“Yo no me puedo pronunciar ante esto… Humm, mejor dicho, me acaban”: el coronel Óscar Dávila habló con CAMBIO dos horas antes de su suicidio
11 Junio 2023

“Yo no me puedo pronunciar ante esto… Humm, mejor dicho, me acaban”: el coronel Óscar Dávila habló con CAMBIO dos horas antes de su suicidio

CAMBIO revela la conversación del coronel Óscar Dario Dávila Torres con la periodista Sylvia Charry

Crédito: Foto: Yamith Mariño

El día de su muerte el coronel habló con la periodista Sylvia Charry sobre una hipótesis de la Fiscalía que lo involucra en las chuzadas a las empleadas domésticas de Laura Sarabia. La conversación quedó grabada.

Por: Redacción Cambio

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La tensión viene creciendo en la Casa de Nariño. La salida del Gobierno de la jefa de Gabinete, Laura Sarabia y del embajador Armando Benedetti fue una válvula de escape que solo operó unas horas. El malestar ante las pesquisas de la Fiscalía llevó a que el miércoles de esta semana, 7 de junio, saliera a flote por primera vez la palabra suicidio y en boca del presidente Gustavo Petro. El mandatario, indignado por la segunda diligencia de inspección de la Fiscalía a instalaciones presidenciales dijo en su discurso ante una marcha que lo apoyaba: “Pueden escudriñar lo que quieran, pueden llevar a seres humanos al borde del suicidio como está aconteciendo y no podrán jamás poner este gobierno popular al lado de los que no queremos”.

Ese mismo día un grupo del CTI había llegado hasta el edificio Sendas, vecino a la Casa de Nariño y ocupado por la Dian, con excepción del ala norte del piso 13. Allí funciona la sede del grupo anticipativo de seguridad del presidente, dicho de otra manera, las avanzadas de escolta del primer mandatario. Los investigadores de la Fiscalía buscaban evidencias de que en esa oficina se había hecho una copia espejo del celular de la niñera Marelbys Meza. Entraron y se llevaron varios elementos. Los atendió el comandante de ese grupo de seguridad, teniente coronel Óscar Darío Dávila Torres, el mismo que se suicidaría la tarde del viernes 9 de junio, dos días después del discurso del presidente Petro. 

El coronel le había dicho a varios de sus allegados que la Fiscalía lo tenía en la mira y que sabía que lo estaban investigando como presunto partícipe en las interceptaciones ilegales a las empleadas domésticas de Laura Sarabia. 

Los investigadores habían configurado una hipótesis de trabajo sobre el tema de las chuzadas y sobre el robo en la casa de Laura Sarabia. La experiencia del coronel Dávila como policía judicial y sus contactos con miembros de la Dijín, resultaron de interés para los investigadores de la Fiscalía cuya hipótesis -es decir, teoría informada pero no comprobada- señala que el coronel Carlos Feria, jefe de protección presidencial, y el teniente coronel Óscar Dávila, coordinador de protección anticipativa, buscaban ayudar a quien era su jefe inmediata en ese momento, Laura Sarabia.

De acuerdo con esa hipótesis, los dos coroneles usaron el departamento de poligrafía de la Casa de Nariño para efectuar un interrogatorio irregular y sin abogado a la niñera, disfrazando de asunto de seguridad nacional lo que en realidad era un robo doméstico. El tema, aunque reviste gravedad, es bastante discutible. En cualquier lugar del mundo el riesgo de un miembro del primer círculo de un presidente se investiga porque puede llevar a identificar una vulnerabilidad en la seguridad del propio jefe de Estado. Sin embargo, lo más grave estaba en la segunda parte de la hipótesis: los investigadores de la Fiscalía quieren establecer si los coroneles Feria y Dávila buscaron a un colega suyo en la Dijín, el coronel Marcel Ricardo Villarte, para pedirle un favor ilegal. Según la teoría del caso, le habrían solicitado a ese oficial que plantara los números celulares de la niñera y la empleada por días de Laura Sarabia en un listado de teléfonos interceptables dentro de otro caso para probar que las mujeres eran las autoras del robo. 

Si se comprobaba la hipótesis de investigación de la Fiscalía, tres altos oficiales estarían implicados en interceptación ilegal de comunicaciones y eventualmente, en concierto para delinquir. La presunta responsabilidad de los coroneles podría comprometer también a la exjefa de Gabinete porque consideran que es prácticamente imposible que hubieran querido hacerle semejante favor a sus espaldas.

