
Jorge Bergoglio, el amante del tango y del fútbol que se inmortalizó como el papa Francisco
El papa Francisco durante su visita a Colombia.
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Cuando el primer latinoamericano se sentó en el trono de San Pedro, los cimientos de la Iglesia católica temblaban por los escándalos de pederastia y la filtración de documentos secretos que desnudaban la corrupción en la Santa Sede. ¿Logró el argentino reformar una institución de más de 2.000 años de historia?
Por: Armando Neira

Ha pasado un poco más de una década desde que, en 2013, The Advocate, la más influyente publicación del colectivo gay, otorgó el título de Persona del Año al papa Francisco. “Hay mucho desacuerdo sobre el papel de las mujeres, sobre los métodos anticonceptivos y más. Pero nada de eso nos debe llevar a subestimar la capacidad de cualquier papa para persuadir a los corazones y las mentes en la apertura a las personas LGBTI”, argumentó la revista.
Que el máximo pontífice no hubiera emitido un voto a favor o en contra de la comunidad gay era un “cambio significativo y sin precedentes” para The Advocate. Por eso, destacó la frase “¿Quién soy yo para juzgar?”, que Francisco pronunció sobre los sacerdotes homosexuales en la Iglesia. Suficiente motivo para ponerlo en la portada.
La frase del máximo jerarca de la Iglesia católica fue espontánea, con el tono sereno y empático que contrastaba al rostro de hierro de Joseph Ratzinger o Benedicto XVI. Una bocanada de aire fresco en un momento en que los feligreses se alejaban al sentir que Roma ya no era un punto de acogida sino de dificultades.
Cuando Francisco asumió el trono de San Pedro, la institución estaba sacudida por los escándalos de pederastia y la filtración de documentos secretos que desnudaban los vergonzosos actos de corrupción en la Santa Sede.
Bergoglio reformó el código penal de la Santa Sede y del Estado Vaticano, y amplió los delitos contra menores, entre ellos la pornografía infantil y el abuso sexual. Con su firma aprobó un decreto papal que reformó una oxidada ley de 1929. Además del castigo a los culpables, el papa puso en marcha otras iniciativas como la investigación de antecedentes de todos los religiosos que trabajaran con menores.
La corrupción entra a El Vaticano
Francisco también se propuso frenar las oscuras finanzas de la Santa Sede. Para ello creó la Secretaría de Economía, una especie de ministerio dedicado a la transparencia, lo mismo que el Consejo de Economía, integrado por ocho eclesiásticos y siete especialistas en materia financiera. En octubre de 2013, el Banco Vaticano publicó su primer informe anual en 125 años de historia.

“El cónclave de 2013 le dio una misión fundamental a Francisco: mirar la casa hacia adentro y ordenarla, recobrar la fe en una iglesia sacudida por todo tipo de escándalos. Y así empezó a hacerlo. Luego siguió y fijó las bases para una nueva y renovada estirpe de cardenales más universales y tercermundistas”, dice el periodista colombiano Camilo Chaparro, autor de los libros La última misión de Francisco y El papa contra el diablo.
Así, paso a paso, este argentino que nació en una familia católica el 17 de diciembre de 1936, en el barrio porteño de Flores, comenzó a escribir su legado. El mayor de los cinco hijos del italiano Mario José Bergoglio (1908-1959), contador y empleado ferroviario quien emigró huyendo del fascismo, y de la argentina Regina María Sívori (1911-1981), ama de casa nacida en Buenos Aires, tuvo en su abuela Rosa Vasallo su mayor huella.
El propio Francisco lo contó: “Ella fue la mujer que mayor influencia tuvo en mi vida”. De ella heredó su amor por la enseñanza, a la que dedicó buena parte de su vida dando clases en colegios, seminarios y facultades hasta poco antes de que se convirtiera en el representante de Dios en la Tierra.
Era un muchacho alegre, con cierto aire de intelectual y que logró sobreponerse a una enfermedad que lo llevó a una operación quirúrgica en la que le extirparon una porción de pulmón.
Aunque también dijo que tuvo un llamado “especial”. Por eso, pese a estudiar en la Escuela Secundaria Industrial Hipólito Yrigoyen, donde se graduó como técnico químico y de trabajar en el laboratorio Hickethier-Bachmann en análisis bromatológicos -el estudio de los alimentos-, sintió “una fuerte vocación religiosa” a la que se dedicó para siempre.
Francisco es producto de las épocas que le tocó vivir. No se le puede juzgar en blanco y negro, sino en función de los momentos históricos que marcaron a su país, en particular, y a la humanidad, en general.
Un cuestionable papel ante la dictadura
Así, por ejemplo, recibió duras críticas por su papel durante la sangrienta dictadura del general Jorge Rafael Videla (1976-1983). Bergoglio era superior provincial de los jesuitas en esos años y no solo se subrayó su tibieza en las críticas al régimen, sino que incluso fue señalado como delator de dos hermanos de la orden que fueron secuestrados.
Uno de ellos emitió un comunicado días después de que hubo humo blanco y se celebró su elección: “No puedo juzgar el papel de Bergoglio en estos sucesos”. Después, la editorial Misionera Italiana publicó un libro en el que decenas de personas desvelaban la supuesta red clandestina creada por el papa para salvar a cientos de perseguidos políticos durante la dictadura.

