El Infierno, un espacio cerrado con aires de grandeza
5 Mayo 2023

El Infierno, un espacio cerrado con aires de grandeza

Galería de arte, lugar de encuentro de 'punks' y metaleros, esta es la historia de 'El Infierno', una casa muy peculiar del distrito creativo del barrio San Felipe de Bogotá. este fin de semana exponen la muestra colectiva 'Estrógenas' segundo volumen.

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Por Geraldine Duitama (*)
Es el día inaugural de una exposición. Se ven entrar un par de personas con vestimentas de cuero, chaquetas negras, medias de malla y botas grandes. El DJ está al final del patio, un espacio que fue transformado para diversos usos. Tiene al fondo un blackout y detrás un carro vinotinto que parece ser un Ford antiguo, casi invisible detrás de los parlantes a los lados y la mesa con los equipos del DJ. A su derecha, un muro lleno de afiches y calcomanías que poco se ven en las galerías, así como un par de ciclas colgadas en la parte superior.
Al lado izquierdo de la entrada, un espacio dedicado a la venta de bebidas, ropa, libros de artistas, afiches, aretes, anillos y demás artesanías que hacen parte del stand y del merchandising.
Por esos lugares transitan los visitantes de la casa. Algunos la describen como un lugar relajado, tranquilo y liberal, como “una nota”. A las ocho de la noche  se acomodan los instrumentos y comienzan las pruebas de sonido: “1,2,3 hola, hola, ¿me escuchan?” Se acerca el toque del día, la dosis de punk que, como es de esperarse, terminará en un buen pogo.
Es así como se vive el arte a pocas calles de la estación de TransMilenio de la calle 76, a unas tres cuadras hacia el oeste y tres hacia el sur, en el Distrito Creativo San Felipe. Aquí los lugares llaman la atención por su elegancia arquitectónica y la variedad de colores de sus fachadas, pero uno de esos lugares se destaca precisamente por no tener esas características. Es El Infierno, una galería de arte urbano que grita contracultura.
Su historia empezó muchos años atrás, con la mudanza de los Arias, Liliana, Ximena y Mauricio. Llegaron desde pequeños al hogar de su abuela, una mujer admirable, generosa, llena de amor y que encajaba perfectamente en la definición de altruista: "Una persona que procura el bien ajeno sin esperar nada a cambio". Así la describe su nieta Liliana, que la recuerda como un gran apoyo en la vida de ella y sus hermanos.
Hoy, a esa casa espaciosa se le nota el paso de los años. No obstante, los ladrillos de su fachada se mantienen como si el tiempo no pasara. Su color característico está presente por todas partes. Es una casa de dos pisos. En el exterior cuenta con un pequeño antejardín con baldosas, algunas rotas y peladas, de un rojo opaco, sucio y desgastado. Lo delimitan dos muros a lado y lado. En uno se pinta hoy algo representativo de la exposición que estén exhibiendo y en el otro, como sello personal, están las llamas del infierno, que rodean un jardín.

Este 6 y 7 de mayo es otra oportunidad para conocerlo. Contará con la participación de diez artistas, entre los que se encuentran @lafurys, @avrrz, @negativo.666 y @yodax, quienes presentarán el segundo volumen del concepto de la exposición Estrógenas, cuyo primer volumen se presentó el 20 y 21 de agosto de 2022.

En la parte alta se pueden observar unas pequeñas rosas blancas que resaltan en un árbol, en medio de lo que muchos considerarían maleza, y otra planta que tapa un par de ventanas de arriba. Tiene barba y se ve vieja; parece que hubieran crecido a su antojo y desordenadas.
Al final del antejardín se encuentra el portón de hierro. En su parte inferior el desgaste es notable. El interior de la casa está lleno de sorpresas y de recuerdos. Al ingresar se encuentra un amplio patio no del todo cerrado. Al lado derecho hay una pequeña entrada, donde antes estaba la sala y el comedor. Las escaleras están ubicadas al frente de la puerta principal, y en el segundo piso están las habitaciones. Una de ellas es la cuna de la identidad de este lugar. En esas cuatro paredes Mauricio tenía completa libertad. “Su cuarto tenía afiches, casetes, tenía una colección inmensa de casetes, tenía banderas de bandas, tenía todo su estilo”, comenta Liliana cuando se le preguntó sobre los inicios de El Infierno. De esa forma la contracultura, en forma de punk y del graffiti, empezó a divagar sigilosamente por la casa de los Arias. Era una sombra oscura que terminaría por sentenciar a los tres hermanos.
De ahí que empezaran a ser vistos como las ovejas negras de la familia, excepto por la abuela, que se adaptó sin dificultad a los gustos y personalidades de sus nietos y les dio un empujón en sus ideas y en sus proyectos. Se convirtió en la alcahueta ya que la conquista del territorio no quedó en un cuarto nada más.
Con el tiempo Mauricio tomó otra habitación y en 1998 él y sus amigos formaron su banda. Ninguno sabia tocar un instrumento, pero se las arreglaban. Por ello, cuando Mauricio decidió que tocaría la batería, la abuela lo dejó practicar. Podría ser solo ruido, pero a ella no le importaba mientras su nieto fuera feliz. Ensayaba con unas ollas, con unas latas y con unos cojines, como cuenta su hermana.
Esa casa ya era más de ellos que de cualquier otra persona, y legalmente así lo fue en 2008, año en que la abuela falleció, y Liliana, Ximena y Mauricio pasaron a ser los dueños.
Para ese entonces El Infierno ya era un ícono. Bandas como Triple X (la misma que se formó sin experiencia instrumental en 1998) ensayaban ahí, tocaban para un público cambiante. Primero eran solo amigos, luego ya conocidos y así fue llegando más gente. Lo que era un ensayo se convertía en un concierto clandestino y privado, y también en una fiesta.

