Turismo en Colombia: qué hacer para que el paraíso no se convierta en infierno
22 Abril 2022

Turismo en Colombia: qué hacer para que el paraíso no se convierta en infierno

El trabajo de la marca país, la promoción de los Parques Nacionales y las producciones audiovisuales como Encanto y Colombia Magia Salvaje han despertado el interés de los viajeros nacionales y extranjeros

Crédito: Colprensa

El Gobierno actual y los candidatos presidenciales andan promoviendo el turismo como el sector de mayor proyección económica en el futuro cercano. La pregunta es si el país está preparado para manejar el aumento descontrolado de turistas.

Por: María Camila Díaz Esguerra

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Desde hace años, tanto el sector público como el sector privado han visto el turismo como una industria que puede dinamizar la economía y enriquecer la imagen de Colombia en el exterior. El trabajo de la marca país, la promoción de los Parques Nacionales y las producciones audiovisuales como Encanto y Colombia Magia Salvaje han despertado el interés de los viajeros nacionales y extranjeros. Sin embargo, año tras año las vacaciones de muchos pasan rápidamente de la euforia al desencanto por los costos desorbitados, el ruido y las hordas de gente en los lugares emblemáticos, playas, restaurantes y carreteras. Los sitios también se ven afectados por las toneladas de desperdicios que los visitantes dejan a su paso y el impacto que causan sobre el medio ambiente.

Abundan las noticias sobre cómo el turismo deja su huella por cuenta de la sobreocupación. 

Autoridades restringen el paso de vehículos a playas blancas en Cartagena en enero de 2020. Crédito: Colprensa
Autoridades restringen el paso de vehículos a playas blancas en Cartagena en enero de 2020. Crédito: Colprensa

En 2019, las autoridades ordenaron el cierre de las Salinas de Galerazamba, al detectar que los turistas no seguían los protocolos para la preservación de las salinas y que estas tampoco contaban con la infraestructura para desechar los sólidos. En octubre de 2021, la red de alcantarillado de El Rodadero, en Santa Marta, colapsó tras una “ligera lluvia” que terminó inundando toda la zona. En 2021, la Alcaldía de Dibulla declaró la calamidad pública, debido a la erosión que se está comiendo las playas de Palomino. En enero de este año, el Parque Tayrona tuvo que dejar a alrededor de 1.000 turistas por fuera debido a que había llegado a su capacidad máxima. 

Hay lugares donde ya el problema se ha vuelto recurrente, como el de las vías de acceso a Salento y al Valle del Cocora, donde los kilómetros de trancón y los establecimientos abarrotados se repiten cada temporada alta. Lo mismo sucede en la vía a Guatapé, en Antioquia, donde los turistas pueden tardar hasta cinco horas en recorrer 30 kilómetros. Esto sin hablar de las playas de Cartagena y Santa Marta, donde el turismo a gran escala no solo genera congestiones imposibles sino que deja un rastro de contaminación que se ha vuelto inmanejable. 

Aún así, el actual Gobierno y los candidatos presidenciales siguen insistiendo en el turismo como el sector de mayor potencial económico en el futuro. Sergio Fajardo, incluso, se atrevió a fijar como objetivo la visita de 9 millones de turistas extranjeros en los próximos cuatro años. ¿Cómo manejar el crecimiento del turismo si con el que hoy ya hay suficientes problemas?

El dilema de la sostenibilidad

El turismo es fundamental para el país. Según las cifras del Centro de Información Turística de Colombia (Citur), entre 2016 y 2019 representó alrededor de un 3,8 por ciento del PIB. Incluso durante la pandemia, representó un 2,5 por ciento en 2020 y un 2,6 por ciento en 2021. 

