Exclusivo: La denuncia de acoso sexual contra Diego Cancino, nuevo presidente de la SAE
27 Octubre 2024 03:10 am

Exclusivo: La denuncia de acoso sexual contra Diego Cancino, nuevo presidente de la SAE

Diego Cancino, nuevo presidente de la SAE y Viviana Vargas Ávila, contratista del Ministerio del Interior.

Crédito: colprensa - archivo particular

Viviana Vargas Ávila, actual asesora de la Dirección de Seguridad, Convivencia Ciudadana y Gobierno del Ministerio del Interior, tuvo la valentía de denunciar al nuevo presidente de la SAE por acoso sexual. CAMBIO revela su testimonio y las pruebas que lo incriminan.

Por: Sylvia Charry

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Esta historia empezó el miércoles 9 de octubre, cuando Viviana Vargas Ávila buscó al entonces viceministro del Interior, Diego Cancino, indagando por posibles oportunidades de trabajo. La joven de 31 años había conocido al alto funcionario cuando este era concejal de Bogotá. Se reencontraron en los pasillos del Ministerio del Interior cuando Cancino fue nombrado como segundo a bordo de la cartera. Viviana Vargas era asesora de la Dirección de Seguridad, Convivencia Ciudadana y Gobierno. Como su contrato estaba por acabarse, la mujer decidió escribirles a sus contactos cercanos para buscar opciones. 

La víctima de este nuevo caso de acoso sexual se puso en contacto con CAMBIO para hacer pública su historia y exponer al hombre al que Gustavo Petro acaba de designar como presidente de la Sociedad de Activos Especiales (SAE).

Aunque el nombre de Diego Cancino no es ampliamente conocido en la opinión pública, en el país político todos saben quién es y han seguido de cerca su carrera. Empezó en política de la mano de Antanas Mockus y luego, entre 2010 y 2014, fue asesor de la exrepresentante Ángela María Robledo. En 2015 se quemó en las elecciones al Concejo de Bogotá y en 2018 a la de Cámara de Representantes. A pesar de estos reveses, logró caer bien parado. En 2019, apoyado por Claudia López y Angélica Lozano, fue elegido concejal con la mayor votación del Partido Alianza Verde. Por cuenta del estallido social, Cancino se distanció de sus madrinas políticas y se acercó al petrismo. A tal punto que logró ganarse la confianza de Gustavo Petro para ocupar uno de los cargos más cercanos a los afectos del mandatario: la presidencia de la SAE.

Hasta hoy la vida pública de Cancino parecía no tener tacha y había transcurrido alejada de escándalos y señalamientos. Cuando se denuncia un acoso sexual, por lo general, la palabra del poderoso victimario tiene más peso que la de la víctima vulnerable porque se trata de un delito que rara vez deja pruebas. En este caso, la víctima las tiene y CAMBIO las presenta en exclusiva. 

Viviana Vargas Ávila es administradora de empresas, economista, especialista en ambiente y desarrollo local, así como en gestión de proyectos. Además es magíster en políticas públicas y derecho. Hace trece años trabaja como defensora de derechos humanos, fue delegada ante el Comité Político Nacional de Campaña del Pacto Histórico y, actualmente, es asesora de la Dirección de Seguridad, Convivencia Ciudadana y Gobierno del Ministerio del Interior.

Foto de Viviana

Viviana Vargas Ávila


“Me abrazó y metió sus manos debajo de la blusa”: el día del acoso


En la denuncia que interpuso la mujer ante la Fiscalía, que CAMBIO conoció en exclusiva, relata que, ese miércoles 9 de octubre, cuando llamó a Cancino  y le dijo que estaba buscando trabajo, este le pidió que le enviara su hoja de vida y la invitó a almorzar a su apartamento. Viviana Vargas, con la expectativa de no quedarse sin contrato, accedió sin pensarlo dos veces.

La mujer cuenta en la denuncia que llegó sobre las 2:30 de la tarde al apartamento de Cancino. La conversación se inició en un tono profesional, con una discusión que giró en torno a la política y al perfil laboral de Vargas. Cancino cocinó el almuerzo y, después de comer, le sirvió una copa de vino a su acompañante. No fue la única. La mujer cuenta que el funcionario le insistió varias veces que bebiera más vino. Ante la presión, ella accedió. Después de un par de copas, llegó el acoso.

De un momento a otro, Cancino le dijo “eres genial”, se levantó de su silla de la barra de la cocina, se le acercó por la espalda, la abrazó y le metió sus manos debajo de la blusa, tocándole los senos sin su consentimiento. Eso no fue todo.

La mujer cuenta que reaccionó rápidamente, se lo quitó de encima y, en ese momento, él aprovechó para tomarla de las manos, bajarla de la silla y tratar de besarla.

