
Susana Muhamad, exministra de Ambiente.
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De nada le sirvió tragarse el sapo: la historia de cómo Susana Muhamad se quedó por fuera del Gobierno
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La llegada de Muhamad al Departamento Nacional de Planeación (DNP) estaba casi lista. Solo faltaba su hoja de vida. ¿Qué pasó? Armando Benedetti y una consulta popular se atravesaron en su camino. CAMBIO reconstruyó el detrás de cámaras de esta historia.
Por: Claudia M. Quintero

"Estamos esperando que suban la hoja de vida”, dijeron desde el equipo de la exministra de Ambiente Susana Muhamad el pasado 8 de abril. Su llegada al Departamento Nacional de Planeación (DNP) estaba casi consumada antes de Semana Santa. Después de todo ella, una feminista de las entrañas del progresismo, se tragaría el sapo de compartir asiento con Armando Benedetti, ministro del Interior y una de las figuras más cuestionadas de este Gobierno. Sin embargo, la Pascua de Resurrección no llegó para Muhamad, pues 15 días después, lo que había comenzado con una ilusión, terminó de una manera decepcionante.
Muhamad se preparó durante al menos un mes. Buscó expertos que la asesoraran, habló con economistas, entrevistó posibles candidatos para ser directores del DNP y hasta le propuso nombres al presidente Gustavo Petro. En el círculo cercano de ella –y hasta en quienes no la quieren mucho– esperaban su nombramiento. Pero no publicaron la hoja de vida en el portal de Aspirantes de Presidencia porque un “todopoderoso” Armando Benedetti y una consulta popular necesitada de oxígeno burocrático la dejaron por fuera del Gobierno.
Esta es la historia del detrás de cámaras del frustrado nombramiento de Susana Muhamad en el DNP y del papel del ministro Armando Benedetti en este “doloroso episodio”, como dicen fuentes del círculo cercano de la exministra y del presidente.
‘Presidente, no me puedo sentar en esta mesa con Armando Benedetti’: el reclamo de Muhamad

Eran casi las cinco de la tarde de ese martes, 4 de febrero. Como era costumbre cada semana, los ministros llegaban a la Casa de Nariño para el confirmado consejo de ministros. Pero esta vez algo iba a ser diferente. El presidente decidió transmitir el encuentro y solo les avisó unos minutos antes. Además, era la presentación oficial de Armando Benedetti como ministro del interior: una jugada que le salió mal al jefe de Estado.
La primera en reclamar fue la vicepresidenta, Francia Márquez, quien dijo sentirse decepcionada de que en ese Gobierno ocurran estos hechos de corrupción y que no se cumplan los compromisos que adquirieron en campaña.
A ese reclamo se sumó Muhammad, quien, de frente, le dijo a Petro: “Presidente, como feminista y como mujer, yo no me puedo sentar en esta mesa de gabinete de nuestro proyecto progresista con Armando Benedetti. Y yo no soy la que voy a renunciar, señor presidente. Yo no renuncio ni al proyecto ni al Gobierno”, aseguró la entonces jefe de la cartera de Ambiente, a quien se le salían las lágrimas y sostenía un lapicero, con el que intentaba ocultar los nervios que se sentían en su voz. Cinco días después, Muhamad confirmó que su carta de renuncia estaba sobre la mesa del presidente. Un hecho coherente con el feminismo que ha defendido.

Petro estaba a punto de perder a una de sus ministras más eficientes. Una voz en la que confiaba. Como le dijo una fuente del alto Gobierno a CAMBIO, “para qué, pero era de las personas a las que el presidente más le reconocía que hacía las cosas bien”. En consecuencia, el presidente se movió y le ofreció a Muhamad el DNP.
'No le podemos regalar esto a Benedetti’: Muhamad aceptó el cargo y “se tragó el sapo”