Bogotá. 31 de Diciembre del 2021. Salida de viajeros desde las terminales de transporte y las diferentes salidas de Bogotá. Lugar: Termianal del Salitre. (Colprensa-Sergio Acero)
Bogotá. 31 de diciembre de 2021. Salida de viajeros desde las terminales de transporte y las diferentes salidas de Bogotá. Lugar: Termianal del Salitre. Crédito: Colprensa-Sergio Acero

En 2019, un año récord, el país recibió 4.5 millones de visitantes extranjeros, y aunque la capacidad hotelera llegó al 57,8 por ciento a nivel nacional, hay puntos donde la concentración es mayor. Por ejemplo, la ocupación nacional para esta Semana Santa fue del 54 por ciento, aun cuando en algunos destinos fue mucho más alta; en el Quindío llegó al 95 por ciento y en Cartagena al 89 por ciento. Una realidad que lleva a preguntarse cómo puede el país cumplir la promesa de aumentar el turismo sin caer en la saturación. El desafío sigue siendo lograr un equilibrio entre el potencial económico del turismo, las necesidades de conservación ambiental y el de desarrollo de las comunidades locales. 

La Política de Turismo Sostenible que expidió el Gobierno en 2021 señala cuáles son los principales inconvenientes: la falta de criterios sostenibles en la organización del turismo a nivel local, la baja inversión en el capital natural, el privilegio del turismo masivo frente al turismo de calidad, la falta de atención a las capacidades de carga y la falta de articulación entre los distintos sectores, especialmente entre el comercio, los servicios y las autoridades ambientales, sin mencionar el recrudecimiento de la violencia en muchas zonas del país.

Para entender esta realidad, Cambio habló con profesionales del sector turístico y ecoturístico del país. Todos coincidieron en asuntos como la necesidad de articulación nacional, regional y local, la coordinación del sector público y privado, la importancia de respetar las capacidades de carga (el número máximo de visitantes que puede contener un determinado lugar turístico) y diversificar los destinos en una misma región; y la necesidad de trabajar y empoderar a las comunidades locales. 

Las dificultades de las microempresas

Como explica Gustavo Toro, exdirector de Cotelco, el turismo es un sector de microempresas. “La regla es que son muy pequeños empresarios y en eso radica su dificultad. Se trata de gente que ve en el turismo la posibilidad de generar unos ingresos pero no tiene una visión de desarrollo del sector. A las secretarías de desarrollo les corresponde organizar a estos empresarios y darles asistencia técnica y acompañamiento, con el apoyo del Ministerio de Comercio y Turismo, pero en la práctica esto es difícil y no sucede. El sector sigue siendo muy empírico”.

Sandra Vilardy, profesora de la Universidad de Los Andes y directora de Parques Nacionales Cómo Vamos, coincide en que aún hace falta coordinación entre el Gobierno nacional y las regiones. “El gran reto es la articulación territorial y eso no está pasando. Nuestra estructura institucional no tiene ese mecanismo que la facilite. Aunque debería ser función de las alcaldías, estas, en muchos casos, no tienen la capacidad”.

Valle del Cocora
El valle del Cocora es uno de los destinos que más preocupa últimamente. No sólo por los trancones para llegar y la alta concentración de visitantes, sino porque la ausencia de bosque andino pone en duda la supervivencia de las palmas de cera a futiro. Crédito: Colprensa

La consecuencia de este fenómeno es que cada actor va tomando decisiones independientes que le dan al sector una visión de corto plazo. Las personas que trabajan a nivel local también coinciden en esta apreciación. José Rubiel López, guía de ecoturismo en el Eje Cafetero, menciona: “Todos empezamos siendo muy románticos, pero cuando se ve que el negocio es más rentable de lo que se pensaba, nos centramos en la liquidez. Necesitamos políticas que constantemente nos recuerden ese romanticismo y las intenciones con las que empezamos”. 

La falta de políticas lleva a la sobreexplotación de los lugares turísticos, explica Vilardy: “Colombia ha desarrollado un turismo masivo que hace que los destinos se maduren muy rápidamente y se pierdan muchos de sus atributos de belleza”. Respecto de cómo abordar este problema, los entrevistados coinciden en una solución fundamental: establecer un número máximo de visitantes y planes de turismo que abarquen distintos destinos para desconcentrar los puntos críticos. 

