Llamó “asesinos” a quienes le gritan “fuera Petro”: ¿por qué el presidente se mostró tan radical?
21 Agosto 2024 06:08 am

Llamó “asesinos” a quienes le gritan “fuera Petro”: ¿por qué el presidente se mostró tan radical?

El presidente de la República, Gustavo Petro Urrego.

Crédito: Colprensa

Durante la asamblea nacional de la Colombia Humana, el jefe de Estado agudizó la confrontación con sus adversarios. ¿Qué busca? Análisis.

Por: Armando Neira

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El presidente, Gustavo Petro, durante este fin de semana de agosto, dista mucho del hombre plural y reflexivo que fue durante la campaña de 2022 y del jefe de Estado que tomó posesión de su primer gabinete. Por aquellos días, era difícil que se alterara a pesar de la artillería que recibía en cada entrevista. De hecho, él mismo contaba que no le incomodaba ninguna pregunta ni calificativo; por el contrario, decía, a él lo estimulaba la confrontación intelectual para responder con argumentos.

Petro es sobreviviente de una guerra sucia que acabó con una generación de valiosos líderes de izquierda como Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Pepe Antequera, Leonardo Posada, y de una guerrilla, el M-19, que vio caer entre las balas a sus hombres más valiosos como Carlos Pizarro, Carlos Toledo Plata y Álvaro Fayad. Petro valoraba que ahora se pudiera confrontar con las ideas en lugar de recurrir a las armas.

De hecho, durante una sesión en el Congreso de la República y cuando ya había iniciado su andadura hacia la Casa de Nariño, fue aplaudido por unas palabras dirigidas al senador uribista Carlos Felipe Mejía, quien le había insultado diciéndole que él sobraba en este país.

–Usted no sobra, senador Mejía, lo necesitamos aquí, quizás igual de vociferante, ojalá un poco más leído. Lo necesitamos para construir la reconciliación nacional.

Petro le respondió, además, que dejara de amenazar a quienes no pensaban como él, porque eso era lo que había llevado a un desangre del país, sin tregua, durante 200 años de vida republicana y pasar, dolorosamente, de una guerra civil a otra.

Cuando ganó las elecciones, Petro, por si fuera poco, reafirmó su postura con un gabinete diverso y con figuras del centro político como Alejandro Gaviria (Educación), Cecilia López (Agricultura), José Antonio Ocampo (Hacienda) y Jorge Iván González (Departamento Nacional de Planeación). También se sentó a conversar con su mayor antagonista, el expresidente Álvaro Uribe Vélez en encuentros en los que surgió la esperanza de construir un país distinto.

De allá a lo exhibido por Petro durante este fin de semana hay un trecho enorme. Durante la asamblea nacional de la Colombia Humana, el presidente descalificó a los ciudadanos que, en varias ocasiones y en eventos masivos, han comenzado a gritar “fuera Petro” como arenga en protesta contra el Gobierno. Son coros de ciudadanos que se han escuchado especialmente en los partidos de la selección a los que acuden personas de todas las regiones y de distintos estratos.

Le gritan a Petro, los ricos del país, ‘fuera Petro’, reproduciendo el mismo mensaje que lanzaron cuando mataron a 5.000 militantes de la Unión Patriótica. Son unos asesinos los que gritan ‘fuera Petro’ porque no se pueden aguantar que alguien con café de leche en la piel, que no es de sus familias, que no le interesa ser de sus familias, ni conquistar a una esposa de sus familias, ni meterse a sus clubes, ni comprar sus acciones, les ha exigido hablar de tú a tú y mirándolos a los ojos, de frente”, dijo el jefe del Estado.

Es decir, para él, quienes de manera legítima han expresado su rechazo a la forma en la que él gestiona su mandato son los mismos que asesinaron uno a uno a los integrantes de la Unión Patriótica, en uno de los genocidios más infames en contra de una organización política legal que fue diezmada en masacres y asesinatos individuales durante varios años de horror.

Para el presidente, los comentarios en su contra corresponden a una práctica instaurada desde la oposición y en medios del Establecimiento, como lo hacía Joseph Goebbels, el comunicador de Hitler, es decir, el estratega de las comunicaciones que impulsó al fascismo, responsable de la Segunda Guerra Mundial en la que perdieron la vida 60 millones de personas.

“Acostumbrados a asesinar, ahora les cuesta el asesinato porque saben lo que se produciría en Colombia, quieren silenciarnos y censurarnos. Por eso el presidente sufre todos los días embates”, dijo Petro en unas palabras que, según el analista político Héctor Riveros, causan sorpresa no solo porque provienen de la voz de quien debe representar la unidad de la nación, sino que van contra ciudadanos colombianos que tienen todo el derecho de manifestar su inconformismo político con el gobernante de turno.

“Señor presidente Petro, Colombia está harta de sus narrativas de odio y su política de división. Promover la guerra entre hermanos solo le interesa a usted para ganar aprobaciones y votos, dedíquese a resolver los problemas de la gente y no a los partidos políticos. Por favor gobierne, eche menos discursos y dedíquese a ejecutar”, le respondió el senador David Luna del Partido Cambio Radical.

