
"De no hacerse la transformación social, el Catatumbo estará condenado a cien años de soledad por el último Aureliano Buendía", dijeron los líderes en la Caravana Humanitaria.
Crédito: CAMBIO - Santiago Luque Pérez
Catatumbo: la región que se resiste a vivir cien años de soledad y guerra
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La crisis humanitaria en el Catatumbo parece estar lejos de superarse. Muchos de los desplazados aún siguen sin poder volver al territorio y algunos puede que nunca vuelvan. Falta recoger cuerpos de personas asesinadas, hay otras que continúan escondiéndose y se necesita establecer corredores humanitarios. CAMBIO recorrió varios municipios y corregimientos por los que la actual guerra entre el ELN y las disidencias ha dejado miles de víctimas.
Por: Santiago Luque Pérez

En La Cecilia, en zona rural del municipio de Teorama, Norte de Santander, no hay una sola casa que no tenga colgada una bandera blanca. Y en la vía que atraviesa el corregimiento, y que conecta Ocaña con El Tarra, hay un pasacalles roto que dice "Queremos PAZ". En este pequeño corregimiento fueron asesinadas 13 personas el 25 de enero que, según los reportes de las autoridades, serían combatientes del frente 33 de las disidencias.
La violencia que desató la guerra en el Catatumbo ha alcanzado niveles históricos de desplazamiento forzado: más de 52.000 personas han dejado su tierra. Y los homicidios, según información oficial, ya alcanzan los 52 casos, aunque se presume que hay más cuerpos que no han podido ser recuperados.
Con motivo de la Caravana Humanitaria que se realizó en la región, CAMBIO recorrió varias de las zonas que han sufrido los peores momentos de esta guerra que comenzó el 16 de enero entre las disidencias Estado Mayor de los Bloques y Frentes (EMBF) y el ELN.

El ELN avanza en el control del territorio
Es difícil hablar de triunfos en una guerra. Para la población civil, todo lo que ha pasado desde que estalló este nuevo conflicto ha sido una derrota. "Nos duelen todos los muertos, ya sean del Ejército, de la guerrilla o civiles. Porque todos son hijos del Catatumbo que la guerra nos arrebató", dice una lideresa. Sus palabras son secundadas por un miembro de la guardia campesina.
Sin embargo, en las calles es claro que la guerrilla del ELN se impuso al frente 33. Las vallas que habían sido instaladas por el grupo disidente al ingreso y salida de algunos corregimientos están rotas. En una de ellas lo único que aún queda en pie es la mitad de la cara de Manuel Marulanda Vélez, fundador de las extintas Farc, más conocido como Tirofijo. Los demás pedazos están en el piso.


Además, muchas de las fachadas de las casas han sido pintadas por el ELN, que ha acrecentado el control territorial en el Catatumbo. Varios de los mensajes están dirigidos al presidente, que decidió suspender la mesa de negociación después de que estallara este conflicto. "Paz total. Total Fracaso. ELN", "Petro, cúmplale al Catatumbo. ELN", "Conmoción interior = militarización. ELN", se lee en las paredes.


Los maestros, que salieron en caravanas unos días antes de que comenzaran las clases por la violencia, ya han regresado a las aulas. Ya se ve a los niños jugando en los patios y muchos de ellos se asomaron por las ventanas para ver pasar los más de 50 vehículos que participaron de la Caravana Humanitaria.
Pero ni las instituciones educativas son ajenas a las muestras de poder del ELN. Al frente de una de estas escuelas está pintado un mensaje del grupo guerrillero y a escasos cinco metros está su bandera roja y negra ondeándose. No es una casualidad, como esta hay otras izadas por toda la región, como recordando que son ellos los que mandan y que el Estado no llega.

Los grupos armados dijeron previo a la Caravana Humanitaria que la respetaban y que no atentarían contra ella. Por ello, en uno de los puntos de control que comúnmente tiene la guerrilla en la carretera, estaban vacías las sillas rimax en las que suelen sentarse a controlar quién pasa y quién no. Al pasar por ahí se ve uno que otro uniformado escondido en la parte trasera de las casas, pendiente de que todo avanzara con normalidad.
Durante todo el camino también se vio a varias personas que son reconocidas por la gente de la región como guerrilleros y que estaban de civil. "¿Por qué se mete en contravía, no ve que está avanzando?", le reclama un hombre con la mirada fija al conductor de un vehículo a la salida de un corregimiento. "Ese es uno de ellos", dice de manera disimulada alguien que conoce la zona.
Hasta el tránsito es manejado por los guerrilleros. El ELN tiene varios peajes que han sido levantados en la zona. Se tiene prohibido pitar, se pide andar lento y en las paredes están escritas las tarifas: motos 2.000, carros 5.000, camionetas 10.000.

La pelea por los cultivos de coca
El Catatumbo es el tercer departamento con más cultivos de coca sembrado, según el informe Simci de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc). En sus extensas montañas se ve cómo estas plantas se han ido apoderando del paisaje. Las más verdes están listas para ser recogidas por los raspachines. Otras se notan que fueron raspadas hace poco, quedan los tallos y pocas hojas.
Varias personas le confirmaron a CAMBIO que desde mediados del año pasado el negocio se reactivó y que por estos días se está pagando bien. Desde 2022 hubo una crisis en este negocio que hizo que no hubiera quien comprara la hoja de coca. Por toda la región hay zonas listas para nuevos cultivos y plántulas que hasta ahora están creciendo.

Una de las razones por las que estalló la guerra es por el control total de este negocio. Nada se mueve sin que el ELN dé la autorización. "Las personas pueden cultivar la hoja de coca sin problema desde que la vendan a alguien autorizado por el ELN. En otros casos, los cultivos son de la propia guerrilla", le dijo a este medio una persona con conocimiento del tema.
En las carreteras también es común ver las canecas en las que se transportan todos los químicos que se usan para hacer la cocaína. "Se vende soda cáustica", "sí hay amoniaco", son algunos de los letreros que se camuflan entre las marcas del ELN. Son sustancias utilizadas en el procesamiento de la hoja de coca. Pero no son los únicos letreros que hay. También se ha vuelto cada vez más frecuente ver escrito en las paredes "zona minada".
A pesar del potencial de la región, no son rentables otros cultivos como los de cacao, plátano y yuca. Ahora todos son de coca. A orilla de carretera se ve a los jóvenes que raspan la hoja con los bultos de lo que han hecho en el día. Lo suben a una moto y salen a venderlo.

Los fantasmas del pasado: el miedo a una militarización
Mientras que la paz total no llegó al Catatumbo, la decepción absoluta sí lo hizo. La gente de la región exige que haya una transformación social del territorio y le piden al presidente Gustavo Petro que cumpla con la promesa de firmar el Pacto Social por el Catatumbo y que el Estado no llegue solo por la vía militar.
"El presidente nos prometió ser la capital de la paz y queremos que nos cumpla", dice uno de los habitantes del Catatumbo. Mientras que desde el Ejecutivo se defienden las acciones militares ante el incumplimiento del ELN, las personas insisten en que se busque una salida dialogada y que se dé un cese al fuego que sirva de alivio humanitario.

Sin embargo, no todos creen en la voluntad de paz del ELN. Una de las personas dijo que este grupo guerrillero ha sido muy crítico con la firma del Acuerdo de Paz de las Farc y que en varios espacios han reafirmado que su lema es "vencer o morir".
Al finalizar el diálogo humanitario, el senador y miembro de la delegación del Gobierno en las negociaciones con el ELN, Iván Cepeda, dijo que espera que este espacio marque un antes y un después en la violencia. Dijo que ojalá se retomen las negociaciones y se llegue a un cese al fuego. "El ELN debe decidir si tantos años invertidos en diálogo han sido solo un ejercicio retórico o si quiere construir la paz con hechos, no con palabras, con hechos", puntualizó.
La firma del decreto de conmoción interior también ha traído incertidumbre en la población. Mientras que el Gobierno ha dicho que busca atender la crisis de la región, la población teme que conlleve una militarización. "Tenemos miedo que regrese el paramilitarismo, nosotros que fuimos víctimas", dice una de las personas recordando la violencia que se desató hace 26 años.
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"Es un dolor muy grande, sobre todo para las madres como yo, que vivimos lo de 1999. El alma la tengo de verdad destrozada por todos estos jóvenes que están allí", le dijo a CAMBIO una lideresa recién estalló el conflicto el 16 de enero.
A año y medio de las elecciones, la población también teme que el presidente Gustavo Petro le deje el camino libre al próximo gobierno para que busque tomar el control de la zona a sangre y fuego. "El Catatumbo se vuelve a llenar de huérfanos, de viudas, de madres que ven morir a sus hijos en una guerra que no es de nosotros, que nos la impusieron", dijo otra persona.
Sobre el miedo por el decreto de conmoción interior, el senador Iván Cepeda dijo que no se busca la militarización y añadió: "El presidente ha dicho que es para lograr conseguir dineros para poder echar adelante la región con programas, que fueron frustrados en el Congreso de la República. Eso se olvida".

En el diálogo humanitario que se realizó en El Tarra, Norte de Santander, estuvieron presentes las comisiones de paz del Congreso, el expresidente Ernesto Samper, entidades estatales y organizaciones sociales. Estas últimas pidieron que se renueve el acuerdo humanitario con el que se le respeta la vida a la población civil.
Mientras se avanza en las soluciones para el Catatumbo, lentamente algunas cosas vuelven a la normalidad. El comercio ha reabierto sus puertas, el transporte se ha reactivado, las clases ya empezaron y las personas han ido regresando a sus labores. Sin embargo, hay desplazados que no han podido volver y hay unos que tal vez no vuelvan. Y el tejido social se ha roto y se deberá volver a hilar de manera lenta y con la dificultad del ruido de los fusiles.
