
‘Gustavo Petro es bueno en lo simbólico, pero tiene que concretar para no fracasar’: Rodrigo Londoño
Rodrigo Londoño Echeverri, presidente del Partido Comunes.
Crédito: Colprensa
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El presidente del Partido Comunes critica la desarticulación del Gobierno de Petro en la implementación del Acuerdo de Paz, expresa la desconfianza que le genera la UNP, dirigida por Augusto Rodríguez, y lanza un mensaje de auxilio ante la implacable persecución emprendida por el ELN contra los excombatientes de las Farc. Entrevista.
Por: Armando Neira

Rodrigo Londoño Echeverri es el presidente de Comunes. A diferencia de los líderes de otras colectividades políticas, él tiene un ojo puesto en las elecciones de 2026, en las que su partido se jugará la supervivencia, y el otro en los dramáticos sucesos que enfrentan a diario. Estos incluyen la lenta y escasa implementación del Acuerdo de Paz, la desarticulación cotidiana entre las distintas entidades del Gobierno de Gustavo Petro en este ámbito y la persecución implacable contra los excombatientes, perpetrada a sangre fría por el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Por si fuera poco, expresa su desconfianza en la Unidad Nacional de Protección (UNP), dirigida por Augusto Rodríguez, cuya labor es garantizarles la vida.
CAMBIO: ¿Cómo evalúa usted el asesinato, en algunos casos en sus propias casas, como ha ocurrido en el Catatumbo, de los firmantes de paz?
Rodrigo Londoño Echeverri: Es una situación espantosa, dramática, desmotivante y peligrosa. Es la consecuencia de la deficiente implementación del Acuerdo de Paz que viene desde gobiernos anteriores.
CAMBIO: ¿Por qué?
R.L.E.: Porque, tras la firma del Acuerdo de Paz, no se siguieron los pasos tal como estaban planteados. Se partía de criterios que exigían su implementación de manera integral y simultánea. Santos no asumió esa responsabilidad y, durante el gobierno de Duque, muchas de las zonas que dejamos quedaron al garete; no les prestó ningún interés.
CAMBIO: ¿Y eso qué significa?
R.L.E.: Que a esas zonas fueron llegando y creciendo los grupos delictivos que vemos ahora.
CAMBIO: ¿Por qué cree que se permitió esto?
R.L.E.: Por una combinación de razones. Su expansión en las regiones se debió a la falta de acción de las Fuerzas Armadas y a que este Gobierno, el del presidente Petro de buena fe y en su intento de alcanzar la paz total, les dio respaldo político, lo que los envalentonó.

CAMBIO: Pero, ¿por qué perseguirlos a ustedes para matarlos?
R.L.E.: Porque para ellos somos sus enemigos, la prueba de que, si se implementa el acuerdo y nos mantenemos firmes, como lo estamos haciendo y lo haremos, la paz sí es posible y vale la pena. En contraste, ellos buscan demostrar que nuestro proceso ha sido un fracaso.
CAMBIO: Los focos están puestos en el Catatumbo, pero, ¿hay otras regiones del país donde se persiga a firmantes de paz?
R.L.E.: Sí, en varias regiones. En el Meta, la situación es bastante difícil. Hay combates muy cerca de la Nueva Área de Reincorporación (NAR) Simón Trinidad, un espacio de reincorporación en el municipio de Mesetas. Los muchachos han recibido amenazas, por lo que los desplazamientos son inminentes.
CAMBIO: ¿Por qué tienen que salir corriendo? ¿El Gobierno no los protege?
CAMBIO: ¿Cómo pueden enredarse en un tecnicismo de si es un ETCR o una NAR, cuando está en riesgo la vida de los firmantes?
R.L.E.: Así es. A esta NAR llegaron muchos de los prisioneros liberados con el proceso de paz para iniciar su reincorporación. Algunos se han desplazado a otras regiones. Es un grupo considerable que quiere trabajar en la implementación de proyectos productivos.
CAMBIO: A propósito del NAR Simón Trinidad, ¿no está en Mesetas, donde también estaba el ETCR Mariana Páez, del que tuvieron que huir por las amenazas del Estado Mayor Central de las disidencias?
R.L.E.: Así es. Es un drama inmenso. Los excombatientes huyen con sus esposas, hijos y los pocos enseres que pueden llevar. Esa es la parte más triste. Hemos tratado de que las instituciones del Gobierno comprendan la necesidad de organizar un traslado adecuado. Si las personas deben abandonar sus proyectos, al menos deberían poder reubicarse en un sitio donde puedan empezar de nuevo.