Bañistas en la playa de Taganga
Imagen de las playa de Taganga en 2015. Crédito: Colprensa

Según Julia Miranda, representante electa a la Cámara y exdirectora de Parques Nacionales con varios casos de éxito en esa institución, la clave está en implementar una zonificación que delimite claramente dónde puede haber tráfico de gente y dónde no, y cuál es la capacidad de visitantes de cada zona; disponer de senderos alternativos para descongestionar y contar con estrategias de descanso en las áreas, como sucede con el cierre del Tayrona dos veces al año, para fomentar la recuperación. Pero, sobre todo, es fundamental la presencia de una autoridad que haga respetar las reglas, y el monitoreo constante para identificar y mitigar los impactos negativos a tiempo. 

Respira Tayrona es la estrategia implementada por Parques Nacionales en la que se hacen tres cierres en el año para la recuperación del parque
Respira Tayrona es la estrategia implementada por Parques Nacionales en la que se hacen tres cierres en el año para la recuperación del parque. Crédito: Colprensa

Estas directrices también aplican para casos como el de Salento y el Valle del Cócora. Como mencionan el guía José Rubiel López y el consultor en ecoturismo Damián García, exfuncionario de PNN, gran parte del turismo se concentra en estos dos puntos por su visibilidad comercial. Ambos coinciden en señalar que, además de la educación al sector turístico local y de la necesidad de mejorar las vías terciarias y otras infraestructuras, también es fundamental establecer capacidades de carga y dar alternativas a los turistas con destinos cercanos igualmente atractivos que permiten bajar la saturación en los puntos críticos.

Un caso que funcionó en años recientes fue el del Parque Chingaza, cerca de Bogotá. Como lo describe Damián García, allí se desarrolló una propuesta de senderos que van desde el Altiplano hasta el Piedemonte llanero. En los municipios aledaños al parque, hay infraestructura y alojamiento; y las comunidades del Meta y de Cundinamarca están trabajando para tener una oferta turística al lado del parque, así la gente puede encontrar hospedaje y actividades ecoturísticas sin sobrecargar el parque.

Parque Nacional Natural Chingaza
Parque Nacional Natural Chingaza. Crédito: Colprensa


Turismo incluyente y variado

Otro aspecto fundamental es el trabajo con las comunidades locales. Ellas son conscientes del potencial de desarrollo del turismo y ven una oportunidad no solo para mejorar sus condiciones de vida, sino para mostrar sus saberes y tradiciones. De ahí que el turismo comunitario, como el que proponen las mujeres de Timbiquí, sea especialmente importante en Colombia. 

Allí, un grupo de mujeres intenta desarrollar los recorridos turísticos Sabores y Aromas, con habitantes afro e indígenas de Timbiquí, López de Micay y Guapi, en el Cauca. Según Mirna Herrera Benté, miembro de la asociación que está detrás de esta iniciativa, el proyecto busca mostrar quiénes son las mujeres de esta zona y reafirmarse en su identidad. Así, quieren “mostrar la cultura, pero también la sororidad y la camaradería para integrarse con los visitantes y mostrar la diversidad de sabores y colores”. Sin embargo, tienen múltiples dificultades, como el transporte, la infraestructura de hospedaje y de playa. Sobre todo, recalcan la importancia de capacitar a las personas en guianza y atención a los visitantes. 

Río Guapi
Río Guapi. Crédito: Colprensa

A pesar del potencial de las regiones, en el Pacífico aún se necesitan grandes inversiones que les permitan a las comunidades desarrollar el sector, especialmente en zonas tradicionalmente afectadas por la violencia. 

El trabajo con las comunidades es fundamental para que la gente pueda permanecer en el territorio, tema en el que coinciden Damián García y Julia Miranda, ya que estas estrategias generan ingresos, les permiten a las comunidades vivir mejor y generan actividades directamente relacionadas con su territorio.  

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