La hipótesis no había llegado solamente a oídos del coronel. La periodista Sylvia Charry de CAMBIO había recibido la misma información un día después de que revelara la existencia de las chuzadas a la niñera, el jueves 1 de junio. Durante toda la semana, Charry verificó que los coroneles mencionados en la hipótesis realmente estuvieran en las posiciones que les atribuían los investigadores. La hipótesis iba tomando cuerpo y para la periodista había llegado el momento de consultar a los oficiales mencionados. 

Este viernes en la mañana llamó al coronel Marcel Ricardo Villarte, jefe del área contra la delincuencia organizada de la Dijín. El coronel Villarte rechazó la hipótesis calificándola de temeraria y aseguró que cuando se estaban produciendo las chuzadas él estaba de vacaciones. Negó cualquier contacto durante esos días con los coroneles Feria y Dávila; y aseguró que el simple hecho de haber sido comandante de la regional de la Dijín que incluye al Chocó no lo puede convertir en sospechoso. 

El coronel Feria no contestó las llamadas de Sylvia Charry ni los mensajes de texto de otro miembro del equipo de CAMBIO. El sábado en la tarde, al cierre de este artículo, seguía sin responder. 

El viernes 9 de junio a las 4:17 de la tarde, la periodista Sylvia Charry llamó al coronel Dávila para preguntarle su concepto sobre la hipótesis de la Fiscalía. Se trataba de una conversación on the record, es decir que se podría citar, y para tener certeza de su declaración, grabó la llamada que se desarrolló en los siguientes términos y que ustedes pueden oír aquí.

 

-¿Óscar Darío Dávila? -pregunta Sylvia Charry.


-Sí -responde el coronel.


-Coronel ¿Cómo está? Habla con Sylvia Charry, periodista de CAMBIO. ¿Cómo le va?

-Bien.

- Ah, bueno. Me alegra mucho, coronel. Le estoy marcando porque desde hace unos meses venimos trabajando el tema de coyuntura y en medio de esas investigaciones nos llegó su nombre y, por supuesto, en mi deber periodístico, pues le estoy llamando para preguntarle su versión.

-¿De qué? Perdón, ¿de qué me habla? -responde el coronel.

-Le hablo de las chuzadas de las empleadas de Laura Sarabia.

- Ah, no ¿Y qué pasó luego? No entiendo. 

-Eh, coronel, le voy a contar un poquito lo que me han dicho algunas fuentes con las que estamos trabajando este texto, para que usted me diga qué tan verdaderas son.

-Primero que todo, yo no me puedo pronunciar ante eso. Es lo único que yo te puedo decir porque no. Eso sí me da pena contigo porque, hum, mejor dicho, me acaban.

-Claro. Pero coronel, solamente quería saber si usted me puede decir si es verdadero o falso lo que le voy a contar y ya. Yo me imagino que usted sabe que está circulando esa versión, que su nombre ha circulado en todo esto. Básicamente lo que dicen es que usted fue la persona con el coronel Feria, que organizó que colaran esos números telefónicos con ayuda del coronel Villarte de la Dijín. Usted sabrá que uno como periodista escucha, no cree en todo, pero escucha. Y por supuesto, en mi ejercicio tengo que llamar a preguntarle a todo el mundo a ver cuál es su opinión al respecto. Y por eso es que le estoy marcando. Mejor dicho.

-No, mira -empezó a contestar el coronel después de unos segundos de silencio -No, yo de eso no tengo conocimiento y  no, no sabría decirte. 

-¿No?
 

-No, no, no, no.

-Coronel, solo porque necesito tener su versión. ¿A usted nunca el coronel Feria o usted le pidieron al coronel Villarte que colara los números? Y me disculpo si la pregunta suena atrevida, pero pues debo hacerla.

-No, mira, yo la verdad, yo no me puedo pronunciar ante nada de eso. Me da pena contigo.

-Coronel, ¿a usted lo han llamado de la Fiscalía? ¿Lo han citado para algo?

-No. Mira, nuevamente te digo, yo no me puedo pronunciar ante eso. Discúlpame. ¿Listo?

-Bueno, le agradezco mucho y que esté muy bien. 

-Bueno, gracias. Hasta luego.
 