CAMBIO: En esta huida, en busca de otro espacio para volver a empezar, ¿han recibido la ayuda suficiente del Gobierno nacional?
CAMBIO: ¿Cree usted que todas las personas dentro del Estado entienden la importancia de la implementación del Acuerdo de Paz?
R.L.E.: Hay quienes tienen muy buena disposición, pero también hay otros que no comprenden el Acuerdo ni la importancia de su implementación. Las instituciones no deberían depender de la voluntad de cada funcionario. Si no hay un avance conjunto, el objetivo no se alcanzará.
CAMBIO: ¿Hasta qué punto cree usted que el presidente Petro es responsable de esta situación?
R.L.E.: Este proceso es como una serie de vagones que necesitan una locomotora que los impulse en una misma dirección. Desafortunadamente, el presidente Petro no ha entendido que esto es imprescindible.
CAMBIO: Desde su perspectiva, ¿el grueso de los firmantes continuará cumpliendo sus compromisos?
R.L.E.: Por supuesto que sí. Es un hecho. Todos están decididos a mantenerse firmes, pero se necesita un respaldo integral de las instituciones, y este, en ocasiones, es insuficiente. Estamos acostumbrados a resistir. Sin embargo, es muy triste ver cómo se pierde todo el esfuerzo. Los niños sufren en estas situaciones, al igual que las mujeres en gestación. Son dramas humanos que, en cualquier caso, afectan la moral y el ánimo.
CAMBIO: ¿Por qué cree que el Gobierno del presidente Petro, que dice ser progresista, no ha impulsado como se debe la implementación del acuerdo?
R L.E.: Este Gobierno ha manifestado su voluntad de paz. Creemos en ello, en su compromiso con la aplicación rigurosa del Acuerdo. Sin embargo, lamentablemente, no ha sido capaz de articular –vuelvo y reitero– esa arquitectura que tiene el Acuerdo, la cual en algunas ocasiones ha sido menospreciada.

CAMBIO: ¿Puede dar un ejemplo?
CAMBIO: ¿Cómo ve la gestión del presidente Petro en los temas relacionados con ustedes?
R.L.E.: Uno no quisiera hacer críticas de este tipo públicamente, pero sí se lo hemos dicho a él en las reuniones. Siempre hemos sido sinceros en señalar lo que consideramos que no se ha hecho bien. Por ejemplo, la manera en que se iniciaron los diálogos con ciertos grupos armados, a los que se les dio oxígeno político sin establecer realmente cuáles eran sus verdaderas intenciones. Esto ha enredado la implementación y, en todo caso, no se ve una estrategia clara. El Gobierno es bueno en lo simbólico, pero necesita concretar.
CAMBIO: La falta de implementación genera otras situaciones, como el bloqueo vivido esta semana en la vía Bogotá-Girardot, que produjo trancones de hasta 20 kilómetros por parte de los firmantes de Icononzo, a quienes tampoco se les ha cumplido. ¿Hacia dónde vamos con este escenario?
R.L.E.: Siempre insistimos en esa pregunta, porque, aunque en este Gobierno hemos avanzado en temas importantes como el de las tierras, muchas veces se queda en un acto simbólico. Es decir, hemos visto al Gobierno ir a las regiones y decirles a las comunidades: “Esto va a ser de ustedes”, pero luego falta el papeleo, la legalización y, también muy importante, el apoyo para arrancar procesos productivos que permitan a la gente orientar su vida en función de la producción agrícola o pecuaria. Ahí es donde nos enredamos en una serie de trámites burocráticos, inconsistencias de algunos funcionarios y falta de voluntad en ciertos casos. El Gobierno debe trabajar de manera integral y simultánea. Necesitamos esa locomotora que impulse todos los vagones.
CAMBIO: Usted y los combatientes entregaron las armas hace ocho años. En este tiempo, ¿cuántos de ellos han sido asesinados?
R.L.E.: Es muy doloroso. Esa cifra la estamos actualizando constantemente. Ya superamos los 460.
CAMBIO: Al ver este aumento de asesinatos, ¿ha pensado en algún momento que no debieron firmar el Acuerdo de Paz?
R.L.E.: Es una pérdida enorme, pero no es motivo para decir que nos equivocamos. Creo que, si hubiéramos seguido en la confrontación, estaríamos igual que esas bandas delincuenciales que siguen en armas. Estoy seguro de que los muertos se habrían multiplicado por tres o cuatro.