A inicios de marzo, el nombre de Muhamad ya sonaba para llegar a esa entidad, fundamental para ejecutar el plan del Gobierno. Pero el ofrecimiento se concretó entre el 27 y 28 de marzo, según le confirmaron a este medio tres fuentes del alto Gobierno. “A ella le tocó pedalear para lograr un encuentro”, dijo una persona cercana a la exfuncionaria. Ella, aunque ya lo venía evaluando, le pidió algunos días más.
Muhamad, que había dejado un puesto importante con tal de no compartir la misma mesa con Benedetti, pensaba en volver. ¿Por qué ignorar el costo político de esa jugada? Porque su prioridad era impulsar el proyecto en el que ella había creído. Eso valió más y aceptó. Según cuatro fuentes, ella solo pedía una condición: tener autonomía para nombrar a sus funcionarios, cosa que el jefe de Estado aceptó. Todo perfecto hasta aquí: Susana Muhamad llegaría al DNP y a inicios de abril la prensa ya lo daba por sentado.
“Ella no estaba pensando tanto en el costo político. Ella se la jugaba por el proyecto. Creo que de alguna manera era como dejarle el camino libre a esta gente, a Benedetti. Eso fue como un acto de resistencia de no regalarle a Benedetti todo esto”, dijo otra fuente que se reunió con ella en todo ese proceso.
Más allá del “patito feo” del Gobierno –como le dicen algunos a Benedetti–, Muhamad tenía temor porque su experiencia es en temas ambientales, pero no en económicos. Así que después del sí, comenzó la búsqueda de ‘economistas progresistas que conocieran el proyecto y que tuviesen experiencia en Gobierno’, que era el perfil que ella estaba buscando. Llamó a exministros, pidió recomendaciones, se reunió con personas que ahora siguen en el Gobierno, entrevistó a algunos candidatos que podrían llegar a la entidad, hizo un intento de empalme con el anterior director del DNP y hasta le presentó un nombre al presidente.
Según otra fuente cercana a la exministra, Muhamad propuso a José Alejandro Herrera Lozano para subdirector de la entidad, pero en la Casa de Nariño no cayó bien ese nombre. Esto a pesar de su paso por el Ministerio de Hacienda y su experiencia como subdirector del DNP en el periodo de Jorge Iván González –quien fue nombrado en este Gobierno–.
Además, una fuente que conoce el DNP y prefirió no ser citada, le dijo a CAMBIO que mientras Muhamad se movía, en el DNP ya corría el rumor de que quien llegaría a la dirección de la entidad no sería ella sino Natalia Irene Molina, actual vicedirectora.
Muhamad no perdía la esperanza, y aunque preguntaba en la Casa de Nariño cómo iba el proceso, su hoja no subía al sistema. Los días pasaban y nada ocurría. Ni el presidente Petro ni Angie Lizeth Rodríguez, directora del Dapre, respondían.
Casi un mes después del primer ofrecimiento, el rumor en el DNP creció y la prensa ya daba por sentado que Muhamad no volvería al Gobierno. Ella asumió la “derrota” y le escribió al presidente. Él, distante, le respondió a su mensaje con un “gracias a ti”.
Así, con esas tres palabras se cerró este capítulo que, sin embargo, dejó varias preguntas abiertas: ¿Por qué se cayó el nombramiento? ¿A quién en la Casa de Nariño no le gustaba la autonomía que pedía Muhamad? ¿Qué papel desempeñó Benedetti?
La “victoria” de Benedetti, la consulta popular y un “Petro encerrado”

En esta movida hay varios factores que influyeron. El primero, el más poderoso y al que más de cinco fuentes culpan, es Armando Benedetti. Es una realidad que representan los dos sectores opositores que hay en este Gobierno: Muhamad, la izquierda que viene con Petro desde la Alcaldía de Bogotá, y Benedetti, el curtido político que le ayudó a Petro a conseguir los votos para llegar al poder. Un factor que vuelve a ser clave con una consulta popular que les permite hacer una campaña abierta de cara a 2026.
Más de cinco fuentes de Palacio, del DNP y cercanos a Muhamad le confirmaron a este medio que el nombramiento de la exministra se cayó porque a Benedetti no le convenía tener a una opositora en el gabinete. Es cierto que Laura Sarabia, la más reacia enemiga del ministro del interior, sigue en el Gobierno. Pero gran parte de sus funciones las cumple fuera del país. Sarabia, por ejemplo, no asiste a todos los consejos de ministros.
CAMBIO conoció, de una fuente cercana al ministro del Interior, que a Benedetti no le cae bien la ambientalista.
A lo anterior se suma el factor burocrático que puede representar una entidad. Un ministro cercano al presidente le dijo a este medio que en Palacio ya habían hablado con Natalia Irene Molina y ella “se había comprometido a sacar adelante la consulta” con puestos que luego les aseguraran votos en el Congreso y en las calles. Una vieja práctica de la política tradicional con la que siempre se ha gobernado en este país.
Eso era algo a lo que no estaba dispuesta Muhamad. Ella, como hizo antes de que se confirmara su nombramiento, buscaba perfiles técnicos “para hacer un buen trabajo”.
Frente a lo que dicen las fuentes, el ministro Benedetti aseguró no haber tumbado ningún nombramiento. “Lo bueno es que la gente piense que tengo ese poder, pero realmente no lo tengo. Me atacan feo por eso. La verdad es que no me corresponden ese tipo de decisiones”, dijo.
Además, hay un tercer elemento que bien podría ser el menos relevante a corto plazo. Se trata de las aspiraciones políticas. Muhamad ha dicho que el mismo presidente le ofreció en el pasado liderar la lista al Senado, pero esa no ha sido su prioridad, según un exministro cercano a ella. “Ella quería cerrar un buen DNP para luego hacer campaña a la Alcaldía”, aseguró.
De hecho, cuando se confirmó que ya no llegaría al DNP, en su equipo dejaron abierta la puerta a una aspiración política, bien sea la Presidencia, el Senado o la Alcaldía de Bogotá. Justo esta es una de las razones por las que Muhamad no tiró la puerta: ella sabe que necesita ese capital político para 2027.
Pero más allá de todo, este episodio muestra que Benedetti vuelve a ganar. Incluso, a costa de los funcionarios técnicos y de aquellos que conocen al jefe de Estado desde antes y que lo han acompañado en su militancia política. “El presidente está rompiendo con su gente. Está quedando solo con Benedetti y las formas importan”, dijo una ministra cercana al jefe de Estado.
Ese costo no es menor para el presidente, que cada vez se queda más solo. Mientras tanto, Benedetti tendrá que demostrar si “su burocracia” le sirve para sacar adelante la consulta y para llevar a otro progresista a la Casa de Nariño. Hasta ahora, los que no quieren al ministro del Interior siguen sin ver logros efectivos.
