¡Arde Bogotá!: así arrasan los incendios los bosques de la capital
25 Enero 2024

¡Arde Bogotá!: así arrasan los incendios los bosques de la capital

Crédito: Cuenta de X de @CarlosFGalán

En la actualidad hay más de 21 incendios activos en varias partes del país: Santander, Cundinamarca, Vichada, Antioquia y Norte de Santander, entre otros. Mientras tanto, en Bogotá, los cerros orientales arden esparciendo una neblina de humo sobre la ciudad. Informe de lo que el fuego está devorando. 

Por: Redacción Cambio

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En los últimos tres días, los bogotanos se han asomado a las ventanas más de lo usual. Una y otra vez levantan la vista, cegados por un sol radiante, para ver las columnas de  humo que se desprenden de los cerros orientales como las fumarolas de un volcán. El último incendio se produjo este miércoles en el cerro de El Cable, cerca de Monserrate. Hasta allá llegaron bomberos de dos estaciones para apagar las llamas por tierra, mientras que por aire dos helicópteros descargaban, una y otra vez, 600 galones de agua sobre la montaña. Hasta el momento, según el alcalde Carlos Fernando Galán, el fuego ha arrasado al menos 12 hectáreas de bosque: unas 18 canchas de fútbol.

El del cerro El Cable no es el único incendio. Este miércoles se presentaron varios en distintos lugares de Bogotá: la quebrada la Vieja, en los cerros orientales;  el relleno de Doña Juana, en Ciudad Bolívar; Entre Nubes, en Usme; el humedal Tibanica, entre Soacha y Bosa, y Timiza, en la localidad de Kennedy. Bogotá, como varias regiones de Colombia, arde aquí y allá debido al fenómeno de El Niño.

Adriana Soto, secretaría de Salud de Bogotá, explica que hay una combinación de factores que han propiciado estos incendios. Los principales son el fenómeno de El Niño y las temperaturas inusualmente altas en todo el país: “Este enero  –dice Soto– , hemos registrado las más altas desde enero de 2018. Esto hace que la vegetación en los cerros orientales y en los distintos puntos de la ciudad, donde hay áreas verdes (cuencas, humedales), estén con condiciones de sequía mucho más propensas a incendiarse”.

El daño ambiental será difícil de remediar. Según el profesor de ecología de la Universidad Javeriana Gabriel Tobón, “recuperar un centímetro de suelo destruido puede durar entre 10 y 20 años, para que cumpla con todas las condiciones de fertilidad que debe tener. Una posibilidad, cuando pase esta temporada, es hacer procesos de restauración ecológica, que también son muy lentos: duran muchos años”.

Para el profesor Tobón, una de las consecuencias más graves es la destrucción de la biomasa y de su estructura: la materia orgánica y en ella sus millones de microorganismos. “El incendio arrasa con todo eso. Destruye la estructura del suelo y contamina las aguas. Es importante que la gente entienda que un incendio es, en esencia, una combustión de la biomasa, lo que produce una cantidad de partículas que contaminan el aire”. 

Los últimos días, al atardecer, una neblina de humo se asienta sobre la ciudad contrastando con el sol color naranja del horizonte. Ese humo se esparce cargado de partículas de dióxido de carbono y óxido nitroso, gases de efecto invernadero que se producen en las combustiones. Los gases, arrastrados por el viento, pueden llegar a 1.000 kilómetros a la redonda. Si desde los cerros orientales el humo se ha esparcido, a Bogotá también ha llegado contaminación desde lugares tan lejanos como la Orinoquia y Venezuela. El impacto en la calidad del aire, pues,  es evidente. La Secretaría de Ambiente indica que el peor deterioro ocurre en el nororiente de la capital. 

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(foto: CAMBIO)

Mientras miles de bogotanos observan desde lejos, tras el tupido bosque de los cerros se queman distintos tipos de vegetación. Como explica María Meza, ingeniera forestal y magíster en manejo, uso y conservación del bosque, hay áreas de pasto, especies invasoras como el retamo espinoso, y bosques de pino y eucaliptos, que son introducidos pero establecidos en el ecosistema.

“Tenemos algunos parches de vegetación nativa, –dice Meza– entonces el efecto varía según el tipo de vegetación, porque la vegetación en el sector al ser andina o altoandina no está adaptada al fuego. Pero el pino y el eucalipto provienen naturalmente de ecosistemas adaptados al fuego y tienen la capacidad de regenerarse después de un incendio. Ahora, el retamo espinoso es una especie que también se promueve por el fuego. Esto es un problema, porque el fuego estimula que el retamo se siga reproduciendo. Es muy grave porque es una especie invasora”.

Para saber más: Cierran todos los caminos de los cerros orientales por incendios en Bogotá

El impacto del fuego sobre los árboles de los cerros depende de qué tan altas han sido las llamas y qué tan largo haya sido el incendio. Si  las llamas son bajas, de uno a tres metros, y el fuego es de baja intensidad, la recuperación será rápida. Pero si el fuego es de alta intensidad, con una llamas muy altas, el impacto será mayor. Para que un árbol muera, explica Meza, se tienen que quemar el 60 por ciento de sus tejidos internos. Por eso es tan determinante apagar cuanto antes un incendio forestal. 

