Ana Cristina Restrepo Jiménez
15 Septiembre 2023

Ana Cristina Restrepo Jiménez

La mina del dolor

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Este año tampoco fue. De nuevo vuelven a jugar con las ilusiones de las madres de los desaparecidos cuyos cuerpos podrían estar sepultados en La Escombrera, víctimas de operaciones militares urbanas, como Orión. De acuerdo con las conclusiones de una reciente reunión en la cual participaron las familias dolientes, la administración local y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), es improbable que antes de 2024 se reinicien las excavaciones para buscar a sus hijos –y esposos, hermanos y nietos–.

Escuche la columna completa aquí: 

 

El dolor de las víctimas del conflicto se convirtió en una mina en permanente explotación, una suerte de extractivismo electoral, político, administrativo, académico, periodístico, judicial y social.

Hace una semana, en El Tiempo, Jineth Bedoya planteó un debate urgente: “Lo que no puede seguir tolerándose es que, en nombre de la visibilización y el apoyo a las víctimas del conflicto, se les explote su testimonio, que es histórico, único e incompensable monetariamente y que se siga pensando que quienes han padecido la guerra tengan la obligación eterna de hablar en todos los foros, tesis de grado, investigación doctoral y eventos de derechos humanos”.

Si exploramos casos recientes, encontramos el de la Alcaldía de Medellín y las expectativas suscitadas en torno a la reiniciación de las excavaciones. La Secretaría de la No Violencia, creada en la administración de Daniel Quintero, ha acatado las órdenes judiciales de la JEP. Fuentes de esa Jurisdicción reconocen que es la primera vez que una Alcaldía de Medellín demuestra un compromiso con las víctimas de la Comuna 13. Sin embargo, es preciso señalar que la mencionada secretaría fue la plataforma de posicionamiento electoral del primo de la gestora Diana Osorio –esposa de Quintero–. (Después de los improperios en redes sociales que recibí por la columna que publiqué en CAMBIO sobre la politización e instrumentalización del discurso de la paz, el entonces secretario de la No Violencia, Luis Giraldo, renunció a su cargo para hacer exactamente lo que advertí: politiquería.

Sobre los recientes anuncios de excavaciones, María Victoria Fallon, abogada del Grupo Interdisciplinario de Derechos Humanos, detalló en un hilo en la red X:

En 2020, la JEP ordenó medidas cautelares sobre un perímetro de esa montaña de impunidad. En más de veinte años, no ha habido un solo alcalde de Medellín ni gobernador de Antioquia que haya respondido con contundencia a la pregunta de por qué nunca se ordenó detener la acumulación de escombros que creció a pesar de las súplicas de decenas de familias y las de las Mujeres Caminando por la Verdad.

Pero es que parece que la verdadera mina no es la que explota la empresa Construcciones El Cóndor en La Escombrera y La Arenera, sino el dolor de las víctimas de la Comuna 13…

Esta semana, un antiguo secretario de Quintero, hoy candidato a la Gobernación de Antioquia por Independientes, publicó un video en el cual utilizó secuencias de imágenes del maestro Jesús Abad Colorado (JAC) sobre el conflicto. El sonido de fondo del video era la voz de quien fue el presidente de la república durante la Operación Orión, Álvaro Uribe, la reiteración de sus palabras en una correría política en San Antonio de Prado, corregimiento de Medellín: “Yo di la orden”.

Aunque el candidato borró la publicación, vale resaltar tres aspectos en el uso del material fotográfico: (1) la secuencia carecía de contexto pues, si bien había imágenes de la Operación Orión (cuya orden fue dada por Uribe, como lo reiteraba el audio), también había fotos de víctimas de las antiguas Farc y el ELN; (2) el trabajo de JAC fue usado sin su autorización, y (3) la imagen icónica de la Operación Orión que encabeza el micro-guion del video de marras es instrumentalizada con fines electorales, es ideologizada para polarizar, para alentar discursos de odio originados en la adhesión política.

El libro La barbarie que no vimos. Fotografía y memoria en Colombia, del profesor Jorge Iván Bonilla, analiza esta famosa imagen que, como afirmó José Guarnizo en Semana (15/08/2015), “destapó los desmanes de la Operación Orión”. Bonilla se pregunta por qué nos “hiere” esa foto: “Aquí no vemos evidencia alguna del momento en que sucede el horror, del evento en que estos cuerpos fueron enterrados o de la labor inhumana del durante de su ocultamiento. Lo que vemos [...] son sus destellos exteriores, el modo en que el dispositivo de la desaparición forzada opera: acciones desarrolladas a la luz pública, a la vista de todos –en barrios, pueblos, plazas, caminos rurales–, esta vez con el concurso de ‘delatores’, ‘informantes’, ‘colaboradores’, de rostros encubiertos que ponen en juego una de las aristas del envilecimiento de la guerra en Colombia: funcionarios públicos en contubernio con grupos armados ilegales”. El profesor de la Universidad Eafit destaca que imágenes como esta son difíciles de mirar, porque en ellas “no solo se agrieta la idea del honor y la transparencia con que sectores de la Fuerza Pública del Estado combatieron la insurgencia, sino que también se debilita esa cultura heroica de la guerra asociada a la ‘valentía’ de hombres que hicieron parte de la barbarie”.

¿Recuerdan quién recurría a discursos de odio por adhesión política para estigmatizar al sector sindical (reparado colectivamente esta semana)? Correcto: Álvaro Uribe. Es decir, la campaña del exsecretario de Gobierno de Quintero se valió de imágenes que honran la memoria de las víctimas del conflicto y el dolor colectivo para aupar un discurso de odio, propósito opuesto al del autor de las imágenes.

Este año no serán las excavaciones en La Escombrera… a menos que algo excepcional ocurra.
 

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