El profesor de la Universidad de Antioquia que 'caza' asteroides: “Dios habla en matemáticas"
25 Febrero 2024

El profesor de la Universidad de Antioquia que 'caza' asteroides: “Dios habla en matemáticas"

Crédito: CAMBIO

Ignacio Ferrín es astrónomo y descubrió el asteroide que, recientemente, bautizó en honor a la Universidad de Antioquia, en donde enseña desde hace diez años. En conversación con CAMBIO, habló del universo, de la importancia de las matemáticas, de Dios y, claro, de cómo encontrar asteroides. Entrevista.

Por: Pía Wohlgemuth N.

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A sus 7 años, en 1950, Ignacio Ferrín vivía en Vigo, España. Una noche, cuando observó la noche estrellada y despejada, vio la constelación de la Osa Mayor. Sintió una fascinación inmensa. Apuntó al cielo con su linterna y se preguntó si la luz de aquel aparato podría llegar a la misma distancia de las estrellas. 

Era un niño y soñaba con ser piloto, pero a sus papás les causó temor esa idea. Por eso, se inclinó por la astronomía, para sumergirse en el estudio del universo por el resto de su vida. Después de Europa, vivió en Venezuela, en donde estudió y descubrió 12 asteroides. Aunque estudió un tiempo en Estados Unidos después de eso, llegó a Medellín en 2010. Por eso, uno de aquellos objetos rocosos acaba de ser bautizado en nombre de la Universidad de Antioquia –423624 Udeantioquia–, en donde Ferrín es profesor desde hace 14 años.

El profesor Ferrín es, como dicen, un hombre de ciencia. Tiene dos doctorados y es profesor de física y astronomía. Tiene 81 años y su vida transcurre en el estudio de la inmensidad. Usa las matemáticas para entender lo que ve por el telescopio, pues estas son el idioma del universo, que investiga con fascinación.

Mide casi dos metros de altura, es de pelo blanco y gafas. Habla con un acento indescifrable, influenciado por su trashumancia. Sentado en una mesa de un pasillo de la universidad, observa a su alrededor, sonríe, dice que es una persona feliz, afortunada. La astronomía para él es una diversión.

 

CAMBIO: ¿Cuál es la relevancia de estudiar el espacio cuando en la Tierra todavía hay tanto por explorar, como el océano? ¿Por qué concentrarnos en el espacio?

Ignacio Ferrín: El universo es absolutamente fascinante, es una cosa complejísima. Va más allá de lo que podemos comprender. El científico apenas rasca la superficie. Por ejemplo, dependemos completamente del Sol, pero la gente no piensa en él. Más bien van por las sombrita, pero no lo aprecian. Si el Sol varía en un 1 por ciento para arriba, nos asamos todos, nos morimos todos de calor. El Sol varía 1 por ciento por debajo y nos congelamos completamente.

CAMBIO: ¿Pero entonces cuál es la importancia? 

I.G.: El océano es otro universo. Además justo hace poco estaban descubriendo un pez que no habían visto nunca. Era totalmente transparente y se veían solo los huesos, las costillas. ¿Cuál es la diferencia? Si tú ves para arriba, el cosmos es gigante y hay millones de planetas en el universo, así como este. Esos planetas tienen los mismos  problemas que tenemos nosotros exactamente: tienen que comer, tienen que trasladarse, tienen que trabajar, tienen que arar la tierra. Entonces a veces yo me pregunto por qué Dios creó un universo que se repite miles de millones de veces, ¿cuál es el sentido de eso? No tengo ni idea, pero así es el universo, es gigantesco. Hay que darse cuenta de que hay otro universo, hay estrellas que tienen el tamaño de Júpiter, cosas gigantescas, hay estrellas magnéticas, el cerebro no lo puede comprender.

Ferrín

CAMBIO: Entonces el valor de estudiar el espacio es que…

I.F.: El valor es que te das cuenta que tú eres una motita de polvo, no vales nada, el Sol es una estrella del común, nosotros somos gente del común. En el universo no somos nada. La enseñanza principal es la humildad, no eres nada, y la prueba es que te mueres y te ponen en un cajoncito en forma de polvo. ¿Y ese polvo de dónde viene? De las estrellas, porque todo esto se originó de una estrella que concentró el material y se formó un planeta, la Tierra, somos material de estrellas. 

CAMBIO: Suena como la canción de Jorge Drexler, Polvo de Estrellas.

I.F.: Eso, está basado en eso, sí, claro. Yo lo que les digo a los estudiantes es “wow” y por eso a mí me llaman el profesor “wow”, porque yo todo el tiempo les digo que miren, que no solo vean, que miren, que se den cuenta. 

CAMBIO: ¿Cree que hay vida en otros planetas?

I.F.: Por supuesto, claro, es que no hay uno, dos, tres, cuatro, hay miles de millones de planetas en el universo que están habitados y es curioso, no te podés comunicar con ellos. Están tan lejos, que no podemos, pero hay miles de millones.

CAMBIO: ¿Cree que son humanos también?

I.F.: Claro, pero yo diría que la palabra humano se reserva para nosotros. Ellos serían súper humanos o exhumanos, lo que tú quieras, ¿no? Porque los humanos somos nosotros. Hay una historia interesante: hubo un punto en la historia de la humanidad que fue crítico, el momento en que el mono se puso de pie. Lo que pasó fue que los monos estaban en los árboles, pero no había suficiente comida y un mono dijo “mira, hay cosas que están caminando y tenemos hambre”, y bajaron del árbol. La hierba llegaba hasta una altura y el mono se arrastraba por el piso, la única manera era que levantara la cabeza para ver por encima de la hierba. Eso fue lo que hizo que nos pusiéramos de pie. Imagínate, un punto crítico en la historia. A partir de ahí el mono se desarrolló y somos una descendencia del mono. Entonces, la evolución es interesantísima. Fritjof Capra, en un libro que llamó el Tao de la física, comenta que estaba en una playa, se echó en la arena, vio para arriba y quedó asombrado con lo que es el universo. Te sientes muy chiquitico. Además, yo diría que es una experiencia religiosa. 

CAMBIO: ¿Por qué?

I.F.: Porque ves a Dios pero no lo ves. A Dios no se le puede ver, pero se le puede sentir.

CAMBIO: ¿Cree en Dios?

I.F.: Sí, pero tienes que calificar con cuidado. No es el Dios de los cristianos, no es el Dios de los musulmanes. Yo diría que el universo es Dios. El universo es la manifestación de Dios, a Dios no lo vas a poder ver, pero Dios existe, ¿por qué? Porque el universo es inteligente. Por ejemplo, de estas yerbitas que están acá, anualmente, las flores surgen al mismo tiempo. Tienen un reloj químico. El universo es complicadísimo, es una cosa…

CAMBIO: Es tan complicado que es una prueba de la existencia de Dios…

I.F.: Es tan complicado, que la única manera de explicarlo es que el universo es inteligente, yo diría que esa inteligencia es Dios. 

CAMBIO: ¿Cómo describiría el espacio? Se ve como algo oscuro, lejano, solitario

I.F.:  Ah, pero cuando tú le pones un telescopio empiezan a aparecer cosas extraordinarias.

CAMBIO: ¿Qué adjetivo sirve para describirlo?

I.F.: Wow

CAMBIO: Vive maravillado.

I.F.: Claro, si te digo sinceramente, vivo maravillado.

CAMBIO: ¿Y no es aterrador a veces ver tanta inmensidad?

I.F.: Sí, claro, porque en cierto modo no comprendes a Dios. Hay momentos en que un planeta puede aparecer destruido, pero es que la naturaleza es Dios y no puedes cuestionarla. Los planetas se mueven alrededor del Sol y tienen una órbita. La única manera de describir esa órbita es matemáticamente, eso es mecánica celeste. ¿Por qué los planetas siguen esas órbitas? Porque de una manera está escrito en ellos que tienen que seguir esa órbita. La conclusión es que la matemática es el lenguaje de Dios, Dios habla en matemáticas. ¿Por qué? Porque es él el que fija las leyes. Son las leyes de Dios y tú tienes que comprender las leyes de Dios y ¿sabes qué? Nosotros no las comprendemos, hay gente que vive en la ladera de las montañas, pero Dios te dice que ese volcán en algún momento va a despertar. ¿Qué pasó en Canarias, en Hawai? La lava se comió las casas.

CAMBIO: Hablemos de los asteroides. ¿Cuántos ha descubierto?

I.F.: Descubrimos 13, pero resulta que el número 13 se nos escapó. La Unión Astronómica Internacional tiene una regla y es que desde que tú descubres algo, tienes que verlo dos noches, no tienen que ser seguidas, pero tienes que observarlo y reportar dos medidas. Si no reporto dos medidas, casi no lo toman en cuenta. Nosotros estábamos observando el número 13 lo agarramos, era nuevo. El clima se estropeó por una semana y cuando volvimos a buscarlo no lo encontramos, se nos perdió. 

CAMBIO: ¿Cómo se descubre un asteroide?

I.F.: Tienes que estudiar mucho primero. Estamos hablando del año 2000, en ese entonces yo era profesor titular de la Universidad de los Andes en Mérida. Uno de los telescopios estaba perfecto y yo pensaba que podíamos hacer una búsqueda en el cielo y ver qué encontrábamos. Un día entró un muchacho, Carlos Leal, y me dice “profe, ¿por qué no buscamos cosas en el cielo?”. Con él ya tendríamos un equipo, resultó que el muchacho era muy bueno, era excelente, y descubrimos muchos asteroides. Después, empezamos a nombrarlos. Él nombró su ciudad natal. Yo nombré mi ciudad natal. Buscamos algunos científicos que fueran importantes, y al final, cuando vine a Colombia en el año 2010, habían quedado tres sin nombrar.

En el año 2013 sucedió un evento en Cheliábinsk, Rusia. Cayó un meteoro y todas las ventanas de la ciudad se rompieron por la onda de choque. Hubo más de 1.000 heridos, fue un evento increíble. En ese momento, lo que interesaba era saber de dónde había venido ese objeto, de dónde había caído, si desde arriba, desde abajo a la izquierda, a la derecha, de dónde cayó. Jorge Zuluaga, un compañero mío de la Universidad de Antioquia, es experto en mecánica celeste y en dos días ya tenía la órbita. Ya sabía cómo había sido la trayectoria en el espacio de ese asteroide, un cálculo fenomenal que la Nasa se tardó siete días en sacar. Entonces yo dije: “Carambola, una persona que le gana a la Nasa por cinco días es un tipo que tiene una capacidad extraordinaria de cálculo y yo que estoy buscando alguien para ponerle nombre a un asteroide…”. Por eso le puse Jorgezuluaga.

Después ya me quedaban dos. Venía un cumpleaños de Medellín y entonces le pusimos así. Luego, quedaba uno y yo siempre estaba pensando en personas. Mi esposa un día me preguntó que por qué tenía que nombrar personas, que le podía poner el nombre de la universidad.

Asteroide

CAMBIO: Pero usted lo descubrió en Mérida.

I.F.: Sí. Debo decirte algo, la Unión Astronómica Internacional, si tú eres el descubridor, te da la autorización para que le pongas un nombre. Sin embargo, no le puedes poner cualquier nombre, no le puedes poner el nombre de tu mascota, no puedes poner el nombre de tu novia, no le puedes poner el nombre de los políticos.

CAMBIO: A diferencia de las especies, que cuando las descubren sí les ponen cualquier nombre que quieren…

I.F.: Aquí no, porque la Unión Astronómica Internacional es una organización no política, entonces no quieren tener nada que ver con política ni gente rara. Hay ciertas reglas y hay que cumplirlas, pero los nombres que yo puse siempre cumplían las reglas y 'Universidad de Antioquia' cumplía las reglas. En febrero del año pasado, hace un año, hice la propuesta, le escribí a la Unión. Finalmente, el 18 de diciembre llegó un correo donde autorizan que el asteroide 423624 sea nombrado con el nombre de la Universidad de Antioquia.

CAMBIO: ¿Por qué lo bautizó tantos años después?

I.F.: Por lo siguiente, tú descubres el objeto y el objeto tiene una órbita alrededor del Sol. Los de la Unión Astronómica Internacional pusieron una regla: para poder nombrarlo tiene que cerrarse la órbita, dar una vuelta completa. O si no, dos vueltas, y como esta es de un periodo de cinco años, son diez años fácilmente. Además, como yo no conseguía a nadie a quien nombrar, yo también me retrasé en proponer un nombre.

CAMBIO: ¿Cuántos asteroides sabemos que existen hoy? ¿Cuántos se han descubierto?

I.F.: Cuando se descubrió Jorge Zuluaga, este era el último: 347.940, eso fue en 2014. Exactamente diez años después hay 1.300.000, o sea que hay ocho planetas más 1.300.000 objetos que le dan la vuelta al Sol. Todo eso tienes que tener digitalizado, calculado, en una base de datos gigantesca. 

CAMBIO: ¿Y por qué importa descubrir un asteroide?

I.F.: Primero, el conocimiento científico, tú quieres comprender la naturaleza. ¿Por qué estudias los árboles? Por conocimientos científicos. Hay una segunda razón muy importante, resulta que los asteroides tienen una mala tendencia de que nos caen encima.  Los dinosaurios se murieron porque un asteroide llegó, explotó, lanzó una gran cantidad de material a la atmósfera, la atmósfera se oscureció, tapó el sol, no había fotosíntesis, las matas se murieron y los dinosaurios se murieron de hambre. Imagínate tú el evento. Aparte de eso a cada rato están cayendo. En 2013 cayeron sobre Cheliábinsk. Ese caso fue muy interesante, porque si hubiera caído dos horas más tarde hubiera ocurrido sobre Europa, sobre Alemania y hubiera habido miles de muertos. Por fortuna, Siberia está prácticamente deshabitada.

Ferrin

CAMBIO: ¿Descubrir los asteroides sirve para prevenir tragedias, entonces?

I.F.: Para prevenir, para estudiar, para conocer nuestro entorno, para saber cuándo te pueden caer o no te pueden caer.

CAMBIO: Listo, está el conocimiento, ¿y cómo se puede uno proteger de un asteroide si sabe que va a caer?

I.F.: Bueno, puedes comprar un paraguas contra asteroides, por ejemplo, pero no los venden en ningún lado. 

CAMBIO: Sirve para saber el destino final.

I.F.: Tenemos una obligación de estudiarlos, de comprenderlos.

 

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