“Yo lo alejé de mí y le dije que no deseaba ningún tipo de relación que no fuera política y/o profesional y que mi interés no iba más allá de eso, que por favor respetara dicho límite”, contó Vargas.

Pero, según la víctima, Cancino no paró ahí. La convenció de que bajaran por una botella de vino. Ella aprovechó para coger sus cosas y tratar de marcharse, pero él no la dejó porque “todavía no se podía ir”.

La denunciante relata que, con algo de miedo, le dijo a sus dos amigos más cercanos que fueran a la vivienda del exviceministro. Mientras ellos llegaban, ella trató de mantener la conversación en torno a lo laboral aunque Cancino la desviaba diciéndole que “le encantaba” y que “tenía una cara preciosa”.

Viviana asegura que Cancino volvió a acercarse para abrazarla en cuatro ocasiones y en todas, ella se alejó y le insistió una y otra vez que no quería ningún tipo de relacionamiento físico, emocional o sexual.

“Se alejaba en algunos momentos, subía a su habitación, se veía ansioso, entraba al baño, bebía vino y nuevamente intentaba acercarse a mí”, relata al víctima en su denuncia.

Unas horas después llegaron sus amigos y Cancino no paró de acosarla.

“Intentó en repetidas ocasiones acceder a mi espacio físico personal, abrazándome por la espada, uno de esos acercamientos lo realizó cuando mi amigo se fue para el baño y frente a mi amiga me abrazó por la espalda y tocó nuevamente mis senos, yo lo alejé una vez más y me haló hacia él para que le besara, a lo cual yo no accedí y le repetí que no me interesaba y que ya se lo había dicho; ante la incomodidad generada intenté marcar distancia, no obstante me tomó de las manos, se disculpó́ y me pidió que bailáramos”, dice la denuncia.

El último momento del acoso fue sobre las 11 de la noche. Minutos antes de esa hora Cancino se había ido a su habitación para acostarse y cuando ellos se iban a marchar escucharon un estruendo. Fueron a revisarlo, lo encontraron caído de la cama, y, supuestamente, en ese momento, él hizo el último intento, la haló del brazo y trató de besarla a la fuerza. Ella se quitó y se marchó con sus amigos.

Las pruebas

CAMBIO tiene en su poder comprometedoras conversaciones en las que, el 10 de octubre, un día después de lo ocurrido, Viviana Vargas le reprocha a Cancino su comportamiento y él acepta que “estuvo mal”. En extensos párrafos, la mujer le recuerda que la había intentado abrazar, besar, tocar sus senos. Él, con una actitud desesperada, empieza a llamarla insistentemente.

Ese día, sobre las 6:16 de la mañana, Cancino la saluda con un mensaje que dice: “mujer divina buenos días”. Como Vargas no le contesta, dos horas después el alto funcionario la empieza a llamar. Viviana Vargas le responde a las cuatro horas, con el tono distante de siempre: “te escribo cuando salga de reunión”.
 

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En vano, Cancino la invita a almorzar y a cenar. La víctima se niega con el argumento de que tiene un compromiso familiar. En la noche, Cancino le pregunta si ya llegó a su compromiso. Es entonces cuando Viviana decide despacharse contra él.
Le dice que su actitud la ha dejado con sentimientos de incomodidad y que su comportamiento fue inapropiado a pesar de que, desde el principio, había sido clara sobre su intención de discutir solo asuntos profesionales.

“Quiero ser muy directa —dice la mujer en el mensaje—, no estoy interesada en ningún tipo de relación que no sea estrictamente laboral o política y lo reiteré ayer muchas veces y aun así siento que sobrepasaste en repetidas ocasiones ese límite […] Es fundamental para mí establecer límites claros en nuestras interacciones porque es algo que tengo muy claro en este tema político. Mi interés en trabajar contigo y en el ámbito político se basa exclusivamente en objetivos profesionales y no en relaciones personales. No entiendo por qué mi deseo de colaborar se ha interpretado de una manera tan diferente”.

Chat

Cancino acepta su responsabilidad. Al día siguiente, viernes 11 de octubre, le responde ese mensaje vía chat.

“Te ofrezco sinceras y profundas excusas. Perdóname. Mi comportamiento estuvo mal y claramente no debí haber actuado así. Te escucho y asumo las claridades que pones. Jamás voy a confundir los límites claros que expresas. Eres una mujer y ser hermosa. Bondad y fuerza para transformar. Perdóname por favor. Te mando un abrazo”, dice.

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Viviana Vargas no se conforma con lo dicho y decide ser más explícita respecto a los comportamientos que la incomodaron.

