Fernando Botero, el generoso
15 Septiembre 2023 10:09 pm

Fernando Botero, el generoso

Fernando Botero, en una visita al Museo de Antioquia en 2011.

Las donaciones de obras de arte que Fernando Botero le hizo al Banco de la República y al Museo de Antioquia han sido de gran importancia para la vida cultural de Bogotá y Medellín.

Por: Redacción Cambio

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Uno de los hechos más notables para la cultura colombiana fue la decisión del maestro Botero de donar parte de su colección de obras propias y de otros artistas de fama mundial para que pudieran apreciarlas quienes visitan el Museo de Antioquia, en Medellín, y el Museo Botero, en Bogotá.
La historia se remonta al año 1974, cuando Botero comenzó a donarle obras al Museo Zea, que luego se convertiría en el Museo de Antioquia. Durante la década de los 90 Botero tuvo la idea de hacer una gran donación que motivara a las autoridades de Medellín para construir un museo de gran envergadura. Para ello Botero solicitaba que el municipio donara un lote donde se pudiera construir el edificio, en el cual él estaba dispuesto a hacer una nueva donación para dotar tres salas. Una de pintura, una de dibujo y otra mas de escultura. Además ofreció donar un millón de dólares para la construcción del edificio.
Sin embargo, fueron muchas las dificultades que encontró Botero para hacer realidad el proyecto, así que le escribió al Banco de la República, que de inmediato aceptó su propuesta.

Museo Botero, Bogotá

Así, en 2000, Botero le donó al banco las 208 obras que estaban destinadas al Museo de Antioquia. De ellas, 123 hechas por él y 85 de artistas internacionales. Al recibir esta colección el Emisor restauró una casona vecina a la Casa de la Moneda que hasta 1955 había sido sede del Arzobispado de Bogotá. En esa edificación colonial el Museo Botero abrió sus puertas el 1 de de noviembre de 2000. Desde entonces la colección ha estado a disposición del público. Abre todos los días -menos los martes- y la entrada es gratuita.
En sus diferentes salas se exhiben obras de pintores europeos del siglo XIX como Corot, considerado como preimpresionista; el impresionismo está representado por cuadros de Renoir, Monet, Camille Pissarro y Gustave Caillebotte y, por una escultura de Edgar Degas.
Más adelante se exhiben obras de Toulouse-Lautrec, Bonnard, Jacques Lipchitz, Edgar Degas, George Grosz, Léger, Henri Matisse y Gustav Klimt. También se pueden admirar obras de Wifredo Lam, Roberto Matta, Robert Rauschenberg y Willem de Kooning.
Mientras Bogotá se adecuó para recibir la donación de Botero, Medellín se empeñó en que su proyecto no muriera. Se recogieron 150.000 firmas de ciudadanos que le solicitaban al maestro Botero una nueva donación. Además de firmas, Botero recibió una gran cantidad de dibujos en los que niños antioqueños mostraban su aprecio y cariño por Botero.
En 1998 se hizo oficial la creación de una nueva sede del Museo de Antioquia, que había dejado de llamarse Museo Zea en 1977. Después de estudiarse varias posibles sedes se escogió el Palacio Municipal, construido entre 1932 y 1937 por la firma H. R: Rodríguez arquitectos, donde funcionó la Alcaldía y el Concejo Municipal de Medellín hasta 1988 y que en 1995 se declaró como monumento nacional. El Museo de Antioquia, remodelado y adecuado, abrió las puertas de su nueva sede en 2000.
En la plaza aledaña al edificio, que recibió el nombre de Plaza Botero, se dispusieron las primeras diez esculturas que donó Botero, suma que luego subió a 14, más adelante a 18. Botero mismo esbozó los pedestales para cada escultura, la orientación de cada una de ellas y señaló una altura que a la gente le permitiera tocar las obras. Botero reunió 21 obras de su colección realizadas por otros artistas, entre ellos Max Ernst, Auguste Rodin, Wifredo Lam, Julian Schnabel, Roberto Matta, Antoni Tàpies, Alex Katz, Helen Frankenthaler, Frank Stella y Robert Rauschenberg. Además le donó al museo 116 piezas suyas entre dibujos y pinturas en distintas técnicas.
De esta manera, y por esas vueltas que da el destino, Bogotá recibió una donación que le dio vida a un museo que no había sido planeado y Medellín le dio una nueva vida a su hermoso Palacio Municipal y a la plaza aledaña, la Plaza Botero.

 
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