Fernando Botero.
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Una manera de ahondar en el pensamiento y la obra de Fernando Botero es en los conceptos que a lo largo de su vida emitió sobre su oficio, su obra y la pintura en general. Estos son algunos de ellos.
Por: Redacción Cambio
El arte es hacer siempre lo mismo, pero de forma diferente.
El arte es espiritual, un respiro inmaterial de las dificultades de la vida.
Comienzo a trabajar como un poeta. Coloco los colores y realizo la composición sobre la tela como un pintor. Termino mi trabajo como un escultor, complaciéndome en acariciar las formas.
Cuando comienzas una pintura es algo que esta fuera de ti. Al terminarla, parece que te hubieras instalado dentro de ella.
En mis cuadros hay cosas improbables, no imposibles.
Mi manera de pensar se refleja en mi trabajo, que tiene gran respeto por la tradición. A la vez, es una expresión moderna y contemporánea de la pintura.
Lo que me interesa no son los seres, sino la manera en que sus volúmenes se inscriben en el espacio. Veo la vida en volúmenes.
A veces hago varias versiones de una obra sólo para aprender.
Quiero pintar como si siempre estuviera pintando frutas.
Si quiero pintar una naranja, no la pongo frente a mí. Prefiero comérmela y después la pinto.
Mi interés fundamental es pintar una naranja más naranja, que sea todas las naranjas, el resumen de todas.
No pinto manzanas. Las frutas auténticas del trópico son las naranjas y las bananas. Las manzanas son para los snobs.
Mis pinturas nunca están basadas en la contemplación directa del paisaje o de la gente, sino en mi experiencia de la realidad.
Los viajes no influyeron en mi obra, ese es mi sistema de vida: me da placer cambiar de ciudad. Tengo estudios en varias partes y una ciudad no me da nada. Uno lleva por dentro lo que quiere decir: lo tengo y sé mi camino, no voy en busca de inspiración, momentos o iluminación especiales cuando cambio de un lugar a otro.
El último buen pintor que hubo fue Ingres... De ahí en adelante todo es pura taquigrafía.
No se trata de hacer una transcripción taquigráfica de la realidad, sino de crear una alternativa de esa realidad.
La pintura abstracta es buena para hacer cortinas y forrar muebles.
El acrílico es innoble. Es chato. No vive. Destruye el misterio del color. Envejece mal. Mata la belleza de la pintura.
América Latina sigue siendo uno de los pocos lugares de la Tierra que todavía pueden transformarse en mito.
Ese es mi papel: crear mitos.
Lo que hay que hacer en pintura es crear un mito que sea más aceptable que la propia realidad, que sea aceptable con más fuerza que la realidad.
El buen arte es una mentira que le creen a uno.
Como artista lo que me interesa es mentir de la manera más desaforada.
El arte es una mentira total.
Quien desee triunfar en el arte debe irse del país para que pueda someterse a una escala de valores más elevada y más exigente, menos provincial.
Colombia es un país que mira hacia adentro.
Nunca he encontrado en el mundo nada más divertido que pintar.
El arte es espiritual, un respiro inmaterial de las dificultades de la vida.
En los peores momentos de mi vida, la pintura me ha salvado. Si permanezco un día sin trabajar, la vida me parece incompleta y opaca.