Las finanzas del ELN

Las finanzas del ELN

Crédito: Foto Colprensa.

El ELN se ha financiado de todas las formas: aparte de ingresos provenientes de secuestros, extorsiones y cobro de impuestos a la coca, también ha habido aportes mensuales de sus militantes y hasta plata obtenida en bazares hechos por un cura. Sin embargo, en este artículo, si el cese al fuego prospera, se les propone otra forma viable de financiación.

Por: Luis Eduardo Celis

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El ELN va a cumplir cincuenta y nueve años de existencia el próximo 4 de julio y en toda su vida nunca ha dependido de nadie.

Hacer violencia organizada es muy costoso: requiere recursos cuantiosos, que el ELN siempre ha conseguido de manera ilegal.

Desde los primeros años de su existencia el ELN ha recurrido al secuestro y, hasta principios de los años ochenta, asaltó bancos y carros de valores y, el 9 de marzo de 1967, hasta llegó a descarrilar un tren que iba hacia Santa Marta desde La Dorada con el fin de saquearlo.

El ELN ha pasado por épocas de vacas flacas y épocas de bonanza. Por ejemplo, a principios de los años setenta, contaba con una sofisticada red urbana, liderada por un extrabajador petrolero, Carlos Uribe Gaviria, quien andaba en avión, usaba tarjeta de crédito, lo cual era excepcional en ese momento, pudo conseguir importantes recursos financieros para el ELN, y después del cerco de Anorí fue fusilado por esa organización.

En las épocas de escasez, cuando la persecución de la fuerza pública le impedía secuestrar, como ocurrió después del cerco de Anorí -del cual se va a cumplir medio siglo-, el ELN se refugió en los recursos propios del trabajo legal de sus militantes y no fueron pocos los trabajadores en Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga, Cartagena y Barrancabermeja, que sagradamente daban una cuota mensual para apoyar a una diezmada guerrilla rural. Así ocurrió entre 1975 y 1980, en la peor crisis organizativa y política del ELN. Hasta los bazares que organizaba el Padre Bernardo López Arroyave (asesinado en 1987, en Sincé, Sucre, por lo paramilitares) para mandarle plata al cura Manuel Pérez, fueron claves para mantener al ELN.

La mejor época de las finanzas del ELN le llegó entre 1984-1986, cuando contó con los cuantiosos recursos que le cobró a la compañía alemana Manesmann para permitirle construir el oleoducto Caño Limón-Coveñas. Esos recursos fueron del orden de los diez millones de dólares y, con ellos, entre 1984-1986, luego de la dura crisis de los años setenta, el ELN pudo financiar su reestructuración política y organizativa.

En los años ochenta el ELN definió instalarse de manera permanente en importantes enclaves económicos: desde su nacimiento estaba en el Magdalena Medio; en los setenta conoció el Bajo Cauca y el Nordeste Antioqueño; a principios de los ochenta se instaló en Arauca, se proyectó al oriente antioqueño, se extendió por todo el Cesar hasta la Guajira, creció en el Catatumbo y tuvo presencia en Cauca, Valle, Nariño y Chocó. Con esta amplia presencia territorial y un detallado conocimiento de sus economías, extendió su red de secuestro y extorsión. Y fue tanto su crecimiento, que para hacer los secuestros más importantes constituyó un “equipo nacional de cobros”. Eso fue cuando el secuestro alcanzó la cifra de miles al año: según un estudio del Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1978 y 2015 el ELN fue responsable de 6.789 secuestros.

Para los años noventa, al ELN se le volvió difícil secuestrar, y las extorsiones las dirigió hacia campesinos medios. Entonces sus finanzas se resintieron; y sus estructuras, que fueron muy golpeadas por acciones de la fuerza pública y por la expansión paramilitar, sufrieron un enorme debilitamiento. Entonces el ELN perdió presencia territorial y, al perder territorio, se menguaron sus finanzas.

Hay una parte importante de las finanzas del ELN que se deriva de su extendida permanencia en territorios. A partir de ella ha construido una red de recursos legales e ilegales, y existe un complejo entramado de relaciones sociales en las que participa y de las cuales deriva recursos. Ese es un tema difícil.

