Una cárcel como la selva: el cine colombiano regresa a su raíz
12 Abril 2025 02:04 pm

Una cárcel como la selva: el cine colombiano regresa a su raíz

Crédito: Cortesía

Desde 11 al 22 de abril, la muestra 'Una cárcel como la selva: el cine colombiano regresa a su raíz' reúne 18 películas que han construido un imaginario sobre la relación del hombre con la naturaleza. Además, se realizarán cinco eventos académicos sobre la relación entre el cine y la selva.

Por: Alexander Triana Yanquén

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

“Desde La vorágine, la selva ha sido representada como un espacio que transforma a quienes se adentran en ella. No es solo un escenario hostil, también es un lugar de revelaciones de violencia, pero también de resistencia”, dice Pablo Roldán, curador de la muestra 'Una cárcel como la selva. Tradición en el cine colombiano', que se presenta en estos días en la Cinemateca de Bogotá - Centro Cultural de las Artes Audiovisuales.

Desde 1971, este escenario, que se llamaba Cinemateca Distrital, desde hace décadas se ha consolidado como el epicentro de la memoria fílmica del país, un refugio donde las imágenes y las historias se encuentran con la memoria y la identidad nacional. En esta ocasión, su pantalla se convierte en una ventana hacia la selva, el mito y la literatura con esta propuesta curatorial organizada por Cinemancia, Festival Metropolitano de Cine y la Revista Cero en Conducta, que revisa el impacto de La vorágine (1924), la obra emblemática de José Eustasio Rivera, en la cinematografía nacional.

Del 11 al 22 de abril, la muestra reúne 18 películas que, de manera consciente o inconsciente, han construido un imaginario sobre la relación del hombre con la naturaleza. Además, se han programado cinco eventos académicos que profundizan en la hipótesis central de la muestra: el cine colombiano ha heredado de La vorágine no solo una preocupación estética por la selva, sino también una estructura narrativa que la convierte en un personaje vivo, tan bello como amenazante. "El cine colombiano ha estado marcado por una obsesión con lo indomable, con la tensión entre el hombre y el paisaje", explica Roldán. "Esta retrospectiva busca hacer visible esa tradición y entender cómo el cine nacional ha dialogado con los tropos de Rivera sin necesidad de adaptarlo directamente", dice.

Para Roldán, la selva en el cine colombiano no es solo un telón de fondo, sino un personaje que impone sus propias reglas. "Desde La vorágine, la selva ha sido representada como un espacio que transforma a quienes se adentran en ella. No es solo un escenario hostil, también es un lugar de revelaciones, de violencia, pero también de resistencia", señala. "Lo interesante es ver cómo, a lo largo del tiempo, el cine ha ido resignificando esta imagen".

Una mirada autocrítica sobre la retrospectiva

Roldán detalla que como lo hacen las buenas retrospectivas, “la idea nace de ver películas”. A ojos de los cineastas, cuando ven una cinta tras otra, se puede alterar la percepción, el panorama cambia, las sensaciones despiertan y detrás de cada frame no sólo se repiten, sino que se amplían. Se genera un lenguaje de ecos entre los filmes.

“Viendo películas nacionales, empezamos a notar que en realidad no es difícil de notar la idea de que se repite la selva, de que la vegetación es importante en el cine nacional, no es, por supuesto, una idea demasiado novedosa, o que haya que escarbar demasiado para llegar a ella, pero sí nos interesaba pensar qué era lo que esa selva condicionaba en los relatos, o cómo su aparición era inmediatamente un ente disruptivo en el lenguaje, y cómo funcionaba, al menos en esta tradición, en la que circula la retrospectiva, como esa selva era siempre devoradora”, explica.

La obra de Rivera sumerge de manera inconsciente en un mundo paradigmático, en más que una selva, en un universo donde la noción o el vínculo con lo vegetal se transforma y adquiere un carácter hechizante, así lo expresa Roldán, mientras agrega que “es algo que tiene que ver con el hipnótico, pero por supuesto con la idea de tragar, de devorar”.

“La retrospectiva empieza porque empezamos a notar estos ecos entre ciertas películas, creo que hay una ruta inconsciente o consciente que marca la descripción vegetal o las descripciones vegetales que hace José Eustasio Rivera en la vorágine de la selva, de la cual se sabe que es una relación de succión, de consumo, de depurar, (…) así que ahí encontraba yo esos vínculos y así surge la idea y porque estaba releyendo La vorágine y bueno, es un texto que se lee incluso en el contexto escolar y que uno revisita ya después con otras ideas en la cabeza, siendo mejor lector. Me di cuenta de varias cosas y creo que se pudo enlazar muy bien lo que yo leía en el texto (…) lo veía con piso de inspiración en las películas”, destaca.