Mauricio se encarga de la planeación de las exposiciones y los eventos, del concepto que se va a presentar, de acordar todo con los artistas, adecuar el espacio y preparar el montaje.


En aquellas épocas de la juventud y temprana adultez los Arias vivían una vida loca. Contrario a lo que algunos creen, loca no significaba tener orgías o consumir desmedidamente. Eran fiestas duras y movidas que duraban hasta tarde, fiestas en las que se hacía ruido y se armaban pogos, el baile típico del punk, en el que las personas saltan empujándose unas con otras mientras mueven los pies y las manos alocadamente, y que muchas veces derivan en patadas, manotazos y puños.
El Infierno es la mejor descripción de lo que eran aquellas fiestas, no solo por lo feroces que eran, sino por el calorcito de la gente ahí reunida que saltaba de un lado a otro meneando la cabeza al ritmo de la música. Liliana pregunta: “¿Quién dijo que el cielo es el bueno y el infierno es el malo?”. Y es que no cree que deba ser así, justamente su hogar busca desestigmatizar esas llamas que para ella son demasiado dulces, haciendo referencia a la canción de la banda Eskorbuto cuyo nombre es El infierno es demasiado dulce.

Infierno
Esas fiestas infernales desaparecieron poco a poco. Los Arias ya empezaban a madurar. Y a la casa los daños estructurales empezaban a notársele. Las goteras dejaron humedades que afectaron los techos y descarapelaron las paredes. Hoy día las tuberías ya no sirven. El abandono que sufrió por años comenzó a pasarles factura a sus dueños. Una factura muy grande, pues aún siguen sudando la gota gorda para reunir plata y “meterle camello” a su hogar.

Ximena y Mauricio están más involucrados en la logística del lugar, mientras que Liliana apoya desde la distancia. En la actualidad lo considera un proyecto de sus hermanos


Los Arias fueron dejando de lado los muebles y otros objetos. Ya no necesitaban una sala. Una mesa de comedor de ocho puestos era mucho, debía irse. No necesitaban toda la parafernalia de una casa familiar, como dice Liliana.
A cambio compraron luces, adecuaron tres paredes para resaltar las obras de los artistas y las pintaron de negro. Solo una se quedó como estaba, con el estilo de El Infierno, llena de calcomanías que ellos y los visitantes pegaron de manera aleatoria, una tras otra. Son representativas del arte callejero. Es imposible clasificarlas, hay de todo y están por todas partes.
La casa ya no era solo el hogar de Liliana, Ximena y Mauricio, sino también de sus amigos y de los seguidores del arte, el punk y la contracultura, aunque para estos últimos fue oficialmente su hogar en 2016, año en el que las puertas de El Infierno se abrieron al público. En horas de trabajo es difícil verla como un hogar. Pero lo sigue siendo.
Después de más de 15 años recibiendo amigos y conocidos, y tras empezar su octavo año de preparar exposiciones, la casa no descansa y tampoco los Arias. Mauricio se encarga de la planeación de las exposiciones y los eventos, del concepto que se va a presentar, de acordar todo con los artistas, adecuar el espacio y preparar el montaje. Ximena le ayuda a su hermano a preparar el lugar y bajo su cargo queda toda la logística. Se asegura de que el bar esté en funcionamiento, que las personas tengan clara la hora de llegada, y que la “montada y desmontada” del evento se ejecute como debe ser. Liliana se encarga de las redes sociales, de organizar con los artistas el pago y de manejar la tienda: recibe el material y se pone en la labor de venderlo el mismo día del evento.
Ximena y Mauricio están más involucrados en la logística del lugar, mientras que Liliana apoya desde la distancia. En la actualidad lo considera un proyecto de sus hermanos, pues su profesión demanda tiempo y estar viajando frecuentemente.

Expo
Todo ese trabajo en conjunto es notable y constante. Este 6 y 7 de mayo es otra oportunidad para conocerlo. Contará con la participación de diez artistas, entre los que se encuentran @lafurys, @avrrz, @negativo.666 y @yodax, quienes presentarán el segundo volumen del concepto de la exposición Estrógenas, cuyo primer volumen se presentó el 20 y 21 de agosto de 2022.

A pesar de que en cada exposición varían los participantes, Toxicómano y Erre están en todas o casi todas. Son amigos cercanos de los Arias, incluso Erre es parte del proyecto, para ella lo que hacen es “más que pintar en la calle, es como crear red, un montón de conexiones con gente que piensa muy parecido a ti o que tiene como el mismo espíritu o la misma energía y este espacio permite un poco eso, como que nos unamos a hacer cosas, a hacer proyectos que más allá de vender o de hacer dinero, es como de reunirnos y crear y apropiarnos un poco como de estos espacios”.
Ese ambiente familiar ha sido amenizado musicalmente por Ginger y los Tóxicos, banda en la que Liliana y Mauricio son las voces principales; Pániko Satániko, Leche de RataCésar Cheche (DJ), entre otros. Así, con buena música y rodeados de conocidos y desconocidos por conocer, dejan en manos del respeto y el amor por el arte, su hogar, que está separado por una cinta de “prohibido pasar” ubicada al inicio de las escaleras que llevan al segundo piso. En esa planta vive Ximena junto con Mauricio y su familia, y hasta hace poco más de seis meses, también era el hogar de Liliana. Cada uno tiene un papel importante en la organización, en la logística, pero, sobre todo, en el arte y en la apropiación artística de San Felipe.

 

Exposición Estrógenas, segundo volumen

6 y 7 de mayo

El Infierno
Calle 74A No. 22-57

Bogotá

(*) Estudiante de CrossmediaLab de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. @Geral_duitama

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