Gabriel Silva Luján
19 Noviembre 2023

Gabriel Silva Luján

Cómo desaparecer un país

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David Copperfield es quizás el mago contemporáneo más famoso del mundo. Aunque ha hecho cientos y cientos de presentaciones a puerta cerrada, su fama se le atribuye primordialmente a una serie de actos considerados imposibles. Copperfield logró desaparecer cosas que parecían tan sólidas, tan contundentes, tan obvias, que a nadie se le pasó por la mente que podrían desvanecerse con una serie de pases mágicos. Pues bien, este portento de la magia desapareció, ante millones de televidentes y miles de espectadores presentes, la Estatua de la Libertad y la Muralla China.

No solo los magos pueden hacer desaparecer cosas tan aparentemente perennes como monumentos e hitos geográficos. Hay otros que lo logran sin poseer dotes de prestidigitadores. En efecto, hay líderes y presidentes que son capaces de hacer desaparecer países enteros. Quizás se toman un poco más de tiempo que el que requiere un truco de magia pero el resultado es más permanente, muchas veces irreversible.

¿Cómo desaparecen los países? Esa no es una pregunta menor. Aunque proverbialmente se dice que los países no desaparecen, la cosa no es tan cierta. Claro, los territorios que ocuparon ahí siguen; los recuerdos permanecen, incluso el idioma y la gente pueden aún existir; algunos vestigios de lo que fue nunca desaparecerán, pero eso no quiere decir que el país como se le conocía continúe existiendo. ¿Es la Nicaragua de Ortega la Nicaragua de la Revolución? ¿Es la Venezuela de Maduro esa Venezuela con democracia y prosperidad que conocimos?

La desaparición de un país tiene siempre dos dimensiones, la externa y la doméstica. El desvanecimiento de una nación siempre empieza por la desarticulación de su existencia en el espacio internacional. El hecho es que no es fácil lograr borrar del mapa un país en el contexto interno si a alguien más le importa, si otro Estado está pendiente, si se es relevante, si es un actor constructivo, si es admirado, reconocido o apreciado. En el manual del desaparecimiento de los países el primer objetivo es hacer que al resto de las naciones les sea indiferente su existencia.

¿El Gobierno Petro y su política internacional favorecen las condiciones que hacen relevante a Colombia para la comunidad internacional? No parecería. Al poner la ideología por encima del interés nacional se anula el pragmatismo y la flexibilidad necesarias para constituirse en un actor con impacto. Si la ideología está al comando de las relaciones exteriores se divide el mundo entre buenos y malos. También la ideología promueve la intervención indebida en los asuntos internos de otros estados. Crea enemigos y permanentes conflictos diplomáticos.

Todo esto lo hemos visto en el año largo de gobierno. El conflicto con el gobierno de Perú, los intercambios con el presidente de El Salvador, la indiferencia ante la invasión a Ucrania, y ahora la incapacidad de reconocer el carácter terrorista de Hamás han agudizado el aislamiento de Colombia. Convertir el conflicto en Gaza en un asunto bilateral entre Israel y Colombia, cuando debe ser manejado en el escenario multilateral para ahorrarnos costos y riesgos, tendrá consecuencias negativas severas en muchos frentes vitales para el reconocimiento internacional de Colombia.

El más reciente episodio nos confirma que Petro quiere definitivamente aislar a Colombia, incluso de los principales países de América Latina. A pocos días de la elección presidencial en Argentina dijo: “Un Milei nos regresa a Pinochet y Videla. No tengan dudas. Nunca hay que votar por la barbarie…”. Y ahora que Milei es presidente electo, sigue insistiendo en que él representa la extrema derecha golpista.

Otras políticas del Gobierno Petro contribuyen a que Colombia sea percibida crecientemente como un país que es más un problema que un actor constructivo. La política de paz total ha proyectado una actitud de tolerancia hacia las organizaciones criminales. La política de lucha contra el crimen organizado -un tema que es de gran interés mundial- se interpreta como inexistente o por lo menos ineficaz. En cuanto a su actitud hacia la democracia, el respeto a las instituciones y la vigencia de la libertad de expresión todos los indicadores -publicados por las ONG especializadas- muestran un deterioro. La polarización social y política también proyecta un país dividido, condición que lleva a que la comunidad internacional prefiera mantenerse a distancia de ese berenjenal.

Así como el mago Copperfield se hizo célebre con la desaparición de la Estatua de La Libertad, el presidente Petro parecería querer pasar a la historia desvaneciendo a Colombia de la faz de la tierra. Es el primer paso.

Twitter: @gabrielsilvaluj

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