“Me sentí incómoda con los comentarios inapropiados sobre mi apariencia, así como con los intentos de contacto físico sin mi consentimiento en donde en varias ocasiones incluyendo cuando ya estaban mis amigos me abrazabas por la espalda tocándome los senos cosa que no estaba bajo mi consentimiento y lo dejé claro desde el principio […] Intentaste abrazarme por la espalda muchas veces e intentaste obligara que te besara en repetidas ocasiones y, a pesar de que ya había expresado que no deseaba ningún tipo de relación que no fuera profesional, continuaste desviando la conversación hacia temas personales, así como accediendo a mi espacios personal físico de manera no consensuada”, dice parte del mensaje.

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El último mensaje de Viviana es contundente y deja clara la razón por la cual no se fue desde que Cancino empezó a acosarla.

“Tu rol y poder político me generaron temor sobre cómo manejar la situación, lo que me llevó a actuar siempre con respeto, pero sin dejar de establecer mis límites. Sin embargo, estos límites no fueron respetados, y eso me ha dejado con una sensación de desconfianza y preocupación”, dijo.

Ese mensaje fue la estocada final. A partir de ese momento, y ante el silencio de Viviana, Cancino la buscó insistentemente.

La llamó en dos oportunidades y, como no le contestó, le envió mensajes el 11, el 15 y el pasado sábado 19 de octubre, cuando supo que sería nombrado presidente de la SAE: “Te puedo llamar por favor”, “¿Podemos hablar? Me duele mucho”, “Quiero que sepas que quisiera hablar. De verdad eres muy importante”.

El último mensaje que recibió fue:  “Necesito contarte algo, por favor, contéstame [...] lo ruego”. Seguramente, Cancino se refería a su reciente nombramiento como presidente de una de las entidades más importantes para el presidente Petro.

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El dilema para el presidente Petro

Como ocurre con la mayoría de las víctimas de acoso sexual, Viviana Vargas no se fue en el primer acto de acoso porque estaba vulnerable por su situación laboral, sentía que necesitaba la ayuda de Cancino y porque hacerle un desplante a un poderoso, en vez de tratar de capotear la situación, podía truncar su carrera.

Lo explicó mejor en un diálogo que tuvo con este medio. 

“He reflexionado estos días y en este gobierno en particular que he estado más cerca a la cúpula del gobierno, me he dado cuenta que las mujeres somos muy vulnerables a los hombres porque utilizan su poder político para disminuir a las mujeres en todos los casos. Tengo conocimiento de otros casos de mujeres acosadas y abusadas que no son capaces de hablar porque temen no volver a ser contratadas, porque ellos tienen todas las herramientas para acabarnos, disminuirnos y acabarnos políticamente. Esas cosas no deben pasar por alto si queremos un cambio. Hay muchos hombres que posan de luchadores de los derechos de las mujeres y realmente son unos violentadores más”, dijo.

No miente. En todos sus perfiles públicos, Cancino se jacta de que siendo asesor de Ángela María Robledo en el Congreso (2010-2014), participó “reconociendo la voz de las mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado, en la estructuración y trámite de la Ley 1719/2014 que garantiza el acceso a la justicia de las víctimas de violencia sexual, en especial cuando se da dentro del contexto del conflicto armado”. Una absoluta paradoja.

CAMBIO se comunicó con Cancino quien negó el acoso, dio una corta respuesta y dijo que se volvería a comunicar, pero no lo hizo. 

“La verdad, nosotros fuimos a la casa. Lo primero es que soy incapaz de hacer acoso sexual. Nosotros hablamos, nos tomamos unos tragos. Espérame un segundo por favor, espérame”, dijo el funcionario.

Diego Cancino, como cualquier colombiano, tiene derecho a la presunción de inocencia. Eso en cuanto a su responsabilidad penal. Sin embargo, los funcionarios y sus nominadores tienen el deber de hacer valer la responsabilidad política. Hace quince días, cuando CAMBIO publicó la entrevista de Ingrid Aguirre acusando a César Lorduy de acoso sexual, el presidente Gustavo Petro trinó “el señor César Lorduy debería renunciar inmediatamente”. El de Cancino parece ser un caso más claro que el de César Lorduy. Hay testigos, chats, una denuncia ante las autoridades y la aceptación tácita del acusado. Con su trino sobre Lorduy, Petro ya marcó el camino de cómo, a su juicio, se debe proceder en estos casos: los funcionarios deben apartarse de su cargo mientras la justicia resuelve su situación. Ahora, cuando las denuncias de acoso sexual tocan de nuevo la puerta del Pacto Histórico, habrá que ver si Gustavo Petro opina de Cancino lo mismo que opinó de Lorduy.

Cambio Colombia

Si usted fue o está siendo víctima de acoso sexual de algún poderoso, cuéntenos su historia en [email protected]

 

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