¿Para Petro ya arrancó la campaña de 2026?

Para el analista político Gabriel Cifuentes, el discurso del presidente Petro de este fin de semana debe interpretarse bajo diversos lentes: le estaba hablando a la militancia, a la base del Pacto, que ha tenido dificultades para encontrar una salida a la encrucijada que representa llegar atomizados a las elecciones congresionales de 2026 y donde no se pueden volver a presentar en coalición, corriendo el riesgo de verse diezmados en términos de curules.

Y le habló a una base que ya se estancó en el 30 por ciento del electorado y que parece haber llegado a su techo, pero que necesita mantener unida, y la forma más fácil de hacerlo es instalando una narrativa del “ellos y nosotros” que apela más a las emociones que a las propuestas programáticas.

Para Cifuentes, en la centrífuga política, tanto derecha como izquierda están radicalizando sus posiciones porque saben que ambos extremos ganan en la división y en la polarización.

“No es un discurso muy diferente a la narrativa que llevó a Petro a la diferencia y que parte de la base, equivocada o no, de que hay una lucha de clases, de visiones, de ideologías, un contraste con el pasado que prometió cambiar, en donde su proyecto se plantea como la antítesis de la oligarquía, de los privilegios y de la opresión. Ese discurso no lo va a abandonar en aras de la concertación política; sería como renunciar a la esencia de su naturaleza política, por lo que se puede anticipar que ese tono de confrontación, más propio de una campaña que de un gobierno, seguirá y se agudizará”, afirmó el analista. 

En lenguaje sencillo, el presidente se puso el traje de campaña política y empezó a lanzar duros dardos porque es consciente de que en 2026 está en juego la permanencia o no de su proyecto político. Si permite que las fuerzas del Pacto Histórico no lleguen cohesionadas a las elecciones, posiblemente deberá entregarle el poder a otra corriente política.

Pero Petro no solo tiene la mirada en 2026, sino en la coyuntura actual. La radicalización del discurso de Petro se motiva en la incapacidad de su administración para argumentar desde los datos algunos señalamientos sobre la gestión económica, reformas presentadas al Congreso, de seguridad energética, ejecución y gestión institucional, entre otras, dijo, por su parte, Carlos Arias, docente de la Universidad Externado de Colombia. Para este experto en comunicación política, Petro busca así cambiar la discusión política, que hoy gira, además, en torno a la evidente incoherencia entre sus relatos y sus hechos, en temas como la corrupción al amparo de su discurso del cambio, y el nombramiento de funcionarios sin cualificación académica ni experiencia en diferentes cargos, fuera o dentro del país.

“Todas esas situaciones sumadas han dejado al Gobierno desprovisto de herramientas narrativas para sostener su promesa de valor ideológica y política, y lo han obligado a retomar el discurso de la víctima: a la que no dejan gobernar, persiguen y en especial a una visión simplista que expresa la contradicción entre el pueblo y las élites”, añadió Arias.

Sin embargo, para este docente, esa mostrada de dientes por parte del presidente deja en evidencia una incoherencia enorme, porque precisamente quien hoy ostenta el poder es él. “Petro siempre se ha presentado como el pueblo, pero hoy olvida su rol como el poder, el Establecimiento y la élite en la que se convirtió”, dijo.

En este camino, Petro busca afianzarse en su base electoral y política, pero se distancia más del resto de la sociedad con la que no ha logrado conectar. De hecho, la primera tendencia en X, una de sus redes sociales favoritas, en la mañana de este martes era: “Fuera Petro”. En sus mensajes, los ciudadanos reiteraban su molestia porque les dijeran “asesinos” de militantes de la UP.

Y, de paso, deja en una situación incómoda a las figuras de su Gobierno que hacen esfuerzos por tender puentes entre la Casa de Nariño y los demás sectores de la sociedad, como el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y la directora del Dapre, Laura Sarabia. De hecho, este mismo martes, con el eco aún diáfano del airado discurso del presidente en la asamblea de la Colombia Humana, Cristo se reunió con la bancada de Cambio Radical.

“Discutimos varios temas: en primer lugar, cómo podemos trabajar los distintos sectores políticos, económicos y sociales en bajarle el tono a la confrontación política, a la deliberación democrática en el país”, dijo el ministro al salir del encuentro, que fue calificado como respetuoso. Mientras que, en Palacio, Sarabia veía hecha realidad una reunión entre el presidente Gustavo Petro y el sector financiero representado en Asobancaria y de la que se dijo fue “muy provechosa” y en la que primó “el tono cordial”.

Es difícil valorar todos estos actos tan seguidos, pero tan contradictorios; es como si el país estuviera frente a una edición nueva de Doctor Jekyll y el señor Hyde, la novela de Robert Louis Stevenson en la que el protagonista tiene dos identidades diametralmente opuestas.
 

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