaba la escena. En franca justificación del atropello, el fiscal Cárdenas sostuvo “no dejan de ser meros coqueteos, que no son sancionables penalmente”. *

Por fortuna, la Corte Suprema no aceptó su teoría. Con ejemplar ponencia del magistrado Gerson Chaverra, aprobada por unanimidad por la Sala Penal, el acosador Marlon Farick Rincón Aljuri fue condenado a 30 meses de prisión por el delito de acoso sexual en concurso homogéneo y sucesivo. 

Era la pena máxima que le podían imponer de acuerdo con la ley vigente. Como la sentencia es inferior a tres años, el acosador no irá a la cárcel.

* El fiscal Javier Cárdenas es el mismo que pide que la justicia desconozca las pruebas y se precluya a favor de Álvaro Uribe el caso por soborno de testigos y fraude procesal. Esta semana, además, Cárdenas archivó un proceso por injuria y calumnia contra Uribe argumentando que cuando me dijo “extraditable” lo hizo sin “animus injuriandi”. Según el risible fiscal, Uribe no quiso ofenderme.
 

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