Comenta Roldán que esta retrospectiva estuvo enfrentando diferentes retos y desafíos, entre ellos la concepción de agregar por ejemplo La Sirga, de William Vega, la cual cobra vida en la laguna de la Cocha (Nariño), entre otras tantas. No obstante, “el desafío era realmente cómo armar un grupo de películas que fuera disiente de eso, que diera con la idea principal porque las películas son muchas (…) cómo armarla también y cómo sobre todo hacer una retrospectiva que incluyera un buen panorama temporal de películas, es decir que se expandiera bastante en el tiempo”, enfatiza.

Ahora, es importante detallar que, tanto en el cine extranjero como en el cine colombiano, la noción de que la naturaleza insiste no es una idea novedosa, está ahí… Tan solo basta sentarse un fin de semana a ver cuatro películas de cineastas locales para ver que por la realidad topográfica, la naturaleza siempre tiene incidencia en las producciones. Frente a esto, la muestra cobra un gran valor por el lenguaje surrealista que pretende detallar: “no es solo la aparición de la naturaleza, es esta suerte de vinculación vegetal entre el trance, la pérdida, la locura, la desaparición y la selva y de cómo la selva es una señal o cómo la selva modifica las posibilidades estéticas y narrativas de las propias películas”, dice.

Foto
Entre Canaguaro, la restauración y el patrimonio fílmico

Detrás de todo el proceso de investigación requerido para esta muestra, hay un sinfín de retos y oportunidades que desde el comienzo permite al espectador hacerse una idea sobre el valor que tiene el cine colombiano y todo lo que ha significado durante tantos años.

Relata Roldán que Canaguaro y Rumba el corazón de la selva permitieron hacer puentes temporales “ya que esas dos películas tienen en sus centros expresivos a la vez, el centro de la propia curaduría que es con qué ojos se mira y se acerca, y sobre todo, se accede a esos cuerpos vegetales con propósitos absolutamente diferentes; porque no es lo mismo que pasa en Canaguaro que lo que pasa Rumba el corazón de la selva, que igual su nombre ya es bastante diciente de lo que es la propia película de lo que nos interesa”.

Por otra parte, en el cine una de las cosas que los espectadores menos valoran es la restauración. Explica Roldán que el trabajo de restauración de películas en Colombia está vinculado a las labores que hace la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, quienes son los encargados de la distribución de la mitad de las películas que hay en la muestra.

“Hoy se escribe no solo a través de textos, sino también de restauraciones. Ese trabajo es importante y los desafíos que enfrenta la idea del patrimonio fílmico nacional, tienen que ver con la circulación y financiación (…) es importantísimo que existan las restauraciones y ponerlas a circular todo el tiempo porque son ellas las que con los esfuerzos críticos e investigativos van a terminar construyendo la historia del cine nacional.

Cinem
Cinemateca de Bogotá

Impacto y proyección de la retrospectiva

Los retos a futuro son muchos: no son solo 18 películas que hacen parte de una exposición y ya. El camino del cine trae muchas oportunidades y en Colombia es importante tener presente lo que se ha hecho para mirar y sonreír al futuro del cine colombiano. Detalla Roldán que “en toda tradición, hay un lado A, hay un lado B”. Lo cual permite soñar con una muestra similar que nos permita de nuevo la oportunidad de pensar no solo como espectadores, sino como críticos de cine en el futuro.

“Esta curaduría podría repetirse después con otros títulos sobre la misma idea, títulos que ilustren la idea. Esta curaduría podría dar unas giras y también chévere, sí, los encargados de programar en centros culturales, en otros departamentos o en otras ciudades de curaduría, nos llaman y hacemos o repetimos esto”.

“Uno de los deseos que aparece con la realización de esta curaduría es que se encuentren otras posibilidades de análisis frente a la mencionada participación de la naturaleza en el cine colombiano, como otro lente para mirar eso que ya veíamos como evidencia rotunda”, manifiesta Roldán.

Roldán sueña con la posibilidad de que esta curaduría, esta muestra, pueda tener otra edición para rendir homenaje a tan talentosos cineastas colombianos que han dejado un legado tras los lentes, las luces y las cámaras.

“Esperamos que sea un catalizador para una nueva oportunidad, para pensar el cine nacional a través de esta idea de la tradición y que desea cada vez más importante para los propios cineastas pensar en términos de tradición”, finaliza Roldán.

Vea aquí la programación de la retrospectiva Una cárcel como la selva.

Para ampliar información sobre la muestra, pueden estar atentos de las redes sociales de la revista Cero en Conducta (@ceroenconductacine), Cinemancia Festival Metropolitano de Cine (@cinemanciafestiva) y la página oficial de la Cinemateca de Bogotá.

IG: @lextriana2020

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí