Al César lo que es del César: la reelección de Gaviria en el Partido Liberal carece de legitimidad

Crédito: Colprensa

3 Noviembre 2024 03:11 am

Al César lo que es del César: la reelección de Gaviria en el Partido Liberal carece de legitimidad

En una convención que se demoró dos años en ocurrir y hecha a la medida del continuismo, el expresidente le puso un tornillo más a su trono en el Partido Liberal. La torpeza estratégica del petrismo y las pocas garantías democráticas del encuentro tienen a las toldas rojas atrapadas en las manos de un político que se resiste al retiro.

Por: Andrés Mateo Muñoz

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Como un rey decadente -pero al fin rey- César Gaviria salió de la XI convención liberal en los hombros de unos cuantos que celebraban su reelección como el director nacional del partido. El político de 77 años aseguró, como mínimo, dos años más de ser el amo y señor de una empresa electoral envidiable: 45 congresistas, cientos de alcaldías, gobernaciones, curules en asambleas y concejos. El liberal es un ‘muerto’ que se ha mantenido muy vivo a punta de transacciones y de engavetar con doble llave la coherencia ideológica.

Gaviria y su hijo Simón han manejado al Partido Liberal desde hace dos décadas. En 2005, el expresidente regresó a la colectividad y fue elegido como director nacional en la II Convención. Su promesa de reunificación para darle la pelea a Álvaro Uribe en las elecciones de 2006 cautivó a sus copartidarios y permitió el regreso de voces fuertes como la de Rafael Pardo. 

La camaradería liberal dio a luz a la candidatura presidencial de Horacio Serpa, una tercera que no fue la vencida y terminó en fracaso. Serpa quedó detrás de Uribe Vélez y Carlos Gaviria. A los liberales ni siquiera les alcanzó para la medalla de plata, algo nunca visto en un siglo y medio de existencia.

Aquella fue la última vez -quién sabe hasta cuándo- que los liberales tuvieron candidato presidencial propio. En cada una de las cuatro elecciones siguientes, el Partido Liberal se subió en el bus que más le servía; las dos campañas de Juan Manuel Santos, luego la candidatura de Iván Duque y después la de Fico Gutiérrez en 2022. Y todo para terminar siendo parte de la coalición de Gobierno de Gustavo Petro de la que se distanció meses después. Una gimnasia política de 10 sobre 10.

Pero la rentabilidad burocrática de los bandazos políticos le pasó una factura muy cara de cohesión interna al Partido Liberal. Las facciones progresistas o críticas a Gaviria crecieron a tal punto de amenazar la convención de 2024. Las aclamaciones de 2005 se convirtieron en caos, golpes, insultos e intervención policial.

Una convención sastre que se convirtió en desastre

Gaviria le hizo el quite a la XI Convención Nacional tanto como pudo. El plazo exigido por la ley se burló durante dos años, algo que le costó una multa al partido por parte del CNE y una amenaza lejana a su personería jurídica. Aunque el evento se volvió ineludible, las condiciones las puso el expresidente a su medida, imagen y semejanza.

El silencio positivo, la posibilidad de endosar varios votos en un solo vocero y la poca claridad en la definición del quórum; todas fueron reglas hechas por el gavirismo que no cayeron nada bien en los rebeldes. “Esta es una convención sin garantías, en la que se está favoreciendo a los delegados de los senadores amigos de él (César Gaviria)”, advirtió el representante Juan Carlos Losada, quien intentó cambiar las reglas de juego en el transcurso de la convención pero fue derrotado.

A pesar de las pocas garantías, las candidaturas opositoras a César Gaviria llegaron hasta el momento de la votación. Alejandro Carlos Chacón y Luis Fernando Velasco -los contendores más fuertes del expresidente- fueron vencidos sin misericordia y ni siquiera pudieron hablar en la tarima. A todas las opciones de dirección única y colegiada las metieron en la misma bolsa por lo que los votos se dispersaron. Por ejemplo, había dos opciones para votar por Chacón y otras dos por Velasco, pero solo se podía votar por una de las cuatro.

En ese río revuelto, el expresidente Gaviria pescó 579 votos. Su grupo de senadores celebró en la tarima. Por dentro tenían un “fuera Petro y viva Gaviria” y por fuera recibían insultos de los liberales que consideraron la votación como un fraude al estilo de Nicolás Maduro. "Ni el CNE de Venezuela ha sido tan descarado como lo que hemos visto hoy”, dijo Losada.

Varios asistentes a la convención no pudieron votar ya sea porque la plataforma les indicó que ya lo habían hecho o porque su voto había sido designado a un vocero. “A esta hora no sabemos dónde están nuestros votos”, dijeron varios delegados regionales en una carta abierta.

Carta de liberales

El 31 de octubre terminó como una noche de terror para buena parte de las bases liberales y al día siguiente la colectividad nuevamente se disfrazó de pasajero de un bus que hasta ahora busca cómo arrancar.

Los coqueteos opositores y la torpeza del progresismo

Aunque legítima, la aspiración de Luis Fernando Velasco a la dirección nacional fue una torpeza estratégica. Su presencia no solo le quitó votos a otras opciones como la de Chacón sino que invocó el fantasma de un golpe orquestado desde la Casa de Nariño para tomar al partido. Hasta el presidente ambientó la convención con un trino en el que de nuevo usó el calificativo de "nazis".

Los gritos de “fuera Petro” y el alivio de varios liberales por el triunfo de Gaviria demostraron que el temor al presidente fue un factor clave en la votación además de la necesidad de amarrar avales para la próxima campaña. “Le dijimos a Petro ‘no’ y le dijimos ‘sí’ a Gaviria”, dijo el senador Mauricio Gómez Amín.

Otro congresista le dijo a CAMBIO que la aspiración de Chacón le parecía interesante pero prefirió votar por Gaviria: “tocaba pensar en las elecciones de 2026. Ahí nos van a cobrar qué tanto nos alejamos del gobierno y qué tanto fuimos alcahuetas”.

El ingrediente Petro sazonó tanto la convención que en el segundo y último día del encuentro el gavirismo llamó refuerzos. Por la tarima pasó el jefe conservador Efraín Cepeda, la precandidata del Centro Democrático, Paloma Valencia, el codirector del Partido de la U, Alexander Vega y el director del Nuevo Liberalismo, Juan Manuel Galán. Todos le dieron la mano a César Gaviria para montarlo en una incipiente coalición opositora de cara a las próximas elecciones.

“Tenemos que trabajar unidos”, dijo Cepeda, mientras que Vega, que salió de la Registraduría de pelea con Petro, apuntó: “Esto lo logró el presidente Petro: unir a todas las fuerzas políticas del país”.

El comunicado de César Gaviria luego de su reelección confirmó el nuevo rumbo del Partido Liberal (o de la facción que todavía maneja). “Una vez el presidente Petro termine su periodo, una vez los colombianos salgamos de la pesadilla en la que nos ha sumido, sus actos arbitrarios e inconstitucionales desaparecerán de nuestra legislación como cuando se deshace un castillo de naipes”, escribió el jefe liberal.

En otras palabras, la colectividad roja será parte de otra baraja, la que -según el cálculo de Gaviria- tenga el mayor chance de ganar.

El expresidente vestirá de otros colores, se pondrá una nueva gorra, con el nombre de quien sea, de quien toque. Probablemente no será liberal y quizás no salga victorioso en 2026. Pero no importa, para ese entonces Gaviria ya habrá tranzado y saltará de ese barco a otro que siga a flote. Al final, lo que importa para él no son los principios sino los finales.

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