La periodista continuó trabajando en el reportaje y pasadas las seis de la tarde hizo una pausa para atender a su bebé. Cuando regresó al computador encontró una llamada perdida del coronel Dávila. En el teléfono quedó registrado que la llamó a las 6:13 de la tarde. 

chat coronel

Tan pronto vio la llamada, la reportera le envió un mensaje de texto preguntándole “Hola, coronel ¿me marcó?”. El mensaje fue enviado a las 6:48 de la tarde. A esa hora, el coronel Dávila ya se había suicidado. 

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Cuando llegaba al conjunto en el que vivía con su familia le pidió a su conductor-escolta que le comprara una botella de agua. Al regresar al vehículo el chofer vio que su pistola estaba en manos del coronel quien, después de pronunciar una frase que no alcanzó a entender, se disparó en la cabeza. 

El coronel Dávila tenía 41 años, estaba casado y era padre de dos hijos. Era el hijo menor de una profesora de San Martín, Meta, y antes de llegar a la presidencia había hecho carrera como investigador judicial. Llegó a ocupar la dirección de Policía Judicial de Cundinamarca y del área metropolitana de Bucaramanga. Se había ganado el respeto de superiores y subalternos por su capacidad de trabajo y su sencillez. Casi siempre usaba el traje de fatiga y quienes no se fijaran en sus laureles de coronel podían confundirlo con un patrullero más. 

Quienes trabajaron con él lo describen como un hombre amable, discreto, de buenas maneras y comprometido con el servicio. Uno de sus colaboradores cercanos consultado por CAMBIO, afirmó que Dávila era “una persona excepcional, que daba la vida por su uniforme y no era ningún delincuente”. 

Las últimas dos semanas habían sido de tensión para él. Se veía pálido y cansado, pero no paraba de trabajar. Estaba nervioso por la primera inspección de la Fiscalía al área de poligrafía en el edificio Luis Carlos Galán, aledaño a la presidencia. Las cosas empeoraron el miércoles de esta semana cuando el CTI inspeccionó la oficina del edificio Sendas. Allí, según él, no había ningún equipo de interceptación, solo pantallas de televisión para ver informaciones que pudieran anticipar riesgos para el jefe de estado, computadores en donde se registraban los turnos de los escoltas, drones y controles remotos para operarlos, además de fusiles de precisión para francotiradores que hacen parte del esquema de protección del presidente. 

La diligencia le había causado tanta inquietud que contactó al abogado penalista Miguel Ángel del Río y le pidió una cita que se concretó el jueves 8 de junio a las dos de la tarde en el restaurante Maki del hotel La Fontana, en el norte de Bogotá. La reunión duró poco más de una hora y media. El abogado Del Río, consultado por CAMBIO, recuerda que el coronel estaba muy agitado y ansioso. Le dijo que la Fiscalía lo tenía en la mira y, de acuerdo con la versión del abogado, le aseguró que Juan Carlos Pinzón, jefe del grupo del CTI que adelantó la diligencia, lo había asustado diciéndole que la Fiscalía iba por todo y que esa investigación no se detendría hasta que “corriera sangre”.

De todas maneras, los hechos muestran que el coronel Dávila estaba nervioso aún antes de esa inspección. La víspera de esa diligencia había radicado en la Fiscalía una carta en donde anunciaba su “absoluta disponibilidad para presentarme ante el despacho que se me indique, a fin de rendir entrevista con ocasión de los hechos de público conocimiento que involucraron altos funcionarios de la Presidencia de la República”. La carta está redactada en un lenguaje jurídico más propio de un constitucionalista que de un penalista y cita jurisprudencia de la Corte Constitucional. El coronel redactó ese mensaje con la ayuda de un miembro de su equipo que es abogado y lo consultó con un fiscal conocido suyo. La carta fue escrita en papel oficial de la Presidencia de la República y fechada el 2 de junio, aunque solo fue radicada el 5

El coronel le pidió al abogado Del Río que lo representara en un eventual caso en su contra y el jurista le respondió que estaba dispuesto a defenderlo pero que, de acuerdo con su punto de vista, la posibilidad de que lo vincularan seguía siendo remota. Le dijo, además, que si surgía una acusación debería ser estudiada prioritariamente por la Justicia Penal Militar, como un acto del servicio y que eso lo sacaría de la órbita de la Fiscalía. De todas maneras acordaron verse el sábado 10 de junio a las diez de la mañana para firmar el poder de representación. Del Río pensó que lo había tranquilizado, pero la mañana del viernes sus compañeros de trabajo en la presidencia vieron que seguía ansioso. 

Nadie sabrá jamás qué quiso decirle a la periodista Sylvia Charry a quien llamó minutos antes de quitarse la vida.

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