En su defensa, decía que todos quienes lo escucharon en Argentina sabían que su compromiso era exclusivamente con los pobres: “La Iglesia es como un hospital de campaña después de la batalla. ¡Qué inútil preguntar a un herido si tiene colesterol! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Prefiero una Iglesia magullada, herida y sucia porque ha estado en la calle, que una Iglesia enferma por haber estado confiada y enredada en su propia seguridad”.
Su estilo de vida sencillo contribuyó a su reputación de humildad: vivía en un apartamento pequeño en lugar de la residencia palaciega episcopal, y renunció a su limusina y a su chófer. Hay imágenes donde se le ve cómodo en el transporte público junto a los demás pasajeros. La cereza en el pastel de su buena fama se la ganó al saberse que cocinaba su propia comida. Era amante del tango, la ópera y del club de fútbol San Lorenzo, del cual llegó a ser socio oficial, y, sobre todo, un apasionado de la literatura.
Durante su papado, alcanzó fama universal por pequeños gestos que evidenciaban su intención no solo de remover a una institución tan poderosa como anquilosada sino de realizar cambios sutiles. El diario estadounidense The New York Times destacó en un artículo la vez que regañó a unos curas en Buenos Aires que se negaron a bautizar hijos de madres solteras. “No a la hipocresía —dijo sobre los sacerdotes—. Ellos son los que apartan al pueblo de Dios de la salvación”.
Durante su ejercicio fue testigo del dolor de las guerras y la crisis migratoria, uno de los fenómenos más estremecedores de la actualidad. “Los emigrantes y refugiados no son peones sobre el tablero de la humanidad. Estos hombres son tratados como ganado. Vendidos. La trata de personas es un crimen contra la humanidad”, dijo.
“Mi corazón está profundamente herido por lo que está pasando en Siria. ¿Es una guerra por problemas de verdad o es una guerra para vender armas en el comercio ilegal?”, cuestionó.
Su conmovedora visita a Colombia
En 2017, Francisco estuvo en cuatro ciudades de Colombia: Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena. Había prometido que solo vendría cuando se firmara el Acuerdo de Paz con las Farc. En cada acto se le vio conmovido, habló de la guerra, de la búsqueda de la paz y del amor en familia.
Durante el Encuentro de Reconciliación en la capital del Meta, el pontífice escuchó el testimonio de personas que sufrieron en carne propia el conflicto armado, con el Cristo mutilado de Bojayá como testigo. “Cristo roto y amputado, para nosotros es ‘más Cristo’ aún, porque nos muestra una vez más que Él vino para sufrir por su pueblo y con su pueblo”, sentenció.

Este Cristo fue testigo el 2 de mayo de 2002 de un cilindro bomba que mató a 119 civiles refugiados en la iglesia de Bojayá, Chocó. Había sido lanzado por las Farc. La imagen del papa frente a ese símbolo aún estremece.
Pero también apeló al optimismo. Cuando recién llegó a las puertas de la Nunciatura Apostólica, en Bogotá, pronunció una frase inolvidable: “No se dejen robar la alegría y la esperanza”.
Colombia fue una de las escalas de una vasta agenda. Realizó 47 viajes apostólicos en sus años de pontificado. Visitó 66 países. Estuvo en Europa, 20 veces; en Asia,14; en América Latina y el Caribe, 7; en África, 4; en América del Norte, 2, y en Oceanía en una ocasión.
Precisamente, en esta trayectoria mostró sus diferencias con el presidente Donald Trump. El pontífice llegó a decir en 2016 que el mandatario no era cristiano. Y más recientemente, publicó una carta dirigida a los obispos estadounidenses “en estos delicados momentos”: “He seguido con atención la importante crisis que está teniendo lugar en los Estados Unidos con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas. La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”, afirmó.
El papa Francisco, además, reflexionó en este texto sobre los “muros de ignominia” y llamó a los fieles a oponerse a la política migratoria de Trump, que casi describe como una perversión moral.
El freno al machismo en la Iglesia
Por el contrario, él dio pasos impensables en una estructura tan machista. Nombró a la monja italiana Simona Brambilla como prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, uno de los más importantes del Vaticano.
¿Por qué es tan importante esta decisión? La Curia Romana, que es el conjunto de órganos de gobierno de la Santa Sede y de la Iglesia católica, está organizada en diferentes dicasterios que funcionan de manera similar a los ministerios de un Estado en el mundo secular. Brambilla es la primera mujer en la historia en asumir un cargo de este rango en la Iglesia.
En la práctica, ella supervisará la vida, la actividad, los bienes, los estudios, los derechos y los privilegios de los institutos seculares y religiosos, así como de las órdenes y congregaciones religiosas, tanto de hombres como de mujeres. Que una mujer sea la responsable de las religiosas que realizan gran parte del trabajo de la Iglesia en un hecho significativo. Ella guiará a las 600.000 monjas católicas del mundo, así como a los 129.000 sacerdotes católicos que pertenecen a órdenes religiosas y a los 50.000 religiosos no sacerdotes. Este punto cierra el círculo de las tareas que se impuso Bergoglio cuando recibió las llaves, el anillo, el báculo, el palio y el anillo del pescador.

¿Cuál es entonces el legado del papa? Uno de sus biógrafos, Austen Ivereigh, autor de El gran reformador. Francisco, retrato de un papa radical y colaborador con él en el libro Soñemos juntos, destaca que “antes, el Vaticano era arrogante y soberbio; ahora es servicial”.
A él lo define como “un introvertido jesuita carismático, pero sobre todo un pastor verdadero, de espiritualidad muy arraigada y con una amplia visión del mundo”.
Entre Benedicto XVI y la pandemia
Para este experto en la vida y obra de Francisco, hubo dos elementos trascendentales que posiblemente le impidieron poner por completo la casa en orden como hubiera querido. En primer lugar, que el papa Benedicto XVI siguió con vida durante su pontificado. Aunque Ratzinger no se mostró en público para interferir en su ejercicio, era natural que su sombra influyera en muchas de sus decisiones.
Allí recordó que a la humanidad le sorprendió una “tormenta inesperada y furiosa”. “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos”, relató.
Ese mismo día, después de haber impartido la bendición, entró en la Basílica para un momento de oración y al acabar bendijo al mundo entero delante de una plaza vacía. Un gesto histórico difícil de olvidar.
“El reto más importante no es estructural, sino un cambio de mentalidad. Hoy, el Vaticano es mucho menos arrogante y altivo que antes; es más servicial con la Iglesia y la humanidad, menos clericalista. Muchos obispos que visitan el Vaticano dicen que están asombrados porque, en los órganos de gobierno, en vez de ser reprendidos como hermanos descarriados, como sucedía antes, se les dice: ‘¿Qué podemos hacer por ti?’. Hay intercambios fluidos de pareceres sobre los problemas de cada diócesis. Antes, los obispos eran tratados con soberbia en el Vaticano”, dijo Ivereigh.
Un papa chévere
Esta papa chévere, como le dijeron muchos feligreses en Colombia, no es de izquierda, según ha dicho su biógrafo: “No lo es. La agenda progresista liberal europea en muchos aspectos desagrada al papa. También se ha mostrado contrario a la política de Black Lives Matter por el derribo de estatuas y difiere en su defensa del no nacido y en su oposición a la ideología de género”.
El primer sucesor de Pedro de formación jesuita y origen latinoamericano en la historia de la Iglesia se despide del mundo en plena expansión global de la inteligencia artificial. Por eso, recientemente se animó a promover el desarrollo de la IA en un entorno sin monopolios, que favorezca la paz en el mundo, frente al “poder tecnocrático”.
“El futuro de la economía, la civilización y la propia humanidad se jugará en el terreno de la innovación tecnológica”, dijo. Francisco advirtió, también, los riesgos que entrañan estos sistemas de inteligencia artificial y citó al científico Stephen Hawking al subrayar que su desarrollo “podría significar el fin de la raza humana”, ya que, según el matemático, la IA “podría despegar sola y protegerse cada vez mejor, mientras los humanos, limitados por su lenta evolución biológica, no podrían competir y serían superados”.
¿En el futuro cómo será recordado el papado de Francisco? Fabio Zambrano, historiador del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), de la Universidad Nacional, augura: “Se dirá que fue el primer papa latinoamericano, argentino hijo de migrantes, el que rompió con el control europeo del papado, y que marcó la tendencia a proyectar a otras partes del mundo papas de África y Asia y de pronto hasta de China”.
