Adriana Ángel, la estratega de FilBo
25 Abril 2025 03:04 am

Adriana Ángel, la estratega de FilBo

Adriana Ángel.

La Feria Internacional del Libro de Bogotá cuenta con un equipo de trabajo que cubre diversas áreas. Desde el negocio editorial hasta la promoción de la lectura y el debate sobre diversos temas de interés nacional y global. Adriana Ángel es su directora desde noviembre de 2022.

Por: Eduardo Arias

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Desde noviembre de 2022 Adriana Ángel, comunicadora social y relacionista pública, dirige la feria, que logró salir renovada tras la pandemia. Su labor como gestora cultural e impulsadora del libro y la lectura viene de más atrás. Fue coordinadora de prensa de la feria y en 2016 se vinculó a la Cámara Colombiana del Libro como directora de comunicaciones, cargo desde el que creó y ejecutó la estrategia de comunicaciones de la FILBo en alianza con varias entidades públicas, privadas y con Corferias.

Además, fundó la librería Las Cigarras, desde donde también adelanta sus tareas en favor de la divulgación del libro y la lectura, además de promover conversaciones sobre diversos temas. CAMBIO habló con ella acerca de la creciente importancia que ha adquirido la Feria Internacional del Libro de Bogotá a lo largo de su historia, que comenzó en 1988 como una apuesta de la Cámara Colombiana del Libro y Corferias para fomentar a los editores colombianos y acercar los libros al gran público.

CAMBIO: ¿Cómo ha incidido la Feria Internacional del Libro de Bogotá en el desarrollo de la industria editorial de Colombia y la región?

Adriana Ángel: La FILBo ha sido una plataforma fundamental para el crecimiento y para dar a conocer a la industria editorial colombiana. Ha permitido el fortalecimiento del ecosistema del libro: desde los editores independientes hasta las grandes casas editoriales, pasando por librerías, distribuidoras, impresores, ilustradores y traductores. Además, ha propiciado la internacionalización de autores colombianos, el nacimiento de nuevos proyectos editoriales y el reconocimiento del libro como bien cultural. En la región, la FILBo también ha sido punto de referencia e inspiración para otras ferias y festivales del libro, impulsando políticas de lectura, alianzas estratégicas y una mayor integración del sector editorial latinoamericano. Sin duda, la FILBo tiene como misión unir a Colombia a través de la cadena de creación y producción del libro, de la lectura, donde lo cultural y lo comercial dan forma a la feria y reflejan las realidades del país.

CAMBIO: ¿Qué lugar ocupa La Feria internacional del Libro de Bogotá, no solamente porque se venden más libros sino también por su labor cultural?

A.A.: La FILBo es una de las ferias más relevantes del continente no solo por su masiva participación, más de 600.000 visitantes en 17 días, sino porque se ha convertido en un punto de encuentro fundamental entre editores, autores, libreros, mediadores, docentes y lectores de todas las edades. Su fortaleza radica en la diversidad de públicos que convoca y en su capacidad para tejer puentes entre la industria editorial y la ciudadanía. En el ecosistema latinoamericano, la FILBo cumple un rol clave en la circulación de contenidos, la consolidación de redes regionales y el impulso a la bibliodiversidad.

CAMBIO: ¿Cómo lo ha logrado?

A.A.: Un componente que ha posicionado a Bogotá como uno de los tres eventos más relevantes de América Latina es la internacionalización, relacionada con ser una plataforma de negocios para los profesionales del libro. Bogotá se ha posicionado como un epicentro de negocios editoriales en América Latina en el primer semestre del año. Eso significa que durante estos días de feria a Bogotá van a acudir empresarios, no solo de América Latina, sino de otros países que vienen a conocer el mercado editorial colombiano y a generar expectativas de negocio a corto, mediano y largo plazo. Eso es muy importante. Bogotá es una cita anual para los agentes que van por el mundo visitando ferias, haciendo negocios y creando conexiones. Bogotá se ha convertido en una cita anual para empresarios.

CAMBIO: Hablemos de cómo se desarrolla la programación cultural, a la que ustedes le dedican tanto empeño.

A.A.: La Feria Internacional del Libro de Bogotá se caracteriza porque tiene una curaduría de programación dirigida a todos los públicos y por su temática transversal. Este año son las palabras del cuerpo. A partir de ahí se genera una estrategia para vincular a los editores, a los aliados, tanto públicos como privados, para que se sumen a esa conversación. Ese también es un elemento diferencial de una feria como la nuestra respecto a otros ejercicios que se hacen en otras ferias, no solo en América Latina sino en el mundo de habla hispana. Otro componente muy importante es la cobertura que tenemos, no solo dentro del recinto de Corferias sino también en ciudad y en los territorios. Nosotros hacemos Filbo Ciudad. Realizamos 120 actividades que forman parte de la feria y que suceden en otros espacios de Bogotá. Además, llevamos a los autores a otras ciudades del país. Por ejemplo, este año vamos a tener Filbo región en Pasto. Tendremos unos autores y esto ayuda a apalancar el ejercicio de promoción de lectura que hacen en Pasto y con la temporada de letras de Pasto e Ipiales. En Medellín, con las cajas de compensación, y eso también pasa en Barranquilla y en Cali, en el Eje Cafetero, donde llevamos también nuestros autores. Vamos a llevar a los autores a 11 ciudades. Entonces este componente de descentralización también es clave. En síntesis, son diferenciales que posicionan a la feria en otro lugar.

CAMBIO: ¿Cuándo comenzó la idea de sacar la feria del recinto de Corferias?

A.A.: Con FilBociudad desde que el principal aliado institucional es la Alcaldía. Gracias a esa alianza tenemos la circulación por bibliotecas y otros espacios culturales que tienen Idartes y la Secretaría de Cultura. Obviamente siempre pensamos en apoyar y respaldar a las librerías. Nuestra prioridad es llevar los autores a las librerías. El año pasado se sumó la Secretaría de Integración Social y entonces llevamos a 19 de nuestros invitados a 19 Casas de la Sabiduría, donde atienden a personas mayores. Esto tiene un proceso muy bonito porque tenemos unos promotores de lectura que van, hacen talleres para preparar a las personas mayores, que ya hayan leído el libro para que cuando llegue el autor la experiencia sea mucho más enriquecedora. Desde 2019 no teníamos la presencia de autores en colegios públicos. Este año retomamos y vamos a llevar autores a los colegios públicos y también a los privados del norte. Muchas veces los niños, por temas de desplazamiento, no los pueden traer. Entonces vamos a llevarles autores allá.

CAMBIO: ¿Cuáles otros aliados tienen?

A.A.: Desde el año pasado se sumó la Fundación Gilberto Alzate Avendaño para descentralizar también FilBo Incluyente. Entonces tenemos jornadas muy importantes durante la feria y actividades de inclusión en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño. Buscamos generar alianzas para mejorar la experiencia de nuestros visitantes no solo al recinto, sino a los distintos espacios a los que podemos llegar en Bogotá y en el país.

CAMBIO: ¿Cómo afrontaron la pandemia?

A.A.: Nosotros no dejamos de hacer la feria; la hicimos virtual. Fue todo un reto porque cuando llegó la pandemia estábamos a un mes de arrancar la feria. Ya teníamos todo organizado, tocó hacer armar una estrategia de contención, pero garantizamos que la feria se volcara a lo virtual, entendiendo que en ese momento apenas estábamos aprendiendo a utilizar estas herramientas tanto los invitados como nosotros. Se hizo una feria muy bonita que yo siento que también fue como un refugio en momentos de desesperanza. Saber que podíamos encontrarnos para hablar de libros. Las cifras fueron muy alentadoras por la cantidad de gente que se conectaba. Apenas estábamos empezando, entonces todo el mundo quería conectarse con los demás para sentirse parte de él. El siguiente año hicimos un proceso un poco más híbrido, más virtual y muy poco presencial, que también funcionó muy bien. En 2022 fue el ejercicio de si hay carné para entrar, el tapabocas, cuando Corea fue país invitado de honor. Al final nunca dejamos de hacer la feria, lo que me parece muy valioso. La feria no dejó de hacerse. Nos siguió acompañando a todos.

CAMBIO: ¿Cómo se escoge el tema de cada edición de la feria?

A.A.: Desde la dirección de programación que está a cargo de Pilar Londoño y con la coordinación de la agenda de literatura infantil y juvenil de María Camila Jaramillo se empieza a mirar, a articular, se realiza una minería de datos que consiste en observar qué se está publicando en América Latina, sobre qué temas se está escribiendo, cuál es la tendencia, y también se mira qué está pasando en las ferias del segundo semestre del año. Así se determina cuál es esa línea conceptual de temas que son relevantes.

CAMBIO: ¿Cuáles han sido?

A.A.: Cuando llegamos de pandemia en 2022, el tema fue Reencuentros, obviamente, porque volvíamos a vernos. Después fue Raíces. El año pasado fue Leer la naturaleza y este año es Las palabras del cuerpo. Está muy alineado con lo que está pasando en el sector editorial. Eso nos permite generar vínculos con el sector editorial para garantizar que ellos también se involucren, que los expositores que vienen a la feria se sumen a esa conversación para que los autores colombianos y extranjeros circulen de una mejor forma con esas publicaciones, sumados a ese eje conceptual.

CAMBIO: ¿Y el país invitado de honor?

A.A.: Hay distintas rutas. A veces el país levanta la mano y dice, "Yo quiero participar en la FilBo como país invitado". O nosotros le lanzamos la invitación desde la Cámara Colombiana del Libro. A veces la invitación llega a través del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes o a través de la Cancillería y lo hacemos en un trabajo conjunto. Siempre trabajamos de la mano con el Ministerio de las Culturas y con la Cancillería para articularnos, y también con los ministerios de Cultura o de Educación del país invitado, dependiendo de cómo funciona allá. Hay una articulación para tomar esa decisión de cuál es el país invitado del siguiente año y se trabaja con mucho tiempo de anticipación. Un año, dos años dependiendo de cómo se articulen estas gestiones entre gobiernos y cámaras.

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