El ELN se resistió durante dos décadas a involucrarse con la economía del narcotráfico. En ese punto fue tajante el cura Manuel Pérez, quien siempre lideró el “deslinde categórico”. Pero en medio de una guerra intensa que necesitaba mucho dinero, el ELN se involucró en el cobro de gramaje y hay versiones de que, en algunos momentos, ha ido más allá, lo cual siempre lo ha negado. Y hasta ha pedido que una comisión internacional independiente evalúe si tiene relación con la economía del narcotráfico. En todo caso, lo cierto es que, desde finales de los años noventa, el ELN empezó a cobrar “impuestos” a las transacciones de coca.

Hoy puede ser una organización guerrillera de cerca de dos mil quinientos combatientes, y dispone de una red miliciana con la cual puede sumar fácilmente siete mil quinientas personas que se mueven en doscientos veinte municipios del país, y que ejercen como una especie de estado alterno pues, a su manera ilegal, a veces actúan como policías, jueces o agentes de la Dian.

Si se calculara un salario mínimo para mantener mensualmente a cada integrante del ELN, se requerirían siete mil quinientos millones de pesos al mes. Pero a esa cifra habría que sumarle gastos de movilidad, salud, etc.

Ahora que se va a dar un cese bilateral entre el Gobierno y el ELN, y se abre una dinámica de participación de la sociedad, se habla sobre cómo lograr que el ELN abandone las prácticas del secuestro y la extorsión. Y hasta se ha mencionado la posibilidad de conseguir financiación internacional, la cual es poco viable en tanto el ELN permanezca en las listas de “organizaciones terroristas” de la Unión Europea y de los Estados Unidos.

Se ha hablado, igualmente, de la posibilidad de que el Gobierno colombiano financie al ELN y este se comprometa a suspender el secuestro y la extorsión. Ese es un tema polémico, y ya causa aguda controversia, no obstante que, en el año 2006, ante un posible cese bilateral, el presidente Uribe ofreció financiar al ELN para que dejara de secuestrar.

Pablo Beltrán, integrante del Comando Central del ELN y jefe de la delegación de diálogo, le dijo a la prensa que el tema de la financiación del ELN se ha comentado con el Gobierno del presidente Petro, pero no ha tenido mayores desarrollos. Igualmente el Gobierno ha dicho que sobre este punto no hay ningún acuerdo, y el propio presidente ha afirmado que se debe construir un acuerdo al respecto.

Si las negociaciones con el ELN van hacia un cese bilateral que comienza el próximo 3 de agosto, y este cese funciona, se amplía en el tiempo y abarca progresivamente nuevos aspectos como la extorsión y el secuestro, hay que construir acuerdos sobre cómo se puede financiar esa organización, por lo menos en lo que se refiere a la manutención básica de sus integrantes. Y ella no debe partir de fuente distinta que los recursos que los hombres y mujeres del ELN generen por su trabajo, surgido de las transformaciones que se acuerden para el corto plazo. Por ejemplo, los integrantes del ELN pueden trabajar en la construcción de vías terciarias; en la construcción y mantenimiento de escuelas y puestos de salud en las zonas rurales que ellos conocen; o en el mantenimiento de cuencas de quebradas y ríos, eso, para solo mencionar tres casos de los muchos donde se van a invertir recursos del Estado. Esta fórmula de generación de recursos por trabajo, se puede concertar con las comunidades que conoce el ELN, con una debida supervisión que debe acordarse.

Las guerrillas colombianas a diferencia de la guerrilla salvadoreña que recibía recursos de los bazares que la socialdemocracia europea organizaba en los parques de Berlín, Madrid y París, siempre dependió de sí misma y el ELN no ha sido la excepción.

Las finanzas del ELN deben pasar de la ilegalidad a una acción de trabajo por la paz. Allí estaría su transformación de fuerza rebelde a organización constructora de paz.

 

Por Luis Eduardo Celis, integrante de la Fundación Paz y Reconciliación.

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