Los cerros orientales, cuenta Meza, son muy vulnerables a los incendios debido, en gran medida, a la acumulación de combustible vegetal que producen, en su mayoría, especies introducidas. Una de esas especies es el  Eucalyptus globulus, un árbol nativo de Australia que alcanza los 50 metros de altura y está adaptado al fuego, lo que le da una ventaja frente a las especies nativas de los cerros de Bogotá. El pino, por sus hojarascas que caen al suelo formando un colchón, es más combustible.

Las áreas colonizadas por estas especies tras un incendio son más propensas a futuros incendios forestales, debido a que producen más material combustible leñoso y de hojarasca, explica Meza. 

incendio

(foto: CAMBIO)

Animales en peligro

El pasado martes, los trabajadores del colegio Nueva Granada vieron regresar del monte a un animal que jamás habían visto: uno de orejas cortas, cola a rayas y una larga trompa negruzca. Era un coatí, un mamífero que habita en las montañas y que bajó de las montañas a la ciudad huyendo del fuego. 

Los incendios en los cerros ponen en peligro a la diversa fauna que los habitan: mamíferos, como zarigüellas de orejas blancas, comadrejas andinas, zorros cangrejeros, cusumbos, ardillas y tigrillos lanudos. Y aves, como mirlas, toches, pava andina, búhos, lechuzas, clarineros escarlata, bababuyes y colibríes.

La experta ornitóloga Loreta Roselli explica que en los cerros “hay muchas especies de aves y cada una es muy diferente. Igual que la vegetación y que todos los organismos, algunas son más sensibles que otros: tenemos unas muy pegadas al suelo, que viven en sitios muy densos. Ellas seguramente van a ser muy afectadas, como el tororoí o comprapan, que son muy tímidos y salen poco”.

Según Roselli, en un incendio como el de los cerros se pierde todo el conjunto de plantas y la estructura de una capa del suelo: una vegetación más alta, varios estratos del bosque, el hábitat de una especie, todas las condiciones que hace que un animal pueda vivir en un sitio. Al perderse el área que habitan, los que sobreviven tienen que desplazarse. “al llegar desplazados a otras zonas, se pueden generar problemas de competencia que no sabemos bien cómo serán”.

Cuando empiece a crecer la vegetación, cuenta Roselli, la estructura no será la misma de antes: donde había vegetación nativa. “Eso tomará muchos años en volverse a reponer, lo cual ocasiona un cambio en la comunidad de animales y de plantas. Quizás habrá más dominancia de retamo, que no es particularmente bueno para muchas especies. Las comunidades de aves pueden ir cambiando: se pierde lo que estaba ahí. Una población se queda como en un bache, luego se pierde hábitat.  Eso no solo afecta lo que está ahí sino lo que la rodea”.

Un aire contaminado: las recomendaciones de la Secretaría

Por el momento el Distrito no ha declarado ninguna restricción para los capitalinos. Si embargo, sí alertó sobre los “picos de contaminación” que provienen de los incendios. Todo esto provoca un peligro evidente para la salud de los habitantes de Bogotá. La Secretaría de Salud recomienda, entonces, no acercarse a las zonas de los incendios, para evitar inhalar el humo. También, llama a cubrirse la nariz y la boca con tapabocas o un pañuelo húmedo.

Aunque el calor en la capital ha llegado hasta los 24 grados,  no es recomendable abrir las ventanas ni las puertas de las casas. La Alcaldía también recomienda cubrir las rendijas de ventilación con trapos húmedos. Todo esto para evitar que ese aire contaminado ingrese a espacios cerrados. Otras sugerencias incluyen evitar los cigarrillos, vapeadores, aspiradoras en el interior de las casas, prender velas o inciensos. 

Debido a la emergencia ambiental, la Secretaría de Salud dijo que las instituciones educativas –colegios y universidades– cercanos a las zonas de incendio, como las ubicadas en los cerros orientales, deben suspender sus actividades presenciales, como ya lo hizo la Universidad Javeriana. Las empresas de la zona también deberían autorizar el teletrabajo. 

Los más vulnerables, como los menores de 5 años, los adultos de más de 60, las embarazadas y aquellas con enfermedades como asma o Epoc, pueden estar bajo un riesgo mayor de afectación. “Asegúrese de que continúen con sus tratamientos prescritos. Evalúe la posibilidad de trasladarlos a zonas no afectadas”, dice un comunicado de la secretaría.

En la noche de este miércoles 24 de febrero, el incendio en Tibanica estaba controlado. Mientras tanto, la Alcaldía montaba Puestos de Mando Unificado en la quebrada la Vieja y en el cerro de El Cable. Allí, apenas el 30 por ciento del incendio está controlado. Mientras tanto, los cerros orientales de Bogotá siguen ardiendo.  

 

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