CAMBIO: ¿Cuántos miembros de lo que fueron las Farc se han devuelto y han retomado las armas?
R.L.E.: No tengo una cifra exacta, pero el número es marginal. Los que se apartaron inicialmente fueron muy pocos. Quienes se fueron con Gentil y con Mordisco, que fueron los que quedaron al margen en un principio, no superaban los 150 hombres. Lo mismo ocurrió con quienes se unieron a Iván Márquez y Santrich: también fue un grupo reducido.
CAMBIO: ¿Pero esos grupos han tenido un crecimiento enorme?
CAMBIO: El motor de la guerra en Colombia es el narcotráfico. Con la implementación del Acuerdo, ¿este habría bajado?
R.L.E.: Sí. Le doy un ejemplo, el Penis, en el que estuve muy cerca cuando se hizo en La Habana. En esos días, me reuní con más de 30 líderes cocaleros del país, quienes pasaron tres días produciendo insumos para la mesa de negociación. Hicimos un cálculo: si el programa se implementaba tal como estaba planteado, ¿en cuánto se reduciría la producción de hoja de coca en el país? Coincidimos en que la reducción sería del 70 por ciento. Si ese programa se hubiera implementado correctamente, la situación en Colombia sería otra.
CAMBIO: ¿De quién es la responsabilidad?
R.L.E.: En el gobierno de Duque no se hizo y las hectáreas cultivadas aumentaron. En este Gobierno llevamos más de dos años y tampoco se han hecho los ajustes necesarios –porque, claro, ningún plan es perfecto, pero las bases estaban sentadas–, hoy podríamos haber erradicado el 70 por ciento de la hoja de coca del país. Y eso significaría quitarle la materia prima a un fenómeno tan destructivo como el narcotráfico.
CAMBIO: En este contexto, ¿cómo está hoy el Partido Comunes? ¿Ustedes cómo van a presentarse a las elecciones?
R L.E.: Esa es la diferencia entre nuestro partido y otros. Tenemos que trabajar en la implementación del Acuerdo, lo que implica proyectos productivos, seguridad, etcétera, y además pensar en política. Hace ocho o diez días realizamos un pleno de la dirección nacional; somos 77. Estuvimos reunidos tres días definiendo estrategias en función de las elecciones. Somos optimistas, aunque la situación no es fácil. El principal reto es el financiero: sin recursos, hacer política es muy difícil.
CAMBIO: ¿Cuál es el mayor obstáculo para ustedes hacer política?
R.L.E.: La estigmatización. En este aspecto, tampoco ha habido voluntad del Gobierno para desarrollar una estrategia contra ella. Incluso, algunos funcionarios del mismo Gobierno adoptan actitudes estigmatizantes, lo que representa una traba mucho mayor que la falta de recursos para hacer política.

CAMBIO: Usted, volviendo al tema de los asesinatos de los firmantes de paz, conoce bien a Antonio García, comandante del ELN. ¿Cómo explica esa persecución contra ustedes?
R.L.E.: Recuerdo una etapa triste y terrible de esta confrontación, cuando hubo enfrentamientos entre fuerzas de las Farc y del ELN en varias regiones del país, especialmente en el Cauca. Esa confrontación la detuvimos entre ambos. Nos reunimos, citamos a los mandos de cada región y los llevamos a hablar, discutir y buscar soluciones para detener la confrontación. Tuvimos una buena relación. Fue un trabajo del cual me siento orgulloso.
CAMBIO: En ese momento, ¿dónde se reunieron?
CAMBIO: ¿Ha llegado al punto de acusarlos a ustedes de paramilitares?
R L.E.: Sí, son calificativos difíciles de entender. No sé si es dogmatismo, falta de visión de la realidad o un encasillamiento ideológico. Todo esto me reafirma en que la mejor decisión que tomamos, con todas sus dificultades y frustraciones, fue lograr este Acuerdo de Paz.
CAMBIO: ¿Cree que Antonio García lo dejó el tren de la historia?
R.L.E.: Antonio García no ha entendido la coyuntura política que vive Colombia. Ese es uno de sus errores. Las transformaciones profundas de una sociedad no se logran solo con una mesa de negociación. Nosotros aprendimos en la práctica que eso es imposible. Logramos un acuerdo que sentó las bases mínimas para que la transformación la lleve a cabo la sociedad en su conjunto.
CAMBIO: ¿Y cómo se logran esos cambios?
R.L.E.: Deben contar con el acompañamiento del pueblo. En eso le doy la razón al presidente Petro y lo acompaño, aunque puede que las formas de hacerlo no coincidan. Pero esto hay que construirlo junto al pueblo. Hay que hacer las reformas que les quitan parte de la riqueza a unos sectores que siempre la han disfrutado, y eso los incomoda. Están haciendo todo lo posible para que el Gobierno fracase y, a veces, el mismo Gobierno contribuye a ello.
CAMBIO: ¿Usted se siente seguro? ¿Se siente bien protegido por el Estado colombiano?
R.L.E.: Le hemos insistido al Gobierno en la necesidad de que se entienda como seguridad humana, como una seguridad integral. Nosotros logramos el acuerdo y, en función de nuestra seguridad, se creó una institución: la Dirección de Protección y Seguridad, adscrita a la UNP, encargada de nuestra protección. Como parte del acuerdo, quienes están al frente de esa dirección deben ser personas de confianza de ambas partes.
CAMBIO: ¿Y hoy no lo son?
R.L.E.: En el Gobierno de Santos y el de Duque no tuvimos mayores problemas con esto, pero ahora, con este Gobierno, han nombrado a una persona que no genera confianza y que creó una situación interna bastante delicada. Están removiendo a la gente de nuestra confianza. Estas preocupaciones las hemos planteado al director Augusto Rodríguez y al presidente Petro, pero realmente no han tomado medidas.
CAMBIO: ¿Qué les respondió Augusto Rodríguez?
R.L.E.: Le contamos que había una subdirectora que no era una persona de confianza, pero él la impuso de todas formas. Nos dijo que no iba a cogobernar con nosotros y que el Acuerdo no lo obligaba a ello. Esto ha generado una situación de mucha incomodidad.
CAMBIO: Con todo esto, ¿valió la pena firmar la paz?
R.L E.: Sí. Se lo reitero. Fue la mejor decisión que tomamos y, a pesar de estas circunstancias, aquí seguiremos para siempre. Nosotros cumplimos.
